Presentación


Las Utopías como veredas posibles en el Siglo XXI en la Sociedad y la Educación


Decía un grupo de rock que andamos escasos de milagros, habría que ver si en este convulso 2017 (qué año ya no lo es desde que nos acompaña la singularidad, según nos ha mostrado Kurzweil) no nos ocurre un poco lo mismo con las utopías, que escasean, que nos evitan (o las evitamos), que tienden a desaparecer. Acaso la roma productividad del día a día, la rutina del reloj incandescente de nuestras vidas más prosaicas ha hecho que el pálpito poético que rodea al término utopía desaparezca, se desvanezca en un aire enrarecido por el hacer más utilitarista, por el consumismo que consume, por esa labor consuntiva que nos acompaña en esa sístole-diástole que estructura nuestras realidades tanto en lo laboral (producir) como en lo personal (consumir).

Por eso acaso, 500 años después de que Tomás Moro elaborara su célebre Utopía, uno no puede dejar de permitirse cierto espacio de reflexión para la necesidad de las utopías. De ahí nace el presente monográfico, de una revisión pausada sobre las utopías, y esto hecho desde diferentes perspectivas para así poder acoger una mayor pluralidad de voces.

Para empezar, queremos detenernos en la sensación de posibilidad que envuelve el corazón de lo utópico. Utopía es ese no lugar que se configura como posible lugar y que con suerte deviene necesario. Así, el pensador utópico desea y piensa lo mejor, lo deseable, sabiendo de las dificultades que se contraen en tal trayecto. Ha de ser un pensamiento aventurero, está claro, un pensamiento que celebra la vida sin miedo, que cree que las cosas pueden y deben ser mejoradas. Pensar en lo posible es definitivamente creer en la posibilidad de cambio, no temer las dificultades, no anclarse en tradiciones o rutinas simplemente porque han sido hasta ahora transitadas y por ello se han vuelto cómodas. Parte uno de observar minuciosamente la realidad, a pesar de las prisas, a pesar del estrés y las presiones, externas e internas, y así, observando, maquina cambios, proyecta realidades paralelas, una mejora aquí, una actualización allá y de repente lo que era A ha pasado a ser B porque la sustancia, sin ser transustanciada por algún elemento alquímico, siendo la misma ha dejado de ser la que era. Esto no es magia o, mejor, es la magia del vivir humano, humanidad y utopía caminan de la mano, lo han hecho siempre, y ahora siguen juntas. Porque ser humano es ser capaz de (re)crear mundos posibles, realidades paralelas, utopías, al fin y al cabo.

Pero no todo es tan claro (aunque nos gustaría pensar que lo es), porque también palpita lo distópico a nuestro alrededor, como bien han configurado series y películas modernas (Black Mirror, Westworld, Elysium, Utopia, Childhood’s End, The Purge, por mencionar unas pocas). Esto también implica un cambio, pero es un cambio a peor, una degeneración del orden social y del orden personal. Lo distópico, además, vende, porque lo alarmista tiene buena salida comercial en nuestro tiempo de angustia (cómo si no hubiesen alcanzado tal fama los Apocalipsis zombis que tanto nos frecuentan en las grandes y pequeñas pantallas). Así, la distopía, como utopía en negativo, como reflejo de lo utópico en su faceta aberrante, perversa y perniciosa, se nos presenta como mundo posible necesario, valga el oxímoron, de manera muy relevante en estos días. Esto nos hace empeñarnos, acaso con más fuerza, en el sentido de la utopía durante el primer cuarto del siglo XXI. Repetimos que lo que importa ahora es seguir confiando en un futuro mejor, en la utopía, porque eso se imbrica con el deseo tan humano de

PRESENTACIÓN

12 Utopía y Praxis Latinoamericana. Año 22, n° 76 (2017), pp. 11-12


mejorar su estancia en la tierra y en su propio constructo psique-soma. Así, tener deseos de utopía nos aleja de otras rutas más oscuras: la distópica, por un lado, y la de la gris aceptación del determinismo más inmovilista, por otro.

Al fin, y centrándonos en lo que sigue, tenemos el honor de presentar un buen número de trabajos que gravitan sobre la utopía como centro, así lo hacen los textos de Beuchot, Coca, Aragón, Estay, Paramá, Enrici, Gómez Redondo y Francisco, textos estos que buscan indagar sobre el sentido de la utopía desde diversas perspectivas, algunas propiamente filosóficas, otras ancladas en lo sociológico y lo educativo y otras desde paradigmas más propiamente literarios. Así, en este crisol, se entrecruzan veredas de investigación y reflexión para dar cuenta de una amplia panoplia de significaciones utópicas en el entramado de los complejos significados que codifican nuestro tiempo.

Somos afortunados al poder coordinar este volumen que consideramos necesario, pero sobre todo tenemos que dar las gracias a la dirección de la Revista Utopía y Praxis Latinoamericana por la oportunidad brindada, y a los colaboradores por haber acudido prestos a la llamada y regalado generosamente su tiempo para poder haberlo hecho posible. Lo mejor está más adelante, en las siguientes páginas, por lo que cerramos por fin esta Presentación y dejamos que las utopías se desvelen, con la dulzura precisa y preciosa de la necesidad y del progreso, de la esperanza en y por la humanidad y de su capacidad utópica para mejorar, a pesar de las dificultades.


Francisco José Francisco Carrera Susana Gómez Redondo

GIR Trans-REAL lab

Doctorado en Formación en la Sociedad del Conocimiento

(Universidad de Salamanca) Dpto. de Didáctica de la Lengua y la Literatura

(Universidad de Valladolid)

España.


AÑO 22, n° 76


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en diciembre de 2016, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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