Revista de Ciencias Humanas y Sociales
© 2022. Universidad del Zulia
ISSN 1012-1587/ ISSNe: 2477-9385
Depósito legal pp. 198402ZU45
Portada: Crónicas A y B
Artista: Rodrigo Pirela
Medidas: 40 x 60 cm
Técnica: Tinta y acrílico sobre Papel Fabriano
Año: 2012
Año 38, Regular No.99 (2022): 192-209
ISSN 1012-1587/ISSNe: 2477-9385
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.7502700
Recibido: 19-09-2022 Aceptado: 14-10-2022
Desafíos de la ética en la investigación científica
educativa: Perspectiva tecnológica científica
Hugo Enrique Méndez Urdaneta
Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt
(UNERMB), Venezuela
ORCID: 0000-0002-6292-2604
hugoemendez21@gmail.com
Luis Enrique Romero Neces
Universidad del Zulia (LUZ), Venezuela
ORCID: 0000-0001-7089-8475
luiseromero7@gmail.com
Resumen
Desde la óptica del paradigma cualitativo, esta investigación
examinó los desafíos de la ética en lo que respecta a la investigación
científica educativa. Los hallazgos muestran que la ética aplicada a la
investigación científica académica debe estar dirigida a socializar el
conocimiento científico y gestionar acciones éticas integradoras. A
manera de conclusiones se observa que al profundizar sobre el tema, se
abren relevantes interrogantes y en las respuestas a esas preguntas, cobra
vida la reflexión sobre la problematización de la ética en la investigación
científica, para dar la explicación requerida a los cuestionamientos
mencionados a lo largo de la investigación.
Palabras clave: Ética; Investigación Científica; Tecnología;
Educación.
Challenges of Ethics in Scientific Educational Research: A
Technological Scientific Perspective
Abstract
From the perspective of the qualitative paradigm, this research
examined the challenges of ethics with regard to educational scientific
research. The findings show that ethics applied to academic scientific
research should be aimed at socializing scientific knowledge and
managing integrative ethical actions. By way of conclusions, it can be
observed that by going deeper into the subject, relevant questions open
up and in the answers to these questions, the reflection on the
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questioning of ethics in scientific research comes to life, in order to give
the required explanation to the questions mentioned throughout the
research.
Keywords: Ethics; Scientific Research; Technology; Education.
1. INTRODUCCIÓN
La investigación científica es un proceso ordenado, reflexivo,
metódico, sistemático, experimental de indagación basado en la
curiosidad y la observación, en el cual y mediante la aplicación rigurosa de
un conjunto de métodos y criterios, se persigue el estudio, el análisis en
torno a un asunto o tema, con el objetivo subsecuente de aumentar,
ampliar o desarrollar el conocimiento que se tiene de este, por lo tanto,
todo proceso investigativo científico es el producto del esfuerzo del
investigador o de un equipo de investigadores que tienen la finalidad de
dar respuestas, soluciones teóricos y/o practicas a X o Y problema en un
tiempo/espacio determinado.
Según LADRIÉRE, “La ciencia y la tecnología hace aparecer
situaciones nuevas, que reclaman un esfuerzo específico de creación ética,
no solo en las decisiones concertadas que deben tomarse en el curso de la
acción, sino incluso en los principios a cuya luz pueden tomarse las
decisiones” (1978, 136). Los nuevos descubrimientos científicos-
tecnológicos son capaces de producir suspicacias, perplejidad, miedos y
hasta pánicos, ejemplo el caso Dolly, la clonación humana. Los
vertiginosos progresos de la genética condujeron al Sr. Federico Mayor,
Director General de la UNESCO a crear, en 1993, el Comité
Internacional de Bioética. Los procesos de investigación y sus
descubrimientos conducen a nuevas y desafiantes dimensiones éticas. La
celeridad de la historia, a la velocidad de la luz, producto de la vertiginosa
guerra tecnológica entre los imperios rusos y norteamericanos después de
la II guerra mundial y actualmente con el imperio chino, hace que dicha
aceleración sea como un huracán que destapa, que deja al descubierto
realidades que solían camuflarse en el tiempo y en los espacios. Grandes
escándalos de quiebras de empresas, consorcios financieros, consorcios
tecnológicos empresariales de investigación, por corrupción, por falsificar
datos, por manipulación de información, plagan a nuestros medios de
comunicación y redes sociales, ejemplos sobran.
La prestigiosa revista médica británica The Lancet, una de las
revistas más confiables del mundo, fundada en 1823 por el cirujano inglés
Tomas Wakley, publicada semanalmente por The Lancet Publishing
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Group, fue arrasada por el huracán mediático. El 22 de mayo de 2020,
día 143 de la pandemia, casos reportados: 5,07 millones, muertes:
333.399, publica un artículo sobre el uso de la
hidroxicloroquina
en
pacientes con COVID-19, liderado por MANDEEP, un conocido
cirujano vascular afiliado a la Universidad de Harvard. Dicho estudio
tuvo un impacto global negativo, al punto tal que llevó a la Organización
Mundial de la Salud (OMS) suspender sus ensayos clínicos en todo el
mundo sobre el uso de la hidroxicloroquina en el tratamiento del
COVID-19 dado que posteriormente se demostró ser inapropiado
debido a una mayor mortalidad hospitalaria. Francia y Gran Bretaña
siguieron sus pasos (MANDEEP, 2020).
Los grandes escándalos, los grandes consorcios se derrumban
estrepitosamente y caen ante nuestros ojos los espejos simuladores, rotos
por los medios de comunicación. Por lo tanto, reflexionar sobre la Ética,
y en nuestro caso sobre la ética en la investigación científica educativa es
imperativo. En el foro económico de Davos, enero de 2004, se repitió el
clamor ¡Viva la ética en los negocios!¡Viva la empresa moral!
Hoy, sobre la ética no predican los moralistas, gritan los hechos.
Hoy la ética no necesita ser defendida; es buscada. Es difícil lograrla,
pero las instituciones, y las personas, no tienen otra puerta de salida
exitosa que la ética.
Este y otros elementos, en los procesos de investigación y sus
descubrimientos conducen a nuevas y desafiantes dimensiones éticas;
sumado a esto, la celeridad de la historia producto de la vertiginosa guerra
tecnológica que hubo entre los rusos y norteamericanos después de la II
guerra mundial y actualmente con los chinos, hace que dicha celeridad sea
como un torbellino que destapa, y deja al descubierto realidades que
solían ocultarse en el tiempo y en los espacios. Grandes escándalos de
quiebras de empresas, consorcios financieros, consorcios tecnológicos
empresariales de investigación, corrupción, falsificación de datos,
manipulación de información, plagios, medios de comunicación y redes
sociales parcializados con “ciertas verdades” (ASIMOV, 1990). La verdad
de las instituciones, por ende de la academia, de la investigación científica
y de las personas pasa urgentemente e inevitablemente al dominio
público.
Al final, el campo de la investigación tiene como referente a los
seres humanos, los cuales tienen derechos como sujetos de estudios, esto
hace que los aspectos éticos sean relevantes, entre los cuales se pueden
mencionar tres: respeto a los derechos de los participantes; derecho a
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estar informados del propósito de la investigación; y, derecho a conocer
los resultados de la investigación.
Hoy, sobre la ética no predican los moralistas, gritan los hechos.
Hoy la ética no necesita ser defendida; es buscada. Es difícil lograrla,
pero las instituciones, y las personas, no tienen otra puerta de salida
exitosa que la ética. Sin ética todo se derrumba. Sólo la ética da
consistencia a cualquier acción humana. Ética, sin embargo, no es una
simple metodología que lleva al éxito, sino los principios que conducen a
él a través de la honradez indisolublemente unida al bien.
2. LA HISTORIA ACELERADA
De hecho, para Isaac Newton (1642-1727) el satélite artificial fue
sólo un sueño. Para Alemania, trescientos años después, fue una realidad:
en plena II guerra mundial, sus científicos diseñaron y armaron el cohete
V-2.
A partir de entonces se activó la guerra tecnológica entre los
imperios ruso y norteamericano: El 4 de octubre de 1957 Rusia puso en
órbita el Sputnik I, traducción rusa de satélite; tres años después, el de
abril de 1960, los Estados Unidos lanzaron el Tiros I, y transcurridos
ocho meses estaba también en órbita el Tiros II. Diez semanas más tarde
esta potencia poseía 20.000 fotografías satelitales del planeta Tierra. Al
año siguiente el mundo vio despegar el Echo I, cuya especialidad era su
poder de reflejar microondas.
Los Estados Unidos superaban a los rusos: El 10 de julio de 1962
orbitaban el Telstar I, el primer satélite de comunicaciones: “Se trataba de
un verdadero satélite de comunicaciones, pues no sólo recibía
radioondas, sino que las amplificaba antes de remitirlas. Gracias al Telstar
I y a los numerosos satélites de comunicaciones que siguieron, fue
posible comunicar fácilmente, en cuestión de segundos, a través de los
continentes y de los océanos. Hoy la capacidad de comunicación por este
sistema alcanza al mundo entero, y la Tierra es, a este respecto,
literalmente una “aldea global” (ASIMOV, 1990, 748).
Creció en el planeta la expectativa por el uso comercial del satélite
comunicacional. No se debió esperar mucho. El 6 de abril de 1965, los
Estados Unidos, entre aplausos, echó a los espacios el Early Bird, pájaro
madrugador, destinado al uso esperado. Era el satélite de la televisión
(ASIMOV, 1990).
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Esa cronología nos asombra al decirnos que en apenas dos
décadas se había consumado la revolución técnico-humanística más
sobrecogedora del siglo XX. Se ha comentado exhaustivamente su
resultado: la “aldea global” acuñada por MCLUHAN (1967; 1968; 1976).
Sin embargo no se ha mencionado la consecuencia más profunda: la
vertiginosa, alucinante, aceleración de la historia. Contra la “aldea global"
se han levantado los movimientos regionales (narrowcasting), pero nada
se puede hacer contra la velocidad histórica. Es más: se celebra.
La historia se ha acelerado porque los espacios inmensos se han
resumido. Hoy todo está “ahí”. Desapareció el “allá”. La duración
temporal se ha comprimido en la simultaneidad. La pequeña advertencia
“en vivo” en una esquina de la pantalla de televisión anuncia la unidad
cósmica espacio-temporal. Lo que antes no se sabía nunca hoy se sabe
siempre; lo que se sabía tardíamente hoy es simultáneo. Esto acelera la
historia.
Es más y nos asombra sobremanera pensar que desde la creación
del el cohete V-2 en plena segunda guerra mundial, la puesta en órbita el
Sputnik I por parte de los rusos en 1957 y el lanzamiento del satélite
Early Bird en 1965 por Estados Unidos, hayan pasados solamente dos
décadas, solamente 20 años, y se haya concretado la revolución técnico-
humanística más sobrecogedora del siglo XX.
La verdad de las instituciones, por ende de la academia, de la
investigación y de las personas pasa urgentemente e inevitablemente al
dominio público. Esta tarea gana más importancia cuando se lleva a cabo
en cuenta que todo lo que el hombre realiza conscientemente cae en el
terreno de la ética. Toda la vida integral del hombre es ética. Al mismo
tiempo, es la ética la que protege al individuo y la sociedad se convierte
en garante del respeto al “anthropos” y “megaanthropos”. Esta última
expresión recalca que la conciencia colectiva es un reflejo del
individuo. De ahí la responsabilidad personal y transpersonal. Es
urgente podar el concepto de ética.
3. ¿QUÉ ES LA ÉTICA EN INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA?
Una primera acotación es que existen muchos y múltiples puntos
de vista acerca de la investigación.
A la base de todo conocimiento esta la curiositas y la observación, la
curiosidad, el deseo de conocer; la observación que es ver e interpretar el
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mundo. Sin curiosidad, ni observación no hay conocimiento. Es la
mirada, la escucha, el olfato, el tacto, la inteligencia nuestra primera
herramienta del saber, del conocimiento.
La curiositas y la observación son los padres del conocimiento,
son las herramientas básicas del hombre, del investigador para descubrir
el mundo y transformarlo.
La investigación, según refiere LADRIÉRE (2000: 58), “es una
actividad orientada a la solución de problemas. Su objetivo radica en
hallar respuestas a las preguntas mediante el empleo de procesos
científicos”. En esta búsqueda de la verdad, el hombre es un factor
importante, porque es quien realiza el proceso de la investigación. La
ética es un acto humano individual. Su conducta en general va a ser
determinante. De esta manera, la forma como maneje los intereses
propios y de la corporación que representa.
Tal es el caso de la ética aplicada a la investigación científica
académica, que debe estar dirigida a socializar el conocimiento científico y
gestionar acciones éticas que integren, progresivamente, la docencia e
investigación con miras a promover la formación de equipos
interdisciplinarios que permitan la producción científica social (OJEDA
DE LÓPEZ et al., 2007).
BABBIE (2000), hace referencia a unos lineamientos generales
para la conducta ética en la investigación científica académica, en la cual
los científicos no deben realizar investigaciones que pueden asentar en
riesgo a las personas; entre estas se tiene: violar las normas del libre
consentimiento informado, plagio y violación de los derechos de autores,
convertir los recursos públicos en ganancias privadas, poder dañar el
ambiente, investigaciones sesgadas.
4. ÉTICA Y MORAL
Es un vocablo muy utilizado pero poco discernido, poco
comprendido en su esencia. Es cierto que etimológicamente ética y
moral tienen el mismo significado ética viene de un término griego
«ethos», que significa costumbre, manera de ser, manera de comportarse
y de obrar; moral procede de uno latino, «mos», que significa lo
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mismo. Sin embargo la etimología común superficializa el sentido real de
ambos conceptos. Es preciso considerarlos en su origen.
La “Ética” parte de la razón y “se refiere al estudio filosófico de la
acción y conducta humana considerado en su conformidad o
disconformidad con la recta razón o como la ciencia que ordena los actos
libres del hombre” (RODRÍGUEZ RUIZ, 2015: 19). En este sentido,
entonces, desde la perspectiva de la ética de la investigación, esta tiene
que ver con la conducta conforme o disconforme del investigador en
función de la realidad investigada con sus referentes axiológicos y código
deontológico.
Podemos decir que cuanto el hombre haga mediante decisiones
libres cae en el terreno de lo ético. Así puede ser presentado el acto
humano. Sólo los actos humanos son éticos; no así los actos de
hombre. La ética estudia los actos humanos, conscientes y voluntarios,
no los actos del hombre, inconscientes e involuntarios, en los cuales no
hay libertad de decidir y actuar (RODRÍGUEZ RUIZ, 2015).
A primera vista acto humano y acto de hombre se equivalen, pero,
al contrario, se niegan. Acto de hombre es el que realiza el hombre sin
que medie para nada su libre decisión. Cuando un hombre respira o
cuando el corazón le late, o cuando obra sonámbulamente, cuando ve,
escucha o huele se hace con ausencia absoluta de decisión por su parte,
aunque la inteligencia está activa. “Muchas cosas impuestas por la
naturaleza, agrega ARISTÓTELES, las hacemos y las padecemos
sabiéndolas, y de las cuales, sin embargo, ninguna es voluntaria ni
involuntaria, como envejecer y morir” (ARISTÓTELES, 2000).
De hecho, cuando se habla de ética se refiere sustancialmente a la
acción, a la conducta, al proceder. Desde Aristóteles, recuerda Nohl, que
fue quien la forman en disciplina independiente suele entenderse por
“ética” la parte de la filosofía que mira al valor de la conducta
humana; no al “hacer”, sino al “obrar” (NOHL, 1958).
Consecuentemente, el protagonista de la ética es el hombre, ya que él es
el principio de sus actos. El acto humano es individual. Sólo los actos
humanos son éticos, no así los actos de las personas jurídicas.
Por lo tanto, una conducta ética por parte de un investigador
podría ser entre tantas, la honestidad, tema muy actual en el mundo
político. Decía CROCE al respecto, (1967: 133), que el político honesto
es el político capaz. Por ende, el médico, el maestro, el investigador
honesto es capaz. La honestidad, por ejemplo, de un médico radica en su
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capacidad de médico y de quirurgo, que no asesina o arruina la vida de su
paciente debido a su propia incapacidad, ineptitud. De allí que el valor
real, la conducta ética, de un profesional, reside en su capacidad.
5. ÉTICA GENERAL Y ÉTICA APLICADA
El presupuesto de la ética de la investigación es que investigar es
una forma de actuar, de obrar. Es un acto humano. Por lo tanto, también
es posible abordar esta acción sometiéndola a juicio, a valoración y
normas. Esto significa juzgarla sobre la base de aquellas categorías
morales que permiten aclarar si es “buena” o “mala”, “correcta” o
“injusta”, “obediente” o no, “conformidad” o “disconformidad”. Para
ello es necesario conocer, en general, cuál es el significado de estos
conceptos y cómo, refiriéndonos a ellos, es posible profundizar, definir y
orientar nuestras acciones, nuestra manera de obrar.
Para ello es necesario saber, en general, cuál es el significado de
estos conceptos y cómo, al referirse a ellos, es posible profundizar,
definir y orientar nuestras acciones.
La tarea de una investigación así concebida es la que está
específicamente llamada a realizar la ética, o más precisamente “la ética
general”. Tal investigación es una ley preliminar con respecto al estudio
de los diversos contextos en los que se pueden ejercer y juzgar en la
práctica las diversas acciones. De esto tratan las llamadas “éticas
aplicadas”.
Es un hecho, sin embargo, que en la historia del pensamiento
una y otra vez los criterios generales de nuestras acciones han sido objeto
de exámenes y evaluaciones en profundidad. Dicho estudio se llevó a
cabo siguiendo esencialmente tres vías de investigación. Y estas
investigaciones pueden introducirse mediante tres preguntas
específicas. Frente a mis acciones, a mis actos humanos, de hecho puedo
preguntarme: ¿qué estoy haciendo? En otras palabras: ¿cuál es el
carácter, la estructura, la base de mi acción? La respuesta a estas
preguntas viene dada por un análisis de la acción misma: de sus
contenidos, de sus fines, de su configuración específica. O, en segundo
lugar, puedo preguntarme: ¿qué debo hacer? Es decir: ¿qué obligaciones
me guía en la realización de mis acciones? La respuesta aquí viene dada
por la indicación de ciertos deberes y por el estudio de las reglas según las
cuales se aplican concretamente. Finalmente, puedo preguntarme cuál es
el significado, la importancia y el valor de mis acciones.
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En otras palabras, puedo preguntarme: ¿hay un criterio, hay un
principio, capaz de motivarme a actuar de una forma y no de otra? ¿Por
qué me oriento a operar en pos del bien en lugar del mal? Tratamos de
responder a esta pregunta identificando aquellos que pueden ser
horizontes atractivos para el comportamiento humano, como para
motivar la razón y el sentimiento.
Sin embargo, este es el trasfondo en el que también se mueve la
ética en la investigación ética; estas son las preguntas que dicha disciplina
debe responder como una de las éticas aplicadas. Pero, precisamente,
¿qué significa tal expresión más precisamente: ¿“ética aplicada”? Indica el
ámbito de la ética regional que se ocupa, de manera s concreta que la
ética general, de aquellos problemas que, de vez en cuando, los
desarrollos científicos tecnológicos y sus consecuencias concretas
plantean a la conducta del hombre.
En otras palabras, la ética aplicada se refiere a aquellas diversas
esferas de acción que han visto cambiar sus puntos de referencia
tradicionales en los últimos tiempos debido a las intervenciones cada vez
más omnipresentes de las nuevas tecnologías. Y entonces surgen nuevas
disciplinas que tienen como objetivo profundizar y evaluar este impacto
en los diferentes campos de nuestra vida: por ejemplo, la bioética, la ética
ambiental, la ética económica, la ética social y también, de hecho, la ética
de la investigación. Pero, ¿qué significa entonces ese concepto de
“aplicación” al que aquí nos referimos?
En una inspección más cercana, señala dos aspectos. En primer
lugar, el terreno concreto desde el que surgen cuestiones relativas a
nuestros comportamientos: a lo que podemos experimentar con respecto
al impacto que la investigación puede tener en las diversas fases de la
vida, en el medio ambiente, en los procesos económicos, sobre la
sociedad, sobre los métodos de comunicación.
Y, por tanto, para dar una respuesta verdaderamente adecuada a
las cuestiones que en cada momento se plantean, es necesario remitirse a
aquellos criterios generales que ciertamente deben estar justificados en
cuanto a su validez universal, pero que sólo pueden justificarse en un
nivel posterior de la misma investigación. Este nivel, de hecho, es en el
que se sitúa la ética general, con sus preguntas básicas.
Es oportuno aclarar que la ética se plantea en términos de
principios, mientras que la deontología en términos de normas y deberes.
De esta manera la ética hace referencia al acto humano, a la conciencia
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personal, al obrar mientras que la deontología adopta una función de
modelo de actuación en un área específica (RODRÍGUEZ RUIZ, 2015).
A este punto se plantean las siguientes interrogantes para la
reflexión: ¿Existe un código deontológico del investigador científico
educativo en Venezuela, así como el de los médicos, abogados,
sacerdotes y periodistas?
6. EL ENFOQUE DEONTOLÓGICO
Cada una de las ciencias, tiene su código de ética que controla la
conducta de sus investigadores. Precisamente dentro de los ámbitos
concretos que aborda la ética aplicada, en nuestro caso dentro del
proceso de investigación, puede surgir una instancia que, en relación a
los procesos investigativos, exija que se establezcan unas reglas de
actuación muy concretas. Así, para cada situación nueva o nuevos
descubrimientos que ocurren surge la necesidad de definir las
modalidades, más o menos correctas, más o menos adecuadas, más o
menos buenas, en las que se pueden llevar a cabo. Estos métodos suelen
concretarse en función de los deberes que los sujetos activos en el campo
de la investigación, académicos, científicos, y más en general, las distintas
categorías de investigadores, están llamados a respetar.
Todos estos deberes constituyen el ámbito de la ética
profesional. Los deberes que caen dentro de una ética profesional
específica se enumeran y generalmente se recogen en códigos de ética
específicos. Existen códigos nacionales o transnacionales, según lo
establezca cada país o comité científico.
Hay que decir, sin embargo, que el enfoque deontológico, más
allá de las buenas intenciones que pueden animarlo, pronto revela
algunos de sus límites. Ellos consisten de manera especial en el hecho
de que no es posible abordar cuestiones específicamente éticas solo
recurriendo a las más ridículas herramientas de reglas y
códigos. Respecto a los problemas ligados a la profundización de un
determinado tipo de acciones, conductas a una discusión de los
conceptos de referencia a través de los cuales es posible evaluarlos y,
sobre todo, a la motivación que nos hace optar por actuar éticamente,
el enfoque deontológico no da soporte efectivo a la asunción de
actitudes específicas, ya que presupone, de hecho, la elección moral
que debe ponerlo en práctica.
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Bien puede ser útil para establecer la forma de comportarse en
general y, sin embargo, no dice nada sobre por qué es bueno comportarse
de esa manera en particular. Esto da lugar a toda una serie de deficiencias
en un nivel estrictamente aplicativo. Se refieren sobre todo a la
posibilidad de realizar realmente, en los distintos contextos, lo que
establecen los códigos. Los códigos, de hecho, a menudo son complejos,
no complicados; en sus formulaciones, a menudo son engorrosos en su
aplicación y, a veces, parecen reticentes en cuanto a las garantías efectivas
de su respeto.
De hecho, este último es el punto clave, en relación con el cual se
puede garantizar una credibilidad efectiva al enfoque deontológico. De
hecho, ¿cuáles son las garantías de cumplimiento de los códigos? Para
obtener este resultado solo hay dos formas: o nos referimos a una
autoridad que está llamada a supervisar su implementación y sancionar
sus posibles transgresiones, o más bien simplemente se dirigen a la
conciencia individual. En el primer caso, es raro que exista realmente una
autoridad capaz de hacer cumplir las reglas hasta el final: ya sea porque
no siempre está dotada del poder necesario para el propósito, o porque a
menudo es difícil establecer el límite entre la libertad científica, que en un
contexto democrático necesariamente debe ser salvaguardado, y el
respeto al interlocutor. En el segundo se hace necesario establecer qué es
legítimo y qué no desde el punto de vista ético, y educar para ponerlo en
práctica. Pero para hacer esto, primero debemos aclarar qué significa
“ética”. Solo a partir de aquí, de hecho, se hace posible elaborar una ética
de la investigación bien entendida.
7. LOS CONTRASTES DESAFIANTES
Decíamos que nos toca vivir una historia acelerada. Un conjunto
de factores conceptuales y tecnológicos los empujan
irreversiblemente. Factores que no permiten ser dejados de lado sino
que, al contrario, ellos dejan de lado a quien no los tome en cuenta para la
vida, para la acción Estos factores son los que Guédez llama medios, y los
como señala superabundantes en el siglo XXI, comparándolos con el
siglo anterior “Si algo diferencia el comienzo del siglo XX del inicio del
siglo XXI es, precisamente, que aquél estuvo signado por la presencia de
muchos fines y de pocos medios, mientras que ahora tenemos muchos
medios y pocos fines” (GUÉDEZ, 2001: 29).
Esa afirmación es muy certera. La historia del siglo XIX venia
enfrascada en el duelo del romanticismo con el positivismo. La primera
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década del siglo XX fue realmente el inicio rudimentario de las altas
tecnologías de las últimas. En ella se llega a la formulación de la teoría
cuántica; se logra distinguir los grupos sanguíneos; se formula la
radioactividad como factor de cambio de un átomo a otro. Se descubren
los rayos gamma; se envían las primeras ondas de radio; se inventa el
ultramicroscopio; apenas se identifica la estratosfera; se descubre la
secretina y se propone el nombre de hormona; se establece por primera
vez los cromosomas y los factores genéticos: se inventa el
electrocardiograma; se llega a determinar el tamaño de los átomos; se
descubre la acumulación de características en un solo cromosoma; se
empieza a diseñar el concepto de vitamina; se tiene concluida la teoría de
la relatividad; aparece el término gen.
Todos estos hallazgos son germinales, tarea de laboratorio, temas
académicos y de investigación.
Frente a esos gérmenes científicos, acumular hoy sus desarrollos
alucinantes; del descubrimiento y denominación del gen llegamos a la
ingeniería genética para seguir aceleradamente a la transgenética, que
permite la transferencia nuclear células diferenciales; del descubrimiento
del ultramicroscopio al pisoteo de la luna y de Marte.
Los inicios no plantean desafíos éticos; su actualidad, en cambio
está retando a la humanidad en más áreas académicas, éticas, jurídicas,
sociales. En todas las vertientes están encendidas verdaderas antorchas en
torno a la relación tecnología-ética. Las discusiones sobre el genoma
humano y las células estamínicas, por ejemplo, están al rojo vivo. Sin
embargo, el desarrollo técnico-tecnológico, bien ubicado y relacionado,
está llamado a enriquecer y consolidar la ética presentándole la
posibilidad de un ensanchamiento.
LADIERE distingue en esta contribución cuatro esferas de
aportes:
El primero es la “extensión del dominio ético”, basado en que
“la ciencia nos proporciona un conocimiento cada vez
más amplio de los procesos que nos referimos y, por
consiguiente nos permiten intervenir cada vez más con
más conocimiento de causa; y por otra parte, la
tecnología nos proporciona el medio para intervenir en
niveles y regiones que hasta este momento eran
inaccesibles” (1978: 137).
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El segundo: la creación de nuevos problemas éticos provocados por los
avances científico-tecnológicos”. Un ejemplo estereotipo de esta segunda
dimensión pueden ser la clonación y la manipulación del genoma
humano y de las células madre. Esos efectos colaterales de
investigaciones experimentales obligan a profundizar y promover no solo
la dignidad de la persona humana y defender la sacralidad de sus derechos
dimanantes (LADIERE 1978: 138).
El tercero: “la Sugerencia de nuevos valores”. Es verdad que “la figura
del hombre no está acabada; en la acción se perfila y se descubre a
misma poco a poco (1978: 141). De allí la progresividad que impone el
proceso histórico. “El desarrollo científico-técnico, analiza Ladiere, no
sólo multiplica las circunstancias en que hace falta tal creación normativa,
sino que la hace más lúcida y eficaz, iluminando al ximo los
problemas, las posibles consecuencias, la resonancia potencial en la
existencia humana de todo lo que, de hecho, aparece en estas
circunstancias” (1978: 142). La relación historia y ética es imprescindible
para el establecimiento de las normativas morales. Ante nuevos valores la
ética debe acudir a tomar parte en la nueva realidad porque ella no puede
estar ausente de ningún acto voluntario.
La cuarta está relacionada con el cambio en modo de plantearse el
problema de la determinación de las normas”: la ética, por su parte, acude con
su experiencia propia y se constituye en “banco de pruebas de las
normas”; la experiencia empírica, por la otra, acude con el contexto de la
ciencia. Ambas experiencias tienen coincidencias demostrativas de la
“preocupación crítica”. LADIERE abre el campo: “en esta perspectiva,
desde luego, la preocupación crítica aparece no como factor de
destrucción de los equilibrios legados por el pasado, sino como exigencia
de una fundamentación auténtica, ya sea en el orden de lo verdadero o en
el orden del destino ético” (1978: 143).
Este autor, en esa explicación, pone el dedo en la médula: miedo
de los éticos a la destrucción, o invalidación, de la prescriptiva tradicional:
miedo de los científicos a ser descalificados o amenazados en sus
investigaciones. En el fondo es miedo a las consecuencias. Por eso es
frecuente que esos miedos activen sus mecanismos de defensa frente a
los peligros reales o imaginarios que mutuamente representan.
Cotidianamente tienen en el mundo encuentros de ofertas de
novísimas tecnologías en los más disimiles campos. En la última
década del siglo XX e inicio del XXI asistimos a la fusión del
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gigantesco marketing global. Los gigantes incautaron un casar
compartiendo proyectos y bienes. La tecnología lo hacía fácil. Salían
reseñadas grandes celebraciones de triunfadores. Paralelamente, muy
por debajo, se daban las cifras de las millas de desempleados
producidos por las modernísimas y celebradas fusiones. Las nuevas
empresas enarbolaban entre sus conquistas su liberación de miles de
cargas laborales. Lo que nunca ha salido a la luz es el drama de miles
de familias que quedaban flotando. Aunque de esto jamás se va más
allá de los números, es un problema ético. Una tecnología eficiente,
pero que al mismo tiempo produce desempleo. Es un problema de
asimetría ética.
8. ¿NORMAS HOY?
Es oportuno aclarar que la ética se plantea en términos de
principios, mientras que la deontología en términos de normas y
deberes. De esta manera la ética hace referencia al acto humano, a la
conciencia personal, al obrar mientras que la deontología adopta una
función de modelo de actuación en un área específica.
La precisión requerida de la ética conduce al estudio de su
ontogénesis: el acto humano. Por ser humano este acto no es puro,
ya que está objeto a influencias desviantes o fortalecedoras. Está muy
calificada la subjetividad absoluta de la ética por lo cual, en ese
proceso, se impone la urgencia, también, de perfilar
metodológicamente al acto ético.
Sin embargo, la ética se produce en la persona humana, no
jurídica. Esto introduce un enjambre de circunvisiones sobre su
código, los cuales oscilan desde las personalistas hasta las
transpersonalistas. Algunas también se cruzan entrambas. Al poner
en común todas esas circunvisiones brotan los conflictos y seccionan
al mundo en todos los campos del actuar humano. Su máximo riesgo
es el subjetivismo que, en el fondo, anula la objetividad.
Tal confusión reclamó la norma ética. ¿Es posible establecer
normas éticas universales? ¿Es el tema de la humanidad una norma
común? ¿Cuáles deben ser las características que hagan irrefutable su
universalidad? ¿Qué relación tienen dichas normas con las culturas
endógenas? ¿Sus factores determinantes?
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científica
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9. CONCLUSIONES
La ética es, de forma general, una condición de vida de los seres
humanos, que exige elementos vitales, tales como la visión
antropológica, vista como la racionalidad que se aplica en un momento
determinado para interpretar las realidades humanas, circunscritas en una
visón unitotal del hombre desde la perspectiva biopsicosocial y espiritual
de hombre. También incluye el concepto de justicia, visto desde RAWLS
(2006) prefigurado como la capacidad moral que tiene los seres humanos
para juzgar cosas como justas, apoyar esos juicios en razones, actuar de
acuerdo con ellos y desear que otros actúen de igual modo, intentando el
problema de la justicia distributiva empleando una variante del recurso
familiar del contrato social, equivalente a equidad, basado en el principio
de la libertad y el principio de la diferencia.
En ese argumento, RAWLS (2006) da prioridad a lo justo sobre lo
bueno en la justicia imparcialidad como un rasgo central diferenciador de
la justicia, que impone ciertas normas a la formación de la estructura
básica, y en ello, los arreglos sociales no deben tender a generar
predisposiciones y actitudes contrarias a los principios de la justicia sino
que en esa administración imparcial y congruente de las leyes,
cualesquiera que sean sus principios sustantivos, se pueden llamar justicia
formal, y esa imparcialidad expresa siempre un tipo de igualdad
Ahora bien, los referentes axiológicos, la visión antropológica, el
concepto de justicia del hombre como ser social, tiene vinculación directa
con la investigación científica, en todo los campos del saber, por cuanto,
la investigación tiene como referente al hombre y su entorno. En ese
sentido, la investigación, según refiere Ladriére, “es una actividad
orientada a la solución de problemas. Su objetivo radica en hallar
respuestas a las preguntas mediante el empleo de procesos científicos”
(RAWLS , 2000, p. 58). Todo proceso de investigación presupone y exige
al investigador una conducta ética basada en principios y valores que
privilegien el bienestar colectivo por encima del bienestar individual.
En esta búsqueda de la verdad, el hombre es un factor importante,
porque es quien realiza el proceso de la investigación. La ética es un acto
humano individual. Su conducta en general es determinante, incluyendo
la forma como maneje sus intereses propios (GUÉDEZ, 2001).
Tal es el caso de la ética aplicada a la investigación científica, que
debe estar dirigida a socializar el conocimiento científico y gestionar
acciones éticas que integren, progresivamente, la docencia e investigación
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con miras a promover la formación de equipos interdisciplinarios que
permitan la producción científica social (OJEDA DE LÓPEZ et al,
2007).
Esto nos conduce, impulsa al hombre, según MATURANA y
VALERA, a preguntarse ¿Cómo hacemos lo que hacemos? ¿Cómo es
que conocemos? y en las respuestas a estas pregunta, cobra vida la
reflexión sobre la problematización de la ética en la investigación
científica, para dar la explicación requerida a los cuestionamientos
mencionados anteriormente.
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BIODATA DE AUTORES
Luis Romero Neces. Universidad del Zulia. Maracaibo. Licenciado en
Educación, Mención Idiomas modernos. Magíster Scientiarum en
Lingüística y Enseñanza del Lenguaje. Doctor en Ciencias Humanas.
Abogado. Diplomatura de e-mediador en ava. Certificación de
competencia de e-mediador en ava. Profesor titular de la Universidad del
Zulia. Director del Departamento de Ciencias Humanas. Profesor en el
área de Comunicación y Lenguaje de las Licenciaturas de la Facultad
Experimental de Ciencias. Profesor de Inglés a nivel de Postgrado
(MAESTRÍAS Y DOCTORADOS) Profesor en el área de la
Antropolingüística en la Maestría de Antropología Social y Cultural de la
Facultad Experimental de Ciencias. Profesor de UNAD, Florida.
Hugo Méndez Urdaneta. Personal administrativo ordinario de la
Universidad “Rafael María Baralt” (UNERMB), profesional nivel XIV.
Cursante del último semestre del Doctorado de Educación de la
UNERMB. Master en Comunicación Social. Especialización en Manager
televisivo. Licenciado en Ciencias de la comunicación. Especializado en
todos los procesos de Desarrollo de Proyectos comunicacionales.
Profesor de pre y posgrado, doctorado y conferenciasta en materia
ambientalista.
UNIVERSIDAD
DEL ZULIA
Revista de Ciencias Humanas y Sociales
Año 38, N° 99 (2022)
Esta revista fue editada en formato digital por el personal de la Oficina de
Publicaciones Científicas de la Facultad Experimental de Ciencias, Universidad del
Zulia. Maracaibo - Venezuela
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