ESTUDIOS

UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA. AÑO: 23 , n° Extra 3, 2018, pp . 63-71 REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL

CESA-FCES-UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA. ISSN 1315-5216 / ISSN-e: 2477-9555


Lenguaje, poetizar e interpretar

Language, To Poetize and To Interpret


José Francisco GUERRERO LOBO

jofrague@gmail.com

ORCID: http://orcid.org/0000-0003-1297-7479 Universidad de Los Andes, Venezuela


Este trabajo está depositado en Zenodo:

DOI: http://doi.org/10.5281/zenodo.2426427


RESUMEN


En el presente trabajo trataremos sobre el sentido de la palabra, el poetizar y el interpretar en Martin Heidegger y Hans-Georg Gadamer. Esta labor es compleja pero abierta al debate de las ideas de dos grandes referentes de la filosofía contemporánea, sus reflexiones filosóficas tematizaron desde configuraciones diferentes, aunque la influencia de la filosofía de Heidegger es preponderante en Gadamer como maestro y alumno. El trabajo está dividido en tres partes, la primera aborda la relación del poetizar en Hölderlin y Heidegger, la segunda se aproxima a la relación hombre, lenguaje y ser en Heidegger y la última parte profundiza en el lenguaje, poetizar e interpretar en Gadamer.


Palabras clave: Hombre; Lenguaje; Ser; Poetizar.

ABSTRACT


In the present work we will deal with the meaning of the word, poetizing and interpreting in Martin Heidegger and Hans-Georg Gadamer. This work is complex but open to the debate of the ideas of two major referents of contemporary philosophy, his philosophical reflections themed from different configurations, although the influence of Heidegger's philosophy is predominant in Gadamer as teacher and student. The work is divided into three parts, the first deals with the relationship between poetry in Hölderlin and Heidegger, the second approaches the relationship between man, language and being in Heidegger and the last part delves into language, poetizing and interpreting in Gadamer.


Keywords: Man; Language; To Be; To Poetize.


Recibido: 01-10-2018 ● Aceptado: 05-11-2018


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“(…) la filosofía debería realmente sólo ser poetizada” [Philosophie dürfte man eigentlich nur dichten]

Ludwig Wittgenstein


  1. POETIZAR EN HÖLDERLIN Y HEIDEGGER


    Para aproximarnos a Hans Georg Gadamer con cierta nitidez tenemos que abordar preliminarmente a su maestro para investigar la tensión existente entre la labor del artista y la labor del intérprete, o sea la relación entre el poetizar y el interpretar, por eso es decisivo acercarnos a Martin Heidegger que tiene como hilo conductor a la poesía de Friedrich Hölderlin: “... poéticamente habita el hombre...” y “Lleno de méritos, sin embargo, poéticamente, habita el hombre en esta tierra”.

    Previamente, creemos necesario tomar en cuenta la reflexión del filósofo Wálter Navia Romero

    (2014) sobre Heidegger cuando puntualiza:


    Fue Aristóteles quien nos ofreció una definición sobre qué es el hombre: zwon logon econlo, vivo que posee lenguaje. El pensamiento romano nos legó la traducción animal rationale, animal racional, que implica una interpretación inexacta del logon econ. En el árbol de Porfirio, con precisión lógica, se opone, como diferencias específicas de género animal, los conceptos opuestos: racional/irracional. Es notable que esta defectuosa traducción hubiera permanecido durante veinte siglos sin reinterpretar sus consecuencias, hasta la revisión efectuada por Heidegger, profundo conocedor del griego. ¿Qué es el hombre? Viviente que posee lenguaje” (p. 18).


    Claro está, que lo expuesto por Navia sigue los postulados heideggerianos, quien acota en Hölderlin y la esencia de la poesía1, Heidegger dice:


    ¿Quién es el hombre? Aquel que debe dar fe de lo que es. Dar fe significa, por un lado, declarar; pero al mismo tiempo significa que en la declaración se garantiza lo declarado. El hombre es ese que es precisamente en el testimonio de su propia existencia. Dicho testimonio no es aquí una mera expresión secundaria y pasajera de lo que es ser hombre, sino que constituye la propia existencia del ser humano. ¿Pero qué es lo que tiene que testimoniar el hombre? Su pertenencia a la tierra. Dicha pertenencia consiste en que el hombre es el heredero y el aprendiz de todas las cosas. Sólo que éstas se hallan en pugna (Heidegger, 2005. p. 40).


    Siguiendo esta vía, deberíamos preguntar ¿Cuál es la relación entre lenguaje y ser?, Estos términos han sido largamente y ancestralmente debatidos, pero Heidegger los precisa en su análisis del Ser y del Lenguaje, y en sus estudios sobre Hölderlin, donde expresa: “tomando en serio la tarea de extraer el origen del lenguaje del esenciarse del ser [Seyn] mismo” (Heidegger, 1989/2003: p. 396), ya que “surgir quiere decir: pertenecer al ser [Seyn]” (Ibíd: p.394). Ahora bien, de forma categórica expresa: “El lenguaje surge del ser [Seyn] y pertenece por ello a éste” (Ibíd: p.395).

    Por esto, él precisa lo siguiente: “Pero a fin de que la historia sea posible, al hombre le ha sido dado el lenguaje. El lenguaje es un bien del hombre” (Heidegger, 2005: p. 41). Asimismo, es “Lo puro y lo común son en la misma medida algo dicho”; siguiendo su punto de vista:


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    1. Heidegger (1969, p. 21; primera traducción y comentarios en español, por el pensador Juan David García Bacca: “¿Quién es el hombre?” Un ser que ha de dar testimonio de lo que es. Testimoniar significa, por una parte, declarar; y por otra, mantener las declaraciones. El Hombre es el que es, precisamente al dar y por dar testimonio de su propia realidad (Dasein). Y este testimonio no resulta apéndice o glosa marginal el ser del hombre, sino que constituye su íntegra y propia realidad del Hombre. Pero ¿qué es lo que debe testimoniar el hombre? Su pertenencia a la Tierra. Y consiste tal pertenencia en que el Hombre es el heredero de todas las cosas, Más las cosas se mantienen en Combate”.


      El lenguaje es el primero que crea el lugar más patente de amenaza al ser y extravío y por ende la posibilidad de perder el ser, es decir: es el que crea peligro. Pero el lenguaje no es sólo el peligro de los peligros, sino que también esconde necesariamente en sí mismo y para sí mismo un peligro permanente. Al lenguaje le ha sido encomendada la tarea de manifestar y preservar a lo ente en cuanto tal en su actividad. En él puede tomar la palabra tanto lo más puro y lo más escondido como lo confuso y vulgar (Ibídem).


      Heidegger desde esta reflexión prosigue reiterando que “El lenguaje es su propiedad. El hombre dispone del lenguaje con el propósito de comunicar experiencias, determinaciones y estados de ánimo. El lenguaje le sirve para entenderse. En cuanto herramienta útil a tal fin, es un «bien»” (Ibíd: p.42), y manteniendo su análisis persiste en su razonamiento:


      Sólo donde reina un mundo hay historia. El lenguaje es un bien en un sentido más originario. Es el bien que sirve como garantía de que el hombre puede ser histórico. El lenguaje no es una herramienta de que se pueda disponer, sino ese acontecimiento que dispone de la más alta posibilidad de ser hombre. Si queremos comprender el ámbito en el que opera la poesía y, por lo tanto, comprender verdaderamente la propia poesía, tenemos que empezar por asegurarnos dicha esencia del lenguaje Ibídem).


      Heidegger era un lector de Hölderlin por diversas instancias, una de estas es la relación con sus expresiones:


      “Desde que somos habla

      y podemos oír unos de otros”2 (IV, 343).


      A estas expresiones del poeta, Heidegger responde “Nosotros, los hombres, somos habla. El ser del hombre se funda en el lenguaje; pero éste sólo acontece verdaderamente y por vez primera en el habla” (Ibíd: p. 43). Y que “habla no es sólo una de las maneras en que se realiza el lenguaje, sino que el lenguaje sólo es esencial precisamente en cuanto habla” (Ibídem).

      Las reflexiones sobre sus lecturas sobre Hölderlin describe la relación entre la creación y la poesía: “Ahora bien, si la poesía tiene ya de entrada su única forma de en existencia en lo literario, ¿de qué modo el habitar humano puede estar fundado en lo poético? Las palabras que dicen que el hombre habita poéticamente provienen por otra parte de un poeta solamente, y de aquel poeta además que, como se dice, no se las arregló con la vida. Lo característico de los poetas es no ver la realidad. En vez de actuar, sueñan. Lo que ellos hacen son solo imaginaciones. Las imaginaciones son cosas que simplemente se hacen. Al acto de hacer se le llama en griego ποίησις” (Heidegger, 2001: p. 140)3. Ya Platón en el diálogo El Banquete afirmaba “Tú sabes que la idea de “creación” (poíēsis) es algo múltiple, pues en realidad toda causa que haga pasar del no-ser al ser es creación (ποίησις)” (Platón, 1988: p. 250) lo que da presencia a lo oculto y produce es la poesía que tiene como trascendencia su presencia, actividad que expresa la fuerza creativa que reside en la imaginación. Destaquemos que poeisis y praxis la primera viene de poiein, pro-ducir, en el sentido de llevar a ser lo podemos entender como todo proceso creativo que es producción hacia la presencia de lo no presente esto es, del no ser al ser se asocia a otro concepto profundamente estudiado por Heidegger: λήθεια, es verdad como des-velamiento; y por otra parte, prattein, es el hacer y realizar, que estará unido a la ámbito de la voluntad articulada en la acción, como


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    2. Heidegger (1969: p. 15), traduce: Desde que somos Palabra-en-diálogo. Y podemos los unos oírnos a los otros. (IV, 343) y la Poesía hace de esta tierra su morada” (IV, 25).

    3. Las cursivas son para resaltar nuestro interés.


      todo proceso práctico, voluntario, en específico a la voluntad creadora del artista, concibiendo la misma en relación con el genio como voluntad y fuerza creadora.

      Al mismo tiempo, Heidegger redunda que “Cuando Hölderlin habla del habitar, está mirando el rasgo fundamental del estar del hombre. Pero lo poético lo ve él desde la relación con este habitar entendido de un modo esencial” (Heidegger, 2001: p. 140). A esto corresponde que la morada que habita lo poético como un construir es para este filósofo la instancia que “el poetizar es lo que antes que nada deja al habitar ser un habitar. Poetizar es propiamente dejar habitar… Por medio del edificar. Poetizar, como dejar habitar, es un construir” (Ibídem). Pero introduce dos exigencias “primero pensar lo que denominamos la existencia del hombre desde la esencia del habitar; luego pensar la esencia del poetizar en tanto que dejar habitar como un construir, incluso como el construir por excelencia. Si buscamos la esencia de la poesía desde la perspectiva de la que acabamos de hablar, llegaremos a la esencia del habitar” (Ibídem). E inmediatamente alienta un habitar que se descubre en el lenguaje y sus peculiaridades, por lo tanto, advierte lo siguiente: “el hombre que propiamente escucha la exhortación del lenguaje es aquel decir que habla en el elemento del poetizar (Ibíd: p. 144). Claro está, tenemos aquí una vez más que en “Cuanto más poético es un poeta, tanto más libre, es decir, más abierto y más dispuesto a lo insospechado es su decir; de un modo más puro confía lo dicho a la escucha, siempre más atenta; tanto más lejano es lo dicho por el del mero enunciado con el que tratamos solo en vistas a su corrección o incorrección” (Ibídem). Como síntesis a lo anterior expuesto, podemos traer como referente las frases de Hölderlin; «... poéticamente habita el hombre...» y «Lleno de méritos, sin embargo poéticamente, habita el hombre en esta tierra».


  2. APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN HOMBRE, LENGUAJE Y SER EN HEIDEGGER


    En este sentido, el sendero que recorre Heidegger llega cada vez más lejos, al hablarnos sobre el lenguaje: “El hombre solo puede tomar esta interpelación de allí de donde él la recibe. La recibe de la exhortación del lenguaje. Ciertamente, solo cuando presta atención, y mientras presta atención, a la esencia propia del lenguaje…El hombre se comporta como si fuera el forjador y el dueño del lenguaje, cuando es este, y lo ha sido siempre, el que es señor del hombre” (Ibíd. p. 141). Pero crítica que no se utilice en forma adecuada, por eso nos dice:


    Cuando esta relación de señorío se invierte, el hombre cae en extrañas maquinaciones. El lenguaje se convierte en medio de expresión. En tanto que expresión, el lenguaje puede descender a mero medio de presión. Que incluso en este uso del lenguaje se cuide la manera de hablar está bien. Solo que esto, a pesar de todo, no nos servirá nunca para salir de esta inversión de la relación de dominio entre el lenguaje y el hombre (Ibíd: p. 142).


    Por esto Heidegger agrega: “Pues en realidad quien habla es el lenguaje. El hombre habla, antes que nada y solamente, cuando corresponde al lenguaje, cuando escucha 1a exhortación de este. De entre todas las exhortaciones que nosotros, los humanos, podemos llevar al lenguaje, el lenguaje es la primera de todas. El lenguaje es lo primero, y también lo último, que, con una seña dirigida a nosotros, nos lleva a la esencia de una cosa” (Ibíd: p. 143). Ya en la Carta sobre el Humanismo, Heidegger expresa que “El pensar se limita a ofrecérsela al ser como aquello que a el mismo le ha sido dado por el ser” (Heidegger, 2004: pp. 11-12). Por lo tanto, dejar la escena con más luminosidad reitera:


    El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y poetas son los guardianes de esa morada. Su guarda medida en que, mediante su decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian. El pensar no se convierte en acción porque salga de él un efecto o porque pueda ser utilizado. El pensar solo actúa en la medida en que piensa. Este actuar es, seguramente, el más simple, pero también el más elevado, porque atañe a la


    relación del ser con el hombre. Pero todo obrar reside en el ser y se orienta a lo ente. Contrariamente, el pensar se deja reclamar por el ser para decir la verdad del ser. El pensar lleva a cabo ese dejar. Pensar es: l'engagement par l'Etre pour l'Etre (“el compromiso por el ser para el ser”) (Ibíd: p. 12).


    Esto consiste en que en el pensar el ser llega al lenguaje; al final de la Carta sobre el Humanismo nos dice “En efecto, en su decir, el pensar solo lleva al lenguaje la palabra inexpresada del ser” en un primer momento, para luego orienta que:


    El giro «llevar al lenguaje» que hemos usado aquí hay que tomarlo en este caso en sentido literal. Abriéndose en el claro, el ser llega al lenguaje. Está siempre en camino hacia él. Y eso que adviene es lo que el pensar ex-sistente lleva al lenguaje en su decir. De este modo, el lenguaje es alzado a su vez al claro del ser. Y solo así el lenguaje es de ese modo misterioso y reina sin embargo siempre en nosotros. Por cuanto el lenguaje que ha sido llevado de este modo a la plenitud de su esencia es histórico, el ser queda preservado en la memoria. Pensando, la ex-sistencia habita la casa del ser (Ibíd: p. 87).


    Con la siguiente aclaración, este pensador intenta limitar su interpretación: “Sin embargo, esto no quiere decir nunca que el lenguaje, con el significado de cualquier palabra que cojamos, de un modo directo y definitivo, como si se tratara de un objeto listo para ser usado, nos suministre la esencia transparente de la cosa, directa y definitivamente, como si de un objeto de uso se tratara” (Ibíd: p. 143).

    En el cierre de la Carta, insiste “El único asunto del pensar es llevar al lenguaje este advenimiento del ser, que permanece y en su permanecer espera al hombre” (Ibíd: p. 89). Luego puntualiza: “El pensar recoge el lenguaje en un decir simple. Así, el lenguaje es el lenguaje del ser, como las nubes son las nubes del cielo. Con su decir, el pensar traza en el lenguaje surcos apenas visibles. Son aún más tenues que los surcos que el campesino, con paso lento, abre en el campo” (Ibíd: pp. 90-91).


  3. LENGUAJE, POETIZAR E INTERPRETAR EN GADAMER


Después de tener de preámbulo a Heidegger es necesario pasar a la disertación de Hans Georg Gadamer (1996) al señalar que: “La comprensión es una forma de efecto, y se sabe a sí misma como efectual” (p. 414). Ahora bien, explica que “Comprender lo que alguien dice es, como ya hemos visto, ponerse de acuerdo en la cosa, no ponerse en el lugar del otro y reproducir sus vivencias…El lenguaje es el medio en el que se realiza el acuerdo de los interlocutores y el consenso sobre la cosa” (Ibíd: p. 462). De estas citas, se puede deducir sin dificultad al menos tres circunstancias el comprender, el lenguaje y la cosa. Por lo demás, se trata “en la resurrección del sentido del texto se encuentran ya siempre implicadas las ideas propias del intérprete” (Ibíd: p. 467). Y añade, un poco más adelante “La verdadera experiencia es aquella en la que el hombre se hace consciente de su finitud” (Ibíd: p. 434). A esto hay que añadir que como él dice; “Todo comprender es interpretar, y toda interpretación se desarrolla en el medio del lenguaje que pretende dejar hablar al objeto y es al mismo tiempo el lenguaje propio del interprete” (Ibíd: p. 467) Aclarando de para Gadamer “la experiencia hermenéutica tiene tres momentos: comprender, interpretar y aplicar” (Ibíd: p. 379ss) y siguiendo a Heidegger el comprender “es el modo de ser del estar ahí” (Dasein). Ya en otros términos Heidegger en su obra Ser y Tiempo, §32 donde afirma que “la interpretación- Auslegung designa la comprensión que se comprende a sí misma, que trae al claro sus propios presupuestos” y “El comprender alberga en su seno la posibilidad de la interpretación, Auslegung, esto es, de la apropiación de lo comprendido (Heidegger, 1927/1967: § 34, 166 (Gaos). Ahora bien, siguiendo esta explicación Gadamer nos dirá: “El discurso es la articulación de la comprensibilidad”(Ibíd: p. 179)4.


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  1. “El Habla es la articulación de la comprensibilidad”. § 34 (traducción castellana de Mauricio Navia Antezana).


Ahora bien, siguiendo este acceso Gadamer nos dirá: “En la escritura se engendra la liberación del lenguaje respecto a su realización. Bajo la forma de la escritura todo lo trasmitido se da simultáneamente para cualquier presente. En ella se da una coexistencia de pasado y presente única en su género, pues la conciencia presente tiene la posibilidad de un acceso libre a todo cuanto se ha trasmitido por escrito” (Gadamer, 1997: p. 469) como también: “Se trata de la idealidad de la palabra, que eleva a todo lo lingüístico por encima de la determinación finita y efímera que conviene a los demás restos de lo que ha sido. Pues el portador de tradición no es ya tal o cual manuscrito que es un trozo del entonces, sino la continuidad de la memoria. A través de ella la tradición se convierte en una porción del propio mundo, y lo que ella nos comunica puede acceder por sí mismo al lenguaje” (Ibídem). Esto lo lleva a subrayar que “la tradición es de naturaleza lingüística; la comprensión misma posee una la relación fundamental con la lingüistidad” (Ibíd: p. 475). Para concluir que “la interpretación en el medio del lenguaje muestra por sí misma con claridad lo que la comprensión es siempre: una apropiación de lo dicho, tal que se convierta en cosa propia. La interpretación lingüística es la forma de la interpretación en general” (Ibíd: p. 478).

Si hablamos de la palabra como existencia fiable y duradera, ella misma sostiene y permanece allí

“como mensaje de salvación, como bendición o como maldición, como plegaria –o también como prohibición o como ley y sentencia o como la leyenda de los poetas o el principio de los filósofos-” (Gadamer, 1993: p. 16). La condición es aquí: para que haya palabra, hace falta la misma posea un lenguaje que pueda volverse en el lugar donde “la palabra se sostiene y que uno la defiende, que uno está por ella…el arte de la palabra, la poesía, fue desde antiguo un objeto especial de la reflexión” (Ibíd: pp. 21- 28).

Gadamer en el libro, Estética y hermenéutica, intenta y explora la tensión entre «Poetizar e interpretar», Dichten (poetizar) y Deuten (interpretar) texto de 1961 donde indica que «La palabra del poeta participa también de una ambigüedad semejante [alude a la ambigüedad y multivocidad mítica de los oráculos griegos]. También para ella es cierto que es mítica, es decir, que no puede refrendarse por algo exterior a ella [la poesía jamás apunta fuera de ella misma, tan sólo señala en una dirección, apunta a un horizonte indefinido, por ello es multívoca y no puede ser reducida al burdo nominalismo]. La multivocidad de la palabra poética tiene su auténtica dignidad en que corresponde plenamente a la multivocidad del ser humano” (Gadamer, 2001: p.79). Debemos avanzar más profundamente con Gadamer cunado dice:


Todo interpretar de la palabra poética interpreta sólo lo que la poesía misma ya interpreta. Lo que la poesía interpreta y lo que ella señala no es, naturalmente, lo que el poeta mienta. Lo que los poetas mientan no es, en nada, superior a lo que la gente opine. La poesía no consiste en mentar u opinar algo, sino en que lo que se ha mentado y lo dicho están ambos ahí, en la poesía misma (Ibídem).


Anteriormente él ha dicho que “La palabra del habla cotidiana, así como la del discurso científico y filosófico, apunta a algo, desapareciendo ella misma, como algo pasajero, por detrás de lo que muestra. La palabra poética, por el contrario, se manifiesta ella misma en su mostrar, quedándose, por así decirlo, plantada. La una es como una moneda de calderilla, que se toma y se da lugar a otra cosa; la otra, la palabra poética, es como el oro mismo” (Ibíd: p. 78), al mismo tiempo “la luz, que hace que las cosas aparezcan de manera que sean en sí mismas luminosas y comprensibles, es la luz de la palabra” (Gadamer, 1996: p. 577).

Cuando Heidegger muestra que en “El termino θος significa estancia, lugar donde se mora. La

palabra nombra el ámbito abierto donde mora el hombre. Lo abierto de su estancia deja aparecer lo que le viene reservado a la esencia del hombre y en su venida se detiene en su proximidad. La estancia del hombre contiene y preserva el advenimiento de aquello que le toca al hombre en su esencia” (Heidegger, 2004: p. 75). Este morar del hombre en la palabra diremos en el lenguaje, tenemos como estancia el “Hacer una experiencia con algo - sea una cosa, un ser humano, un dios - significa que algo nos acaece, nos alcanza; que se apodera de nosotros, que nos tumba y nos transforma. Cuando hablamos de «hacer»


una experiencia, esto no significa precisamente que nosotros la hagamos acaecer; hacer significa aquí: sufrir, padecer, tomar lo que nos alcanza receptivamente, aceptar, en la medida en que nos sometemos a ello. Algo se hace, adviene, tiene lugar” (Heidegger, 1959/1987: p. 141) También, lo más próximo que él ha definido como ser-ahí esto es, Dasein.

Es decir, Gadamer hace evidente lo siguiente: “Ni él que interpreta ni él que poetiza poseen una legitimación propia: allí donde hay un poema, ambos quedan siempre rebasados por aquello que propiamente es. Ambos siguen un signo que apunta hacia lo abierto” (Gadamer, 2001, p. 79).

Es notable ver que entre interpretar y poetizar se escucha la frecuencia del poema, el cual nos interroga nuestra temporalidad como actualidad, y por eso en el lenguaje “El que toma conciencia del regreso sabe de repente que la poesía siempre es regreso: regreso al lenguaje…El regreso es un regalo de dos caras: no es volver a tener lo que se había perdido, sino también, al mismo tiempo, una nueva pérdida” (Ibíd. p. 132). Por eso “Lo próximo se vuelve permeable, ya no es lo familiar y conocido, pero tampoco es extraño, sino algo conocido desde siempre de una manera misteriosa, por ello la experiencia poética alcanza la universalidad de la experiencia que todos compartimos: la experiencia de la palabra” (Ibíd: p. 136). La palabra poética de acuerdo a la escucha reconciliarse con ella:


La relación del poeta con el lenguaje es, para nosotros, regreso al lenguaje, despedida y conocimiento simultáneamente. Pues las palabras nunca son iguales a sí misma. Por tal razón el poeta siempre emigra de aquello que es evidente, y en el soplo contenido en la falta de respiración, que siempre le ha hecho provocar asombro por doquier, nace el poema (Ibíd: p. 135).


Gadamer expone sus reflexiones en torno a lo que para él representa poema y diálogo, los cuales son modos de comprender. La poesía tiende hacia una sutileza totalizadora, pero el diálogo tendería al instante, “en ambos casos se consume el mismo fenómeno: la producción de sentido” (Ibíd: p. 147); lo cual representaría la hermenéutica. Por eso el “Poema es afirmación” y diálogo es concebido como lenguaje vivo que se hace patente en el discurso Ibíd: p. 144). Precisamente por otra parte, el poema es duración de la presencia sensorial de la palabra que emana. Y justamente este aspecto es lo que ha llamado Gadamer; “La musicalidad de la lengua significa aquí la completa concatenación interior de sonido y significado, de sentido y ser de la palabra. Esta musicalidad representa la cima absoluta de las posibilidades de la palabra poética, que mantiene siempre diferentes maneras de equilibrio entre el sonido y el significado” (Gadamer, 2004: p. 23). En resumen, cuando las posibilidades de la palabra poética destellan y determinan como esencia recordemos lo que afirma Heidegger: “Si todo arte es en esencia Poesía... Pero la poesía es sólo un modo del iluminante proyectarse de la verdad, es decir, del Poetizar en este amplio sentido”.(Heidegger, 1973: p. 112). Cuando él define el proyectarse en la poesía es la desocultación del ente, esto es se dice, el ser se dice; que recuerda aquí a Platón cuando define la ποίησις como lo que pasa del no-ser al ser que es creación, por esa razón lo muestra Heidegger con gran clarividencia:


El decir proyectante es Poesía: el decir del mundo y la tierra, el decir del campo de su lucha, y con ello del lugar de toda cercanía y lejanía de los dioses. La Poesía es el decir de la desocultación del ente. El lenguaje en este caso es el acontecimiento de aquel decir en el que nace históricamente el mundo de un pueblo y la tierra se conserva como lo oculto. El decir proyectante es aquel que, en la preparación de lo decible, al mismo tiempo, trae al mundo lo indecible como tal. En tal decir se acuñan de antemano los conceptos de la esencia de un pueblo histórico, es decir, la pertenencia de éste a la historia universal (Ibíd: p. 113).


En este acontecer poético se realiza en el decir en cuanto posibilidad del mismo como lo define “Decir significa: mostrar, dejar aparecer; ofrecimiento de mundo en un Claro que al mismo tiempo es


ocultación —ambos unidos como libre-donación. Ahora, la proximidad se revela como la puesta-en- camino del en-frente-mutuo de las unas y de las otras de las regiones del mundo” (Heidegger, 1959/1987a: p. 192). Este planteamiento acerca pensamiento y poesía en tanto, “Ahora, a la proximidad que conduce poesía y pensamiento a su mutua vecindad, la llamamos die Sage, el Decir. Suponemos que en él reside la esencia del habla. Sagen, sagan, decir, significa mostrar: dejar aparecer; liberación luminosa-ocultadora, entendida como ofrecimiento (lichtend-verbergend frei-geben als dar-reichen...) de lo que llamamos mundo. El luminoso-velador, enmascarante ofrecimiento del mundo es la naturaleza esencial del decir” (Heidegger, 1973: p. 179).

Según Heidegger aclarando que “el habla no es Poesía porque es la poesía primordial, sino que la poesía acontece en el habla porque ésta guarda la esencia originaria de la Poesía” (Ibíd: p. 114); además “El arte como poner-en-obra-la-verdad es Poesía (Ibídem) y asimismo nos expresa que el lenguaje aspira un lugar predominante en su análisis, pues el lenguaje pide expresar lo innombrable y para llevar esta tarea Heidegger afirma:


El lenguaje mismo es Poesía en sentido esencial. Pero puesto que el habla es aquel acontecimiento en el que por primera vez se abre el ente como ente para el nombre, por eso mismo, la poesía, en sentido restringido, es la Poesía más originaria en sentido esencial. Así, pues, el habla no es Poesía porque es la poesía primordial, sino que la poesía acontece en el habla porque ésta guarda la esencia originaria de la Poesía (Ibídem).


Heidegger permanece insistiendo en la poesía, la verdad y el lenguaje, advirtiendo que: “El lenguaje le retira al hombre lo que aquél, en su decir, tiene de simple y grande” (Ibíd: p. 109), precisamente por eso el pensador también encontrara aquel decir en “La obra, como tal, únicamente pertenece al reino que se abre por medio de ella. Pues el ser-obra de la obra existe y sólo en esa apertura. Decíamos que en la obra está en operación el acontecer de la verdad” (Ibíd: p. 114). Por esto es necesario aclarar con Heidegger:


El hombre se comporta como si fuera él el forjador y el dueño del lenguaje, cuando en realidad es éste el que es y ha sido siempre el señor del hombre. Tal vez, más que cualquier otra cosa, la inversión, llevada a cabo por el hombre, de esta relación de dominio es lo que empuja a la esencia de aquél a lo no hogareño. El hecho de que nos preocupemos por la corrección en el hablar está bien, sin embargo, no sirve para nada mientras el lenguaje siga sirviendo únicamente como un medio para expresarnos. De entre todas las exhortaciones que nosotros, los humanos, podemos traer, desde nosotros, al hablar, el lenguaje es la suprema y la que, en todas partes, es la primera (Heidegger, 2001: p. 108).


El mismo Gadamer ha manifestado que “El camino de Occidente y el camino a la ciencia son los que nos han impuesto la separación y la unidad nunca del todo disoluble de poesía y pensamiento” (Gadamer, 2002: p. 375). Pero hablando de Heidegger Gadamer reitera: “habló en repetidas ocasiones, con Hölderlin, de las «montañas más separadas» sobre las que el poetizar y el pensar están uno frente al otro. Es bastante sugerente que precisamente esta lejanía también crea proximidad” (Ibíd..p. 375). Proximidad que en las disertaciones de estos pensadores han desplegado en sus filosofías, por último queremos terminar con la famosa sentencia en Verdad y Método: el ser que puede ser comprendido es lenguaje (Gadamer, 1996: p. 567).


Referencias bibliográficas

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