Aspacia Petrou
Una revisión del concepto de muerte en la Pintura Barroca Española
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Introducción
La exaltación de la muerte, del placer buscado en
el dolor, se inicia con el arte medieval; ejemplo de ello son las
múltiples representaciones de los condenados al inerno,
de los monstruos devoradores de las almas penitentes,
de los bestiarios del arte profano, de la tan controversial
representación del Cristo sangrante y agelado, o la agonía
de los santos mártires.
Este patetismo en el que el fervor se confunde
con el dolor y que sumió en arrebato místico a muchos de
nuestros santos, será el que prime en el arte religioso del
período barroco. Esto es pertinente, ya que en el ámbito de
la guración o representación naturalista del arte se dan
tipos de conguraciones (aquellos que el arte llama motivos
o temas) en que el propio hecho de representar la muerte
de Cristo o de los mártires plantea problemas teóricos y
dogmáticos de tal importancia que el propio sistema de
representación iconográca se ve en la necesidad de ser
reformulado.
De lo antes dicho, tenemos que el presente
estudio analiza el concepto de muerte a partir de la
representación iconográca de temas cristológicos de la
crucixión, atendiendo a los aspectos estéticos y teológicos
que fundamentan dicho concepto. Por la amplitud del
tema, se ha delimitado el estudio al siglo XVII.
Entre las muchas posibles representaciones de
la muerte que se estudian, tenemos: la siognomía de la
muerte, la muerte como representación del mal, como
forma de culto, los símbolos de la muerte, los estándares de
la muerte y la muerte como hecho estético. Al respecto, se
analiza el papel de la perspectiva, especícamente, a la hora
de abordar los programas iconográcos del arte barroco
como modelo de construcción teológico losóco de la
escena pictórica.
La gura del Cristo muerto será muy habitual
en la iconografía barroca española. Murillo, por ejemplo,
realizó varias versiones en las que –al igual que hicieran
Zurbarán, Pacheco o Velázquez– se recorta sobre el fondo
oscuro la imagen del crucicado iluminada por un potente
foco de luz que resalta una poderosa anatomía y, aunque
Cristo tiene tres clavos, la casi ausencia de sangre es una
nota característica.
Pero por lo que más importa, es que este magistral
tecnicismo aleja nuestra mirada del drama representado
y el dolor que diezma el cuerpo ensangrentado de Cristo
queda prácticamente velado ante los ojos del espectador.
Luego, la fealdad como hecho metafísico es superada y se
torna aceptable y hasta agradable, mediante el arte que
expresa y denuncia “bellamente” la fealdad de lo feo.
Otro aspecto importante que reviste el presente
estudio es que nos permite conocer los diferentes estilismos
pictóricos aplicados al tema de la crucixión cristológica
en las diferentes latitudes de España, sobre todo, porque
en el caso español adquiere connotaciones particulares.
Se trata de complejos programas iconográcos en los que
se cruzan los aspectos dogmáticos, teológicos, estéticos y
losócos con los del arte, y que evidencian el gran espíritu
contrarreformista que permeaba a toda la nación.
Por último, el estudio propuesto también
permite formular nuevas teorías o modicar las existentes,
incrementar los conocimientos cientícos, artísticos,
estéticos, teológicos o losócos acerca de un tema tan
complejo como el que aquí tratamos.
Metodología
El área en la cual se inserta este estudio se
relaciona con la estética cristiana, la losofía medieval, la
estética barroca y el arte barroco español. Cabe destacar
que la sensibilidad y el gusto artístico de la época, estarán
fundamentados en las directrices estéticas y en la normativa
dogmática impuestas por la Iglesia, respectivamente.
La conformación del corpus artístico de la
investigación se sustenta en el estudio de la obra de artistas
emblemáticos de la pintura sevillana, como Francisco
de Zurbarán, Juan de Roelas, Bartolomé Esteban Murillo,
Francisco de Herrera y Andrés Velásquez.
El paradigma de la investigación cientíca en
el cual se basa el estudio es el hermenéutico. En cuanto
al enfoque epistemológico, tomamos como referencia
lo que Padrón, Hernández y Di Gravia han denominado
Enfoque Experiencial Vivencial (2005). Asimismo, el nivel de
investigación que más se adapta al estudio es descriptivo.
El diseño de la investigación es no experimental. En cuanto
al método, se propone el hipotético deductivo. Y se trata
de una investigación de tipo longitudinal, debido a que la
recolección de datos se establece en dos o más momentos
históricos.
Desarrollo
La Historia del arte ha demostrado que el hombre
occidental no se enfrenta hoy a la muerte de la misma
forma que lo hicieron, por ejemplo, el hombre medieval o
el barroco. La muerte no es algo metafísico, situada en un
plano superior al de la existencia terrena, jamás podría,
mucho menos si nos referimos a la gura de Cristo y de sus
santos mártires, de las que tanto ha gustado representar el
arte.
Luego, la muerte está indisolublemente ligada
al mundo físico y, en ese sentido, es susceptible de ser
explicada en correspondencia con los elementos que la
estructuran. Lo que poco se ha dicho, y es por ello que el
presente estudio se considera de gran valor, es que durante
el barroco se produce una asociación entre muerte-fealdad
/ muerte-belleza, similar a la que Erasmo de Rotterdam
(1466-1536), planteó siglos antes entre muerte y vida.
La muerte que propone el barroco es una muerte
ostentosa. Es una muerte cargada de gran dramatismo,
teatralidad y belleza. Aquí el dinamismo y la expresividad se