EDITORIAL
Consideraciones sobre los nuevos
tratamientos para hemofilia.
Invest Clin 63(2): 111 - 113, 2022 https://doi.org/10.54817/IC.v63n2a00
La hemofilia es una enfermedad hemo-
rrágica que afecta aproximadamente a una
de cada 5 millones de personas en el mun-
do. Es causada por la mutación de un gen
ubicado en el cromosoma X, por lo cual los
varones sufren la enfermedad, tienen hijos
varones sanos e hijas que son portadoras
obligatorias de la misma. Cursa con mani-
festaciones hemorrágicas, cuya severidad de-
pende de la concentración plasmática de los
Factores VIII o IX de la coagulación sanguí-
nea; estas manifestaciones pueden ser tan
graves como la hemorragia intracraneal, tan
limitantes como las hemartrosis a repetición
y tan leves que la enfermedad puede pasar
desapercibida y no descubrirse hasta que se
produzca una injuria física o el paciente se
someta a un estudio de coagulación. Se co-
nocen tres tipos de hemofilia: la hemofilia A
por deficiencia del factor VIII, la hemofilia B
por deficiencia del factor IX y a la deficiencia
hereditaria de factor XI se la ha denominado
hemofilia C, aunque no está ligada al sexo y
por lo general es poco severa.
El papel del factor VIII en la hemofilia
A, se conoció a mediados del siglo XX, y has-
ta entonces el tratamiento de las crisis he-
morrágicas había consistido principalmente
de transfusiones más o menos frecuentes,
con todos los riesgos y dificultades que ello
implicaba. Una vez conocido que el FVIII o
el IX estaban ausentes o deficientes en la he-
mofilia, se hizo frecuente el uso de plasma
fresco congelado y del crioprecipitado. La
calidad de vida de los pacientes hemofílicos,
mejoró con la disponibilidad de concentra-
dos de factores VIII y IX y el uso de desmo-
presina en casos más leves. El desarrollo de
técnicas de laboratorio más precisas para la
cuantificación de los factores de coagulación
y para la determinación de anticuerpos neu-
tralizantes influyó en una terapia más certe-
ra; se instituyó el tratamiento profiláctico y
el uso de factor VII activado y complejo de
protrombina en los pacientes con inhibido-
res. Estos avances en el tratamiento, dismi-
nuyeron la frecuencia y severidad de las he-
morragias. Sin embargo, a pesar del enorme
beneficio de los concentrados, la necesidad
de administrarlos con frecuencia por vía en-
dovenosa, sigue siendo el gran inconvenien-
te, aparte de que llevan consigo el riesgo ya
mencionado, del desarrollo de anticuerpos
contra el factor administrado, y la posibili-
dad de transmisión de enfermedades infec-
ciosas tan graves como la hepatitis y el sín-
drome de inmunodeficiencia adquirida. Con
el desarrollo de los factores recombinantes,
se pudo obviar el riesgo de infecciones y me-
joró aún más la calidad de vida del paciente,
pero siguió la necesidad de las frecuentes
transfusiones y la posibilidad de desarrollar
anticuerpos neutralizantes1,2.
La búsqueda del tratamiento ideal, sin
los inconvenientes mencionados, no ha cesa-
do. Es así, como se han desarrollado los fac-
tores recombinantes de media vida alargada
(EHL-rFVIII y EHL-FIX), para disminuir la
frecuencia de las transfusiones3; la terapia
con transferencia en el hepatocito, de ge-
nes normales adenoasociados a vectores vi-
rales, que permite la producción endógena
del factor faltante, y por lo tanto, desaparece
la necesidad de transfusiones, puesto que se
admininistra una sola vez en la vida, por vía
endovenosa4; la inyección de una pequeña