ARTÍCULOS

UTOPÍA Y PRAXIS LATINOAMERICANA. AÑO: 22, n°. 78 (JULIO-SEPTIEMBRE), 2017, PP. 49-64 REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA Y TEORÍA SOCIAL

CESA-FCES-UNIVERSIDAD DEL ZULIA. MARACAIBO-VENEZUELA.


Cratólisis y Glosoentropía. Dinámicas del Poder y la Lengua.


Kratolisis and Glossoentropý. Dynamics of Power and Language.

Carlos E. LIRIANO LARA

Capítulo COMPLEJIDAD-República Dominicana.


Resumen


Se correlacionan dinámicamente el deterioro paulatino del poder político y el emerger de cambios en las herramientas del lenguaje. Estos cambios estarán vinculados con prácticas del poder orientadas a la provisión de determinados servicios que propician convivencia y gobernanza y tienden a acumularse en el tiempo, pudiendo llegar a generar herramientas de comunicación totalmente nuevas. Esto ocurre en condiciones alejadas del equilibrio y si no se restablece de alguna manera el poder centralizado mediante la oferta de “servicios de convivencia”. El proceso es reversible y puede ser observado en dinámicas actuales, y estudiado por analogías con eventos históricos documentados.

Palabras clave: Dinámica; lengua; lenguaje; poder.

Abstract


The article dynamicaly correlates the gradual deterioration of political power and the emergence of changes in language tools. These changes will be linked with power practices aimed to provide certain services which foster general mutual living conditions and governance, and tend to accumulate in time, eventually being able to generate completely new communication tools. This happens in far from equilibrium circumstances and as long as centralized power is not reestablished through the offering of either governance or “co- existence” services. The process is reversible and can be observed in actual dynamics and studied by analogies with historically documented events.

Keywords: Dynamics; language; power, speech.



Recibido: 14-02-2017 ● Aceptado: 03-05-2017


  1. PRESENTACIÓN

    En el presente documento esperamos establecer una correlación condicionante entre la dinámica del deterioro paulatino del poder político y el emerger de cambios en el lenguaje cotidiano. Estos cambios estarán vinculados con prácticas del poder orientadas a la provisión de determinados servicios que propician la convivencia y la gobernanza. Igualmente, a nuestro entender, estos cambios en el lenguaje tienden a acumularse, de forma proto-normativa, a lo largo del tiempo y pueden llegar a generar herramientas de comunicación totalmente nuevas. Esto ocurrirá solamente si no se restablece de alguna manera el poder centralizado mediante el incremento de la oferta de “servicios de convivencia”1 o, eventualmente, servicios de gobernanza. El proceso que describimos, sin embargo, carece por completo de intencionalidad. Es, como dijera Michel Foucault al referirse al discurso del poder: “una estrategia sin estrategas”.

    Dicho de otro modo, las lenguas evolucionan y se diversifican de la misma manera que los

    organismos bio-activos y, de hecho, siguen sus mismos ciclos evolutivos de:

  2. METODOLOGIA

    La primera parte del documento será el establecimiento de un marco de referencia mediante el seguimiento a trabajos previos de investigación histórica y comparaciones críticas de procesos, todos documentados por autores y expertos reconocidos en las diferentes materias de que se trata, así como la consulta de fuentes colectivas bajo licencia de comunes. Una vez establecidos estos antecedentes procederemos a plantear nuestra propuesta de cómo se efectúan los cambios que llevan hacia la emergencia de nuevas lenguas. Finalmente, veremos las analogías con procesos históricos y


    1. Se refiere a cuando todos los desenlaces presentan la misma probabilidad de ocurrir.

    2. El entorno coloquial sería aquel espacio dentro del cual se manejan ideolectos similares (ver más adelante nota sobre los idiolectos).


      contemporáneos, tratando en cada caso de describir la mecánica probable de cada uno y aventurando posibles abordabilidades6 de los mismos.

      En esencia, nuestra propuesta constituye una especie de puesta en juego de una idea que podría enfocar al indagador hacia una avenida de conocimiento que sería de utilidad como herramienta de pronóstico en cuanto a dinámicas socio-políticas que ya se encuentran en marcha. De igual manera, el estado relativo de avance de la dinámica glosoentrópica puede dar una idea del estado de deterioro de los servicios de gobernanza que emanan desde el estado y apuntar hacia una eventual fractura político- social dentro de las estructuras de aplicación del poder.


  3. INTRODUCCION

    Para el investigador de fenómenos sociales Manuel Cruz7 la primera premisa a tomar en cuenta al investigar el efecto de la dinámica social en el lenguaje es la de que éste ocupa un lugar central en la conformación de la subjetividad. Igualmente, el profesor Cruz plantea la pluri-causalidad que interviene en cualquier acontecimiento complejo. Dicho de otra manera, sobre cualquier suceso del mundo operan muchos factores, resultando extremadamente difícil desbrozar y aquilatar el diferente peso que cada uno de ellos ha tenido sobre el resultado final. Por supuesto que cualquier dinámica que correlaciona eventos de naturaleza compleja, y sobre todo en el caso de algo tan vinculado a la identidad individual de cada uno como es el lenguaje, se tiene que partir de un elemento que establece tal correlación entre las múltiples causas y los múltiples efectos.

    Sobre el tema de la causalidad compleja de la cual emergen las relaciones entre los agentes del sistema social, o sea los seres humanos con comportamiento agencial8, queda claro que la dinámica de comunicación se decanta por una de las abordabilidades que ofrece el sistema basándose en una serie de expectativas de comportamiento. Es también innegable que el uso de una lengua tiene que estar basado en una expectativa de comprensión y de beneficio adquirido a través de su uso. Estos beneficios derivados del uso de una lengua, y que incluyen la posibilidad de expresarse en los mismos términos y usando los mismos códigos que los agentes que ejercen un poder y que proveen un servicio de convivencia o de gobernanza, generarían entonces la cimentación de expectativas de comportamiento lingüístico en torno a la lengua estándar. Con el uso de esta lengua estándar, se produce entonces mejor acceso al ejercicio del poder y mayores posibilidades de avance dentro del entorno. Esas expectativas de uso, a su vez, alejan la equi-probabilidad de selección de lenguas y decantan la dinámica de comunicación creando un atractor9 poderoso hacia la que llamaríamos “lengua del poder”.

    Al mismo tiempo, las reglas gramaticales de la lengua estándar, que fueron establecidas y documentadas en la génesis glosoentrópica, devienen constreñimientos de entorno con respecto a posibles desviaciones en el uso de las convenciones de comunicación.

    Desde el momento en que aparecen las desigualdades en la distribución de probabilidades de uso entre una forma de comunicación y otra (entre un lenguaje y otro), comienzan a aparecer correlaciones


    1. Originalmente del inglés “Affordabilities”, se refiere al conjunto de los desenlaces posibles de una dinámica que tiene lugar en un sistema complejo. Implica un escenario de “estado final” de la dinámica estudiada el cual se encuentra dentro del abanico original de desenlaces posibles (N. del A).

    1. CRUZ, M (2012). Las personas del Verbo (filosófico), Editorial Herder.

    2. El comportamiento agencial es aquel en el que el actor posee volición y capacidad de procesar la información del entorno así como la información emanada del comportamiento de otros agentes.

    3. En complejidad, un atractor es una conformación de una dinámica que señala la forma característica de comportarse de los elementos del sistema. Cuando los elementos son agentes, el atractor es una zona del espacio de fase del sistema que hace que la voluntad del agente se mueva hacia ella.


      entre agentes y se generan dinámicas complejas en las que emergen núcleos de comunicación coloquial (entornos coloquiales) que presentan poca diversidad entre los agentes que los componen. Sin embargo, cuando las expectativas de comportamiento lingüístico no se ven reforzadas por la necesidad de servicios de convivencia vinculados a la lengua estándar, entonces emergen formas del lenguaje que se verán tanto más distanciadas de la lengua estándar cuanto más fuerte sea el atractor hacia la identificación con el grupo comunitario, que provee servicios de convivencia, en vez de optar por la lengua propiciada desde el estado central proveedor de servicios de gobernanza.

      Ya en el detalle veremos cómo se produce esta dinámica dual entre cratólisis y glosoentropía en condiciones alejadas del equilibrio. Adicionalmente, veremos cómo se pueden producir condiciones en las que esta correlación se revierte generando un proceso que podríamos llamar de cratoentropía y glosólisis mediante el cual emergen estructuras de poder formal, con sus consiguientes servicios de convivencia, que eventualmente devienen servicios de gobernanza, los cuales constriñen algunas de las abordabilidades de comunicación para propiciar otras. Esta dinámica inversa ocasionaría la desaparición de lenguas completas al emerger servicios provistos desde el nuevo poder que atraen la dinámica hacia una convergencia de ideolectos preferidos de entre todos aquellos que componen el abanico de abordabilidades linguísticas.


  4. . CRATÓLISIS Y GLOSOENTROPIA EN DETALLE

    Tal como establecimos en nuestra introducción, las dinámicas a ser descritas parecen demandar nuevos conceptos. Por esta razón propusimos el de Cratólisis para describir el debilitamiento paulatino y el eventual desmonte de las instituciones de una estructura cualquiera de poder. Este debilitamiento puede no ser catastrófico, ni siquiera evidente, sino que se inicia con la ruptura de simetría en el ejercicio de poder, o sea, cuando el poder no puede ser ejercido de manera igualmente probable a todos los niveles y en todos los puntos dentro del sistema. De esta manera de verlo emerge un concepto de ruptura de simetría del poder que envuelve elementos como marginalidad y falta de justicia social. Estos últimos conceptos, sin embargo, requerirían de juicios de valor que escapan al alcance de este trabajo, pero podrían ser tratados eventualmente.

    Pero, ¿qué es el poder? Para tratar de establecer lo que es, sigamos al profesor Guillem Calaforra10 en la siguiente secuencia: si tuviera que quedarme con una definición escogería la del historiador Michael Mann, según el cual el poder es «la capacidad de realizar y conseguir los propios objetivos». Teniendo bien presente, eso sí, dos aspectos: que el poder es dominación y que como hecho social es un fenómeno de organización colectiva.

    Siendo obvio en este caso que: para que se puedan alcanzar los propios objetivos es preciso que dichos objetivos existan. Con lo que el poder deviene una suerte de “influencia organizada” alrededor de una serie de objetivos. Pero, para que sea aceptado y ejercido, requiere siempre de una estructura formal, ya sea material o ritual que le de cierta “legitimidad”.

    Es bueno señalar, en cuanto al proceso de ruptura de esa dinámica de ejercicio del poder, que conceptos anteriores de uso frecuente como “decadencia” o “deterioro” pueden no ser suficientes, ya que proyectan una imagen de destrucción caótica de los mecanismos de ejercicio del poder cuando ese caso no es necesariamente cierto. De igual forma, esos términos implicarían procesos con carácter sistémico y efectos en toda la dinámica, lo cual no es el caso, dado que el poder puede debilitarse solo en determinadas áreas o con respecto a ciertos aspectos de la dinámica.


    1. CALAFORRA, G (2009). Lengua y poder en las situaciones de minorización lingüística, Universidad Jagellónica, Cracovia.


      Sobre esta base, se hace necesario que entendamos la Cratólisis como un proceso de ruptura de la simetría del ejercicio de poder, principalmente por parte del estado, pero que puede ocurrir en otras instancias de ejercicio del poder incuso dentro de los núcleos comunitarios o familiares sin que esto necesariamente da al traste con toda la capacidad de la unidad de funcionar como tal. Tengamos siempre en cuenta la ruptura de simetría en el ejercicio de otras formas de poder que no estén vinculadas con el estado. Tal sería el caso del poder de la iglesia (poder pre-estatal y para-estatal), que dejó de convertirse en vector de sostenimiento y propagación del latín en momentos en que la gobernanza civil, con todos sus servicios, se movía hacia usos más cercanos a las lenguas vernáculas. En ese momento el lenguaje del rito, que sirve como sostén y causa primigenia de todo proceso glosoentrópico, hubo de ceder espacio al lenguaje usado en los servicios de convivencia dentro de las comunidades, y en los servicios de gobernanza establecidos eventualmente por y desde el estado, a medida que el poder se hizo más intrínsecamente local y secular.

      Luego, queda claro que el proceso de ruptura de simetría en el ejercicio del poder no tiene que ocurrir a todos los niveles ni ser omni-presente, basta con que se produzca una pérdida de la equi- probabilidad de su ejercicio para que se acumule una especie de “valor agregado” en el uso de un lenguaje. Este “valor agregado” puede ser el reconocimiento y la aceptación de parte de colegas y amigos dentro del núcleo social alternativo al que se pertenece, ya sea que el mismo fuere un segmento de edad, una identidad política o cultural, un grupo étnico o un gremio (como ocurre con la aceptación de determinados términos dentro de la Academia). La forma que adquiere la herramienta de comunicación elegida, el lenguaje, establecerá entonces los límites del ejercicio del poder de los no “iniciados” en la nueva herramienta, al tiempo que se desarrolla una especie de semiosis11 crato-mimética (imitadora del poder) que se basa en una inclinación arcaica de los seres humanos: la de imitar a aquellos que ejercen esa influencia organizada que llamamos poder.

      En este punto convendría mencionar que las teorías prevalentes, muy bien resumidas por Charles

      W. Kastner12, por ejemplo, sobre el origen de las lenguas se basan en conceptos más tradicionales y arraigados que prevalecen en el estudio de las dinámicas linguísticas. Según Kastner, las lenguas siguen un proceso de agregación de estructuras gramaticales cada vez más complejas. Sin embargo, esto apunta a un proceso intencional y lineal que no se parece a las dinámicas documentadas y observables.

      Resalta la visión de este autor sobre el proceso de emergencia de la lengua como algo lineal y matemáticamente pronosticable mediante la evaluación de la incorporación de determinadas estructuras. En este sentido, entendemos que tal forma de ver la dinámica planteada podría tener validez como elemento de modelación de un sistema cuyos componentes desconocemos y se han perdido en el tiempo. Pero, cabe señalar que una lengua no es una estructura fija y uniforme, sino la sumatoria de muchas abordabilidades lingüísticas particulares (que los lingüistas denominan idiolectos13) que se conforman a partir de todas las experiencias particulares de un individuo, su formación, los lugares en que residió, cuál es su trabajo, etc.

      La lengua emerge entonces como un conglomerado dinámico de tendencias colectivas que convergen hacia un grupo de idiolectos, que cambian, que evolucionan, que involucionan, a veces prevaleciendo, o a veces sucumbiendo para perderse en el tiempo. Emerge entonces el concepto de una entidad en movimiento de la que se “desgajan” entornos coloquiales que pueden conformarse alrededor de otras preferencias y dinámicas según el interés de cada comunidad. En esta visión, la


    2. Dinámica limitada al intercambio de información y/o sentido identitario.

    3. KASTNER, Ch W (2003). A theory of glossogenesis, Houston, Texas. Disponible en la WEB en: http://cogprints.org/2839/1/

    glossogenesis0.pdf

    13 Forma característica que tiene cada individuo de usar e interpretar una lengua.


    dinámica está constituida por la desaparición de la equiprobabilidad del ejercicio del poder (Cratólisis) y la semiosis asociada a esa dinámica viene dada por el emerger de nuevos mecanismos de comunicación (Glosoentropía).

    Sin embargo, una vez estabilizados los elementos que constituyen las lenguas, sobre todo las modernas, entendemos que el proceso de desvinculación de un entorno coloquial determinado con respecto a una lengua madre, para eventualmente convertirse en lenguaje y en una nueva lengua, no pasa por un proceso de selección basado en estructuras más o menos aptas, sino que se basa en un proceso de desacoplamiento dinámico inconsciente e inintencional. En este proceso, un grupo de individuos, con sus respectivos idiolectos, se identifica con una estructura de poder determinada sobre la base de su capacidad de proveer servicios cuya naturaleza y valor discutiremos más adelante.

    En nuestra opinión, la forma que tiene Kastner de ver la selección y decantación de las formas de comunicación como un proceso evolutivo-agregativo más o menos desvinculado de la dinámica socio- política, constituiría un grave error al ignorar la existencia de un mecanismo de articulación mediante los servicios de convivencia o gobernanza. No negamos que exista siempre preferencia por un entorno coloquial sobre otro. Lo que planteamos es que esa preferencia no está basada en la complejidad o aptitud de determinadas estructuras lingüísticas para expresar tales o cuales cosas, sino en la vinculación con determinados servicios de convivencia o gobernanza.

    Para poder determinar cuándo, precisamente, emerge el uso de la lengua entrópica a partir de un proceso de consolidación del poder local en detrimento del poder del entorno, sería interesante acercarnos a las tesis de Godelier emanadas del estudio de sociedades más o menos impolutas del pacífico Sur. En esas sociedades, el investigador pretendía encontrar la semilla de la evolución de la lengua a partir de la organización social primigenia.

    De los trabajos de investigación de Godelier14 podrían extraerse algunas conclusiones que son interesante para nuestros objetivos. De manera general, estas conclusiones serían:

    1. Es la percepción de legitimidad del poder lo que da una especie de “valor agregado” a la necesidad de comunicación entre el individuo y quienes ejercen ese poder de proveer determinados servicios15.

    2. Entonces la necesidad de comunicación con ese poder percibido como “legitimo” es lo que genera

    la sumisión lingüística al entorno coloquial del poder.

    3. A pesar del consentimiento del conjunto, el poder es constantemente desafiado desde dentro de la sociedad y solo se mantiene gracias al monopolio de la provisión de los servicios de convivencia que en las sociedades más antiguas consisten de ejercicios rituales de la “magia” para el beneficio colectivo16.

    4. El poder basado en esos servicios de convivencia parece ser pre-existente con respecto al estado y a las relaciones de producción. Igualmente, se produce aun cuando no hay una diferencia de saberes capaz de generar acumulación de riqueza.


    14 GODELIER, M (1978). “Poder y Lenguaje. Reflexiones sobre los paradigmas y las paradojas de la legitimidad de las relaciones

    de dominación y de opresión”. Comunications, n°.28, Trad, cast., Ana Rosato, París.

    15 El hecho de que se llegue a percibir como legítimo no excluye la posibilidad de que en un momento haya sido fruto de la

    imposición o la opresión (N. del A.).

    1. Los servicios rituales pueden en ocasiones ser sustitutos de la gobernanza civil y prolongar la vida de una forma de poder estatal. Esto se puede observar en la prolongación de la difusión del latín en la cuenca del para entonces ya difunto Imperio Romano a través de los servicios sacramentales de la Iglesia y los servicios de difusión de conocimiento sobre la plataforma de la Academia.


      La lengua emerge entonces en las practicas colectivas de la vida cotidiana como una totalidad compleja y a partir de las interacciones internas, no lineales y mediadas (aunque si jerárquicas y no autónomas). Estas prácticas que son el sustento de la lengua a través de la cimentación de expectativas de comportamiento comunicacional, se agrupan alrededor de vectores basados en servicios de convivencia y valores agregados de gobernanza civil. Esos valores agregados que requieren de una interacción entre el individuo y el estado (llenado de formularios, aplicaciones de empleo, pago de impuestos, comprensión de las leyes ciudadanas, y para los estados con funciones místicas: “unciones” y consagraciones rituales, etc.) sustraen al individuo de su entorno coloquial para llevarlo al lenguaje estándar y, de esa forma, impiden la incipiente glosoentropía que emerge del desafío natural y corriente al poder imperante.

      De manera que dentro de una cuenca de provisión de servicios de convivencia o de gobernanza coexisten unidades o espacios de “entorno coloquial” cuya frontera delimita la comunidad cercana compuesta por las expectativas de comportamiento lingüístico que resultan mayormente compartidas. Dentro de este entorno se encuentran los núcleos de convivencia que pueden ser familiares o de compañerismo. Incluimos en nuestro modelo un elemento que no siempre figura dentro de la cuenca de gobernanza y que es una comunidad minoritaria, la cual no es más que un entorno coloquial que diverge con respecto al abanico de ideolectos predominante dentro de una cuenca de gobernanza pero que se apoya en ella proveyendo servicios de identidad cultural o ritual.

      Todos estos entornos coloquiales figuran dentro de la gran cuenca (o entorno) de los servicios estatales de gobernanza y mantienen dentro de sí determinados servicios de convivencia. De manera que lo que identifica al individuo con un entorno coloquial determinado es su atracción por los servicios de convivencia de ese entorno y lo que lo atrae hacia la lengua estandar es su atracción hacia los servicios de gobernanza de ese estado auspiciador de esa lengua estándar. De la tensión entre ambas atracciones y del equilibrio entre las mismas depende la posibilidad de un evento glosoentrópico. Cuando la atracción hacia los servicios de convivencia es mayor que la que se siente hacia los servicios de gobernanza, el individuo se aleja de la lengua estándar y su entorno coloquial puede generar un “evento glosoentrópico”17.

      Sin embargo, los miembros de diferentes entornos coloquiales también pueden estar vinculados por un lazo de temporalidad. Por ejemplo, es común que cuando una promoción18 alcanza la pubertad tiende a adquirir una serie de modismos y cadencia del lenguaje que le es característica. Sin embargo, esta forma de hablar tiende a desaparecer en la medida en que cada uno se inicia en la vida laboral y empieza a desarrollar una vida familiar que ya no es parte de la dinámica de sus días de “pandilla”. Incluso, resulta mal visto en la vida de adulto que algunos individuos mantengan los modismos de sus días juveniles. Resulta, pues, evidente que la primera reacción de una cratólisis promocional es normalmente el desarrollo de una lengua compartida que, generalmente, tiende a girar en torno a verbos característicos de actividades que se popularizan cíclicamente en la vida de las sociedades. En la medida que esta situación, de relativa rebeldía, claudica ante la necesidad de alinearse con requisitos de convivencia, o incluso gobernanza, los modismos desaparecen rápidamente.

      En condiciones de equilibrio, la comunicación coloquial co-existe dentro del entorno de la lengua general sin representar una amenaza para ella, ya que no puede reforzar su expectativa de uso ni puede


    2. Un evento Glosoentrópico seria aquel en que un entorno coloquial deviene lengua de servicio de gobernanza para una determinada comunidad o etnia.

    3. Adopto aquí la postura del insigne médico y pensador español Don Gregorio Marañón (Marañón, G. (1968). Obras Completas, Espasa-Calpe, Tomo I, p. 136), también sostenida por otros, en que se diferencia entre promoción y generación señalando que un grupo que comparte una edad similar constituye más bien una promoción, ya que una generación se caracteriza por una unidad de objetivos y causa que unifica a muchas personas de diferentes edades. En el caso de mi país, la “generación de la revolución” de Abril del 1965 agrupó a personas de muchas edades desde mozalbetes de 14 años hasta jubilados de 70 que se vincularon en torno a una idea central (N. del A.)


      proveer servicios que la hagan deseable o necesaria, como no sea una cierta inclinación identitaria. Sin embargo, donde existen interfaces entre dos o más dinámicas lingüísticas en las que se presentan atractores que compiten, se generarán bifurcaciones. En las expectativas de comportamiento mutuo basadas en prácticas de poder, saber, discurso y deseo19, se producirán, como consecuencia de esas bifurcaciones, formas fractales en las que las propiedades de tales formas son independientes de los ámbitos que son separados por esas interfaces. Esto es lo que ocurre en los espacios marginales alejados de los centros, donde las prácticas y servicios de convivencia son tan poderosos en comparación con la relativa debilidad y baja capacidad de atracción de los servicios de gobernanza, que propician la aparición de expectativas de comportamiento lingüístico que difieren grandemente de los propiciados desde el poder central.

      Abundando sobre la manera en que se establecen las expectativas de comportamiento, conviene aclarar la tesis de Sotolongo sobre la mecánica de creación de dichas expectativas y vemos que: las prácticas objetivas son relaciones sociales observables y medidas, mientras que las subjetividades culturales pueden ser individuales o colectivas, pero no son necesariamente observables. De manera que las prácticas observables de una sociedad no necesariamente vienen dadas como manifestación exacta de las subjetividades individuales de los ciudadanos, sino que las mismas devienen observables gracias a la ritualización de algunos patrones de conducta que entonces generan expectativas de comportamiento.

      En el caso de los entornos coloquiales, éstos son instituciones implícitas que en muy raros casos devienen explicitas u organizadas, pero, siempre tienen el potencial de llegar a estructurarse de estas dos últimas formas si se dieran las condiciones de alejamiento del equilibrio que hacen emerger tales estructuras a partir de las prácticas y expectativas del entorno. Entendemos que es precisamente esto lo que pudo ocurrir con las proto-lenguas que terminaron constituyendo la lengua en que escribimos estas líneas. Mientras la gobernanza romana fue imprescindible para los ibéricos, las lenguas proto-castellanas no eran más que entornos coloquiales que carecían de institucionalidad o normatividad. Sin embargo, al ocurrir el evento cratolitico del alejamiento paulatino del poder romano, estos entornos coloquiales devienen herramientas de gobernanza y requieren su ritualizacion en cuanto al uso. Es entonces cuando aparece su normatividad.

      De esta forma podemos decir que: la lengua, desde el punto de vista de la creación de expectativas mutuas y colectivas, es un comportamiento con ribetes de ritual social. Cada vez que asumimos un patrón de comportamiento lingüístico, eso refuerza su permanencia y lo hace más probable de que vuelva a producirse de nuevo. De manera que el uso de un modismo lo refuerza y aumenta la probabilidad de que se use en otra ocasión profundizando de esa forma el proceso glosoentrópico. De forma que, como ya hemos dicho, nadie crea un entorno coloquial de manera reflexiva y con tal propósito, sino, que el mismo emerge a través de la cimentación colectiva y la creación de expectativas mutuas que convergen alrededor de un pequeño grupo de idiolectos. Al principio, tal cimentación se da como herramienta para acceder a determinados servicios de convivencia que pueden ser originados en la dinámica local y, eventualmente, devienen instrumentos de poder simbólico que, al correr del tiempo, pueden convertirse en poder material.

      Ese mecanismo de seguir expectativas que se retroalimentan es esencial en el desarrollo de la lengua como instrumento de comunicación que, a la vez, preserva las prácticas sociales. Si tomamos al estado proveedor de gobernanza como una institución formal, entonces la función del mismo estructura las relaciones sociales objetivas y genera un aspecto “deseable” o arquetípico de esa subjetividad llamada lengua. Este es el momento en que se establece una lengua como vehículo arquetípico, con valor agregado en la gobernanza y forma manifiesta en el poder. Desde este punto en adelante, esta lengua


    4. SOTOLONGO, P (2011). Teoría Social y Vida Cotidiana. Editorial Somos Literatura, Santo Domingo.


      arquetípica del poder y la gobernanza deviene atractor de todos los entornos coloquiales circundantes. La lengua arquetípica demanda para su subsistencia de elementos de custodia que se institucionalizan y funcionan como ámbito glosolítico (propiciador de ruptura linguística) al legitimar o deslegitimar una forma de la comunicación (y los idiolectos) y modificar, en consecuencia, sus manifestaciones observables.

      Cuando el poder del estado no basta para re-establecer la necesidad de la vinculación comunidad- estado y se propicia una legitimación de las expectativas locales mediante la provisión de servicios para-estatales, que pudiéramos llamar de proto-gobernanza, en un principio provistos de manera informal por parte de grupos que pueden ser proscritos, pero ya luego de forma más completa, entonces estamos ante un evento cratolítico que, de prolongarse en el tiempo, en alejamiento del equilibrio, desemboca en un estado de glosoentropía sostenible que puede llegar a establecerse como nueva lengua dependiendo del grado de formalización de las estructuras estatales y para-estatales de provisión de servicios de gobernanza.

      En el momento en que un entorno coloquial queda segregado de la cuenca de servicios de gobernanza vinculada a un poder, estatal o para-estatal, se produce una especie de “clausura organizacional” en cuanto a la forma coloquial, dando origen a un nuevo órgano de comunicación. La clausura organizacional propicia, pues, su propia sintaxis, semántica y praxis20, tanto para las dinámicas que son propiciadas como para las no propiciadas. En otras palabras, y en lo que se refiere estrictamente a comunicación, la semiótica genera su propio alfabeto, reglas de sentido y uso.

      Consumado el evento cratolítico que suspende los servicios de gobernanza a un segmento de la comunidad vinculado a una forma de comunicación determinada, ésta continúa nutriéndose de nuevos elementos de comunicación y pasa a ser vehículo de servicios de convivencia mejorados en cada iteración. En la medida en que el nuevo poder local, o manifestación del mismo, genera los servicios que necesita la población, la lengua coloquial propia de la comunidad comienza a desplazar a la lengua estándar propiciada desde el poder estatal. Esta nutrición en base a nuevos elementos (palabras y estructuras) no necesariamente es distribuida en el tiempo y puede emerger de forma acelerada dependiendo del grado de alejamiento del equilibrio. Pero, estas estructuras prestadas no configuran una forma lingüística diferente a menos que sean asumidas y respaldadas por el estado proveedor de gobernanza. Es conveniente enfatizar que la incorporación de estas expresiones en una herramienta de comunicación determinada no amenaza su subsistencia como se pensaba hasta hace un tiempo, sino que se favorece la evolución de la lengua, y ésta evolución propicia una adaptación que, a su vez, garantiza la supervivencia hasta tanto se produzca una cratólisis que inicie el proceso de entropización de la lengua.


  5. SUSTENTO SOCIO-HISTÓRICO DEL PLANTEAMIENTO DE DINÁMICA DUAL CRATÓLISIS-GLOSOENTROPIA

    En esta parte, procederemos a estudiar ejemplos de cómo ocurren los eventos en los que se evidencia la dinámica propuesta. Idealmente, y si estamos en lo cierto, tal dinámica deberá presentarse en escenarios socio-lingüísticos diversos y afectar herramientas de comunicación mediante un proceso comparable.


    1. La sintaxis es lo relacionado con ciertas reglas o procedimientos que afectan a todas las combinaciones posibles de un alfabeto de signos. La semántica se refiere a las reglas que, sin contradecir lo sintáctico, tengan un efecto de sentido identitario en un subconjunto dado de esas combinaciones aludidas. La praxis es lo pertinente a aquellas afectaciones y efectos de sentido identitario que doten de capacidad de adaptarse, existir o evolucionar a ese conjunto identitario.


      Este proceso, el de documentar y formular teorías sobre el origen de las lenguas a partir de troncos comunes, se enuncia de manera fácil, pero constituye una tarea monumental. Dado que las formas escritas de las lenguas tienden a emerger con posterioridad a sus formas coloquiales, resulta prácticamente imposible determinar en qué momento específico se diferencian los entornos coloquiales con respecto a lenguas prevalentes para luego tomar su camino evolutivo hacia la conformación de sus propios entornos. Basados en esto, tendremos que asumir la evidencia documental disponible con respecto a la evolución de algunas lenguas y especular estableciendo el ambiente histórico en que tales evidencias documentales aparecen.


  6. EVOLUCION DEL LATIN VULGAR HACIA EL CASTELLANO

    En este caso abundaremos un poco más que en los otros dos ejemplos, motivados por supuesto en que es el caso que más nos atañe y, por ende, es de nuestro especial interés. Tenemos que aclarar de entrada que el término “lenguas Romances” se refiere a las lenguas que se hablaban y se siguen hablando en los territorios a los que alcanzo la influencia del imperio romano. Los términos “romano/a” y “Rumania” proceden efectivamente del adjetivo latino romanus, ya que se consideraba que sus hablantes empleaban una lengua tomada de la de los romanos.

    Este término se contrapone a otras lenguas presentes en los territorios del antiguo Imperio, como el fráncico en Francia que viene de la familia de las lenguas germánicas. Citando el artículo en Wikipedia referente a las lenguas romances: “El primer escrito [que haya sobrevivido. N. del A.] en que se encuentra el término “romano”, de una manera u otra, se remonta al sínodo de Tours, en el año 813. Es a partir de ese sínodo en que se considera que la primera lengua vulgar se separa del latín, y se designa en efecto como una lengua aparte. Se trata de una forma de proto-francés, que recibe el nombre de romana lingua o román. No obstante, en los Cartularios de Valpuesta, hay un texto anterior que data del año 804, y está escrito en español muy antiguo”.

    Hay que mencionar, ante todo, que las teorías clásicas sobre la evolución de las lenguas se sustentan en los cambios paulatinos que se perciben en los escritos de gobernanza. Sin embargo, en este caso aplica verdaderamente el concepto de que “la ausencia de evidencia no constituye evidencia de ausencia”. El hecho de que no tengamos documentos que sustenten una determinada visión del proceso evolutivo de la lengua, no quiere decir que esos documentos no se hayan producido, siendo tal vez destruidos con el tiempo, o pudo haber ocurrido que el proceso evolutivo se haya efectuado tal como se propone y no haya sido plasmado por escrito hasta siglos después, cuando ya las condiciones pertinentes al proceso cratólitico fueran diferentes.

    La evolución del latínvulgar hacia las lenguas románicas se fecha, grosso modo, de la siguiente manera:

    1. Entre el 200 ac y el 400 aproximadamente: diferentes formas de latín vulgar.

    2. Entre el 500 y 600: estas formas comienzan a distinguirse entre sí.

    3. A partir del 800: se reconoce la existencia de las lenguas románicas.


    Si elaboráramos un calendario del desarrollo del proceso de Cratólisis que desmontó la influencia del antiguo imperio romano, el mismo calzaría perfectamente con esta evolución de las lenguas romances. Antes del año 800 no se pueden encontrar documentos, y menos relacionados con servicios de gobernanza, en los que se use una lengua que no fuera una de las formas reconocidas por las autoridades imperiales que, en esencia, reconocían dos: un SERMO URBANUS (o forma refinada) y un SERMO PLEBEIUS (o habla del vulgo también conocida como latín vulgar).


    La Historia de Occidente ha sido construida y redactada con documentos de gobernanza y se basa en la epigrafía de cada época histórica. A través de estos documentos se puede seguir el curso de la “lealtad” administrativa de las diferentes regiones y tener una idea de cómo desaparece la influencia imperial romana y empiezan a emerger otras formas proto-romances en las que se notan los indicios de las nuevas lenguas. Este panorama administrativo imperial puede seguirse a través de los pocos documentos conservados de la alta administración: documentos como el Laterculus Veronensis y el Laterculus de Polemio Silvio. Un elemento importante de esta cronografía de los escritos de gobernanza imperiales romanos es que la epigrafía jurídica se va empobreciendo a medida que avanzamos en el tiempo. Con lo que se confirma nuestra tesis en el sentido de que la cratólisis romana, reflejada en la epigrafía del bajo imperio, confluye con el proceso de aparición y fortalecimiento de las lenguas romances.

    Otro aspecto de capital importancia es que la cratólisis no fue un fenómeno homogéneo y común a todo el Imperio. Algunas regiones efectivamente declinaron en sus procesos formales de gobernanza, pero otras no. Hispania, la Galia, Iliria, Grecia y las zonas del limes danubiano, escenario de numerosos conflictos, fueron los territorios más afectados por las guerras entre romanos y por las invasiones bárbaras. En estas regiones fue donde primero se debilitó el uso del latín, dando paso a las nuevas estructuras que, en algunos casos, constituyeron lenguas romances, mientras que en otros se establecieron lenguas importadas por los invasores o se revirtió a lenguas de gobernanza que se habían mantenido como proveedoras rituales o de servicios de identidad cultural. Tal es el caso del griego, que se había mantenido como lengua académica y literaria, al tiempo que retuvo valor como lengua mercantil y naval.

    En regiones como el norte de África el imperio mantuvo su prosperidad aún bajo el gobierno de ocupación vándala, y el latín solo desaparece con la llegada de los musulmanes, quienes efectuaron una conquista bastante cruenta entre los siglos siete y ocho de nuestra era. En cuanto a la Península Ibérica, a partir del siglo III a.c., se produce la romanización, proceso que se alargará hasta finales del siglo I a.c. Este proceso afectará a muchos ámbitos incluido el lingüístico. Las lenguas prerromanas decaen en su uso y se limitan cada vez más a las áreas rurales a medida que el latín adquiere valor agregado a través de sus servicios de gobernanza y convivencia. Inicialmente, sin embargo, se da un extensivo bilingüismo en los principales centros de ocupación, y posteriormente las lenguas indígenas quedan limitadas a las regiones más aisladas donde mantienen su atractivo basado en los servicios de convivencia culturales y rituales.

    El castellano medieval comprende el período desde los primeros textos formales en el siglo X hasta el inicio del reajuste del sistema consonántico hacia el siglo XIV. El castellano medieval de los siglos X a XIII se encontraba en situación de transición entre los finales del latín tardío y los comienzos del español medio (siglo XV). El español medieval está más cerca en ciertos aspectos de otras lenguas romances de la península que el español moderno. Por ejemplo:

que iría desapareciendo progresivamente en español medio22.


  1. Una consonante fricativa es aquella que se produce por un estrechamiento o constricción de dos órganos articulatorios, que

    modifican la corriente de aire, originando una fricción turbulenta; esta es su característica más significativa.

  2. Modernamente sólo se conserva residualmente en algunas áreas de Andalucía y Extremadura y, curiosamente, se da con frecuencia en la región del Cibao en nuestro país, la República Dominicana a donde fuera traído por los colonizadores Extremeños y Andaluces a principios del siglo XVI.



Es importante anotar que, hasta bien entrado el siglo XVI, debido a la falta de unidad política de España y a la abundancia de servicios de convivencia locales, las lenguas españolas evolucionaron del latín vulgar de forma separada en por lo menos cinco troncos diferentes. Estos fueron, a saber: El Gallego-Protugués en la región nor-occidental y occidental de la península Ibérica; el Astur-Leonés en parte de la cornisa cantábrica hasta los límites del país Vasco; el Castellano en la meseta castellana; el Aragonés en el centro nordeste de la península; y las lenguas del tronco Catalán (Catalán, Valenciano, Mallorquín y Leridano) a lo largo de la costa Nordeste de la península y el Levante.

Es sólo a partir de la consolidación cratoentrópica (propiciativa de un poder facilitador de servicios) de la hegemonía castellana sobre España (iniciándose poco antes de la colonización de América) que esta lengua se empieza a erigir como principal lengua de España. Este proceso fue fomentado desde el poder central (la capital de España queda establecida en el mismo corazón de Castilla) junto con la consolidación del concepto de Estado Nacional en toda Europa. Las lenguas no-castellanas de España se mantuvieron como lenguas minoritarias, aun vinculadas a la provisión de servicios locales y con valor agregado desde lo cultural y lo económico, dentro de un entorno de gobernanza eminentemente castellano que, en ocasiones, se volvió abiertamente represivo hacia las manifestaciones de resistencia glosoentrópicas.

El estado español post-franquista, sin embargo, confiere autonomía a las regiones de acuerdo con criterios de unidad cultural. Al crearse estos nuevos entornos de gobernanza que confieren cierto valor agregado adicional al uso de las lenguas ancestrales de estas regiones, se asegura la permanencia de tales manifestaciones de herramientas de comunicación.


VI. INVERSIÓN DE LA DINÁMICA CON CONVERSIÓN EN CRATOENTROPIA Y GLOSOLISIS

Hasta ahora hemos visto casos en los que predomina un deterioro de las estructuras de poder y de los servicios de convivencia de manera que se propicia la aparición de nuevos entornos coloquiales e incluso puede llegar a la conversión en todo un sistema de comunicación completamente nuevo. Este proceso puede muy bien darse en el sentido contrario. Tal evento ocurre cuando servicios de convivencia, o de emprendimiento comercial, crean atractores que hacen emerger toda una cuenca de provisión de servicios que, con el correr del tiempo, pueden hacer confluir tanto el comportamiento como las expectativas de comportamiento hacia una lengua determinada, en detrimento de las otras abordabilidades lingüísticas del sistema.

Este proceso dual es el que ha provocado acontecimientos históricos vinculados con el emerger de poderes supra-nacionales que tienden a “barrer” con los entornos coloquiales competidores para dejar establecidas “lenguas francas” de las que, de tiempo en tiempo, ha padecido la humanidad. Y el término “padecido” no es casual, toda vez que la disminución de la diversidad lingüística es siempre en detrimento del acervo universal. A pesar de sus efectos nocivos, esta dinámica dual es tan común como su opuesta y ocurre permanentemente y en todos los ámbitos en que se disminuye la oferta de entornos disponibles debido al emerger de un poder proveedor de algún tipo de servicio de gobernanza o la expectativa de un servicio similar.

Vale la pena, pues, ver cómo se presenta la consolidación de lenguas francas en el entorno supra-

nacional y para ello nos apoyaremos en las investigaciones del profesor Siguán quien plantea el emerger


23 Algo similar al caso de la frase verbal estar muerto pero en la construcción de tiempos complejos.


de los atisbos de una especie de “lengua mundial” en el inglés moderno cuya extraordinaria expansión puede, sin embargo, propiciar la emergencia de entornos coloquiales dispersos con variantes que, al alejarse sus sistemas propios de gobernanza con respecto a un estado de predecible equilibrio, tendrán tendencia a desvincularse del tronco original.

Una cosa es innegable, la existencia de una cuenca de gobernanza mundial (Cratoentrópica) basada en las comunicaciones electrónicas y las redes sociales que se sustentan tecnológicamente, propiciará el uso de una o varias lenguas francas que provocarán, a su vez, presiones extraordinarias sobre entornos coloquiales poco difundidos (Glosólisis). Sin embargo, esta dinámica y el sustrato tecnológico que la propicia, traen consigo la semilla de la eventual disrupción del proceso. Esto así porque esas mismas tecnologías pueden servir de plataforma para el aprendizaje y la preservación de las lenguas amenazadas por la cratoentropía prevalente.

Sin embargo, la irrupción de una “lengua franca” no es solamente un fenómeno contemporáneo. Podemos rememorar la imposición del castellano y el portugués en nuestro continente a lo largo del siglo

  1. Las lenguas aborígenes amerindias resistieron el exterminio a través de su afianzamiento como lenguas rituales con valor cultural y símbolos de resistencia ante el evidente esfuerzo de “minorización” lanzado por el castellano a través de los conquistadores y sus sucesores criollos. Las independencias iberoamericanas fueron llevadas a cabo por las oligarquías criollas que mantuvieron el castellano como lengua creadora de entornos de gobernanza o convivencia.


    CONCLUSIONES

    La dinámica dual Cratólisis-Glosoentropía con su dinámica concomitante y opuesta Cratoentropía- Glosólisis, constituye un juego constante y omnipresente que apunta a un modelo predictivo del comportamiento lingüístico vinculado a la observación de los eventos de gobernabilidad y gobernanza. Estas dinámicas son constantes y del todo semejantes a los procesos biológicos pudiendo establecerse un paralelismo entre la evolución de las formas de vida y la evolución de las formas de comunicación. De igual manera que no todas las mutaciones generan nuevas especies, no todas las formas de comunicación, generadas por la ruptura de simetría de algún poder facilitador de servicios de gobernanza, desembocarán en nuevas lenguas.

    Esto último es particularmente cierto en el mundo actual en que los servicios de gobernanza son provistos por estados nacionales cada vez mejor definidos, con mejores herramientas tecnológicas y con mucho mayor alcance en la prestación de los servicios. Sin embargo, la glosólisis provocada por la consolidación cratoentrópica de poderes supranacionales (tratados regionales o supremacía de estados imperialistas) tiende, por el contrario, a empujar lenguas ancestrales hacia su desaparición.

    De manera que la existencia de un estado facilitador de servicios de gobernanza es condición

    necesaria y suficiente para la supervivencia de una lengua.

    ¡Puede darse tal supervivencia sustentada en condiciones de afinidad cultural y en ausencia de un estado facilitador de servicios de gobernanza? La respuesta es que sí. Pero solamente cuando la afinidad cultural puede propiciar, desde un poder simbólico, servicios de convivencia para-estatales, como sería el caso de rituales de determinadas creencias, membresía en entidades de privilegio dentro de la comunidad o simple identidad. Tal sería el ejemplo del Hebreo que se mantuvo por siglos como vehículo de servicios rituales y de identidad de creencias sin una estructura estatal de gobernanza. Fueron los Hebreos los primeros en establecer la obligatoriedad de la alfabetización de los varones mediante el expediente de exigir un ritual de lectura de pasajes en hebreo durante la celebración del


    Bar-Mitzvah24 de cada varón. A pesar de esto, lo que planteamos es que la afinidad cultural es condición resultante y necesaria, pero no suficiente, para la supervivencia de una lengua, y puede, igualmente, ser adquirida tal afinidad con el correr del tiempo si se convive dentro de un entorno de gobernanza que la facilita. Ese es el caso de los hispanos que migran a los Estados Unidos. En menos de dos generaciones, los jóvenes hispanos abandonan su lengua natal y adquieren la afinidad cultural necesaria como para ser cultural y lingüísticamente norteamericanos, aunque se consideren a sí mismos como hispanos de su país de origen.

    Por supuesto, la lengua es el ADN que preserva y transmite las instrucciones sobre cómo se construye una cultura determinada. Esto ocurre porque en la lengua están contenidas las expectativas pre-reflexivas de comportamiento mutuo que sirven de patrón a las prácticas colectivas. El castellano, por ejemplo, resulta una lengua con mayor uso de las formas imperativas que el inglés, al tiempo que es también más jerárquica al preservar dos formas de la segunda persona. Estas formas generan una expectativa de comportamiento diferente a otras lenguas, pero, esa diferenciación no implica que el hablante esté compelido a permanecer leal a este vehículo sólo por razones de identidad. Esto es, no podemos caer en la trampa de valorar demasiado la necesidad de la identidad cultural puesto que la misma, como se ha observado, puede ser mutable.

    En ese sentido, podemos concluir nuestra propuesta de la manera siguiente:

    1. Una nueva lengua se produce cuando una comunidad o entorno coloquial abandona la cuenca de servicios de convivencia y/o gobernanza de otra lengua. Esto es un proceso que no ocurre necesariamente de manera intencional y que representa más bien una dinámica emergente, una “estrategia sin estrategas”.

    2. Este proceso ocurre de manera constante y a todos los niveles, dondequiera que ocurre una

ruptura de la equiprobabilidad del ejercicio de la influencia organizada que llamamos poder.

3. La facilitación de servicios de convivencia y gobernabilidad-gobernanza, tanto estatales como para-estatales o crato-miméticos (o sea, rituales, mágicos, académicos, etc.), es condición necesaria y suficiente para la supervivencia de una lengua.

4. La equi-probabilidad de canalización de estos servicios de gobernanza25, desde el poder, constituye la única manera segura de evitar la glosoentropía.

5. La afinidad cultural es necesaria pero no suficiente para garantizar el mantenimiento de una

lengua como propia.

  1. Un entorno coloquial emerge como institución implícita mediante la fijación de expectativas de comportamiento mutuo y prácticas sociales colectivas que siguen el proceso descrito por Sotolongo. Eventualmente, tal entorno coloquial, puede evolucionar a institución explicita o puede, incluso, llegar a ser organizada.

  2. Las teorías propuestas hasta ahora sobre el origen de la diversidad de lenguas se centran en procesos cuasi-mecánicos que ignoraban el carácter agencial de los hablantes, quienes tienen que tener alguna motivación para buscar activamente la incorporación a un entorno coloquial.


Visto lo anterior, puede comprenderse como un espacio relativamente reducido como Papúa

Nueva Guinea contiene una densidad tan alta de lenguas distintas (unas 700). Esto se debe a que


24 Ceremonia que se lleva a cabo aún hoy al cumplir cada varón los trece años y marca la entrada del individuo a la comunidad de los creyentes (N. del A).

25 O sea, cuando los servicios de gobernanza son suplidos a todos los componentes de la sociedad con igual probabilidad.


por mucho tiempo carecieron de un estado facilitador de gobernanza que anclara los atractores de comunicación hacia una forma dominante. Al asumir una estructura tribal, se produce una fractalización de lo que pudo ser una lengua madre de la primera comunidad que se estableció en lo que ahora conocemos como esa nación.

Finalmente, si estamos en lo cierto, veremos cómo las eventuales rupturas en las estructuras de provisión de servicios estatales de gobernanza deberán hacer emerger prácticas colectivas de uso de lengua que, con el tiempo, podrán devenir nuevos lenguajes y, todavía más adelante, nuevas lenguas. De la misma forma, la consolidación de estructuras económico-sociales supra estatales (mancomunidades, acuerdos multilaterales, etc) deberán crear cuencas de atracción hacia lenguas francas y esto, a su vez, detendrá la entropía lingüística consolidando lenguas comunes.


Año 22, n° 78


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en septiembre de 2017, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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