Exclusión social, inclusión política y autoestima de jóvenes en pobreza, Monterrey, México

 

Castro Saucedo, Laura Karina*

García Cadena, Cirilo H.**

López Estrada, Raúl Eduardo***

 

Resumen

 

Este estudio aborda la exclusión social juvenil como un proceso social de ruptura de un individuo o grupo en relación a sus posibilidades laborales, económicas, políticas y culturales, es decir, una ruptura del lazo con la sociedad. El objetivo consiste en analizar los procesos de exclusión laboral, exclusión del lazo social y su relación con la inclusión política y autoestima, mediante una investigación cuantitativa, transversal, correlacional-causal, ex post facto. Participaron 422 jóvenes hombres, de 15 a 26 años, de un polígono de pobreza en Monterrey, México. Se usó modelamiento de ecuaciones estructurales para determinar la relación entre las variables vinculadas con la exclusión social percibida. Se obtuvo como resultado un modelo explicativo (CFI=.92, TLI= .90, RMSEA=.044), por medio del AMOS versión 21. En la primera, las variables de inclusión política (β=-.634) y autoestima (β= -.317), como elementos social e individual, influyen en la percepción de una exclusión laboral juvenil. Por otro lado, esta exclusión laboral juvenil (β=.814) está directamente relacionada con la exclusión del lazo social percibida. En conclusión, la exclusión social juvenil en sus dimensiones laboral y de lazo social, está determinada por la percepción de una inclusión política juvenil y de la autoestima de éstos jóvenes.

 

Palabras clave: Exclusión social; jóvenes; exclusión laboral; exclusión política; autoestima.

 

 

Social Exclusion, political inclusion and self-esteem of young people in poverty, Monterrey, Mexico

 

Abstract

 

This study addresses youth social exclusion as a social process of rupture of an individual or group in relation to their labor, economic, political and cultural possibilities, that is, a rupture of the relationship with society. The objective is to analyze the processes of labor exclusion, exclusion of the social relationship and its relationship with political inclusion and self-esteem, through a quantitative, transversal, correlational-causal investigation, ex post facto. 422 young men, aged 15 to 26, from a poverty estate in Monterrey, Mexico participated. Structural equation modeling was used to determine the relationship between the variables linked to perceived social exclusion. An explanatory model (CFI = .92, TLI = .90, RMSEA = .044) was obtained as a result, through AMOS version 21. In the first, the variables of political inclusion (β = -. 634) and self-esteem ( β = -.317), as social and individual elements, influence the perception of a youth labor exclusion. On the other hand, this youth labor exclusion (β = .814) is directly related to the exclusion of the perceived social bond. In conclusion, youth social exclusion in their labor and social ties dimensions is determined by the perception of youth political inclusion and the self-esteem of these young people.

 

Keywords: Social exclusion; youth; labor exclusion; political exclusion, self-esteem.

 

 

Introducción

En la actualidad es necesario hablar de un enfoque de exclusión social que distinga diversos procesos de acumulación de desventajas sociales, económicas, políticas, que debilitan la relación individuo-sociedad, provocando problemas relacionales, de ruptura del lazo social. Esta última no es simplemente una ruptura económica, sino también de legitimidad y aceptación social, de redes sociales, de solidaridad, de bienestar psicológico, autoestima, y beneficios sociales (Saraví, 2009; Castro y Cano, 2013; Lázaro, 2014; Liu y Zhang, 2016; Castro, 2018). Castro y Cano, (2013), señalan que se debe inferir que la exclusión social es poliédrica, y los elementos que la determinan están en función de circunstancias educativas, sociales, políticas y económicas.

Por otro lado, la noción de exclusión social es utilizada para definir a cualquier grupo de la sociedad que experimente alguna forma de privación, donde el elemento básico según Andrade (2013), es la falta de integración y participación en las áreas: Política, económica y social, entendiendo por la primera, lo relacionado con la ciudadanía formal y la participación ciudadana; la segunda, lo concerniente al empleo y la protección social; y la tercera, refiere el acceso al capital social.

Ligado a lo anterior, algunos autores destacan el vínculo entre la inclusión social y las relaciones en estos ámbitos, como esenciales para una buena salud física, social-cultural y psicológica (López-Rubio, Fernández-Parra, Vives-Montero y Rodríguez-García, 2012; Liwski, 2012; Fernández-Angulo, Quintanilla y Giménez-Dasi, 2016). En esta misma dirección, otras investigaciones señalan que la exclusión se plasma en trayectorias individuales en las que se acumulan y refuerzan privaciones y rupturas, acompañadas de mecanismos de rechazo, que en muchos casos son comunes a grupos de personas que comparten cierta característica de género, étnica, religiosa, educativa, entre otros; es decir, los individuos que son diferentes a otros corren mayor riesgo de exclusión (Plenty y Jonsson, 2016).

 

1. Exclusión social y exclusión laboral juvenil

 

La etapa de la juventud resulta determinante para comprender las condiciones de exclusión social, en esta, inicia la acumulación de capacidades y relaciones sociales para el mundo laboral, se accede a decisiones autónomas, como ciudadanos legítimos al cumplir la mayoría de edad. Un factor importante en este proceso es que la juventud ostenta más años de escolaridad formal que las generaciones precedentes, pero duplica o triplica el índice de desempleo respecto de aquéllas. Están más excluidos de los espacios en que el capital humano se ejerce, a saber, el mundo laboral y la fuente de ingresos para el bienestar propio (Hopenhayn, 2008).

Román y Navarrete (2017), compararon la situación de exclusión de la escuela y del trabajo, de jóvenes de dos cohortes generacionales, encontraron que la influencia de diversas variables en la condición de no estudiar y no trabajar enfatiza que los aspectos personales no son los únicos que intervienen, sino que hay cuestiones familiares y elementos macro estructurales. En la cohorte más reciente (año 2015), aún los escolarizados se insertan en las filas de los que no estudian y no trabajan, y cada vez los rasgos de cobijo familiar pesan menos en la entrada a esta situación.

El desempleo como una de las circunstancias que aquejan a la población juvenil, aunado al trabajo informal y precario, son dos condiciones en las que la violación o incumplimiento de los derechos impactan de manera sistemática a las sociedades actuales, en este sentido, la falta de acceso a oportunidades de trabajo decente, genera frustración y desaliento entre los jóvenes (Organización Internacional del Trabajo [OIT], 2013).

Por otro lado, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2015) alude que los jóvenes son estigmatizados por la referencia con la condición de violencia juvenil, lo cual genera una fractura en la solidaridad e incrementa el sentido de exclusión de este grupo social. Palacios, Flores y Fonseca (2016), agregan que son estos mismos contextos violentos, pobres, marginales, los que impulsan el incremento de la participación de los jóvenes en organizaciones criminales, esto instaura la necesidad de incrementar el gasto social en el sector de jóvenes, incrementar su inclusión en el sector educativo, laboral, de salud, cultura, a las TIC y en la participación política. Exclusión social juvenil

Escarbajal e Izquierdo (2013), han encontrado en sus estudios la existencia de percepciones frecuentes provocadas por el desempleo, condicionantes que conforman una determinada actitud hacia la toma de decisiones, obstaculizándolas y dificultando la inclusión sociolaboral. En esa misma línea, algunos estudios señalan que los jóvenes desempleados con alto riesgo de exclusión social, presentan frecuentes trastornos psicosociales, una baja autoestima, así como un cierto bloqueo de sus expectativas de futuro. Estos jóvenes sienten la falta de una mayor valoración de su persona por parte de su entorno social, y a menudo piensan que estarían mejor si tuvieran un empleo o habilidades sociales para conseguirlo (Espulga, Baltiérrez y Lemkow, 2004; Saravi, 2009; Palomar y Victorio, 2016).

Al respecto, Chávez y Peralta (2019) sostienen que los jóvenes “requieren un nivel de autoestima suficiente, que les brinde la seguridad y confianza en la adquisición de competencias, puesto que la valoración que hacen de ellas influye intensamente en el desempeño de sus actividades” (p.386), ayudándoles a insertarse favorablemente en el mercado laboral.

De igual manera, diversas investigaciones desde la teoría del sociómetro, señalan que la autoestima como componente individual, sirve como un barómetro de la medida en que los individuos son socialmente incluidos o excluidos, desde la comprensión de que la mirada de sí mismo está inmersa, de la mirada de los otros sobre mí (Zhang, y Cao, 2011). Según Leary y Baumeister (2000), este rasgo de autoestima está relacionado con experiencias pasadas de ser rechazado o incluido, y también está asociado con el potencial de inclusión social de las personas, de acuerdo con sus diversos rasgos socialmente deseables, incluidos la atracción e inteligencia (Onoda, et al., 2010).

En un estudio realizado por Gokmen (2019), en el que comparó el papel de mediación de la resiliencia y la autoestima, en la relación entre exclusión social y satisfacción con la vida en adolescentes de secundaria, encontró que la exclusión social, predijo directamente la resiliencia y la autoestima, así como intuyó la satisfacción con la vida, por la mediación de las variables antes descritas.

El modelo teórico propuesto en este estudio determina que los jóvenes de las áreas urbanas, en su fase de entrada a situaciones de exclusión social comienzan a enfrentarse a: 1. Sentimientos de baja autoestima, de desesperanza por el futuro; 2. La falta de redes sociales generada por la desconfianza institucional y familiar; 3. La no participación en la sociedad; 4. Situaciones de desempleo de larga duración o precariedad laboral; y 5. La falta de acceso a la educación o el ausentismo escolar (ver Figura I).  

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Fuente: Elaboración propia, 2019.

Figura I: Modelo procesual de la exclusión social juvenil

En este sentido, se establece una acumulación de desigualdades que provoca dificultad para perpetuar la inclusión social (Castro, 2018). Ante toda esta problemática esbozada, el objetivo de este estudio fue analizar los procesos de exclusión social juvenil desde el ámbito laboral y de lazo social, en jóvenes bajo condición de pobreza, y su relación con la autoestima y la inclusión política, en Monterrey, Nuevo León, México.

En este sentido, de acuerdo a la revisión teórica y empírica realizada, aquí se elaboran dos hipótesis de investigación: la H1 establece que “La exclusión laboral juvenil genera exclusión del lazo social en jóvenes bajo condición de pobreza, de 15 a 26 años, de Monterrey, Nuevo León, México”, y la H2 “La percepción de inclusión política y la autoestima juvenil se relacionan con la percepción de exclusión laboral en jóvenes bajo condición de pobreza, de 15 a 26 años, de Monterrey, Nuevo León México”.

 

2. Metodología

La presente es una investigación cuantitativa, transversal, correlacional-causal, ex post facto. En la misma participaron 422 hombres jóvenes de entre los 15 a los 26 años de edad, distribuidos en cuatro grupos poblacionales: 122 jóvenes que solo estudian, 104 jóvenes que solo trabajan, 142 jóvenes que no estudian y no trabajan, y 54 jóvenes que estudian y trabajan. El escenario general del presente estudio estuvo determinado por uno de los mapas de pobreza identificados en la población del área metropolitana de Monterrey, México.

La mayoría de los jóvenes eran solteros (89,8%), sin embargo 22 jóvenes eran casados (5,2%) y otros 20 jóvenes vivían en unión libre (4,8%), e incluso se encontró un joven que se encontraba en un proceso de separación de su pareja. Los jóvenes contaban principalmente con una escolaridad a nivel de secundaria o educación media (37,8%), seguidos de los que referían una educación preparatoria (34,9%), mientras que una proporción menor de participantes continuaban sus estudios universitarios, menos de uno de cada diez, del total de la muestra. Sin embargo, es significativo que 21 jóvenes de los 422, disponían solo de educación primaria.

Para la aplicación del instrumento se utilizó un muestreo probabilístico simple al azar, la referencia fue el número de manzanas o cuadras de casas, donde de cada manzana seleccionada fue elegida al azar una vivienda. Asimismo, los instrumentos que se utilizaron fueron los siguientes:

a. Escala de exclusión social juvenil (Castro, 2018): De esta escala general se tomó la subescala de exclusión de lazo social y la de exclusión laboral juvenil (comunidad y sociedad). Este instrumento está conformado por cinco subescalas: 1) exclusión labora (17 ítems); 2) exclusión de acceso a la educación (12 ítems); 3) exclusión del lazo social (15 ítems); 4) exclusión familiar (12 ítems); y 5) exclusión política o de la participación social (12 ítems). Por otra parte, la exclusión política fue medida en términos de inclusión, por lo cual se separó de estas subescalas.

Se calcularon la validez y confiabilidad por primera vez en el presente estudio, las cuales resultaron ser adecuadas y en el modelo final se conservaron: 4 ítems de la exclusión del lazo social: 1. Te toman en cuenta en tu colonia; 2. Los jóvenes como tú son valorados por los demás; 3. En tu colonia o comunidad se apoya los jóvenes; 4. Confías en los vecinos de tu colonia; asimismo, 4 ítems de la escala de exclusión laboral: 1. Los jóvenes como tú consiguen trabajo fácilmente; 2. Sientes que los jóvenes como tú tienen posibilidad para conseguir un buen empleo; 3. Crees que los sueldos para los jóvenes como tú son justos y adecuados; 4. Crees que los jóvenes como tú trabajan en algo que les gusta.

b. Escala de autoestima: Se usó la escala de autoestima de Rosenberg (1965), la cual tiene niveles de validez y confiabilidad aceptables y se trata de uno de los instrumentos más usados para la medición global de la autoestima como rasgo de personalidad. Fue desarrollada por el precitado autor, para la evaluación de la autoestima en adolescentes. Está elaborada por 10 ítems cuyos contenidos abordan sentimientos de respeto y aceptación de sí mismo/a. La mitad de los ítems están enunciados positivamente y la otra mitad negativamente. Se usa como escala tipo Likert, donde los ítems se responden en una escala de cuatro puntos (1 = Muy de acuerdo, 2 = De acuerdo, 3 = En desacuerdo, 4 = Totalmente en desacuerdo).

Diversos estudios han mostrado sus adecuadas características psicométricas (Rosenberg, 1965; Shahani, Dipboye y Phillips, 1990; Curbow y Somerfield, 1991;  Roberts y Monroe, 1992; Hagborg, 1993). La escala de autoestima de Rosenberg fue traducida del inglés al español y evaluada por 7 jueces expertos, considerando una concordancia mínima de 5 de ellos (71%) de acuerdo a tres criterios: a) equivalencia del sentido e intencionalidad de las afirmaciones, b) lenguaje adecuado al contexto chileno, y c) revisión de aspectos formales del instrumento (Rojas-Barahona, Zergers y Förster, 2009). Asimismo, fue adaptada al lenguaje juvenil para tener una mejor representación de sus percepciones.

c. Escala de Inclusión política: se utilizó la escala de eficacia política (García y Hernández, 2006), la cual ha obtenido buen nivel de validez y confiabilidad, según señalan los autores que la diseñaron (varianza explicada = 56,24% y una confiabilidad de .72, en una muestra de 1.128 casos). Sus ítems incluyen percepciones sobre si los gobernantes toman en cuenta a los ciudadanos para ejercer su labor o si los consideran en la toma de decisiones.

De la misma forma, se realizó un ejercicio para explorar los factores contextuales más importantes, en la determinación de la probabilidad de que los jóvenes percibieran ser excluidos. Se procesó la información por medio del paquete estadístico para las ciencias sociales (SPSS, versión 21), y mediante el programa AMOS (versión 21), se determinó la validez de los constructos. Finalmente, se falsó mediante modelamiento de ecuaciones estructurales, un modelo explicativo.

El modelamiento de ecuaciones estructurales, es una metodología estadística que toma una confirmación aproximada al análisis de la estructura teórica de algún fenómeno. Este término involucra dos importantes aspectos en el procedimiento: Que los procesos causales implicados en el estudio, son representados por una serie de ecuaciones estructurales (regresión) y, que esas relaciones estructurales pueden ser modeladas para clarificar la conceptualización de la teoría del estudio (Byrne, 2012).

 

3. Resultados y discusión

El modelo explicativo de la exclusión social fue falsado como ya se mencionó, por medio de la técnica de modelamiento de ecuaciones estructurales. Además, Esta teoría representa procesos causales que generan observaciones en múltiples elementos. Si la bondad de ajuste del modelo es plausible para postular las relaciones entre las variables, entonces el modelo articulado es aceptado provisionalmente sin detrimento de otras posibles explicaciones alternativas, pero si la bondad del modelo es inadecuada, las relaciones entre las variables determinadas son rechazadas definitivamente (Byrne, 2001).

Se usó el método de estimación probabilidad máxima, dado que los datos del modelo de medición mantenían una distribución normal, siguiendo lo que muestran en sus estudios Samper-García, Mesurado, Richaud, y Llorca (2016), y fungiendo como variables independientes la autoestima y la inclusión política. Posteriormente, al cargar el modelo, logró ajustarse a la realidad de acuerdo con Cohen (1988) con un valor de varianza explicada del 56% (tamaño del efecto grande), para la exclusión laboral percibida y de 66% (tamaño del efecto grande), para la exclusión del lazo social percibida.  

En la Figura II, se observan las variables independientes y su relación con las dos variables dependientes, así como los coeficientes de regresión estandarizados. No se incluyen los términos de error y sus relaciones para conseguir una mayor claridad en su lectura. Los ítems fueron nombrados con abreviaturas de las iniciales de las variables a las que pertenecían, cada uno con su respectivo término de error; las relaciones establecidas entre cada una de las variables independientes, identificadas por el modelo; y las variables dependientes: Exclusión laboral juvenil percibida, y exclusión del lazo social, donde se pueden observar los estimados de los coeficientes de regresión estandarizados entre esas relaciones, que establecen el cambio que se produce en las variables dependientes por cada unidad de variación de las variables explicativas de autoestima y la inclusión política percibida por los jóvenes.

Nota: Modelo de análisis factorial confirmatorio de dos variables dependientes y un método de correlación. Estimación de los parámetros de máxima verosimilitud completamente estandarizados. Los componentes de varianza residual (varianza de error) indican la cantidad de varianza no explicada. De este modo por cada variable observada se registra (1 - varianza error) dos variables dependientes: Exclusión Laboral (D1) y Exclusión de Lazo Social  (D2) y dos independientes: Autoestima e Inclusión política. Dentro de la figura expresan la relación de la variable dependiente 1 (D1) con la variable dependiente 2 (D2) en función del valor de las betas el cual se refleja en las diferentes relaciones de una variable a otra. Exclusión social=Exclusión del lazo social

 

Fuente: Elaboración propia, 2019.

Figura II. Modelo explicativo de la exclusión social juvenil

Para evaluar el ajuste total del modelo probado a los datos, se examinó la prueba Chi Cuadrada, como indicador global, y otros indicadores específicos propuestos por el análisis, tales como el Índice de Ajuste Comparativo (CFI), el Índice Tucker-Lewis, (TLI), así como la Raíz Cuadrada Promedio del Error de Aproximación (RMSEA). De acuerdo a los criterios sugeridos por Hu y Bentler (1998), y Byrne (2001), un buen ajuste del modelo se obtiene cuando los valores del CFI y del TLI son mayores o igual al .90 (Tucker y Lewis, 1973; Bentler y Bonett, 1980; Hu y Bentler, 1999; Jackson, et al., 2009).

En cuanto a la RMSEA, la cual indica la mala discrepancia entre las covariaciones observadas y las implicadas por el modelo, debido a los grados de libertad, un valor de .05 o más bajo indica que existe un buen ajuste y los valores hasta .08 indican un ajuste aceptable (Browne y Cudeck, 1993). Dentro de los índices de comparación revisados, se puede observar en la Tabla 1, que el CFI y el TLI obtuvieron un resultado mayor a .90 (>.90), por lo que se puede establecer que el modelo es adecuado y tiene una bondad de ajuste adecuada. El RMSEA de .044 obtenido indica un buen ajuste del modelo. 

Tabla 1

Modelo explicativo de la exclusión del lazo social juvenil

Modelo 1

CRE

S.E.

Sig.

gl

CFI

TLI

RMSEA

Exclusión Laboral

.814

.111

.000

148

.920

.90

.044

Autoestima

-.317

.097

 

 

 

 

 

Inclusión Política

-.634

.086

 

 

 

 

 

Nota: CRE= Coeficientes de Regresión Estandarizados; CE Desviación estándar; gl= Grados de Libertad; CFI= Índice Comparativo de Ajuste; TLI= Índice Tucker Lewis; RMSEA= Raíz cuadrada promedio del error de Aproximación.

 

Fuente: Elaboración propia, 2019.

Dentro de la Figura II, también se pueden observar los coeficientes de regresión estandarizados y los niveles de significancia obtenidos de cada variable en relación a la exclusión del lazo social percibida y la exclusión laboral juvenil percibida. A partir de esta información es posible interpretar que existe una relación significativa entre la percepción de la autoestima percibida y la exclusión laboral Juvenil percibida (p<=.05), con una dirección negativa determinada por su coeficiente de regresión estandarizado de -.32.

Se puede explicar entonces que a menor percepción de la autoestima en los jóvenes, mayor será la exclusión laboral que los jóvenes perciben en su entorno; por el otro lado, a mayor percepción de autoestima o valoración individual, menor será la percepción de una exclusión laboral juvenil en su entorno. Otro de los elementos del modelo, fue la percepción de la inclusión política juvenil y su relación con la percepción de la exclusión laboral. El nivel de relación fue de β = -.63, por lo que se puede interpretar una relación fuerte entre la percepción de los jóvenes de ser incluidos políticamente y el nivel de exclusión laboral juvenil que perciben; sin embargo, es una relación negativa como lo indica el coeficiente de regresión estandarizado de esta variable, el cual fue mayor que la variable anterior (-.63) lo que establece una influencia mayor sobre la exclusión laboral juvenil dentro del modelo de la inclusión política.  

La explicación de esta relación establece, que entre más inclusión política perciben los jóvenes por parte de la sociedad, menor será la exclusión laboral que perciben del sistema de trabajo; por el otro lado, entre menor sea la percepción de una inclusión política, mayor será la exclusión laboral percibida por el sistema, es decir, existe una relación directa y negativa entre el sentirse incluidos políticamente y sentirse incluidos laboralmente. El vínculo entre el nivel individual, representado por la autoestima juvenil, y el nivel social, simbolizado por la inclusión política percibida, es otra de las relaciones que establece el modelo, encontrándose una  r = .15, la cual indica, en primer término, la independencia de los constructos.

Por tanto, se puede decir que realmente se está midiendo algo distinto con cada uno de ellos. La conjunción posterior de estos dos elementos (autoestima e inclusión política juvenil), vinculados con la exclusión laboral percibida por parte de los jóvenes, como se explicó en los párrafos anteriores, además está anidada en el desarrollo de una percepción de exclusión de lazo social, con una elevada fuerza de relación (β =.81), donde a mayor exclusión laboral percibida, mayor será la exclusión de lazo social percibida por parte de la población juvenil en condición de pobreza.  

Entre los hallazgos, sobresale el efecto de la exclusión laboral juvenil sobre la exclusión del lazo social juvenil (β =.81). También se destaca la influencia conjunta de una variable individual (autoestima) y una variable social (inclusión política), sobre la exclusión laboral de los jóvenes. Los resultados de este estudio coinciden con las posturas de diversas investigaciones, en relación al impacto de variables individuales y sociales, en la constitución de la exclusión social juvenil (López-Rubio, et al., 2012; Liwski, 2012; Fernández-Angulo, et al., 2016).

Las hipótesis: H1 “La exclusión laboral juvenil genera exclusión del lazo social en jóvenes bajo condición de pobreza, de 15 a 26 años, de Monterrey, Nuevo León, México” y H2 “La percepción de inclusión política y la autoestima juvenil está relacionada con la percepción de exclusión laboral en jóvenes bajo condición de pobreza, de 15 a 26 años, de Monterrey, Nuevo León México”, recibieron apoyo de los datos, porque para la primera (H1) se encuentra una β = .81 y una = 66% (tamaño del efecto grande; Cohen, 1988) y para la segunda (H2), βs = -.63 y -.32, respectivamente, con una = 56% (tamaño del efecto grande; Cohen, 1988). Se podría decir, a partir de la evidencia mostrada aquí, que la percepción de inclusión política y la autoestima juvenil están influyendo en la percepción de exclusión laboral de jóvenes en condición de pobreza, las cuales en conjunto, están generando percepción de exclusión del lazo social.

En el mismo sentido, si un joven en contextos de pobreza desarrolla una percepción de exclusión laboral, ello repercutirá negativamente en el desarrollo de su percepción de exclusión del lazo social. Al recibir apoyo empírico la hipótesis 1, la exclusión en el lazo social, representaría el último eslabón en la cadena de la exclusión, donde la exclusión política ligada a sentimientos de poca valía, están incrementando un riesgo alto de exclusión social, en un primer nivel de tipo laboral y en un segundo nivel en el lazo social.

Este riesgo en la ruptura de lazo social es coincidente con la desligadura del lazo social de la que hablan algunos autores. Por lo tanto, estos hallazgos son coincidentes en algunos de sus elementos con Leary y Baumeister (2000); Espulga, et al. (2004); Castro y Cano (2013); Escarbajal e Izquierdo (2013); Lázaro (2014); Liu y Zhang (2016); Palomar y Victorio (2016); Román y Navarrete (2017); Castro, (2018); y Gokmen (2019).

En este último paso se estaría hablando de la fase de la deriva, de lo que queda al margen de lo social, es decir el riesgo total e inminente que provoca esta exclusión. El estado emocional identificado desde la autovalía o autoestima, se articula como un calibrador del grado de percepción de exclusión social (Espulga, et al., 2004) en el mismo nivel que el ser incluido políticamente como actor participante (Leary y Baumeister, 2000; Liu y Zhang, 2016).

 

Conclusiones.       

En conclusión, el impacto de la autoestima y la inclusión política sobre la exclusión laboral y posteriormente sobre la exclusión del lazo social juvenil, determina los principales motores de la exclusión social de jóvenes en pobreza. La exclusión en la participación política, la baja autoestima juvenil, las percepciones hacia el desempleo y la precariedad laboral así como las dificultades para ingresar al mercado de trabajo determinan la ruptura del lazo juvenil con la sociedad.

Es primordial reconocer a los jóvenes como un conjunto de sujetos, actores y protagonistas, fortalecer el desarrollo de sus capacidades y de los mecanismos de protección y promoción, a partir de sus propuestas y participación activa coincidente con lo que señala Hopenhayn (2015). En este sentido, a partir de los hallazgos es relevante enfatizar, que la inclusión social juvenil supone plantear mucho más que estrategias laborales de incorporación de los jóvenes, sino que es necesario atender necesidades individuales, de valía personal, y sociales, de inclusión ciudadana.

Las transformaciones estructurales en los mercados de trabajo y, en particular sus efectos de desempleo y precarización, representan los disparadores de un proceso de acumulación de desventajas, que conducen a un estadio final de desafiliación respecto a la sociedad. La marginación de los jóvenes en la toma de decisiones gubernamentales, legislativas o de los representantes políticos, genera una percepción de no ser tomados en cuenta, la cual restringe su sentido de ciudadanía y de inclusión política, así como sus niveles de reconocimiento público, pero también esta exclusión política se vincula con componentes individuales de autoestima, y complejiza el entramado al desarrollar una percepción de que no se es incluido ni en lo laboral, ni en lo social.

Finalmente, se muestra una necesidad de estrategias de activación social de la juventud, desde un ámbito sociolaboral que impulse componentes individuales de estima personal, de reconocimiento social y de ingreso económico.

 

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* PhD. Doctora en Filosofía con orientación en Políticas Sociales.  Profesora de Tiempo Completo de la Universidad Autónoma de Coahuila, México. E-mail: karinacastros@gmail.com ORCID: http://orcid.org/0000-0002-3658-6301

 

** PhD. Profesor Tiempo Completo de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México E-mail: ciriloenator@gmail.com ORCID: http://orcid.org/0000-0001-6066-7745

 

*** Postdoctorado en Antropología. Profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León Email: raul.lopezes@uanl.edu.mx

 

Recibido: 2019-09-10                · Aceptado: 2019-12-14