Revista de Ciencias
Sociales (RCS)
Vol. XXX, No. 1,
Enero - Marzo 2024. pp. 205-222
FCES - LUZ ● ISSN:
1315-9518 ● ISSN-E: 2477-9431
Como
citar: Aguirre, M. A., y Buitrago-Bermúdez, O. (2024). Espacialidad humana:
Consideraciones y sus aportes a los estudios ambientales. Revista De
Ciencias Sociales, XXX(1), 205-222.
Espacialidad
humana: Consideraciones y sus aportes a los estudios ambientales*
Aguirre, Marco
Antonio**
Buitrago-Bermúdez,
Oscar***
Resumen
Este artículo examina algunas
bases epistemológicas sobre la idea de espacio en las ciencias sociales para de
allí trazar puentes hacia los enfoques teóricos de los estudios ambientales,
los cuales buscan dar un giro epistémico para abordar los problemas
socioecológicos del siglo XXI. Para ello, se identifican elementos de las
ciencias sociales, específicamente en lo referente a la espacialidad humana,
que contribuyen a la perspectiva de la ecología política crítica, como campo
emergente en los estudios ambientales. Se llevó a cabo una revisión
bibliográfica de información de literatura científica y referentes teóricos en
campos de las ciencias sociales, la geografía y estudios ambientales. La
reflexión final permite, primero, orientar teóricamente la necesidad de
incorporar, en los estudios ambientales, el papel de la espacialidad humana
como un aspecto intrínseco en la configuración de conflictos socioecológicos y,
en segundo lugar, brindar elementos conceptuales en el marco de los procesos de
enseñanza de las ciencias sociales y ambientales en diversos contextos
académicos.
Palabras
clave: Espacio geográfico; espacialidad humana; ecología política; pensamiento
crítico; ciencias ambientales.
Human
spatiality: Considerations and their contributions to environmental studies
Abstract
This article examines some epistemological bases on
the idea of space in the social sciences in order to draw bridges to the
theoretical approaches of environmental studies, which seek to give an
epistemic twist to address the socioecological problems of the 21st century. To
this end, elements of the social sciences are identified, specifically in
relation to human spatiality, which contribute to the perspective of critical
political ecology as an emerging field in environmental studies. A
bibliographic review of scientific literature information and theoretical
references in the fields of social sciences, geography and environmental
studies was carried out. The final reflection allows, first, to theoretically
orient the need to incorporate, in environmental studies, the role of human
spatiality as an intrinsic aspect in the configuration of socioecological
conflicts and, second, to provide conceptual elements in the framework of the
teaching processes of social and environmental sciences in different academic
contexts.
Keywords: Geographic space; human spatiality;
political ecology; critical thinking; environmental sciences.
Introducción
Ante los
avatares de la actual crisis ambiental y las contradicciones del modelo de
producción económico-capitalista, autores como Leff (2003); y, Harvey (2021),
han manifestado la necesidad de optar por nuevos marcos epistemológicos para
comprender de manera amplia los efectos ecológicos, sociales, políticos,
económicos y culturales derivados de dicho modelo de producción. En esta línea,
Harvey (1997; 2018); y, Soja (2008; 2014), argumentan que parte de la crítica
al modelo de producción debe pasar por la necesidad de pensar rigurosamente en
la espacialidad del capital y sus efectos socioecológicos.
Para Soja
(2008), por ejemplo, un elemento clave a la hora de abordar dichas
contradicciones se sustenta en el espacio geográfico como proceso de las
relaciones sociales y del capital. Según este autor, en la producción social
del espacio intervienen no solo la cultura y elementos de la superficie
terrestre que representan la vida misma (elementos físicos y biológicos) sino
también, las lógicas de producción capitalista, las cuales son relaciones
asimétricas de poder, que al transformar la naturaleza fraccionan, atomizan,
homogenizan la realidad y transforman las formas de espacialidad de los seres
humanos (Lefebvre, 2013).
En ese
contexto, la importancia del documento se sustenta en la necesidad de
contribuir desde campos del saber integrales, como son las ciencias sociales de
corte crítico, a los estudios de la complejidad de la vida, también denominados
estudios ambientales, cada vez más interesados en buscar alternativas a la
actual crisis intelectual, cultural, política, ecológica, científica y social
en la cual se encuentra inmersa la civilización humana del siglo XXI.
Crisis que
ha sido referenciada por autores como Porto (2001); Leff (2007; 2012; 2018); De
Sousa (2009); Harvey (2018); Finol,
Hernández y Ocando (2019); Moore (2020),
entre otros y, que en las postrimerías del pasado siglo XX tomó fuerza en gran
parte de los debates académicos latinoamericanos (Noguera, 2007; Escobar, 2007;
2016; Dussel, 2014; Ángel, 2015; Alimonda, Toro y Martín, 2017).
Para ello,
se parte de los postulados del pensamiento espacial crítico, cuyas bases
epistemológicas corresponden al materialismo histórico geográfico que abordan Smith
(2004; 2020); O´Connor (1991; 1993; 1997); y, Harvey (2001; 2004), para conocer
y comprender, en el marco de la dialéctica espacial, cómo los procesos de
agenciamiento humano (principalmente los de tipo capitalista), producen
contradicciones socioecológicas en sus procesos de producción y reproducción
espacial del capital al tiempo que producen nuevas naturalezas.
Además,
este enfoque logra aclarar a la luz de la teoría crítica las disputas entre
agentes sociales por las localizaciones, emplazamientos, distancias, lugares,
puesto que todas estas condiciones determinan, primero, la velocidad de
circulación del capital; segundo, la posibilidad de obtener rentas sin
inversión alguna (cambio de normas de uso del suelo); y, tercero, el
aprovechamiento de entornos producidos por relaciones internacionales
asimétricas como constituyen la flexibilidad laboral, excepciones a normas
ambientales, débiles requisitos para obtención de licencias de explotación de
recursos y bienes naturales, tratados de libre comercio, entre otros, con lo
cual se propicia la acumulación de riqueza por el control geopolítico de
elementos naturales estratégicos en los procesos de monopolio capitalista. Este
postulado corresponde con las ideas de Moore (2020), cuando plantea que, por un
lado,
Las relaciones sociales se desarrollan en el espacio y coproducen
espacios de forma activa, y por otro, las relaciones se dan dentro de la trama
de la vida, es decir, las relaciones socioespaciales se desarrollan a través de
la naturaleza y con la naturaleza […] en dicho proceso intervienen las fuerzas
del capital para producir trasformaciones socioecológicas. (p. 26)
Fuerzas que
sin lugar a dudas se presentan localizadas y materializan relaciones
topológicas. Para realizar la discusión, el trabajo se divide en tres partes: En
la primera, se aborda de manera sucinta la idea de espacio desde las ciencias
sociales y su evolución epistemológica, destacando desde una mirada crítica e
integral los elementos que se articulan con los marcos teóricos de los estudios
ambientales; en segundo lugar, se exponen aquellos puntos de encuentro entre la
espacialidad humana y los estudios ambientales enmarcados en la complejidad,
subrayando nociones teóricas propias de la ecología política crítica, las
cuales convergen con la geografía en aspectos teóricos como el de la justicia
espacial y ambiental; y, finalmente, se presentan algunas conclusiones
generales que permiten concretar los aportes de concebir la espacialidad humana
en los estudios ambientales como los denomina Leff (2007; 2012).
1. Fundamentación
teórica: Producción capitalista del espacio y ecología política
La idea de
producción capitalista del espacio surge como una crítica al pensamiento
estructuralista inmerso en los estudios sobre procesos urbanos clásicos de
mediados del siglo XX y frente a las formas de no atender sus crisis y
problemas socioambientales (Lefebvre, 2013; Harvey, 2018). Lefebvre, por
ejemplo, parte de este enunciado teórico cuyas bases filosóficas se encuentran
en el pensamiento marxista crítico de los procesos urbanos y las injusticias
ambientales y espaciales (Lefebvre, 2013).
Desde
América Latina, Lencioni (2007), destaca que bajo esta mirada es posible
referirse a “momentos histórico-geográficos” precisos para comprender las
transformaciones espaciales mediadas a través del ejercicio del poder, puesto
que solo así se percibe las formas de alienación y producción de una conciencia
mistificada (que por décadas ha dejado a un lado el interés por el espacio y
las prácticas espaciales), ambas producidas socialmente, con el fin de no pasar
por alto que dicha materialidad (concerniente a los temas ambientales) es el
resultado no solo histórico, sino político, cultural, ecológico, de los
intereses privados y la participación activa del Estado (Montoya y Pulido,
2018).
Este marco
teórico crítico surge como respuesta a los postulados clásicos de la economía
para explicar el consumo y la distribución, enfoques dominantes en estudios
ambientales de corte positivista (Brenner, 2004; 2009). En este contexto, los
procesos sociales y ambientales (ahora concebidos como procesos
socioecológicos) son un producto consecuencia del trabajo social y de su
configuración histórica/geográfica específica (Harvey, 2004; Swyngedouw, 2004;
2009).
Topalov
(1979), enfatiza en su propuesta teórica sobre la producción capitalista del
espacio, la función y el papel de: Los Estados modernos, los múltiples agentes
sociales; y la función ecológica de los elementos no humanos como ejes clave
para entender las formas de producción del espacio y la espacialidad humana
(elementos que desde la Ecología Política representan las bases y medios tangibles
de los modos de producción capitalistas).
Según
Harvey (1994; 1997), la teoría de la producción del espacio buscaba comprender
la dimensión espacial en los procesos de acumulación del capital a escala
global y local, así como estudiar sus formas de producción y reproducción sin
desconocer las transformaciones sociales, políticas, ecológicas y económicas
que ello implicaba (nuevamente, los conflictos espaciales y socioambientales,
así como la (in)justicia
ambiental/espacial).
Para Harvey
(1997), la Ecología Política crítica se posiciona como un campo emergente del
conocimiento que busca elucidar los conflictos ontológicos o ambientales,
cuestionando la idea de naturalidad del espacio-tiempo como categorías que no
deben ser interpretadas bajo la mirada de elementos políticamente neutrales
(enfoque positivista); principalmente, en aquellos puntos donde diversos
agentes sociales se disputan la naturaleza en los procesos de producción y
acumulación de capital (Swyngedouw, 1997; 1999; 2004; Soja, 2008; Villar, 2017).
Hablar de
ecología política en la producción capitalista del espacio es reivindicar la
política del espacio (Ekers y Prudham, 2017). En ese sentido, se asume que las
relaciones humanas que producen el espacio geográfico producen también otras naturalezas
(naturalezas híbridas) con implicaciones socioecológicas. Este argumento se
basa en la idea de Harvey (2004), de que en los procesos de reproducción del
capital no solo existen dimensiones o relaciones políticas y económicas, sino
también, que existen relaciones políticas y ecológicas. De esta manera, los
postulados teóricos expuestos orientan la lectura de la espacialidad humana en
los estudios ambientales desde una mirada crítica y en constante reflexión en
el marco de las ciencias sociales.
2. Metodología
Se llevó a
cabo un proceso de revisión bibliográfica a partir de la búsqueda de artículos,
capítulos en libros y libros (tanto físicos como virtuales) que tuvieran, entre
sus enfoques, alguna perspectiva crítica sobre el concepto de espacio y la
espacialidad humana, buscando puntos de articulación entre el pensamiento
espacial y los estudios ambientales (de corte sociocrítico), palabras clave
que, a su vez, se convirtieron en categorías de análisis para la respectiva
revisión bibliográfica. La información fue sistematizada en una matriz, la cual
facilitó su respectivo análisis de contenido y triangulación en la búsqueda de
similitudes y diferencias entre las distintas posturas seleccionadas.
Entre las
bases de datos empleadas se consultó Scopus y Taylor and Francis (acceso desde la Universidad del
Valle). Se asume la idea de ambiente como la “totalidad compleja, diversa, en
permanente trasformación y autoorganización” (Noguera, 2007, p. 48), red de la
cual los seres humanos son a la vez tejido y tejedor.
En dicha
totalidad o entramado socioecológico, según Moore (2020) los seres humanos a
través de su capacidad de agencia, imponen diversos mecanismos para apropiarse
y desposeer a la naturaleza; y, por ciencias ambientales, todos aquellos campos
del saber y formas de conocimiento (formales e informales) interesados en
comprender las complejas relaciones e interacciones entre humanos y no humanos
bajo la idea de una trama socioecológica que exhorta la necesidad de pensar el
espacio geográfico y la espacialidad humana como aspecto clave a la hora de
abordar el estudio de los conflictos ambientales en el marco de las formas de
producción, reproducción y continuidad del modo capitalista.
3. Evolución de la idea
de espacio
Los
presocráticos, como naturalistas del mundo, hacían alusión al concepto de
espacio como el entorno de los elementos de la vida, donde los seres vivos, el
agua, el fuego, el aire, la tierra, el éter y el tiempo representaban su
totalidad (Cauquelin, 2019). Para ellos, los seres humanos eran parte
indisociable de algo llamado entorno; una porción de la superficie terrestre
determinada por leyes universales como la energía del sol, de la luna, de las
estrellas, entre otros (Glacken, 1996). En esta perspectiva, se concebía
imposible estudiar un fenómeno sin comprender que había algo más grande que lo
contuviese. El espacio y el tiempo simbolizaban la plenitud del universo, un
todo complejo y perfecto.
La
estructura de la polis de Platón en Timeo, expone la complejidad
espacial del mundo griego; la Chora, que va más allá de los límites de
la Asty (donde se mora, es decir, la morada), es entendida como
existencia, medio y ser, pues de ella llegan los alimentos y el agua a la asty,
es decir, la chora es la fuente de
vida para morar; se puede decir, que las ideas sobre el espacio no se remiten a
su funcionalidad, sino a la presencia del humano produciendo devenir
(Collingwood, 2006). Posterior a este pensamiento, y como resultado de la
expansión de las ideas judeocristianas sobre un dios absoluto y todopoderoso,
el humano es concebido como heredero de la tierra y, por tanto, ser supremo,
dueños por derecho divino del mundo y sus elementos.
Este
pensamiento cimienta gran parte del pensamiento occidental, con el cual se
concibe una nueva idea del espacio, esto es, el espacio absoluto, contenedor de
objetos, inerte, inmaterial, homogéneo e isotrópico y separado del tiempo. En
él, seres humanos dotados de la razón pueden ejercer su dominio y control
(Harvey, 1997; Lefebvre, 2013). Postura consolidada por el pensamiento
nomotético, científico y analítico, que banalizó tanto el espacio como el
tiempo (Morin, 2004). Estas ideas se extendieron por el pensamiento de
Descartes, Leibniz y Kant, fundándose en la modernidad y, cuyas bases
filosóficas sustentadas en la racionalidad del ser, lograron posicionar la
razón por encima de la naturaleza, separando mente de materia y tiempo de
espacio (Adorno, 2007).
Con lo
anterior, se crea un paradigma objetivo en el cual la noción de espacio es
atribuida a la superficie terrestre como un receptáculo apartado de toda lógica
y acción social y ecológica (Lefebvre, 2013). Esta idea del espacio se
materializó en una práctica utilitarista del mundo y la vida, propiciando
formas particulares de producción de conocimiento, dando origen a diversas
escuelas del pensamiento científico que en el caso de la geografía fueron, por
un lado, la geografía analítica clásica (positivista) y, por otro, la
ingeniería espacial, orientadas al ordenamiento territorial, el urbanismo, la planificación
de las ciudades, la promoción inmobiliaria, turismo, entre otros (Lefebvre,
2013; Lussault, 2015).
En el
estudio del espacio se destacan dos elementos centrales: El espacio absoluto
“contenedor” de naturaleza (la superficie terrestre y sus atributos físicos y
biológicos); y el espacio geográfico, como producto de las relaciones sociales
con su ambiente natural (Delgado, 2003). La arqueología del primero, se remonta
a los siglos XVI a XVIII, junto a los pensamientos de Galileo (espacio abstracto)
y Newton (espacio absoluto), que destacaban por su disyunción entre espacio y
tiempo. Según Cárdenas y Botero (2009), en la postura newtoniana se presentan
dos aspectos claves para entender el espacio: 1) Espacio absoluto, y 2)
relativo (Newton, 1982).
En el
primero, el espacio es “uniforme, todas sus partes son análogas (...) el
espacio es una sustancia que actúa sobre los objetos sin que estos actúen sobre
él (…) [El espacio como escenario de] todos los fenómenos y manifestaciones de
la naturaleza no humana” (Cárdenas y Botero, 2009, p. 52-53). En el segundo, se
confiere atributos ontológicos al espacio relativo para hablar de su existencia
natural más allá del mundo de las ideas y los seres humanos, es decir, existe
independientemente de otras entidades (Perea, 2013).
En el
pensamiento de Kant (2009), el espacio no es más que la forma de los fenómenos
y de los sentidos internos, es decir, la única condición subjetiva de la
sensibilidad, mediante la cual es posible la intuición externa en la que todos los
objetos deben ser determinados, puede contener, antes de toda experiencia, los
principios de sus relaciones; un enfoque estrictamente geométrico que lo reduce
a una abstracción. Se presenta una disyunción ontológica entre espacio y
tiempo, en la cual, el primero resulta subordinado al segundo. Esta
característica plantea que los elementos están en el espacio y se constituyen a
priori por relaciones de este (espacio); sin embargo, su contexto viene
precedido por el tiempo.
Estos
enfoques llegaron hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX en
occidente, destacando el pensamiento francés, momento en el cual, la sociedad
europea acogía los aportes del positivismo lógico de Comte (Morrison, 2011) y
se daba un debate importante en las esferas del saber, entre las escuelas
humanas y las llamadas ciencias duras, por la validez del pensamiento y la
ciencia. En ese contexto, Durkheim y Mauss planteaban que el espacio y el
tiempo correspondían a representaciones colectivas (Huici, 2007). Para
Durkheim, el espacio tiene dos acepciones: Mítico-religioso y el espacio de las
formulaciones científicas.
El primero,
impregnado de subjetividad colectiva, cualitativo y heterogéneo (Morrison, 2011).
En el segundo, la representación dominante era objetiva, cuantitativa y
homogénea. No obstante, Durkheim afirmaba que era posible la convergencia entre
ambas representaciones (espacio subjetivo y objetivo), mediante formulaciones
intermedias propias de las representaciones colectivas y las estructuras de la
sociedad. Estas ideas se materializaron en posturas filosóficas y teóricas
racionales denominadas “complejos espaciotemporales” en las cuales, el
desarrollo social, político y económico de los seres humanos se gestaba sin
considerar elementos no humanos como suelo, agua y ecosistemas (afirmaba la
dualidad sociedad - naturaleza).
A mediados
del siglo XX, Foucault rompe con la tradición clásica y lineal del espacio y el
tiempo histórico (pensamiento occidental) desde su “método arqueológico”. Para
Foucault (1968), el tiempo histórico se había articulado a los seres humanos
bajo la idea de una historia plana, en la cual la tendencia era ver al tiempo
como algo dinámico y ligado al desarrollo, y ver el espacio como un fondo
(escenario) relativamente fijo y muerto. Pese a que Foucault no profundiza en
su obra el debate sobre el espacio geográfico, expone importantes nociones al
respecto ligadas al poder.
En Foucault
el espacio se asocia al lugar producido socialmente por afectos,
subjetividades, percepciones y mediado a través de relaciones de poder
(Foucault, 1968). El espacio representa un campo de poder que se configura
mediante la convergencia del saber, las técnicas y formas de gobierno (Perea,
2013); sus límites están asociados a los alcances de las relaciones de poder
presentes (inclusive, se habla de un poder de sometimiento humano sobre la
naturaleza). Según Garcia (2006), para Foucault “el poder solo adquiere
materialidad, consistencia, presencia y movimiento en el espacio” (p. 17).
Tras la
muerte de Foucault, en una conferencia internacional en 1984, se da a conocer
uno de sus últimos trabajos titulado Of
Other Spaces (“Des espaces autres”) en el cual, según Soja (2014), el mismo
Foucault planteó la noción de espacio producido a través del concepto
denominado “heterotopología”,
como complemento a los planteamientos del filósofo y sociólogo francés Lefebvre
(2013) sobre la producción social del espacio (planteamiento que se presentará
más adelante), resaltando que el espacio se configura por “políticas y
privilegios, ideologías y colisiones culturales, ideales utópicos y opresión
distópica, justicia e injusticia, poder opresivo y posibilidad de emancipación”
(Soja, 2014, p. 149).
En esta
misma línea temporal, Bourdieu y Passeron (1964) reconoce que los espacios
existen en la medida que se representan por elementos materiales y simbólicos
que influyen sobre la espacialidad de los sujetos. El autor propone que los
sujetos, mediante su habitus, tienen
la capacidad de romper con las estructuras de poder mediante la acumulación de
capital simbólico adquirido en diversos campos (político, económico, social,
artístico, entre otros). Además, cada campo está permeado por la cultura, la
cual es distinta y se consume de manera diferente de acuerdo con las clases
sociales y sus espacios.
Lo
anterior, permite una visión del espacio como producto social; sin embargo, en
la teoría de los campos de Bourdieu, se mantiene una idea de campo físico
contenedor de múltiples campos (sociales, literarios, del lenguaje, entre
otros), disociado de elementos no humanos (persiste una separación entre
sociedad y naturaleza). Los agentes sociales, con sus respectivos habitus, tienen la capacidad de
transformar sus campos (Huici, 2007). Esta idea es llevada a la dimensión
espacial de la sociología y otras disciplinas de las ciencias sociales para
comprender cómo el habitus y la
cultura propician cambios a nivel territorial y regional (desde el individuo
con su práctica espacial hasta la sociedad y su capacidad de agencia).
Con la emergencia del
pensamiento crítico en la década de 1960 del siglo XX y la preocupación por la
denominada crisis ambiental, surgen nuevas formas de concebir el mundo y el
espacio-tiempo como elementos estructurales de la vida social. Dicho contexto
permitió reflexionar epistemológicamente sobre dos aspectos: Primero, acerca
del papel humano como agente transformador de la naturaleza y como parte
indisociable de la misma naturaleza (Moore, 2020); y, en segundo lugar, sobre
las dinámicas sociales que producen la degradación socioecológica del planeta
(agotamiento y degradación de elementos esenciales para la vida en el planeta)
bajo un nuevo paradigma ecologizada y político con amplio peso e incidencia
teórica en los estudios urbano regionales de la época (Goldman y Schuman, 2000;
Brenner y Schmid, 2015; Brenner, 2004; 2009; Guillén et al., 2020).
De este
modo, emergen escuelas críticas al positivismo lógico interesados en conocer la
dimensión espacial de los acontecimientos sociales, políticos y ecológicos en
los cuales, según Delgado (2003) “las relaciones espaciales y el espacio mismo,
son entendidos como manifestaciones dialécticas
de las relaciones sociales de clase en un espacio geográfico producido y
reproducido con la naturaleza no humana”
(p. 79), donde se imponen intereses particulares, característicos de la
agencia. Se marca, entonces, un interés por el pensamiento espacial producto de
las relaciones dialécticas entre sociedad y naturaleza. De este modo, emerge
una filosofía del espacio lejos de toda realidad abstracta, reduccionista y
contenedora de objetos.
En esa
línea, Lefebvre (2013) presenta la idea de espacio mediante posturas
hermenéuticas críticas, teniendo presente las sinergias entre sociedad y
naturaleza y, por supuesto, como un intento epistemológico y teórico por
articular las dimensiones sociedad/societal y temporal/histórica con su
dimensión espacial/geográfica bajo la noción de trialéctica espacial. Lefebvre
propone la teoría de la producción social del espacio, la cual, en su momento,
se apoyó del materialismo histórico geográfico y los modos de producción
capitalistas como base para sus postulados (Soja, 2008).
A Lefebvre
le interesaba comprender la reproducción y contradicciones de las fuerzas
sociales capitalistas como un proceso espacial (en la búsqueda de la justicia
espacial por efectos del desarrollo urbano desigual). En ese sentido, las
relaciones sociales no solo se daban en las fábricas, tenían protagonismo en el
espacio geográfico exterior a las factorías, como constituyó la producción de
ciudades y los estudios urbano-regionales (Smith, 2020).
Esta
postura teórica del espacio implica, para los estudios en ciencias sociales y
ambientales, conocer no solo las prácticas espaciales y relaciones de poder,
sino los símbolos, afectos, significados involucrados en las representaciones
colectivas e individuales; se cuestiona las luchas y disputas sociales por
elementos de la vida (agua, suelo, minerales, entre otros) y las
localizaciones. Esta postura permite identificar los conflictos humanos ahora
denominados conflictos socioecológicos (Aguirre y Buitrago, 2019). El
pensamiento de Lefebvre es clave para comprender la espacialidad humana bajo
los pilares epistemológicos que reconocen la sociedad como parte indisociable
en la naturaleza, al tiempo que reconocen a la naturaleza en la sociedad.
En esta
línea de pensamiento se destaca Harvey (1977), cuyos planteamientos teóricos
fundados en el materialismo histórico y la dialéctica marxista crítica, definen
el espacio como producto de las relaciones sociales y modos de producción
capitalistas, es decir, un espacio creado durante procesos históricos
determinados que no desconocen su base biofísica. Para Harvey (1998; 2000;
2004), el espacio no puede ser concebido como neutral o abstracto, dado que
toda espacialidad humana tiene repercusiones ambientales por su carácter
hegemónico de trasformación de la naturaleza.
Por su parte, Harvey (2021) propone tres maneras de entender lo espacial
y el espacio en el ámbito del modo de producción capitalista como absoluto, relativo
y relacional. Es absoluto, en la medida que en él circula el capital; relativo,
cuando se tranzan mercancías en el mercado; y relacional, en la medida que los
dos primeros momentos se entrelazan dialécticamente.
A Harvey
(2018), le interesa comprender desde el pensamiento complejo las
contradicciones socioecológicas, que “producen las formas espaciales y la
organización del espacio en el capitalismo actual, caracterizadas por el
desarrollo geográficamente desigual de las condiciones ecológicas, culturales,
económicas, políticas y sociales” (Delgado, 2003, p. 87) y analizar dichas
acciones en clave espacial (transformación de la naturaleza), a través de
posturas críticas fundadas en la espacialidad humana que den cuenta de las
dialécticas relacionales, los procesos históricos y materialistas del espacio
como producto social.
De acuerdo
con Delgado (2003), Harvey destaca cinco aspectos claves para interpretar el
espacio como producto de las relaciones sociales: 1) Tanto espacio como tiempo
son construcciones sociales propias de la materialidad histórica del mundo; 2)
la noción e interpretación de espacio y tiempo dependen de los acervos
culturales en contextos específicos; 3) la construcción social del espacio y
tiempo no se reduce a simples enunciados subjetivos, individuales y
arbitrarios; 4) las definiciones de espacio-tiempo objetivos están inmersas en
su proceso de interpretación social, puesto que el Estado y la economía
capitalista se basan en esta perspectiva; 5) tanto espacio como tiempo representan
campos de lucha política y confrontación social a través de relaciones de poder
asimétricas, de clase, género, cultura, religión, ecológicas, entre otros
aspectos.
En el
pensamiento latinoamericano sobre el espacio se destacan los planteamientos de Santos
(2000), quien lo define como “un conjunto indisoluble de sistemas de objetos y
sistemas de acciones” (p. 18), es decir, la inseparabilidad, tanto de los
factores y condicionantes naturales, como de los producidos por la sociedad. Es
así, como Santos (1996a) afirma que “el espacio no es ni una cosa ni un sistema
de cosas, sino una realidad relacional compleja:
cosas y relaciones juntas” (p. 27). Los primeros, son el producto de una
elaboración social; mientras que los segundos, resultan de la evolución de la
naturaleza natural. Su existencia material se da en relación con otros procesos
de carácter social, político, ecológico, económico y culturales.
Santos
(2000), hace referencia a los objetos técnicos o artificiales como elementos
condicionantes del espacio producto del trabajo humano y desarrollo científico,
tales como: Puentes, carreteras, industria, el mercado, entre otros. Para
Santos (1996a; 1996b; 1997a; 1997b; 2000), el sistema de objetos y acciones
tiene la capacidad de transformar el espacio.
Los objetos
son producto del trabajo y de la técnica, y se diferencian de la naturaleza,
por lo que Santos (2000) denomina objetos humanizados, es decir, que para su
total o parcial constitución pasaron por la interacción humana. Así, “el
espacio no es neutro, ya que su evolución es, al mismo tiempo, un efecto y una
condición del movimiento de la sociedad global” (Santos, 1996a, p. 25), donde
cada combinación de formas espaciales y técnicas representan el principal
atributo del espacio, su virtualidad y limitación (Delgado, 2003).
Para
finales del siglo XX toma mayor relevancia la idea de pensar complejamente el
espacio geográfico como espacio social (Harvey, 2018). Comienza a consolidarse
un pensamiento contrario a la idea clásica de espacio como contenedor de
objetos y hechos sociales aislados de la naturaleza. Las bases epistemológicas
que soportan su construcción como producto social no lo reduce a formas
subjetivas, ideales o arbitrarias, ni mucho menos lo aparta del mundo material
biofísico. Se cuestiona el efecto de las acciones humanas mediadas por las
fuerzas del capital, como transformadoras de la trama compleja de la vida (Swyngedouw,
1997; 2009; Harvey, 2004; 2018).
Bajo dichos
postulados cobra fuerza la ecología política como un campo emergente del
conocimiento, que busca elucidar las cuestiones políticas y las relaciones de
poder entre agentes sociales, con el fin de confrontar la idea de naturalidad
del espacio y el tiempo como categorías que no deben ser interpretadas como
elementos políticamente neutrales, principalmente, en temas urbano-regionales
cuyo eje articulador se enmarcó en las formas de acceso al agua y el suelo en
los procesos de producción y acumulación de capital, representados en los
fenómenos urbanos (Swyngedouw, 1999; 2004; Soja, 2008; Castro, 2013; Ekers y
Prudham, 2017; Villar, 2017).
Si bien,
por un lado, la ecología política pretende ilustrar que, en los procesos de
acumulación de capital, se ven imbricadas las relaciones sociales de poder, la
cultura y los procesos ecológicos; por otro lado, el giro espacial que
promueve, por ejemplo, Harvey (2018), resalta que tales formas de producción y
transformación tienen un carácter espacial implícito a través del cual, los
agentes capitalistas logran producir nuevas naturalezas (nuevos espacios).
Harvey
(2004), identifica que los agentes capitalistas y el Estado asumen el espacio
como absoluto, aceptando su neutralidad como escenario de contenidos y formas
(perspectiva en la cual se ha fundamentado gran parte del ordenamiento territorial
y ambiental y los enfoques del Desarrollo Económico). En él, se localizan
aquellos elementos necesarios para la reproducción y acumulación de capital.
Desde la ecología política, autores como Leff (2003; 2007) reconocen que, en la
visión del Estado moderno y el capitalismo actual, existe un carácter
objetivista, racional y lineal de la vida, el cual, según Harvey (2018), se
puede elucidar mediante el estudio del espacio geográfico y las contradicciones
socioecológicas del capital en la lucha y disputas por los espacios.
4.
El
espacio social y los estudios ambientales: La dimensión espacial de la ecología
política crítica
Aunque son diversas las definiciones de ambiente, se asume una
idea sustentada en la totalidad de la vida que, por su carácter inconmensurable
de diversos componentes, amerita de miradas integradoras y holísticas (sin caer
en la praxis en ejercicios deterministas y antropocéntricos) con el fin de
comprenderla. Una de las propuestas teóricas la plantea Moore (2020), quien
parte de concebir el ambiente bajo la idea de Oikeios, concepto que
asocia a una relación asimétrica y dialéctica “a través de la cual la
organización humana evoluciona, se adapta y transforma en la naturaleza, [indicando
además que] en dicha relación el capital y capitalismo son producto y
productores del Oikeios” (p. 23).
Esta perspectiva cuestiona la clásica idea dualista instaurada en
el pensamiento moderno sobre ambiente como una figura disyuntiva entre sociedad
y naturaleza. Para Moore (2020), la postura con raíces en el pensamiento de
Descartes permitió al capitalismo otorgarse poder, control y sometimiento sobre
la naturaleza no humana (filosofía de enajenación de la naturaleza). Como
resultado de esta visión clásica se impuso en los discursos científicos fuertes
posturas positivistas cuya doxa fue
el objetivismo radical, materializado en un mundo complejo e indeterminado
(Saito, 2022).
Según Morin (2001; 2004), desde el pensamiento complejo tales
planteamientos fundados en objetividades y verdades absolutas deben ser
deconstruidos. En consecuencia, dicha forma dualista de ambiente asume la
diferenciación humana de la naturaleza; es decir, desligando al modo de
producción capitalista de toda responsabilidad en las transformaciones
socioecológicas que se gestan en los procesos dialecticos de apropiación,
dominio y control de la naturaleza (Harvey, 2018).
En ese sentido, y de la misma forma que sucede al hablar de
espacio como categoría integradora, cuando se habla de ambiente, es pertinente
distinguir la postura epistemológica en la cual se inscribe su definición. Para
ello, es pertinente tener una aproximación a las principales vertientes
epistemológicas con sus escuelas teóricas y elementos metodológicos sobre
ambiente que han imperado entre los siglos XIII y XXI, permeando,
principalmente, la geografía, sociología y otros campos del saber ambiental (ver
Cuadro 1).
Cuadro 1
Corrientes
epistemológicas en los estudios ambientales
Corrientes |
Metodología |
Definición de
medio ambiente |
Escuelas
geográficas |
Nociones
geográficas |
Noción espacial
|
Neopositivista |
Empírica; Hipotética deductiva Determinista |
Factorial Mecanicista |
Cuantitativa; Pragmática; Positivismo lógico Teoría general de sistemas |
Componentes naturales y sociales; estructuras |
Espacio abstracto-linealidad Espacio y tiempo separados |
Eco-Sofía |
Fenomenología; Social; Complejidad Métodos Mixtos |
Representación social; holístico; complejo; sistémico; Sociedad-naturaleza Elementos de ecología política y profunda (Naess, 1988) |
Humanísticas no radicales; Geografía crítica; Estudios de género
y poscoloniales; interculturalidad (Leff, 2007) |
Percepción; Representa la Vida en su conjunto; Espacio
socialmente construido; Vitalismo; Geosistema |
Espacio tiempo como una espiral regida por ciclos astronómicos,
meteorológicos, agrícolas y vitales. Producto de relaciones sociales,
políticas, ecológicas, culturales |
Radical |
Inductivo – Deductivo Naturalismo |
Global |
Posibilismo; Determinismo Geográfico; Constructivismo radical Marxismo ortodoxo que aparta los temas ecológicos de sus
interpretaciones en la producción del espacio (Habermas, 1985; Goldblatt,
1996) |
Género; Estilo de vida |
Espacio como producto social apartado de su naturaleza; Clara disyunción sociedad-naturaleza |
Teoría crítica Materialismo histórico-Dialéctico (Swyngedouw, 1999; O´Connor,
1993; Harvey, 2018; Moore, 2020; Saito, 2022) |
Dialéctica entre naturalismo y constructivismo Se busca no caer en los extremos epistémicos Complejidad y Métodos Mixtos |
Relación cultura-ecosistemas Se habla de una trama socioecológica Los seres humanos mediante sus modos y medios de producción
transforman y configuran nuevas representaciones de la trama socioecológica
de la vida (Harvey, 2018; Moore, 2020) |
Marxismo de corte crítico (Harvey, 1991; 1996; Redclift y
Benton, 1994; Foster, 1999; 2000; Brenner, 2004; 2009; Brenner y Schmid, 2015)
|
Espacio social como elemento integrador en la comprensión y
estudio de los sistemas socioecológicos |
Espacio producido socialmente; relaciones de poder asimétricas
en su producción social; relación dialéctica entre sociedad-naturaleza Reconoce las contradicciones del capital y sus modos de
producción desiguales, así como la interrelación de naturaleza y sociedad
como aspectos profundamente dialécticos e indisociables (Goldfrank Goodman y Szasz, 1999). |
Fuente: Elaboración propia, 2023 a partir de Mateo y Da Silva (2013).
Con lo
anterior, se puede establecer que la noción de espacio como producto social
puede inscribirse en dos corrientes claras a saber: Desde la Eco-Sofía y el
materialismo histórico-dialéctico de corte crítico. En ellas se evidencian
elementos articuladores o conectores tanto en la definición de ambiente como en
la noción de espacio social. Ambas posturas se sustentan en la base de un
pensamiento sistémico. Su complementariedad se halla en elementos puntuales
como, por ejemplo, la visión crítica del mundo que se establece desde el
materialismo histórico y la posibilidad de métodos mixtos, lo cual invita a
trascender de la disciplina a los campos de la interdisciplina y
transdisciplinariedad.
En ambos
enunciados es pertinente pensar la idea de ambiente en la relación
sociedad-naturaleza. Entre las definiciones más destacadas de ambiente se
resaltan siete enfoques los cuales se resumen en el Cuadro 2, indicando su
respectiva noción sobre la idea es espacio.
Cuadro 2
Visiones de ambiente
y su respectiva noción de espacio
Enfoque |
Descripción |
Noción espacio |
Biología del medio ambiente |
Su raíz latina proviene de ambiens, que significa “lo que rodea”.
Esta postura asumida por la ecología clásica y la biología para nombrar el
entorno de un organismo (plantas, animales, microorganismos). El ambiente
representa condiciones e influencias externas que afectan la vida y evolución
de un organismo (elementos químicos, físicos, bióticos y abióticos) sin
considerar a los seres humanos en dicha concepción. |
Espacio absoluto; espacio
abstracto. Contenedor de objetos. |
Antropocéntrica |
Perspectiva clásica que incorpora
al ser humano como centro de la vida. Considera el conjunto de factores
bióticos (seres vivos sin contar los humanos) y abióticos (fisicoquímicos)
susceptibles de provocar efectos directos e indirectos sobre los humanos. El
ambiente como una totalidad fragmentaria. Se habla de una naturaleza sometida
y proveedora de “recursos naturales”. |
Espacio contenedor de objetos;
pensamiento racional; El Estado moderno asume en muchos casos esta postura. |
El ambiente como espacio
geográfico |
Define el ambiente a partir de
las relaciones sociales, políticas, económicas, ecológicas y culturales. Un
todo indivisible (relación compleja entre sociedad-naturaleza). Los elementos
de la vida intercambian materia, energía e información con sus diversos
componentes (visión ecosistémica). El ambiente se localiza, y responde a
escalas espaciales y temporales. En él, las relaciones de poder son
determinantes para entender las sinergias entre sociedad y naturaleza. |
Espacio socialmente construido,
integrador (relación sociedad naturaleza); Espacio y tiempo son inseparables. |
Medio ambiente como
representación social |
Lugar de relaciones naturales y
sociales donde la cultura tiene un papel importante en dicha relación. El
ambiente resulta de procesos mentales (subjetivo). Cada cultura define su
propia visión y noción de ambiente. El medio ambiente es por esencia, una
noción intuitiva con base existencial donde la cultura determina la idea que
se tenga de él. |
Espacio socialmente construido;
prima el subjetivismo; la experiencia; la percepción y la cultura. Precaución
con posturas radicales. |
Medio ambiente en la visión
ecológica humana |
Su noción central es la de un
medio total, formado por varios niveles como, por ejemplo: el medio personal,
los patrones de comportamiento humano y el nivel biofísico como soporte de
los niveles anteriores. Incorpora los ecosistemas en los cuales tienen
presencia los seres humanos. Se interesa por resolver las necesidades humanas
cayendo en perspectivas antropocéntricas. Tiene un fuerte componente del
positivismo lógico. |
Espacio racional, absoluto;
fragmentado; contenedor de objetos. Mirada dualista. |
El medio ambiente desde una
visión holística |
El ambiente como estructura total
formada por la interacción de cuatro subsistemas con características
geográficas: El micro (sistema a
escala de individuo) integrado por cuatro sub niveles 1) elementos físicos, 2)
abióticos, 3) las actividades humanas y 4), las relaciones interpersonales o roles
desempeñados; el meso sistema
representa la interrelación de los atributos antes mencionados; el exosistema se concibe como un
escenario donde los humanos no tienen inferencia, no obstante, todo lo que en
ellos ocurre afecta a los humanos. Generalmente, corresponde al conjunto de
mesosistemas interconectados que representan regiones o países; el macrosistema representa la cultura.
Ella incide directamente en el resto de los sistemas. Los seres humanos no
están separados de la naturaleza. |
El espacio sigue siendo
contenedor de las relaciones humanas. Sin embargo, la perspectiva
holística concibe a los seres humanos como parte indisociable de la
naturaleza. Elementos de Economía Política. |
Ambiente como Oikeios Trama socioecológica |
Relación asimétrica y dialéctica
“a través de la cual la organización humana evoluciona, se adapta y
transforma en la naturaleza (…) en dicha relación el capital y capitalismo
son producto y productores del Oikeios” (Moore, 2020, p. 23). Esta
perspectiva cuestiona la clásica idea dualista instaurada en el pensamiento
moderno sobre ambiente como una figura disyuntiva entre sociedad y
naturaleza. La Ecología Política como campo del saber emergente cuestiona el
papel de las políticas que materializan y producen espacios al servicio del
capital (Swyngedouw, 1999). |
Las relaciones sociales son
relaciones espaciales que se coproducen con la trama socioecológica. El
capitalismo produce espacios de acuerdo con sus necesidades (Moore, 2020). El
espacio juega un papel político clave en los modos de producción capitalista
(Lefebvre, 2013; Harvey, 2018; 2021). Interacción con Ecología Política. |
Fuente: Elaboración propia, 2023 a partir de Mateo y Da Silva (2013).
Con base en
lo anterior, se evidencia que el enfoque que concibe la espacialidad humana
como aspecto intrínseco de la producción de ambientes es la propuesta por Moore
(2020) bajo la idea de Oikeios. Lo anterior, propone pensar el espacio y
la espacialidad humana en el marco de los estudios ambientales como parte de la
contribución al denominado giro epistemológico de las ciencias ambientales para
enfrentar los paradigmas hegemónicos y sus crisis (Leff, 2018), y posicionar lo
espacial-ambiental como un tema central en la política de los movimientos
sociales en su lucha contra las políticas espaciales de los Estados nacionales
modernos.
Este
enfoque se ha ido incorporando a los estudios urbano-regionales y
metropolitanos interdisciplinares como propuesta académica que busca integrar
la noción política del espacio en las luchas socioambientales; un nuevo rol de
la Ecología Política del Espacio (Buitrago, 2016; Narváez, Vargas y Gasic, 2022; Aguirre,
Arroyo y Buitrago, 2023).
Esta mirada
teórica va más allá de la visión clásica de la Economía Política interesada en
conocer sobre conflictos de distribución ecológica (Martínez, 2021), o del
constructivismo radical, en el cual el ambiente y el espacio se asumen como
contenedores de cosas y procesos; es una forma de expresar dos posiciones: 1) El
papel de la espacialidad y el espacio como aspectos determinantes de los
denominados estudios ambientales; y, 2) de “explorar con nueva luz las
relaciones de poder que se entretejen entre los modos de vida de las personas y
el mundo cada vez más globalizado” (Leff, 2003, p. 18).
Conclusiones
Atendiendo
al objetivo general del artículo, se resaltan algunas reflexiones: Primero, se
evidencia teóricamente que la noción principal de espacio ha sido la propuesta
heredada del pensamiento cartesiano y newtoniano, que lo asume como espacio
absoluto y, por tanto, como un contenedor de objetos y formas, olvidando que lo
espacial es relativo y relacional (topológico); cada elemento y acción (agentes
sociales) transforma, estructura y reestructura el espacio y sus relaciones.
Aspecto necesario para entender las injusticias ambientales, los conflictos
espaciales y territoriales desde la dimensión de su espacialidad.
Esta manera
de pensamiento, como paradigma totalizador y hegemónico, ha representado la
base material del Estado Nacional moderno para llevar a cabo sus formas de
ordenamiento territorial ambiental; postura que asume la vida y sus atributos
como objetos que se pueden localizar y relocalizar ignorando las prácticas
espaciales de las comunidades y sus visiones. Dicho enfoque a se ha enmarcado
fácilmente en el paradigma científico y social que construyen el Statu Quo dominante
asumido para abordar temas de desarrollo económico, guerras económicas por
minerales, agua, fauna y flora, entre otros aspectos, que configuran la trama
socioecológica de la vida.
Segundo, no
siendo ajena la evolución y el contexto sociohistórico de la noción de ambiente
a contextos reduccionistas, mecanicistas y antropocéntricos, surgen
perspectivas otras que lo conciben desde enfoques integradores y complejos, los
cuales han logrado ser materializados como firmes propuestas a través de la
Ecología Política como un nuevo campo para la acción y la justicia espacial y
ambiental, en los cuales se incorporara en su lectura integradora la
espacialidad humana como noción clave para explicar las múltiples
transformaciones socioecológicas.
Si bien, lo
que se pretende no es caer en el reduccionismo de hablar de ambiente y espacio
geográfico como sinónimos. La intención de esta propuesta es propiciar
reflexiones epistemológicas y teóricas a partir de formas de pensamiento
próximas para interpretar la vida como un conjunto-proceso indisociable y
asumiendo una visión crítica frente a la espacialidad humana en la
configuración de los conflictos ambientales que atañen el siglo XXI.
Esta idea
exhorta al debate de resaltar el papel político de la dimensión espacial a
través del estudio de las desigualdades ambientales, gestadas en el marco de
los procesos de reproducción, acumulación y continuidad del sistema económico
capitalista. En tales procesos, las interacciones del capital son dinámicas y
de carácter tangible, localizado sobre la superficie terrestre (localizaciones,
lugares, entre otros) en los cuales el capital se mueve, produce y deslocaliza
en la medida que logra encontrar nuevos puntos-localizaciones de anclaje para
extraer las mayores ventajas económicas.
Este
aspecto se enmarca en los postulados del giro espacial y su incorporación en
los estudios ambientales mediante el surgimiento de nuevos postulados
conceptuales y teóricos de corte sociocrítico como representa el caso de la
Ecología Política, la cual busca comprender e identificar aquellos elementos
configuradores de injusticias espaciales y conflictos ambientales.
Tercero,
tanto en la visión del espacio como producto social y de estudios ambientales
como campo interdisciplinar, se logra evidenciar puntos de encuentro al evocar
la Ecología Política como elemento teórico articulador (especialmente mediante
nuevos conceptos como trama socioecológica, sistemas socioecológicos, entre
otros). Ambas posturas buscan entender el mundo y la vida a partir de las
complejas relaciones de sus partes con el todo que las constituye, resaltando
el rol que asumen los diversos agentes sociales y las asimetrías de poder en
los procesos de producción y reproducción de la naturaleza (la agencia humana
es clave para entender sus procesos).
De acuerdo
con esto, los significados de espacio y tiempo son fundamentales para entender
que en la espacialidad humana se puede leer la historia que se realiza en la
superficie terrestre. Tal espacialidad evoluciona, es dinámica
(creación-destrucción) y se realiza en una estructura mayor denominada como
entramado socioecológico, la cual, en el mundo moderno, tiene el poder de
transformar parcialmente la trama de la vida. Para comprender esto es necesario
indagar por las ideas que sostienen y defienden los agentes sociales acerca del
espacio y, por ende, la naturaleza.
Finalmente,
incorporar el debate del espacio socialmente producido a la ecología política
(con sus atributos políticos, económicos, culturales y ecológicos) se convierte
en una opción integradora para los estudios ambientales que se conciben a sí
mismos como campos emergentes frente a la actual crisis socioecológica del
siglo XXI.
Referencias
bibliográficas
Adorno, T. W. (2007). Dialéctica de la
ilustración: Fragmentos filosóficos. Ediciones Akal.
Aguirre, M. A., Arroyo, M. M.,
y Buitrago, O. (2023). Procesos de
urbanización y metropolización en América Latina: Algunos elementos para su
reflexión. Finisterra, LVIII(122),
117‑134. https://doi.org/10.18055/Finis28339
Aguirre, M. A., y Buitrago, O. (2019). Los
humedales como expresión de conflictos espaciales: El Cementerio y Ciénaga
Mateo, Bugalagrande, Colombia. Journal of Political Ecology, 26(1), 687-703. https://doi.org/10.2458/v26i1.23166
Alimonda, H., Toro, C., y Martín, F. (Coords.) (2017).
Ecología política latinoamericana: Pensamiento crítico, diferencia
latinoamericana y rearticulación epistémica. Universidad Autónoma
Metropolitana; CLACSO.
Ángel, A. (2015). La Fragilidad ambiental de
la cultura: Historia y medio ambiente. Editorial de la Universidad Nacional
de Colombia.
Bourdieu, P., y Passeron, J.-C. (1964). Les
hérities. Les étudiants et la culture. Les Éditions de Minuit.
Brenner, N. (2004). New state spaces:
Urban governance and the rescaling of Statehood. Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199270057.001.0001
Brenner, N. (2009).
What is critical urban theory? City, 13(2-3), 198-207. http://dx.doi.org/10.1080/13604810902996466
Brenner, N., y Schmid, C. (2015). Towards
a new epistemology of the urban? City, 19(2-3), 151-182. https://doi.org/10.1080/13604813.2015.1014712
Buitrago, O. (2016). Competitividad territorial capitalista
y despojo del agua en el área de influencia metropolitana de Cali (Colombia). Cuadernos
de Geografía: Revista Colombiana de Geografía, 25(2), 237-250. https://doi.org/10.15446/rcdg.v25n2.54719
Cárdenas, C. y Botero Flórez, C. (2009).
Leibniz, Mach y Einstein: Tres objeciones al espacio absoluto de Newton. Discusiones
Filosóficas, 10(15), 51-68. https://revistasojs.ucaldas.edu.co/index.php/discusionesfilosoficas/article/view/661
Castro, E. (2013). Integración y
democratización en América Latina y el Caribe: cuestiones de la ecología
política. Decursos. Revista en Ciencias Sociales, XV(27–28), 51-68.
Cauquelin, A. (2019). Aristóteles: Entre las
causas y las cosas. En T. Paqueot y C. Younés (Comps.), Espacio y lugar en
el pensamiento Occidental: De Platón a Nietzsche (pp. 67-76). UNR Editora.
Collingwood, R. G. (2006). Idea de la
naturaleza. Fondo de Cultura Económica.
De Sousa, B. (2009). Una epistemología del
sur: La reinvención del conocimiento y la emancipación social. Siglo XXI
Editores.
Delgado, O. (2003). Debates sobre el espacio
en la geografía contemporánea. Universidad Nacional de Colombia.
Dussel, E. (2014). 16 tesis de economía
política: Interpretación filosófica. Siglo XXI Editores.
Ekers, M., y Prudham,
S. (2017). The metabolism of
socioecological fixes: Capital switching, spatial fixes, and the production of
nature. Annals of the American Association
of Geographers, 107(6), 1370-1388.
https://doi.org/10.1080/24694452.2017.1309962
Escobar, A. (2007). La invención del tercer
mundo: Construcción y deconstrucción del desarrollo. Fundación Editorial el
Perro y la Rana.
Escobar, A. (2016). Sentir pensar con la tierra:
Las luchas territoriales y la dimensión ontológica de las epistemologías del
Sur. Revista de
Antropología Iberoamericana, 11(1), 11-32. https://aries.aibr.org/storage/antropologia/netesp/numeros/1101/110102.pdf
Finol, W., Hernández, O., y Ocando, M. (2019).
Consideraciones epistemológicas del saber ambiental. Revista de Ciencias Sociales (Ve), XXV(2), 204-216. https://produccioncientificaluz.org/index.php/rcs/article/view/27348
Foster, J. B. (1999). Marx’s theory of
metabolic rift: Classical foundations for environmental sociology. American Journal of Sociology, 105(2), 366-405.
https://doi.org/10.1086/210315
Foster, J. B. (2000). Marx’s ecology:
Materialism and nature. Monthly. Review.
Foucault, M. (1968). Las palabras y las cosas: Una arqueología de las ciencias humanas.
Siglo XXI Editores.
Garcia, M. I. (2006). Espacio y poder: El espacio en la reflexión de Michel Foucault.
Universidad Autónoma Metropolitana.
Glacken, C. J. (1996). Huellas en la playa
de Rodas: Naturaleza y cultura en el pensamiento occidental desde la antigüedad
hasta finales del siglo XVIII. Ediciones del Serbal.
Goldblatt, D. (1996). Social theory and
environment. Westview Press.
Goldfrank W. L., Goodman, D., y Szasz, A.
(Eds.) (1999). Ecology
and the World-System. Bloomsbury
Academic.
Goldman, M., y Schurman, R. A. (2000). Closing
the “great divide”: New social theory on society and nature. Annual Review
of Sociology, 26, 563-584. https://doi.org/10.1146/annurev.soc.26.1.563
Guillén, J., Calle, J., Gavidia, A. M., y Vélez, A. G. (2020).
Desarrollo Sostenible: Desde la mirada de preservación del medio ambiente
colombiano. Revista Ciencias Sociales
(Ve), XXVI(4), 293-307. https://doi.org/10.31876/rcs.v26i4.34664
Habermas, J. (1985). The theory of communicative action. Beacon Press.
Harvey, D. (1977). Urbanismo y
desigualdad social. Siglo XXI Editores.
Harvey, D. (1991). The condition
of postmodernity: An enquiry into the origins of cultural change. Wiley-Blackwell.
Harvey, D. (1994). The social construction of space and time: A
relational theory. Geographical Review of Japan, 67(2), 126-135. https://doi.org/10.4157/grj1984b.67.126
Harvey, D. (1997). Justice, nature & the geography of difference. Cambridge: Wiley-Blackwell.
Harvey, D. (1998). La condición de la
postmodernidad: Investigación sobre los orígenes del cambio cultural. Amorrortu
Editores.
Harvey, D. (2000). Spaces of hope. University of California Press.
Harvey, D. (2001). Spaces of capital: Towards a critical geography. Routledge.
Harvey, D. (2004). El “nuevo” imperialismo: Acumulación
por desposesión. Ediciones Akal.
Harvey, D. (2018). Senderos del mundo. Ediciones Akal.
Harvey, D. (2021). Espacios del capitalismo
global. Hacia una teoría del desarrollo geográfico desigual. Ediciones
Akal.
Huici, V. (2007). Espacio, tiempo sociedad: Variaciones sobre Durkheim, Halbwach,
Gurvitch, Foucault y Bourdieu. Ediciones Akal.
Kant, I. (2009). Crítica de la razón pura. Edición Bilingüe Alemán-español. Fondo de
Cultura Económica.
Lefebvre, H. (2013). La producción del espacio. Capitán Swing Libros, S.L.
Leff, E. (2003). La ecología política en América
Latina. Un campo en construcción. Sociedade
e Estado, 18(1/2), 17-40. https://doi.org/10.1590/S0102-69922003000100003
Leff, E. (2007). La complejidad ambiental: Del logos
científico al dialogo de saberes. En O. Sáenz (Comp.), Las ciencias ambientales: Una nueva área del conocimiento (pp.
39-47). Red Colombiana de Formación Ambiental (RCFA) – Colciencias.
Leff, E. (2012). Pensamiento ambiental
latinoamericano: Patrimonio de un saber para la sustentabilidad. Environmental Ethics, 34(S), 97-112. https://doi.org/10.5840/enviroethics201234Supplement58
Leff, E. (2018). Racionalidad Ambiental: La
reapropiación de la naturaleza. Siglo XXI Editores.
Lencioni, S. (2007).
Condições gerais de produção: um conceito a ser recuperado para a compreensão
das desigualdades de desenvolvimento regional. Scripta Nova: Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 11. https://revistes.ub.edu/index.php/ScriptaNova/article/view/1335
Lussault, M. (2015). El hombre espacial: La construcción social del espacio humano. Amorrotu
Editores.
Martínez, J. (2021). El ecologismo de los
pobres: Conflictos ambientales y lenguaje de valoración. Icaria Editorial.
Mateo, J. M., y Da
Silva, E. V. (2013). Educação ambiental e desenvolvimento sustentável: Problemática,
tendências e desafios. Edições UFC.
Montoya, J. W., y Pulido, N. M. (2018). La
geografía urbana y el estudio de la urbanización. En J. W. Montoya (ed.), Temas
y problemas de geografía humana: Una perspectiva contemporánea (pp. 25-26). Universidad Nacional de
Colombia. 405 pp.
Moore, J. W. (2020). El capitalismo en la
trama de la vida: Ecología y acumulación de capital. Traficante de Sueños.
Morin, E. (2001). El método: La naturaleza
de la naturaleza. Ediciones Cátedra.
Morin, E. (2004). Epistemología de la
complejidad. Gazeta de Antropología, (20), 2. http://www.gazeta-antropologia.es/?p=2841
Morrison, K. (2011). Marx, Durkheim y Weber:
Las bases del pensamiento social moderno. Editorial Popular S.A.
Naess, A. (1988). Deep ecology and ultimate premises. The Ecologist, 18(4/5), 128-131. https://www.resurgence.org/magazine/ecologist/issues1980-1989.html
Narváez, Á., Vargas, R.,
y Gasic, I. (Eds.) (2022). Capital y
dominación social. Hacia una crítica de la economía política del espacio. UAH Ediciones.
Newton, I. (1982). Principios matemáticos de la
filosofía natural.
Editora Nacional
Noguera, A. P. (2007). Emergencia de una
episteme-ético-estética-política que constituye un nuevo concepto de ciencia
desde el pensamiento ambiental complejo. En O. Sáenz (Comp.), Las ciencias ambientales: Una nueva área del
conocimiento (pp. 48-64). Red Colombiana de Formación Ambiental (RCFA) – Colciencias.
O'Connor, J. (1991). Las condiciones de
producción. Por un marxismo ecológico, una introducción teórica. Ecología Política,
(1), 113-130.
O'Connor, J. (1993).
Capitalismo e meio ambiente. Revista Novos Rumos, (21), 40-43. https://doi.org/10.36311/0102-5864.8.v0n21.2211
O'Connor, J. (1997). ¿Qué es la historia
ecológica?, ¿por qué la historia ecológica? Ecología Política, (14), 115-130.
Perea, A. J. (2013). La cuestión del espacio
en la filosofía de Michel Foucault. Editorial Pontificia Universidad Javeriana
de Bogotá.
Porto, C. W.
(2001). Geo-grafías: Movimientos
sociales, nuevas territorialidades y sustentabilidad. Siglo XXI Editores.
Redclift, M., y Benton,
T. (Eds.) (1994). Social theory and the global environment. Routledge.
Saito, K. (2022). La naturaliza contra el
capital: El ecosocialismo de Carl Marx. Bellaterra Editores.
Santos, M. (1996a). Metamorfosis del espacio
habitado. Oikos-Tau.
Santos, M. (1996b). De la totalidad al lugar.
Oikos-Tau.
Santos, M. (1997a).
Espaço e método. Nobel.
Santos, M. (1997b). Técnica
espaço tempo: Globalização e meio técnico-científico informacional. Editora Hucitec.
Santos, M. (2000). La naturaleza del espacio:
Técnica y tiempo. Razón y emoción. Editorial Ariel S. A.
Smith, N. (2004). Space and substance in
geography. En P. Cloke, P. Crang y M. Goodwin (Eds.), Envisioning human geographies (pp.
11-29). Routledge.
https://doi.org/10.4324/9780203784495
Smith, N. (2020). Desenvolvimiento desigual: Naturaleza, capital y la producción del
espacio. Traficantes de Sueños.
Soja, E. W. (2008). Postmetrópolis: Estudios
críticos sobre las ciudades y las regiones. Traficantes de Sueños.
Soja, E. W. (2014). En busca de la justicia
espacial. Tirant Humanidades.
Swyngedouw, E. (1997). Power, nature, and
the city: The conquest of water and the political ecology of urbanization in
Guayaquil, Ecuador: 1880-1990. Environment
and Planning A: Economics and Space,
29(2), 311-332. https://doi.org/10.1068/a290311
Swyngedouw, E. (1999). Modernity and
hybridity: Nature, regeneracionismo,
and the production of the Spanish waterscape, 1890-1930. Annals of the Association of American Geographers, 89(3), 443-465. http://dx.doi.org/10.1111/0004-5608.00157
Swyngedouw, E. (2004). Social power and
the urbanization of water: Flows of power. Oxford University Press.
Swyngedouw, E. (2009). The political
economy and political ecology of the hydro-social cycle. Journal of
Contemporary Water Research & Education, 142(1) 56-60. http://dx.doi.org/10.1111/j.1936-704x.2009.00054.x
Topalov, C. (1979). La urbanización capitalista: Algunos elementos para su análisis. Edicol.
Villar, R. A. (2017). La ecología política urbana: veinte años de
crítica, autocrítica y ampliación de las fronteras en el estudio del
metabolismo urbano. Documents d´Analisi
Geográfica, 63(1) 173-204. https://doi.org/10.5565/rev/dag.325
* El artículo presenta
parte de los resultados de la investigación doctoral denominada
“Metropolización de Cali: ¿epílogo de los modos de vida rural?” que desarrolla
el autor 1, en el marco del Doctorado en Ciencias Ambientales de la Universidad
del Valle, Cali, Colombia, bajo la orientación del autor 2.
** Candidato a Doctor en Ciencias
Ambientales en la Universidad del Valle, Cali, Colombia. Profesor Asistente en la
Universidad del Valle, Cali, Colombia. E-mail: marco.aguirre@correounivalle.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5198-1748
*** Doctor en Geografía. Profesor Titular del Departamento de
Geografía en la Universidad del Valle, Cali, Colombia. E-mail: oscar.buitrago@correounivalle.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1726-9888
Recibido: 2023-09-19 · Aceptado:
2023-12-07