Revista de Literatura Hispanoamericana

No. 77, Julio-Diciembre, 2018: 96-108


Acercamiento a la Poesía de Rafael Arráiz Lucca. El

Guaire desde el Almacén (los 80)1


Jesús Alberto Montero Velandia

Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt, Venezuela e-mail: jamvelandia@gmail.com


RESUMEN


El presente ensayo crítico tiene en mente dos asuntos fundamentales. El primero, hacer un ejercicio interpretativo de la poesía de Arráiz Lucca desde el poemario Almacén y algunos poemas escogidos que muestran diferentes ejes temáticos de la poesía conversacional, inscrita en el movimiento literario del grupo Guaire de los años 80 de nuestro siglo XX venezolano; En segundo lugar, como práctica intelectual de luchar contra el olvido/ falsificación de la memoria que se pretende instaurar desde la estructura de poder, de tal manera, que la configuración literaria y el contexto histórico político, tendrán especial consideración para la comprensión de un grupo que forma parte de nuestra literatura nacional.

Palabras clave: Poesía venezolana, Guaire, Almacén.


1 Trabajo final que se presentó en el Seminario “Poesía Venezolana del siglo XX (1950-2000)”, de la Maestría en Literatura Latinoamericana de la Universidad de los Andes (NURR), bajo la dirección de la Doctora Carmen Virginia Carrillo.

Recibido: 03-03-2018 Aceptado: 04-06-2018

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Approach to the Poetry of Rafael Arráiz Lucca. El

Guaire from the Almacen (the 80s)


ABSTRACT


The present critical essay has two fundamental issues in mind. The first, to make an interpretative exercise of the poetry of Arráiz Lucca from the poetry store and some selected poems that show different thematic axes of conversational poetry, inscribed in the literary movement of the Guaire group of the 80s of our twentieth century Venezuelan; Second, as an intellectual practice to fight against the forgetting / falsification of the memory that is intended to be established from the power structure, in such a way that the literary configuration and the political historical context will have special consideration for the understanding of a group which is part of our national literature.

Key words: Venezuelan Poetry, Guaire, Warehouse


No quiero saber nada de la esperanza por el mundo mejor

de mis amigos marxistas,

No entiendo a los teóricos y su pasión

por las camisas de fuerza


Almacén (1988). Arráiz, Lucca

Meditación sobre el Ascensor


Introducción

El presente trabajo se inscribe fundamentalmente con el sentido claro de luchar contra el olvido, no como un mero ejercicio de la memoria de un pasado que pasó, sino como una señal del presente, circunstancias que ameritan la necesaria y justa reescritura (interpretación) frente a la negación y manipulación total que, desde la estructura de poder, desde 1999, intentan por todos los medios hacer. Y en ello, se involucra todo y cada uno de

los aspectos de la cultura, sus símbolos, sus tradiciones y memorias, en un intento colonizador de la consciencia venezolana, con el viso de la legalidad que brinda las viejas conquistas del hilo histórico venezolano y su búsqueda por la democracia, para demoler la república democrática liberal e ir en contra del mismo proyecto nacional venezolano.

Asimismo, teniendo presente la historia como ciencia social, y basándonos en una conceptualización específica, que en palabras de Medina (1992: 27) es

La memoria colectiva de una sociedad cualquiera, a partir de la cual los hombres tratan de comprender y explicar el pasado en todas sus dimensiones y expresiones, descubriendo sus contrastes y proponiendo líneas para el desarrollo ulterior de esos mismos hombres.

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Es decir, la idea no es recopilar, organizar y narrar hechos o procesos (lo que es también importante), sino que implica el análisis, interpretación del contexto humano, que funcione en relación con el presente y no de forma aislada como se intenta hacer ver en algunas formas historiográficas, que por razones esbozadas se hará con tal intencionalidad. Asimismo, la ciencia histórica fundamenta su importancia en conocer los cimientos de nuestra vida actual, saber de los orígenes sociales, para desarrollar analogías que permitan comprender el horizonte, y alertar sobre los peligros que puedan resultar contraproducentes para el desenvolvimiento de una sociedad.

En ese sentido, se afirma lo que plantea Lombardi (1996: 17) que la define como “una disciplina dinámica con enfoques diversos y con tendencia integradora. Su objeto es el hombre – como fenómeno cultural, tomando en su totalidad y situado en tiempo y espacio – se pretende comprenderlo y explicarlo”. Es decir, la historia no sólo estudia procesos aislados, sino desde una perspectiva integral, con una característica temporo-espacial, que permitan su comprensión.

Todos esos elementos descritos, unificado a la literatura, es decir, como una forma de escritura, como discurso, de un momento de la historia, enmarcado en un contexto, más allá de lo que pueda ella rozar con la ficción, hay que tener presente la relación entre género, sociedad y propiedades discursivas de un texto, que al respecto Todorov (1978: 49) plantea:

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en una sociedad se institucionaliza la recurrencia de ciertas propiedades discursivas y los textos individuales son producidos y percibidos de acuerdo a la norma que representa esta codificación. Un género literario o no, no es nada más que esta codificación de propiedades discursivas.


Asimismo, trayendo en términos generales la idea semiótica cultural y sus diversos grados de enunciación, un texto lo entiende Lotman (1996: 56) “como un complejo dispositivo que guarda variados códigos, capaz de transformar los mensajes recibidos y de generar nuevos mensajes, un generador informacional que posee rasgos de una persona con un intelecto altamente desarrollado”.

De allí, pues, que se asuma ciertas críticas al poder, de un momento determinado de la historia, usando para ello los recursos que brinda la literatura, y entendiéndola como una forma de pensamiento, de escritura, se inscribe como parte fundamental de la misma, sin que genere elementos cuestionadores a la negación del siglo XX venezolano, ni de nuestra conquista fundamental, la democracia. Es decir, no se justificarán los desatinos, atropellos e injusticias que desde la escritura tanto se critica, o como ésta se opone al poder, o como forma de expresión liberadora, pero no servirá de motivo para que ese pasado sea la justificación de un presente, que a todas luces intenta arremeter y manipular la memoria. Cabe decir, que el pasado son hechos consumados, pretender negar o cambiarlo sobre la base de las manipulaciones, falsificaciones es un absurdo y es propia de los totalitarismos,

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atendiendo a la ficción-realidad orwelliana (1984) la que afirma quien domina el presente, domina el pasado.


Contexto Histórico político de

Venezuela y configuración literaria


Dentro de los grandes procesos políticos venezolanos y su incansable búsqueda por la libertad y la democracia, es fundamental el mes de enero de 1958, que tuvo sus puntos de desenlace el día 23 de enero, donde los venezolanos vencían una dictadura de diez años y se reiniciaba así un proceso empezado en 1945-1947 (Constitución que había Universalizado el voto). En ese mismo proceso, cabe decir una separación, que en palabras de (cfr. Caballero, 1998) una cosa es el asunto como hecho consumado los días de enero de 1958 y otra muy distinta la década de los años 60, llamándolo como una forma de “trampear la historia”. Sobre todo, con lo que después se asentaría con la lucha Guerrillera y la atracción que resultaría en los jóvenes e intelectuales la revolución cubana, negando con ello lo que vendría a hacer nuestra más grande revolución, la conquista de la democracia; cuya respuesta, puesta en práctica por la visión cubano-venezolana marxista e izquierdosa, era la violencia armada como mecanismo para lograr la revolución. Es decir:

el mito de los doce muchachos atrincherados en la Sierra Maestra que al final logran no solamente vencer a un ejército profesional sino desafiar en sus propias narices al


imperio, inflamó las juventudes de América. Tal vez en ninguna parte se dio eso como en Venezuela, porque aquí la reflexión no tenía forma interrogativa, sino asertiva. Nosotros hubiéramos podido, el 23 de enero de 1958. (Caballero, 1998: 110).


Los 60 y los adeptos a la revolución cubana, izquierda marxista leninista, y su profundo antinorteamericanismo, repercutió inicialmente en parte a la propuesta estética-literaria; asumimos, la postura y la responsabilidad, sin generalización, que no era un criterio antiimperialista, sino el cruel, indirecto y directo radio de acción en Latinoamérica por parte de los Estados Unidos, en el “juego de ajedrez” que mantenían las dos potencias imperiales controlando el mundo y sus áreas de influencia (Guerra fría), luego de la 2da guerra mundial (USA-URSS), más la propaganda efectiva y negación a la idea de la democracia liberal o “democracia burguesa” en su sentido peyorativo, alucinó (y sigue alucinando) de manera increíble a muchos jóvenes intelectuales, dándole a un Stalin, un Lenin, un Fidel Castro, un Che Guevara, mayor representatividad, por encima de las figuras civiles distintivas que lucharon en el siglo XX venezolano, la generación de 1928 (y sus boinas azules) , desde variados ángulos, situación al extremo de considerar a Rómulo Betancourt un dictador, junto a nuestra más grande revolución, la democracia del 23 de enero de 1958, y sus posteriores años, como un tremendo fracaso, confundiendo malos y pésimos administradores del estado, con la misma idea de la democracia y sus

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instituciones.

Ello, insistimos, se vislumbra desde nuestro presente y no con el afán inquisidor sobre lo que era una fuente eterna de subversión al poder (poesía- literatura), pues hace parte necesaria de contrapeso al mismo, pero si no se hacen aclaraciones, formaría parte de la radical valoración negativa dentro del imaginario colectivo a nuestra democracia y su idea.

No hay más que usar y de alguna manera, asumir como parte de ese contrapeso, más allá del anacronismo histórico de la que se hará, al descontextualizar un párrafo del Manifiesto Ballenero, como sinónimo de lo que en ese tiempo se vivió, y traído al presente es más un afianzamiento de lo que se vive en la actualidad. “Percibimos, a riesgo de asfixia, cómo los museos, las academias y las instituciones de cultura nos roban el pobre ozono y nos entregan a cambio un aire enrarecido y putrefacto” Sardio, citado por Carrillo (2007: 98)

Ese momento, de especial significación, pues con esa premisa tuvo grandes cambios la literatura (poesía), con grupos y sus individualidades, aunado al uso irrestricto de la libertad de expresión, la rebeldía y el enfrentamiento al poder, sin condicionantes, determinaron el quiebre de una tradición, siendo con ello agentes representativos al cambio en la forma y el fondo en las letras venezolanas.

En ese particular, salta a la vista Rafael Arráiz Lucca (nacido en 1959) y la creación del Grupo Guaire en los años 80, del siglo pasado, que es memoria, desde la individualidad y de un

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colectivo, con un conjunto de palabras que acerca y aleja las perspectivas de un tiempo, que marcaron, a su modo, la vida de la literatura. Su figuración, es ser hijo de la democracia (nacido en 1959), de sus variados matices y crisis, la apropiación de la urbe caraqueña y por lo tanto la ciudad como escenario natural, la pacificación de los grupos violentos armados (Guerrilla), son formas que consolida su ser, sus 21 años en los años 80, lo ubican en un entorno social y político que venía en franco deterioro, que tiene su punto álgido el 14 de febrero de 1983, conocido como el viernes negro y que representó la entrada en crisis de un modelo económico, magnificado por la política de ajustes de febrero del 89 (con sus repercusiones sociales), acrecentándose en 1992 con la entrada en crisis de las instituciones venezolanas; todos, elementos que contribuyeron a magnificar las grandes taras que, contradictoriamente, se asoció con la misma “idea de la democracia”, arrastrado hasta hoy como cultura de pesimismo de un país que no ha logrado absolutamente nada (aprovechado por el poder de turno).

Para Medina, (1991: 326) en la

década de los 80 y la literatura ocurren:

a grandes rasgos: la disminución de la actividad editorial que reduce los títulos y el número de ejemplares publicados, llevando a la virtual paralización de sellos tan prestigiosos como Fundarte o la vida latente de las importantísimas editoriales de las diversas universidades del país (…) No menos desgraciada resulta, para una Venezuela que se ha caracterizado por la vigencia de sus revistas culturales, la desaparición de muchas, quedando prácticamente limitadas

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en la actualidad a las que siguen contando con el apoyo institución al del Estado; la veterana revista Nacional de Cultura, el informativo Imagen (…)


Aunque, no solo reseña los aspectos funestos para la actividad cultural de Venezuela, sino que hace especial mención a esfuerzos como la Editorial de la Biblioteca Ayacucho, la Monte Ávila Editores, los esfuerzos de las universidades de mantener viva el arte y la cultura, el aumento de catálogos de la Editorial Alfadil, entre otros.

En ese sentido, en esa década, el joven estudiante formal de la Facultad de Derecho en la Católica Andrés Bello, es promotor de un grupo que abona el campo fértil de las letras, se entrecruzan por los caminos de la Universidad, y acaso los invita a lo que ya es un modo de pensar, compartir, discutir y promover, los fragmentos de escritura que cada uno de ellos producía. Letras, sociología, derecho, periodismo, la universidad misma confluyen en tardes y noches para compartir la pasión que los une, la literatura y la poesía.

En ese mismo contexto, imprescindible es, la relación que tuvo el personaje en cuestión tiempo atrás, en el taller Calicanto de Antonia Palacios, y la relación de Armando Coll que nutria al grupo, al haber recibido clases de Rafael Cadenas, que demuestra cierto grado de influencia que tuvieron en aquello que sería su ejercicio poético, la poesía conversacional; la profundidad e ironía que subyacen al emular la forma directa del lenguaje. En ese particular, ello es


una señal ineludible de lo que más o menos se vislumbra en la escena real, de quienes posteriormente saltarían a la luz pública como poetas distintivos de una década y representantes culturales del estado venezolano.

Con respecto a la pasión poética de Guaire, Valdivieso (2007: 18) nos comenta a través de Armando Coll, ¿el por qué, de la poesía del grupo?, cuya respuesta no deja de ser sorprendente y esclarecedora, “Por una falsa percepción que la poesía es pura intuición y pura inspiración”, eso, aunque con el devenir del tiempo y madurez comprendieron que no es así, “les permitió y les pareció bien, pues la misma le permitía expresarse”.

Los grupos han sido formas de unificar pensamientos, de fomentar el ejercicio literario, de hacer sonar las voces con mayor fuerza, desde la individualidad y desde el colectivo, así había sido en la década de los 60, sus nombres y su consagración, ya sea desde el centro del poder o la periferia, lo asumían como un asunto consumado y de vital importancia; los años 60 y sus grupos, así lo habían determinado, no solo la mayoría de ellos gozaban ya de un nivel de aceptación e institucionalización de sus palabras, movimientos que lograron renovar y revitalizar el panorama poético, desde las vanguardias como forma para la transgresión de las tradiciones, hasta ellas mismas verse convertidas en tradición.

Con esa panorámica, Guaire, integrado por Luis Pérez Oramas, Leonardo Padrón, Armando Coll, Rafael Arráiz Lucca, Alberto Barrera Tyszka

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(UCV) y Javier Lasarte, fueron parte de “el segundo gran deslinde en la cultura y poesía venezolanas (…), junto a Tráfico” (Bravo, 2004: 7). Con respecto a Lasarte y su participación en el grupo, su propia voz es citada por Valdivieso (2007: 35), que nos señala “aunque sé que Rafael Arráiz insiste en incluirme, nunca me he visto como parte de ese grupo”.

Su entrada en escena (la del Grupo), más allá de los recitales callejeros, entra al espacio público mediático cultural, cuando obtienen tirajes de sus poesías en el Papel Literario del diario El Nacional (Hoy desaparecido en su forma física, producto de la escasez de papel), lo que le dio apoyo para que fuesen invitados a distintas universidades tanto de la capital, como del interior del país.

El acontecimiento de uno de esos inicios, cuyo legado entraría en los anales de la historia venezolana y en el centro del ámbito cultural, fue precisamente cuando, los integrantes de Guaire debieron tomarse una fotografía para el trabajo que saldría publicado en el diario “El Nacional”. De vital importancia es traerla a consideración, y más si el periplo es comentado por uno de sus participantes. Al respecto, dice Barrera (2014):

Tengo un recuerdo borroso de ese momento. Tampoco importa demasiado. Lo mejor de la memoria suele ser su ficción. Creo que el motivo de la foto era ilustrar unos poemas del grupo que saldrían en el Papel Literario de El Nacional. Si mal no recuerdo, quedamos en vernos por los lados del Museo de Bellas Artes. Y, mientras esperábamos a Nelson Rivera, Vasco Szinetar comenzó su trabajo de cacería, nos fue llevando, rodando, cercando,

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acorralando lentamente hasta llegar a la Avenida Lecuna, donde finalmente nos atrapó dentro esta foto. Tengo la idea de que, en ese momento, yo no conocía demasiado a Vasco. Habíamos coincidido en algunos lugares, yo había leído sus poemas y había visto sus retratos, pero no había estado nunca en una jornada de trabajo con él. La experiencia fue desconcertante y sensacional. Vasco siempre va a otra velocidad. Suele estar dos pasos, dos miradas, dos palabras adelante. Vive con la curiosidad en estado de emergencia y ha logrado hacer de la angustia una forma de humor. Una sesión de fotos puede parecerse a un entrenamiento aeróbico. Aquel día nos llevó de un lado a otro, cambió de plan y de instrucciones a cada rato, decidió que lo imprevisto también puede ser una rutina.

Mi memoria dice que, en algún momento, quiso reproducir la clásica portada de Abbey Road de los Beatles en la Avenida Lecuna. Pero Rivera jamás llegó a tiempo para ser Ringo Star. Al final, Vasco consiguió un electroauto donde nos detuvo y, bajo un sol implacable, nos congeló para siempre.


Con ello, no solo se trata de ilustrar un evento, sobre una ingenua fotografía, sino que, en sí, representa, acaso el momento, que les aseguró un espacio, para emprender la travesía dentro de la cultura venezolana mediatizada por la importancia del diario caraqueño de circulación nacional.


Del Grupo Guaire al Almacén de Arráiz Luca (1988)


Como se ha comentado, los años 80, y Guaire representarán el segundo gran deslinde de la poesía venezolana, su mecanismo para ello, “una suerte

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de antipoética: frente al esplendor de las metáforas vanguardistas, la poesía conversacional; frente a los grandes mitos del poeta y la poesía, el verso que nombra la humildad y la desnudez de lo cotidiano. (Bravo, 2007: 8)

La poesía conversacional, o en todo caso coloquial, nos presenta ejes temáticos, que van desde la contrariedad de la cotidianidad, de la casa, de lo urbano, la infancia y la familia, hasta la crítica del poder. En ese sentido, perciben la poesía como un mecanismo para la comunicación, hacia un mayor público, que “llame las cosas por su nombre”, inteligible para una mayor cantidad de personas, sin recurrir a fórmulas magistrales de conocimiento erudito, aunque eso, no la desvaloriza, ni se asume como de fácil lectura. Con respecto a la dirección de la poética del grupo, Sandoval, citado por Valdivieso (cfr. 2007) nos comenta que pretenden apartarse de aquella poesía cósmica, que intentan desmitificar la imagen de poeta solitario, y luchar contra la poesía oficial, aun a sabiendas de la consideraban bien escrita, también pensaban que se había acartonado, estancada en la representatividad y el tiempo.

De hecho, Valdivieso (2007: 29), destaca parte del prólogo al poemario del grupo que les hace Ludovico Silva, en 1982:

Nuestros poetas no pueden hacer poesías pastorales. Sus poesías son fluviales, pero no de un rio ancho y generoso, un rio lleno de peces y de barcas, sino de un rio pestilente, que enloda la ciudad. Por eso, la sola denominación de “Guaire”, es toda una toma de principio, o una toma de conciencia.


Las palabras de Luis Silva Michelena (Ludovico), acaso no son parte ya fundamental de lo que veía vislumbrar en la escena poética de los integrantes del grupo, sus palabras y su escisión en las letras venezolanas. Un poema, que data de esa fecha es la “Carta para Fernanda”, cuya autoría es de Rafael Arráiz Luca, nos presenta un avance de la reflexión acerca de la cotidianidad del día del transitar humano en la ciudad, donde se enfrenta a la avasalladora realidad, su urbe, sus cerros, sus derrumbes hechos tradición; las esperanzas, la mirada habituada a la corrupción, el desprecio hacia el iluso consumo de lo desechable que viene del norte, llegando a escribir, que somos “un arrebato por el desarreglo/ que nos lanzó el caballo por los montes hirsutos y hermosos/ como jugando metras sobre el pantano” (Arráiz, 2007:47).

Almacén: poemario que sale a la luz en 1988, editado por FUNDARTE, ente cultural perteneciente a la Gobernación y Alcaldía del Distrito Federal (Caracas), ocho años han pasado de aquella época inicial del estudiante formal de Derecho, en su haber poético cuenta ya con tres poemarios, Balizaje (Ediciones Guaire, 1982), terrenos (1985) y Almacén (1988), su consagración ya es un hecho, se mueve en y con las esferas del poder, aun cuando no participa directamente, la conciencia crítica razona sobre el país, su ciudad, su familia, su intimidad, la madurez escritural se asoma, la antipoética que lo caracteriza pero que a la vez, contradictoriamente emana una belleza estética fundamental.

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En Almacén (cfr. Bravo: 2007) nos comenta, que la cotidianidad se extiende en la recurrencia de las horas del día, que hacen parte del viaje escritural, juego irónico que se traslada desde diferentes ámbitos. Emerge el hastío, los afectos, la visión subjetiva del país, la sociedad, la crítica al poder, la afirmación del yo.

El poemario inicia con epígrafes que explican el fundamento o parte del mismo, interesante incluso por quienes hacen parte de su texto y el juego intertextual: Eugenio Montejo “Esta tierra feroz, sentimental amarga, /que no se deja poseer/ no será de nosotros ni de nadie/ pero hasta en la sombra le pertenecemos”.

Almacén cuenta con 39 poemas, uno que lleva el mismo nombre del poemario, Rafael Arráiz lo ubica de último y es acaso la confesión de lo que allí se halla, la palabra misma nos remite a un espacio útil usada para guardar, en ese caso pensamientos para compartir. “Abrigué durante años la esperanza/de hacer un poema que fuera un fresco/de todas las cosas que me afectan” (Arráiz Lucca, 2007: 125)

El yo poético resume las ganas infranqueables de confesar lo que le afecta, suponiendo ver “Los Versos como cuando entro a una casa/ y gozo con los cuadros y muebles/ porque ellos definen a sus dueños”, es decir, cada trozo de las palabras presentes son los pensamientos y reflexiones de un hombre (y del lector, al apropiarse de ellos). La cotidianidad, el erotismo, el absurdo, la soledad, el desamor, la muerte, memoria, el recuerdo,

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la vejez, la política y la sociedad son parte integral del poema en sí, además universo mismo de la obra.


Poemas escogidos del “Almacén”


Autorretrato de un Líder

Vengo de la tierra donde la ciudad es un ejercicio especulativo.

Llegué joven a estas calles

con la ingenuidad mítica del mundo en un baúl.

La comprensión me dio la fiesta de querer

un país justo y tolerante, para alcanzar el paraíso desacaté la ortodoxia,

le di mi cuerpo a la causa de la patria digna y obtuve, junto a otros,

el poder.

Lo ejerzo con pasión transformadora,

el universo cambia bajo mi sombra fértil: no acepto disidencias.

Soy la paz unánime del orden


Es una crítica contundente al poder, cualesquiera que fuere, incluso, en todo caso a él mismo; establece lo que es la ciudad, y su caos imperante, con eso de que es un ejercicio especulativo, es decir, una condición ¿extraña? De un algo que:

¿es una imaginación que se ahoga en el exceso de realidad? Lo urbano se mueve como espacio natural, juventud llena de sueños hacía lo justo de un país, y quizás recuerda aquella visión ingenua de los años mozos cuando se inicia, la rebeldía como sinónimo de cambio (paraíso y tolerancia), hasta que, se llega al poder. De allí, la pasión es la misma de otrora, su sombra representa vida y cambios, sólo esta vez que cuando se llega a la cima, no se aceptan disidencias, pues ya

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se ha transformado en la esencia misma de la paz y el orden.


Poema Hiperrealista

“Huir, huir

estas tierras sólo provocan el exilio”

dijo un guerrero en 1830.


Ciento cincuenta y seis años de estulticia no presentan ninguna esperanza.


Más allá del bochinche

que atormentó al Generalísimo

el saldo de la historia es un bostezo porque ya ni Sísifo insiste en su tarea.

Cuando leo en Borges

la palabra patria,

cuando veo un documental

sobre las costumbres de Islandia,

cuando constato los esfuerzos de un pueblo por ganarle terreno al desierto,

cuando escucho las historias de mis amigos que tuvieron todo el talento y hoy lanzan los dados invo-

cando a Neptuno, me pregunto:

¿qué jugada sucia del azar

Nos dejó esta tierra seca

Donde crecen tanto los insectos?


El mismo título nos induce a una acentuación de lo que afirma como realidad, lo carga de un excesivo sentido. Es un paseo por la ciudad, sociedad cuyo epicentro es Venezuela. Los indicios nos lo afirman desde la primera estrofa “huir, huir, estas tierras provocan el exilio”, lo ubicaen 1830; contradicciónde un país, de una fecha que marcó un hito considerable en nuestra patria, pues allí es cuando nos convertimos en república independiente y muere la iniciativa de “Colombia” como entidad militar, que nunca tuvo


un asidero real como una verdadera confederación de naciones más allá del utilitarismo militar. Lo interesante, es el paseo por esos momentos claves de nuestra historia, pasado y presente juegan constantemente (1830, 1812, 1986), para darnos la sensación de un pesimismo desbordante.

¿Acaso 156 años de ignorancia no bastan?, volvemos al presente y se pregunta el autor, traducido en un ¿hasta cuándo será?

Más adelante, nos muestra una referencia histórica harta conocida, en el momento del arresto del General Miranda por parte de Bolívar y otros (compañeros de la ruptura del nexo colonial) para ser entregado a los defensores de las banderas del Rey, luego de la necesaria Capitulación de éste, frente a Monteverde. Sus palabras un preludio, una incomodidad que nos acompañará por siempre, una profunda reflexión que traspasará los linderos del tiempo “Bochinche, bochinche, esta gente no sabe sino hacer bochinche”. Por eso, más allá de ese tormento, asume algo de otra carga simbólica fuerte, es que aparentemente ni “Sísifo” en nuestra patria insiste en su tarea. Contradicción y afirmación aún más desdichada para nuestra historia y nuestro “Bostezo”, puesto que el castigo que los dioses le impusieron a Sísifo y su eterna rutina de subir una roca por una pendiente, para luego caer hasta la eternidad, representa la rutina y la esperanza, aunque moribunda ante la treta de los dioses, ya ni siquiera eso se espera, pues desistió

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ante la evidente jugada de los inmortales. Luego, vienen relaciones

intertextuales llenas de esperanzas, de

otrora muchos que, si han logrado la construcción de un algo de que sentirse orgulloso, el gran Borges de Primero, el argentino que llevó a Latinoamérica a Europa, y le dio fuerza a lo nuestro; países de medio oriente que le ganan a la misma naturaleza por su existencia en el medio del desastre, un ejemplo, lucha por la casi inexistente agua dulce, donde desalinizan el mar para hacerla potable. Para concluir, con lo otrora talentoso, dedicado a otra cosa para preguntar con mucha ironía, es decir, negación y afirmación en el lenguaje “Que jugada sucia del azar/ nos dejó esta tierra seca

/ donde crecen tanto los insectos”. Contradicción evidente, y de allí lo hiperrealista.

Juntos

Nada puede explicar que dos personas insistan

En matar el olvido todas las mañanas, como dos eucaliptos rozándose

por el viento de las noches.


Saber que estas allí desatendiendo los reclamos de otras pasiones posibles, esculpiendo el barro

de la cada frágil

donde viven los afectos.


Pensar que el corazón

puede obviar los infinitos estorbos

que los días colocan

como trampas para cazar onzas en la selva de los años.


Insistir sin tener otro motivo que ver tus manos

llevando una taza de café hasta tus labios.

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Ver como los hijos reproducen nuestras opacas costumbres

o mirar cómo publican

unos gestos inéditos del alma.


Correr los años y sentir

Que las cosas no han podido ser

más luminosas

que tus ojos mirando las tortugas.


Seguir pasando

por sobre los restos de las puertas que tantas veces dejamos cerradas, seguir, seguir

hasta que la geografía de nuestros cuerpos sea otra

y no haya nada corrido el agua sin ser vista.


Sepan nuestros hijos

que las alfombras de esta casa nacieron sus instintos

y la gloria de volar sobre los mares.


Nos ubica la sensación de acompañamiento. En el poema existe un juego hermoso de palabras donde se percibe el transcurrir humano de dos personas, la existencia misma, los instantes únicos que hacen posible la vida oalmenosla hacen másllevadera. Elamor, el recuerdo, la vejez acompañada de un ser querido, la alteridad, la fragilidad, la casa, instantes y espacios cotidianos que expresan el tono romántico, prevalece como forma a la nostalgia. ¿Acaso no es ello lo profundo del ser y es lo que queda, a la hora de despedir a ese alguien?

La petit Morte

No hay dicha mayor que el jadeo ansioso de una mujer feliz.


Si la vida tiene sentido,

es tu cuerpo quien se lo otorga,

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cuando lo roza la muerte para seguir viviendo.


O pequeña muerte, es un tono directo hacia la felicidad extrema de sentir, gozar y producir el orgasmo en el cuerpo humano. Orgasmos múltiples para la vida, sensación de satisfacción desde variados espacios, y son esos instantes de felicidad al menos desde el cuerpo, aún en sus mínimos momentos que le da sentido al sin sentido.

Orbis Novus

Quinientos años bastan

para que el mundo deje de ser nuevo y sin embargo,

la confusión no deja de azotarnos,

como la primera vez que pisamos estas tierras o como la vez primera que llegaron

los hombres en sus carabelas.


Todos los desmanes han ocurrido

Y todas las especies han gozado de inventario,

Las mil máscaras de la palabra asesinato han paseado su faz de norte a sur

y quién se atreve a dudar que poseemos los mismos usos de mundos anteriores: la quiebra y el brillo han encontrado

el espacio necesario.


Quinientos años bastan

para que el mundo deje de ser nuevo y sin embargo…


Nuevo mundo, plantea una cruda realidad aún en la aparente sencillez de las palabras directas. Quinientos años estando en ese espacio llamada Venezuela o Latinoamérica, no precisamos bien el lugar porque los datos son genéricos y aplicables a nuestras realidades, con la siempre incomprensión de un presente que incomoda, que no termina de ser. Desde cualquier grupo humano, los


originarios o los de las carabelas la ruptura y la continuidad vienen a ser la misma cosa, “la quiebra y el brillo han encontrado el espacio necesario”. Remata diciendo lo que alguna vez es y ha sido esas constantes del nuevo, que ya deja de ser un adagio para ese nuevo mundo, para bien y para mal, y sin embargo…


Conclusiones


Decía Adriano González León en el año de 1985, que la “literatura es una batalla contra la muerte y el olvido”, en ese particular, el acercamiento a la poesía de Arraíz Lucca, es comprender un espacio fundamental en la historia del país y de las letras. La variación de los discursos con que se inició los debates literarios de los años 60, da un vuelco significativo, signado y dominado en primer lugar por la izquierda comunista y traer al presente una contraparte, no sólo que se opone, sino ubica en una acera ideológica distinta a lo que se venía trabajando, si bien eso no desmerita, sino que ratifica las palabras de don Adriano, una batalla contra la muerte y el olvido. La incursión del lenguaje conversacional, lo urbano, la poesía conversacional, junto el revisionismo histórico, evidencia una escritura, que rompe e incursiona en el panorama literario venezolano y que el presente ratifica como una forma de expresión.

Luchar contra el olvido, es un ejercicio fundamental, Arraíz, es hijo

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de la recién inaugurada democracia, y comprenderlo inmerso en la interpretación del contexto histórico político de Venezuela y configuración literaria, es comprendernos. El almacén, viene a significar el espacio múltiple, ese pequeño lugar de la individualidad,

Revista de Literatura Hispanoamericana No. 77, 2018


de lo colectivo, la memoria de un pasado que ha sido pero que no pudo ser, ni hacerlo como quisimos, el hastió, los afectos, la desesperanza y sus respectivos contrastes, son muestras ineludibles de nuestro pasado y de nuestra memoria.


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Nº77 Julio-Diciembre 2018


Esta revista fue editada en formato digital y publicada en Diciembre de 2018, por el Fondo Editorial Serbiluz, Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela


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