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QUÓRUM ACADÉMICO

Vol. 17 Nº 2, Julio-Diciembre 2020. Pp. 132-134 Universidad del Zulia - ISSN 1690-7582


Paolo Fabbri: genio y "amigo de los signos" (1939- 2020)


El mundo de la comunicación ha visto apagarse, una vez más, otra de las luminarias que aún irradiaban el campo del conocimiento semiótico con- temporáneo:. Paolo Fabbri despegó hacia la eternidad el martes, 2 de junio de 2020, a la edad de 80 años.


Nació de Rimini, Italia, en 1939. Estudió arquitectura en Florencia y París y, posteriormente, se acercó al mundo de la comunicación y la semió- tica. Considerado como el "amigo de los signos", fue inmortalizado por otro genio de la comunicación, Umberto Eco, en su obra "El nombre de la rosa" bajo el personaje de Paolo da Rimini.


Su trayectoria fue reconocida por las grandes mentes de la comunicación contemporánea y deja para este campo importantes obras que destacan den- tro del patrimonio semiótico italiano, lo que le valió, en vida, la admiración y respeto por parte de figuras como Eco o Segre.


La gran pasión de este catedrático fue la ciencia de los signos surgida de la lingüística Saussureana y dedicó su carrera académica al estudio y desmantelamiento de los discursos en los medios, aunque también enfocó buena parte de sus aportaciones a la semiótica del arte.


Su talento lo acerco a grandes figuras como Félix Guattari, Gilles De- leuze, Roland Barthes, Lucien Goldmann y Algirdas Julien Greimas. Ese mismo talento lo llevaría a ser catedrático en universidades europeas y de todo el continente americano.


También fue co-fundador del Centro Internacional de Semiótica y Lin- güística, una de las primeras escuelas europeas de semiótica. Así mismo, llego a ser presidente de la Fundación Federico Fellini y representante de Italia en la Asociación Internacional de Estudios Semióticos (IASS)



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In Memoriam

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Este intelectual manejó, durante años, una enseñanza oral de sus postula- dos, ya que su espíritu contracorriente lo llevaba a alardear de que no había escrito ni un solo libro, cuando sus colegas y amigos, como Umberto Eco, eran cotizados por sus publicaciones.


Con el tiempo, se animó a publicar su primer libro, en 1995, titulado "Tácticas de los signos". A este siguieron otras publicaciones como "El giro semiótico". Toda su obra se centró, principalmente, sobre la semiótica del arte; aunque también hizo importantes aportes en el campo de la comunica- ción; prueba de ello es “Le comunicazioni di massa in Italia: sguardo semio- tico e malocchio della sociologia” de (1973) o “El discurso político” (1989).


Una de sus inquietudes teóricas fue el secreto, las trampas y juegos dis- cursivos. Para Fabbri, el estudio de estos elementos era clave para profun- dizar en la comprensión de la manipulación de las audiencias a través de los mensajes mediáticos. Muchos de estos conocimientos sobre la semiótica mediática subyacen en las numerosas entrevistas que concedió a lo largo de su vida.


En una de sus disertaciones explicaba que en la comunicación entre las personas y en su relación con el mundo prima el conflicto, la ocultación y el engaño: “Creo que lo mejor es analizar lo ‘normal’, la vida cotidiana, desde el punto de vista de lo anormal. Tengo un ejemplo muy italiano: si un ladrón roba una billetera, después no corre. Porque si corre, no es un profesional, debe caminar, como todos nosotros. La normalidad es una máscara y hay que estudiarla como tal. Por eso, creo que los actores más interesantes de la comunicación son los ladrones, los traidores, los locos”.


Por otra parte, tampoco tuvo miedo de señalar los puntos débiles de la semiótica y explicaba la condición actual de la disciplina como una con- secuencia de la falta de calidad de muchos de los estudios que alimentó. También señaló, como causa de esta debilidad, al efecto de la contamina- ción del discurso semiótico con paradigmas falsos y al escaso dominio de la 'tecnicidad verbal' que exige la disciplina, la cual se explica siempre con conceptos interdefinidos, con oposiciones y categorías alejadas del desarti- culado discurso cotidiano.


A pesar de sus duras críticas, este autor siempre defendió a la semiótica como una herramienta valiosa en la democratización de la cultura. El mismo


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Fabbri argumentaba que, en medio de esta cultura de imágenes en la que predomina una paradójica alfabetización, "la televisión, por sí sola, enseña a la gente cómo entender sus imágenes, pero esa es una lectura implícita, hay que explicitar la gramática de la imagen. La gente ve y entiende, pero no sabe por qué".


Su deseo por extender el conocimiento semiótico al publico explica su fama como "el amigo de los signos": genio que destacó por su simpatía, lucidez y capacidad de conectar inquietudes. Este semiólogo vivirá, eterna- mente, entre las mentes de quienes hoy siguen manteniendo el debate sobre el funcionamiento mediático y el rol de las audiencias en un mundo aqueja- do por la infodemia en redes y medios tradicionales.


Deris Cruzco