De regreso a una Mejor vida: el posicionamiento narrativo de un penado por intento de homicidio ante una audiencia con capacidad de control informal1

Juan Antonio Rodríguez

Resumen

Este artículo puede considerarse parte de la criminología narrativa y en él se exploran las narrativas como lugares donde se desarrollan complejos procesos de creación de identidad. En este análisis se utiliza la noción de posicionamiento (Bamberg, 1997; Davies y Harré, 1990; Wortham 2000) para evaluar algunos de los procesos discursivos a través de los cuales se lleva a cabo la construcción de las identidades y del yo en contextos de entrevista con sujetos desviados. El interés principal de este trabajo gira en torno a las formas en que ellos se posicionan en relación con los personajes que forman parte de las historias que narran (nivel de posicionamiento 1), con respecto a su entrevistador (nivel de posicionamiento 2) y en función de discursos difundidos social y culturalmente (nivel de posicionamiento 3). Lo significativo de estos niveles de posicionamiento narrativo es que le ofrecen la oportunidad a estos sujetos de negociar la identidad o el tipo de imagen que quieren dar de sí mismos en un lugar y momento determinado. Así, con base en los datos de un corpus de entrevistas con homicidas venezolanos, se analiza la experiencia de un sujeto condenando por intentar darle muerte a su pareja, el cual adopta posicionamientos muy diferentes con respecto a sí mismo, a su víctima, familia y experiencia laboral. Especialmente, por medio de las estrategias de categorización e indexicalidad se explora cómo se describe, define y posiciona a sí mismo y a los demás personajes de sus narraciones, lo que hace posible la comprensión del yo e identidad (convencional y desviada) presente en los eventos narrados (mundo de la historia), en la actividad narrativa que se materializa en la entrevista (mundo de la narración) y en un mundo más amplio que envuelve aspectos socio-culturales. Al final, este análisis de posicionamiento muestra la forma tan compleja cómo las identidades están relacionadas con la pertenencia a contextos desviados y convencionales

Palabras clave: identidad narrativa; Teoría del posicionamiento; criminología narrativa; tentativa de homicidio; género

Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. E-mail: jarodrig74@hotmail.com. ORCID: 0000-0003-4111-1666

Recibido: 04/07/2021 Aceptado: 22/08/2021

Back to a better life: the narrative positioning of an attempted-murder convict in front of an audience with informal control capacity

Abstract

This article can be considered part of narrative criminology and explores narratives as sites where complex processes of identity construction take place. This analysis uses the notion of positioning (Bamberg, 1997; Davies and Harré, 1990; Wortham 2000) to evaluate some of the discursive processes through which the construction of identities and the self takes place in interview contexts with deviant subjects. The main interest of this work revolves around the ways in which offenders position themselves in relation to the characters who are part of the stories they narrate (positioning level 1), with respect to their interviewer (positioning level 2) and in terms of socially and culturally disseminated discourses (positioning level 3). What is significant about these levels of narrative positioning is that they offer the opportunity for these subjects to negotiate the identity or the type of image they want to give of themselves in a given place and time. Thus, based on data from a corpus of interviews with Venezuelan murderers, we analyze the experience of a subject convicted of attempted murder his mistress, who adopts very different positionings with respect to himself, his victim, family and work experience. In particular, through the strategies of categorization and indexicality we explore how he describes, defines and positions himself and the other characters in his narratives, which makes it possible to understand the self and identity (conventional and deviant) present in the narrated events (story world), in the narrative activity that materializes in the interview (narrative world) and in a broader world that involves socio-cultural aspects. In the end, this positioning analysis shows how complexly identities are related to belonging to deviant and conventional contexts

Keywords: narrative identity; positioning theory; narrative criminology; attempted murder; gender

Introducción

Esta investigación se incluye en la emergente criminología narrativa (Presser, 2009) la cual, a partir de una conciencia ontológica, epistemológica, metodológica y ética, se ha interesado no solo por la construcción social del evento delictivo, sino también por la construcción social de la identidad y del sentido de sí mismo (¿quién soy yo?) a través de lo que cuentan las personas que han estado relacionadas con este tipo de acontecimientos (Bastos y Biar, 2015; Birkbeck y Rodríguez, 2021; Brookman, 2015; Maruna, 2001; Presser, 2004; Sandberg y Ugelvik, 2016). Hay cierto consenso entre los autores (dentro y fuera de la criminología) de que la narrativa es, de modo general, un mecanismo clave para construir, compartir y atribuir significado (Sandberg y Ugelvik, 2016) y, en especial, una forma de creación y/o representación de la identidad (Blix et al., 2015; Bruner, 1990; Frank, 2012). La narrativa somos nosotros, nuestras identidades (Sacks, 1985, p. 126) o como afirman Blix et al., (2015) somos lo que narramos que somos (p. 176). En otras palabras, la identidad se construye y negocia narrativamente.

La Criminología narrativa hace referencia al estudio del rol que juegan la narración y el intercambio de historias en la comisión, mantenimiento y desistimiento del delito y de otros comportamientos perjudiciales (Sandberg y Ugelvik, 2016, p. 129), y al estudio de los procesos de construcción y negociación de la identidad y de la imagen de los infractores -y de otras personas desviadas- a través de dichas historias. Partiendo de la idea de que las historias son importantes para interpretar lo que nos hace quiénes y qué somos (Bruner, 1990; De Fina, 2015; Riessman, 2003), la criminología narrativa ha explorado cómo algunos transgresores (incluso otros actores del Sistema de Justicia Penal) introducen historias que determinan, por una parte, detalles sobre el evento o hecho delictivo y, por otra, quiénes son para una particular audiencia y quiénes son en función de ella (Bamberg y Wipff, 2020; Presser, 2004; Presser y Sandberg, 2015; Wesely, 2018). Quizá una de las cosas más importantes con esta idea es que la narrativa es un mecanismo que les permite a los infractores (y a cualquier otro tipo de personas) presentarse de la manera en que ellos esperan que se les vea.

Dicho esto, el siguiente estudio trata sobre el complejo proceso de formación de identidades anidado tanto en el acto de narrar como en las historias de un hombre condenado por intentar dar muerte a su pareja femenina. El trabajo de identidad de este agresor de género dentro de una entrevista de investigación es el eje de reflexión de esta investigación y, particularmente, se analiza mediante el concepto y enfoque analítico del posicionamiento (Bamberg, 1997; Davies y Harré, 1990; Wortham 2000). El análisis narrativo de las historias de este entrevistado se desarrolla con base en un esquema que hace posible interpretar: (i) cómo las identidades se construyen dentro de la historia narrada (mundo de la historia o evento narrado); (ii) cómo se construyen en la propia situación de interacción (mundo de la narración o evento narrativo); y, (iii) cómo se construyen en función de modelos y categorías socioculturales generales y compartidas (discursos o narrativas maestras) (Bamberg, 1997; Davies y Harré, 1990). En síntesis, a partir de las historias sobre el hecho delictivo en cuestión y su posterior castigo se buscará interpretar el proceso de construcción narrativa de la identidad en el marco de una entrevista, el cual está sujeto al análisis del posicionamiento basado, principalmente, en una óptica interactiva, dinámica y contextualizada del mismo. A continuación, se resumen las principales ideas del enfoque de posicionamiento narrativo utilizado en este estudio.

Sobre el posicionamiento narrativo y la identidad

En estos últimos años, el análisis narrativo ha experimentado un cambio que va más allá de la corriente estructural establecida originalmente por Labov y Waletzky (1997) y, especialmente, de su definición de la narrativa en términos formales. Una nueva tendencia dentro del análisis narrativo gira en torno a cómo las historias nacen en el proceso de interacción personal (Bamberg, 1997; Bamberg y Georgakopoulou, 2008; De Fina, 2015). Por otra parte, si bien la identidad puede entenderse como la representación del yo, la cual aparentemente crea la impresión de un núcleo interior y organizador (Watson, 2007, p. 372), se ha demostrado que las historias no desvelan en el plano narrativo una identidad esencial o única; al contrario, más bien muestran diferentes e, incluso, contingentes versiones que se ajustan al contexto o situación en la que se desarrolla interactivamente la narración (Bamberg, 1997; De Fina, 2015; Riessman, 2003; Toth, 2014).

En el marco de lo anterior, el posicionamiento como enfoque narrativo respalda el argumento de que en la actividad conversacional los interactuantes emplean la narrativa para presentarse de una forma determinada. Para ello, adoptan posiciones respecto a ellos mismos, a otras personas y a otros discursos. Davies y Harré (1990) definen el posicionamiento como la creación discursiva de una pluralidad de yoes (p. 47). Sostienen que el posicionamiento es un mecanismo muy importante para la formación del yo y de las identidades a través de prácticas discursivas in situ, fundamentalmente porque los yoes se fijan en las conversaciones como participantes observables y subjetivamente coherentes en la historia creada en conjunto (Davies y Harré, 1990, pp. 48). Davies y Harré se oponen a la concepción de un yo totalmente indivisible y unificado, y hacen más bien énfasis en la infinidad de posicionamientos continuos y rápidos que pueden emerger en un evento interaccional. En otras palabras, el posicionamiento da cuenta de una concepción de la identidad y sentido del yo altamente cambiantes y múltiples.

Otras interpretaciones y elaboraciones posteriores (Bamberg y Georgakopoulou, 2008; Deppermann, 2013; Wortham, 2004) coinciden en que el posicionamiento es un evento de identificación, en el que una categoría de identidad reconocible se aplica explícita o implícitamente a una persona, en un evento que tiene lugar en segundos, minutos u horas (Wortham, 2004, p. 166). En sí, el posicionamiento resulta un proceso reciproco y dialógico (las personas adoptan y atribuyen posiciones) que debe ser estudiado en situaciones interactivas concretas como, en este caso, las entrevistas. Enmarcado en esta lógica, e iluminado por la Teoría del posicionamiento de Davies y Harré (1990), Bamberg (1997) desarrolló un esquema configurado por tres niveles de análisis cuyo propósito es comprender cómo se produce el posicionamiento del yo/identidad tanto en el nivel de representación de la historia (eventos narrados) como en el proceso situado de interacción personal en donde se origina esta (momento de la narración). Según este autor en el plano narrativo puede haber tres niveles de posicionamiento relacionados estrechamente con el trabajo de identidad, como se explican a continuación:

a. En el primer nivel (posicionamiento a nivel de representación de la historia) el análisis se enfoca especialmente en los personajes de la historia, en la manera en que se posicionan unos con respecto a otros (incluido el narrador como uno de ellos la mayoría de las veces) y en la forma cómo fueron creados y desarrollados por el narrador (Bamberg, 1997). Además de esto, en este nivel se explora la orientación espacio-temporal de los personajes dentro de la cadena de hechos o circunstancias que componen la historia y, en especial, la manera cómo el narrador los proyecta y evalúa. En resumen, este nivel da cuenta del mundo de la historia o de los eventos narrados e incluye aspectos de los personajes como relaciones, evaluaciones, responsabilidades, atribuciones, acciones y posición en el tiempo y contexto (Georgakopoulou, 2020). Este nivel responde a la pregunta ¿Cómo se posicionan los personajes entre sí a nivel de la representación de la historia?

b. En el segundo nivel (posicionamiento a nivel de la interacción o de la acción situada) se analiza la manera en que el narrador se presenta y posiciona ante sus oyentes en el marco de una dinámica dialógica e intercomunicativa, lo que significa que la narrativa se examina en el plano de la interacción social o de las relaciones interpersonales (Bamberg, 1997). Este nivel se enfoca en el momento (en el aquí y ahora) de la narración, en otras palabras, en el mundo o condiciones materiales de la interacción narrativa. Aquí la narrativa es analizada como una co-producción entre el narrador y su audiencia (p. ej., entrevistador) y, por lo general, la historia es usada por el narrador para decir algo sobre su yo presente. Desde este nivel local y situado es importante determinar ¿Cómo se origina una historia? ¿Quiénes participan en la interacción? ¿Cómo lo hacen? ¿A qué audiencia va dirigida la historia y cuál es su papel en el proceso narrativo? ¿Quién acepta o rechaza algún aspecto de la historia? (Georgakopoulou, 2020). Este nivel responde a la pregunta ¿Cómo se posiciona el narrador con respecto a las categorías, rasgos y características asociadas a sus interlocutores?

c. En el tercer nivel (posicionamiento a nivel de sí mismo) convergen los análisis de los niveles anteriores para desentrañar cómo el narrador pretende posicionarse mediante la narración (Bamberg, 1997). Aquí, el posicionamiento se hace en función de, o en desacuerdo con, discursos propios de la sociedad dominante, de repertorios interpretativos o de narrativas maestras2 (esto es, las condiciones socioculturales de interpretación existentes como, por ejemplo, feminidad, masculinidad, desviación, conformidad, paternidad, etc.). Todos estos procesos en conjunto, permiten comprender finalmente el trabajo de identidad del narrador pues vincula los niveles (micro) 1 y 2 de la historia con el nivel (macro) 3 en el que el narrador fija una posición ideológica alineada o no con las narrativas maestras. Este nivel responde a la pregunta ¿Cómo se posiciona el narrador con relación a discursos y procesos socioculturales más amplios? y, a partir de ahí, ¿qué tipo particular de persona considera que es?

Los niveles de posicionamiento -y las distintas identidades que de ellos emergen- son categorías separadas que tienden a apoyarse para la realización de determinados trabajos identitarios. Así, con este esquema Bamberg busca determinar la construcción del yo/identidad en el proceso interactivo de la narración, en el que, por ejemplo, el posicionamiento desarrollado en el primer y/o tercer nivel puede apoyar a -o recibir apoyo de- la identidad (discursiva) que emerge en el evento o mundo narrativo (segundo nivel). Las tres categorías de análisis son clave para comprender cómo el narrador se apoya en las historias producidas interactivamente para comunicar finalmente el significado de quién es; al contrario de las perspectivas estructuralistas de la narrativa que se enfocan más bien en la manera en que las historias representan identidades (Labov, 1972). En otras palabras, la identidad se considera en el enfoque del posicionamiento narrativo de Bamberg como algo que se construye -o mejor dicho se co-construye- dinámicamente en las relaciones sociales permanentemente y no como algo que se posee o se mantiene estático.

Por otra parte, la idea de Bamberg sobre el posicionamiento está muy vinculada al paradigma del construccionismo social3 (De Fina, Schiffrin y Bamberg, 2011), donde el lenguaje cumple un rol clave en la creación del mundo. Desde este punto de vista, el diálogo o, concretamente, ciertas situaciones de la narración conversacional pueden estudiarse como visibles medios para potenciar -como se comentó anteriormente- los procesos de construcción de significado y el trabajo de identidad, tanto a nivel de identidad individual como social. En este contexto, la atribución de la agencia es un aspecto de interés dentro de los procesos narrativos de posicionamiento e identidad. La agencia -entendida como una dimensión adicional de la navegación de la identidad- se refiere a la potencia (o falta de ella), la moralidad y la capacidad de acción de las personas (Bamberg y Wipff, 2020, p. 28).

Este autor sostiene que los narradores en términos de agencia navegan a lo largo de un continuo en el que uno de sus extremos está representado por el ajuste mundo a persona y el otro por el ajuste persona a mundo. La agencia -y la navegación de la identidad en función de ella- resulta muy importante en la presentación de la persona como alguien responsable (como sucede en las reivindicaciones referidas a logros y éxitos versus a las reivindicaciones que implican (in) culpabilidad o la comisión de un delito) o altamente influyente de su propio destino. Además, Bamberg defiende la idea de que el narrador, en tanto que agente, también construye posiciones de identidad por sí mismo y no solo mediante los arreglos o marcos morales sostenidos por discursos sociales y culturales más amplios (narrativas maestras). Esto indica que el narrador no es totalmente posicionado por estos discursos. Visto todo esto, se puede decir que las historias (y los dispositivos narrativos que la componen) pueden posicionar al narrador como menos responsable de su vida y destino debido principalmente a fuerzas externas (baja capacidad de agencia) o posicionarlo como alguien con un alto control de sus acciones y circunstancias (alta capacidad de agencia).

Todo lo dicho hasta el momento sobre el posicionamiento se puede resumir de la siguiente manera: las historias establecen relaciones temporales y espaciales entre acontecimientos o eventos que, sin duda, resultan muy importante desde una perspectiva narrativa, porque simplemente estructuran y organizan esos eventos de manera significativa. Pero, además, las historias son escenarios donde se presentan personajes los cuales son caracterizados y posicionados, además de ser estructuras muy ricas para la construcción y negociación de la identidad. El posicionamiento no solo es un marco teórico, es también una herramienta que ofrece la posibilidad de analizar narrativamente cómo las personas se construyen a sí mismas mediante las posiciones que adoptan activa y agentivamente dentro de las historias contadas, en el propio momento (interactivo) de la narración y frente a discursos socio-culturales más amplios.

El presente trabajo

Dado que el enfoque del posicionamiento se alinea con el construccionismo social, su principal argumento es que las personas crean y afirman su identidad en contextos de interacción como es el caso de una entrevista conversacional. Entre otras razones, el posicionamiento se emplea por los hablantes para construir, deshacer y restaurar identidades incómodas y problemáticas frente a otras más favorables (Bamberg, 1997; Bamberg y Georgakopoulou, 2008). Entonces, analizar el posicionamiento narrativo hace posible explorar cómo se construyen las identidades deseables y, a su vez, observar las estrategias para desmontar, desvincularse o defenderse de las desagradables. En este sentido, una pregunta importante que intentará responder este estudio con apoyo de la perspectiva narrativa del posicionamiento es ¿cómo utiliza un sujeto condenado por tentativa de homicidio contra su pareja tanto sus historias (sobre el delito, familia, empleo, etc.), como la actividad narrativa que da forma a ellas, para reparar su imagen e identidad estigmatizada? Para dar respuesta a esta pregunta, esta investigación asume necesariamente un concepto de identidad como un elemento (co-) construido o creado en una situación interactiva concreta (entrevista) por medio de un trabajo discursivo basado principalmente en la narración de historias (estén completamente formadas o no 4) y no como un constructo estático, fijo y monolítico.

Concretamente, el análisis que se plantea en este artículo se basa en las ideas de Bamberg (y de otros analistas narrativos) respecto a la gestión de la identidad a través del posicionamiento que se establece en el mundo de los eventos narrados (historias), en el mundo de la actividad narrativa (conversación) y en el mundo de los discursos socio-culturales. Dicho análisis se enfocará en los tres niveles propuestos por Bamberg (1997) y, especialmente, en su interacción. Se busca explorar, por ejemplo, si el entrevistado se identifica con una ideología, concepto o categoría social como pueden ser el discurso de la paternidad responsable o de la ética del trabajo (nivel de posicionamiento 3) y, a su vez, presentarse como una víctima de las circunstancias externas en el mundo de la historia o de los eventos narrados (nivel de posicionamiento 1). El posicionamiento en ambos niveles puede despertar determinadas reacciones (emociones, expectativas, evaluaciones, etc.) por parte del narrador y/o de su audiencia (entrevistador) que figuran como interlocutores dentro del contexto de interacción o evento narrativo (nivel de posicionamiento 2). Hasta donde sea posible, este tipo de análisis sobre la interacción de los tres niveles de posicionamiento puede dar luces sobre el trabajo de identidad de un sujeto que, en principio, acude a la entrevista con una identidad de base deteriorada y estigmatizada (Goffman, 1970).

Dicho esto, las estrategias o formas de posicionamiento que se analizarán en este estudio son: 1) las referencias a los eventos pasados en los que el narrador participó y que se presentan mediante dispositivos narrativos como los propuestos por Labov y Waletzky (1997); 2) las referencias a categorías que definen a grupos de personas a partir de atributos comunes (p. ej., sexo, ocupación, actividad laboral, clase social, etc.); 3) la voz e índices evaluativos (indexicalidad5) que serían formas de hablar -compuestas por adjetivos, verbos o términos más largos- que indican posiciones sociales, valoraciones y orientaciones ideológicas con la cual el narrador se caracteriza a sí mismo y a otros personajes de la historia como tipos de personas identificables (p. ej., términos como mala vida, pareja, muchacha, moza, desviado, etc.); y 4) otros términos y palabras para denotar atributos que definen o describen la naturaleza, cualidad o carácter de los personajes de la historia (p.ej., adjetivos calificativos como malo, bueno, irresponsable, celoso, impulsivo, cuidadoso, etc.).

Método: procedimiento, recogida de datos y segmentación

En este artículo se aplica el enfoque del posicionamiento a una conversación entre un hombre condenado por tentativa de homicidio contra una mujer (al que se identifica en los análisis con C) y un investigador científico interesado en distintos temas relacionados con este delito (al que se identifica más adelante con G). La narración que se utiliza aquí como caso de estudio proviene de un corpus de once (11) entrevistas hechas a sujetos de sexo masculino condenados por homicidio. El lugar donde se desarrolló la recolección de todas estas entrevistas fue en Mérida, una ciudad turística y universitaria de tamaño medio ubicada en la región de los andes venezolanos. Los participantes de este estudio se seleccionaron mediante un procedimiento de muestreo intencional. La elección de los mismos se realizó sobre la base de 65 casos de homicidios intencionales (consumados o frustrados) archivados, cuyas actas procesales fueron recogidas y fotografías por los asistentes de investigación en el Circuito Judicial de Mérida. Los sujetos de la muestra fueron reclutados con el apoyo de delegados de prueba para aquellos que cumplían régimen abierto y del Director de Polimérida para los recluidos en retenes.

Se usaron entrevistas semiestructuradas (Patton, 2002) para la recopilación de los datos empíricos. La entrevista se puede entender en este contexto como una forma especial de conversación (con una organización más asimétrica y determinada, por supuesto, por una agenda de investigación) con la que se buscó estimular en los participantes la narración de historias. En este sentido, se aplicó una guía de preguntas organizada en las siguientes tres áreas temáticas: descripción del evento homicida, dimensión moral del homicidio y experiencia con el sistema de justicia penal. Asimismo, emergieron preguntas que no estaban contempladas en la guía de base, pero que fueron consideradas importantes por el entrevistador para tratar otros temas de interés. Dados los objetivos de esta investigación, esta entrevista no debe verse solo como la entrevista clásica que sigue una cadena ordenada de preguntas y respuestas, sino más bien como un lugar de posicionamiento narrativo (Toth, 2014; Wesely, 2018). Las entrevistas se efectuaron en una única reunión y duraron aproximadamente entre 38 y 80 minutos. Los lugares de encuentro fueron espacios universitarios y retenes policiales. Como es frecuente en este tipo de estudios, las entrevistas se desarrollaron y grabaron en audio con la autorización y consentimiento del entrevistado, para luego ser transcritas por los asistentes de investigación. Todos los nombres y cualquier otra forma de identificación se sustituyeron por seudónimos.

El proceso de análisis de los datos está compuesto por tres etapas. La primera consistió en leer varias veces la sección temática reservada al evento homicida ya que el análisis de posicionamiento de este estudio se circunscribe a esa parte de la entrevista. Este proceso permitió organizar la perspectiva analítica de lo que C contó sobre el intento de homicidio. La segunda etapa se basó en la selección de los segmentos de análisis que, en este caso, fueron identificados tomando en cuenta los rasgos distintivos de las narrativas (Riessman 2008). Estos últimos hacen referencia a las características esenciales y estructurales (Labov y Waletzky 1997) de cada historia y con base en ellos se determinaron historias con una mayor o menor estructura formal. La última etapa estuvo dirigida a analizar los tres niveles de la construcción de identidad de Bamberg (1997) comentados arriba, guiado todo esto por el interés de comprender ¿qué inferencias quería C que el entrevistador hiciera sobre quién había sido? ¿quién es en el momento de la entrevista? y ¿quién proyectaba ser? y, además, ¿cómo da un sentido de sí mismo mediante su narración? Estas preguntas fueron útiles para interpretar cómo se posicionó con respecto a los eventos narrados, a los personajes de sus historias (que escoge y describe selectivamente entre tantos otros que podría haber nombrado), al entrevistador y a los discursos socioculturales más amplios. En definitiva, ellas responden al deseo de comprender qué trabajo de identidad estaba haciendo C para el momento de la entrevista. Dicho proceso requirió un análisis iterativo constante y el reconocimiento de las estrategias de posicionamiento (p.ej., referencia a eventos pasados, categorización e indexicalidad) que la literatura sugiere identificar.

Las narrativas de C: un análisis desde diferentes niveles de posicionamiento

1. De la vida buena a la mala vida (o del cambio de una identidad convencional a una identidad desviada)

1.1. Entré en la mala vida…

La primera historia (y quizá la más importante en toda la conversación) relata el intento de homicidio de C a su pareja y se encuentra al principio de la entrevista. Antes, el entrevistador le ha solicitado que le eche el cuento de lo que ocurrió de la forma como lo recuerda y en la forma que quiera hablar. Atendiendo a esta instrucción y guiado por algunos datos muy concretos ofrecidos por el propio entrevistador como, por ejemplo, el tiempo que ha pasado desde el incidente o el mes en que sucedió -que pueden ser interpretados también como parte del resumen de esta historia-, C ofrece sin interrupciones la siguiente narración:

Línea

Segmento 1:

1

C: Si, fue en enero, eso es una persona que tenía yo como pareja, como lo llamamos

2

vulgarmente como la moza, y bueno, pues ella estaba en la mala vida y yo también

3

entré en la mala vida, de consumir alcohol, consumir droga, bueno perdí una vida

4

que yo tenía estable. Yo era comerciante, trabajaba en xx Xxxxxxx Xxxxxx, y me

5

desvié, dejé a mi esposa, que era una profesional, caí con esta muchacha y

6

entonces pues, caímos en, ella ya estaba, caí en la mala vida del alcohol y de la

7

droga, y entré en relación con ella, ya yo perdí todo, vamos a decirlo así, porque

8

perdí hasta a mi familia, ya mi esposa se fue a Barinas con mi hija la menor y yo

9

estaba muy pegado a esta mujer por, no sé si por vicio o por, bueno, me pegué

10

mucho y vivíamos en un sitio donde era mala pinta, existía la droga, el alcohol, y

11

entraron los celos, de mi parte, vivíamos una mala vida, ella también me celaba yo

12

también la celaba, llego ese 28 de enero del 2012 y estaba yo bebiendo, ella

13

también, pero ella estaba en un lado y yo en otro, yo me la conseguí y la cabeza,

14

pues se vino lo malo, creo yo que es eso, se vino lo malo y yo pues saque un cuchillo

15

y me le fui y, según lo que hice, pues hay tres puñaladas, dos en el brazo y una por

16

aquí cerca del codo...

Varias de las historias contadas por C no tienen la estructura canónica sugerida por Labov y Waletzky (1997), sin embargo, la contenida en el segmento 1 (que forma parte de su cuento inicial) se aproxima mucho a ella y presenta algunos de sus principales elementos como la orientación (tiempo, lugares y personajes, líneas 1-10), la acción complicada (celos y encuentro conflictivo, líneas ١1-14) y la resolución (intento de homicidio, líneas 14-16). Analizar la estructura de este modo es una opción válida para comprender el objetivo de esta historia, en este caso, el trabajo de identidad (posicionamiento) que se desarrolla en la misma. En ella -y principalmente en su larga fase de orientación- C efectúa un trabajo de posicionamiento de los personajes uno con respecto a otro. Se observa que él y su pareja (amante) son los personajes principales de la historia, aunque en algún momento aparecen otros personajes -si se quiere secundarios- como la esposa e hija menor.

Como se observará a lo largo de toda esta sección de análisis, C se construye a sí mismo durante la entrevista utilizando los tres niveles de posicionamiento. En el primer nivel de análisis (o nivel de los eventos narrados), el narrador-protagonista comienza a presentarse antes de relatar lo sucedió el día de la agresión (líneas 12-16) y para ello construye dos versiones dicotómicas de sí mismo (yoes) correspondientes cada una a dos mundos distintos que ha ordenado dentro de su historia. Ambos constituyen dos dominios -o simplemente vidas -que contienen experiencias vividas y resultan claramente contrapuestos desde un punto de vista moral. Uno de ellos, al que describe bajo el término mala vida (líneas 2, 3, 6 y 11), sirve de telón de fondo para ofrecer una imagen de sí mismo como alguien que se desvió (líneas 4 y 5) hacia una realidad vinculada al alcohol y las drogas. Es en ese mismo ámbito problemático -aunque muy simbólico y con un significado que va armando a lo largo de la entrevista-, donde el narrador retrata y ubica al C de la historia de forma negativa como bebedor y drogadicto (líneas 3,6,7 y 12) que, en una coyuntura particular, dominado por los celos (entraron los celos, línea 11) y en medio de un conflicto violento con su pareja, resolvió matarla a cuchilladas (líneas 14-16). Es importante notar que, por medio de la expresión mala vida, la cual indexa una semántica o significado social muy preciso, C construye una identidad abiertamente moralizada. El entrevistado comienza a retratarse en el mundo de los eventos narrados como perpetrador o autor violento y, en general, a crear narrativamente un yo e identidad de desviado que, como se verá más adelante, busca reparar.

En otro punto de la historia, el narrador-protagonista ofrece detalles sobre otra versión de C, al que valora positivamente y sitúa en el mundo de la vida estable (o vida buena como también la llama más adelante en la entrevista) que, como resultado de la mala vida y sus protagonistas, perdió o se arruinó, es decir, sufrió una transformación o experimentó lo que Mishler (2002) denomina un punto de inflexión. Es en esta otra vida -un periodo anterior a la mala vida y a sus consecuencias negativas, conformado principalmente por su familia y el trabajo-, en la que el narrador hace la auto-presentación de un yo mucho más acreditado en términos morales, cuya identidad vincula a roles y categorías socialmente convencionales como las de comerciante, esposo y padre (líneas 3-5, 8). Asimismo, quizá con el propósito de ayudar a la construcción de su personaje en este ámbito y, por consiguiente, a su trabajo de identidad y posicionamiento, C hace referencia a personas significativas para él y para su historia como es el caso de su esposa. En este sentido, parece desarrollar un nuevo trabajo de categorización (Sacks, 1985) con el que también busca posicionarla favorablemente al clasificarla como profesional (línea 5). Al C presentarse a sí mismo y a su esposa como comerciante y profesional respectivamente, se puede inferir que el empleo y la educación son representaciones y valores (convencionales) con un significado importante en el concepto de vida estable o vida buena que le favorece en el trabajo de identidad (posicionamiento) como personas morales a nivel de la historia.

Volviendo al narrador, la imagen que este transmite de C como personaje encajado en el mundo de la vida buena lo hace parecer como el protagonista de una vida (profesional y familiar) estable (líneas 3 y 4) que, quizá por un alto sentido de agencia, fue capaz de construir, controlar y gestionar activamente. Muy al contrario, el C proyectado en la mala vida se puede interpretar como un personaje incompatible -con respecto al C de la vida estable-, el cual tiene, aparentemente, poco control sobre su vida y, en particular, sobre sus acciones. Principalmente porque esa versión de C parece estar determinada por factores intempestivos y/o por fuerzas externas como el alcohol y las drogas, los celos (entraron los celos, línea 11), un ambiente problemático (vivíamos en un sitio donde era mala pinta, existía la droga, el alcohol, línea 10) o, incluso, por algo tan impreciso y abstracto como lo malo (pues se vino lo malo, creo yo que es eso, se vino lo malo, línea 14). En sí, al C posicionarse como objeto de la mala vida, evoca la imagen de un personaje víctima de las circunstancias y con poco control de las situaciones pasadas y, por ende, con poca agencia. Esto último puede entenderse como un proceso que se orienta al posicionamiento de C como un personaje de su historia que, cuando se identifica como desviado y perpetrador, acaba perdiendo el control de sus actos -y en general de su curso de vida- y, por ende, de su sentido de agencia.

El otro foco de atención en la historia de C es la víctima a la que inicialmente describe y posiciona mediante la expresión pareja. Un personaje que el narrador califica deliberada y, si se quiere, peyorativamente como la moza, con conciencia, sin duda, de que es un término usado vulgarmente, el cual está cargado de un determinado significado moral y sociocultural. En sí, al llamar a esta mujer pareja y moza en un contexto sociocultural como el venezolano, le confiere voz y lo que supone la identidad de amante, es decir, la posiciona como una mujer con la que se tiene una relación afectiva y sexual extramatrimonial. Este personaje, que finalmente terminará siendo su víctima, la caracteriza dentro del mundo de la mala vida (línea 2, 6 y 11), es decir, de aquel dominio ocupado por valores, estímulos y circunstancias moralmente desfavorables relacionados no tan solo con el uso de alcohol y drogas, sino también con la infidelidad, los celos y las prácticas violentas. El trabajo de posicionamiento que parece hacer el narrador-protagonista en términos negativos para dar forma a una imagen e identidad moralmente desviada de su pareja es, en cuanto a contenido y significados, cualitativamente distinto al realizado con su esposa (incluso con él mismo) dentro del mundo convencional que califica como la vida buena; pero totalmente congruente con el trabajo hecho para el otro C que ancla en el mundo maligno de la mala vida. El posicionamiento de las dos mujeres refleja un asunto más complejo que no se agota solo en los significados semánticos y referenciales de los términos esposa, pareja y/o moza, sino que comprende todo el conjunto de acciones y actividades vinculadas a la vida en familia (o de hogar) versus a la vida de la calle (vicios y desviación) que determina la naturaleza, habilidades y propósitos de estos personajes al indexar el sentido implícito de dos tipos de mujeres contrastantes que se sitúan en diferentes contextos o dominios morales.

En general, la narración de C en esta parte de la entrevista describe dos facetas de su vida totalmente opuestas. En la primera C se describe como esposo, padre y comerciante. En la segunda ofrece una presentación de sí mismo como un hombre desviado, infiel, celoso y agresor. El trabajo de posicionamiento de C en función del mundo moral que le sirve de referencia, es un reflejo del conflicto de identidades que se puede presentar dentro de las historias de los transgresores si se explora desde un primer nivel de posicionamiento. Se analizan a continuación dos segmentos más de la entrevista en los que C ofrece mayores detalles de su proceso de transición de la vida buena (convencional) a la mala vida (desviada) y en los que, además, se observan nuevos trabajos de identidad (posicionamiento) para dar forma a su discurso de cambio de una vida a otra.

1.2. Ya había renunciado al trabajo

El segmento 2 es una historia estructuralmente parecida a la anterior, es decir, cuenta con una orientación (líneas 2-3) que hace referencia al tiempo que había transcurrido desde que C tomó la decisión de renunciar a su empleo debido, principalmente, a su ausencia algunos días por amanecer bebiendo luego de que conoció a su pareja (líneas 4 y 5) y cuya resolución a esta complicación fue la solicitud de renuncia (líneas 7 y 8). Además, C proporciona una evaluación sobre su falta al considerarla una irresponsabilidad (líneas 6 y 7) dado el buen desempeño mostrado en algún momento (líneas 8 y 9). Todos estos eventos forman parte de la fase dialógica de la entrevista y se inicia por una pregunta hecha por G sobre la actividad laboral del narrador al momento del delito por el que fue sentenciado.

Línea

Segmento 2:

1

G: ¿Y usted trabajaba esos días también, tenía trabajo?

2

C: Había renunciado al trabajo, ya había renunciado al trabajo, tenía ¿qué? como.

3

seis meses de haber renunciado al trabajo, menos mal tome una decisión de

4

renunciar por lo mismo, doctor, porque estaba en… ya había, cuando empecé con

5

esta muchacha, ya habían días que no iba a trabajar porque estaba amanecido,

6

bebiendo, entonces yo dije no, voy a salir por la puerta grande, y no sea que me

7

boten por irresponsable, entonces tomé una decisión y fui y hablé con mi jefe, le dije

8

que me retiraba, tuve una buena función ahí también, quedé bien con los jefes,

9

rendía bastante, gracias a mi Dios, en el trabajo.

En el primer nivel, en el del mundo de la historia, C se vuelve a posicionar como alguien que, antes de conocer a su pareja, era una persona responsable en su trabajo, un comerciante que realizó una buena función y rendía bastante allí. Esta es una identidad acorde a la vida buena que llevaba junto a su esposa y familia, pero que cambió justo después que entró a la mala vida que compartía con su moza (que por cierto vuelve a posicionar en esta vida de excesos y abusos empleando ahora el término muchacha). Además, refleja a un C que, posicionado en el mundo de la vida buena, tiene un alto sentido de agencia y responsabilidad. Es decir, es una persona que, a pesar de estar transitando de una vida a otra, tiene todavía el control suficiente para tomar decisiones que les permitan gestionar, al final de su vida convencional, algunos aspectos importantes de ella. En el segundo nivel de posicionamiento hay un movimiento interactivo importante en la línea 4: C se refiere a G como Doctor. Esto es una señal de asimetría entre ambos interactuantes que tal vez pueda explicar parcialmente el trabajo de identidad (posicionamiento) de C durante la entrevista. En cuanto al tercer nivel de posicionamiento, se puede ver que C parece alinearse a la retórica o discurso socio-cultural de la ética del trabajo. En concreto, parece inspirarse en una narrativa soportada en el discurso común de lo que significa ser un buen trabajador, para así explicar que su valor ético del trabajo es fuerte y, por ende, posicionarse como un trabajador responsable y competente y, en general, como una determinada persona moral. Se puede decir que la insistencia de C en posicionarse como un trabajador diligente es, al menos parcialmente, una forma de construir una identidad profesional y, sobre todo, moral que le ayude a contrarrestar la imagen estigmatizada que define al yo presente en el mundo real de la entrevista y que, dada su evidente situación penal, ha tenido que presentar a nivel de los eventos narrados (primer nivel de posicionamiento).

1.3. La mayor pérdida…

El segmento 3 también comienza con una pregunta de G, lo cual representa una invitación a que el narrador evalúe los beneficios y pérdidas con todo esto, lo que muy bien puede interpretarse como qué percepción tiene el entrevistado sobre las consecuencias tanto del delito cometido como del castigo (detención). A continuación, C explica que fueron mucha las perdidas en todo. Al observar lo imprecisa de esta respuesta, G invita nuevamente a C a dar mayores detalles de lo que considera fueron las mayores pérdidas. A partir de la línea 4, C narra que el resultado más importante de este delito y su respectiva condena fue la ruptura de la familia, lo que a su vez generó otros problemas familiares (otras cosas más) como la muerte de su hijo por parte de la policía. A partir de ahí la narración gira en torno a este hecho. En primer lugar, G busca más aclaración preguntándole al entrevistado qué vinculo hay entre el delito por el que fue condenado y la muerte de su hijo (línea 9), a lo que C responde creer que ninguno (línea 10).

En este punto de la narración G interviene y ayuda a definir una nueva historia de C al aclararle que es más bien por el hecho de haber estado pagando condena y no poder ocuparse de su hijo lo que tuvo realmente relación con su muerte (línea 12). (Este comentario de G -que pudiera ubicarse en el segundo nivel de posicionamiento- es un buen ejemplo de co-construcción de la narrativa -y en cierta forma de significados- en entrevistas y permite observar la manera cómo el entrevistador desempeña un papel crucial en la formación de las historias narradas. En este sentido, es importante tener siempre en cuenta la interacción del entrevistador en los datos [Presser, 2004]). De tal forma que la contribución de G genera dos movimientos importantes: 1) la alineación de C mediante el dispositivo de apertura (línea 13) Exactamente para confirmar el punto de vista de G; y 2) el detonante de una nueva explicación en forma de historia (por eso digo que trajo muchas cosas más, porque mientras yo línea ١٣) que lo lleva a nuevamente a hablar de la transición de la vida buena a la mala vida y, en función de esto, hacer un nuevo trabajo de posicionamiento narrativo.

Línea

Segmento 3:

1

G: Y si le preguntara qué siente que ganó o que perdió con todo esto ¿hay alguna

2

ganancia o alguna pérdida en todo esto?

3

C: Mucha pérdida, mucha. En todo.

4

G: ¿Cuáles serían las mayores pérdidas?

5

C: La mayor pérdida pues sería haber perdido a mi esposa y a mis hijos, que de ahí

6

han venido muchos problemas, de hecho la PTJ me mató a un hijo en El Tigre

7

también, tengo dos presos, mi otra hija esta embrazada y el marido está preso, ó

8

sea, me ha traído muchas cosas.

9

G: ¿Qué relación hay entre este hecho y que la PTJ haya matado al muchacho?

10

C: No, pues, de este hecho no creo, no creo porque en ese entonces mi hijo andaba

11

en la mala vida, que lo mataron mal, sí.

12

G: Es más bien porque usted estuvo detenido, que no pudo ocuparse de él, así que…

13

C: Exactamente, por eso digo que trajo muchas cosas más, porque mientras yo

14

estuve en la vida sana, en la vida buena, mis hijos estaban, mis hijos tenían todo,

15

como le digo yo, no para entrar en política, pero mis hijos y yo trabajábamos, y

16

ellos tenían todo sus útiles, sus uniformes, su comida, su recreación, los llevaba al

17

estadio, al circo cuando había circo, al carrusel, a todo. Y pobremente, pero vivían

18

bien y estaban estudiando y estaban encarrilados por un buen camino, después de

19

ahí yo ya tuve, cuando conocí a esta mujer ya yo me descuidé, también de mis hijos,

20

porque abandoné el trabajo, ya caí preso, ya ellos quedaron solos, con su mamá,

21

pero entonces yo creo que eso fue una cosa de las que desvié mucho a mis hijos,

22

digo yo…

Esta parte de la narración (líneas 13-22) presenta también algunos componentes de la estructura narrativa de Labov. La narración contenida entre las líneas 13 y 18 se puede interpretar como una cláusula de orientación, la cual sirve para contextualizar la acción complicada (el comienzo de su relación con la mujer) que se origina en las líneas 18 y 19. El resultado de esta complicación, es decir, su abandono personal, familiar y laboral, se ofrece entre las líneas 19 y 22. En un primer nivel de posicionamiento, C junto con sus hijos pueden considerarse los personajes principales de esta historia, aunque en ella también introduce la figura de su pareja y esposa. Nuevamente C decide caracterizar la vida buena, pero esta vez con más detalles (p.ej., estadio, circo, carrusel, etc.) que le confieren una naturaleza si se quiere más mundana. En el mundo de la vida buena que describe a lo largo de la orientación decide otra vez presentarse como un padre competente y responsable que, a través del trabajo, logra mantener a sus hijos encarrilados por un buen camino en medio de la pobreza. Insertado en el mundo de la vida buena también da voz a sus hijos como personas que desarrollaban una vida convencional caracterizada por el trabajo y el estudio. Coherente con el discurso general de sus historias, el problema ocurre cuando conoce a esa mujer que, además de ayudarlo a desviarse hacia la mala vida, lo hace descuidar a sus hijos, dejarlos solos, lo que finalmente, según explica, contribuyó a que ellos también se desviaran. Hasta el punto de que uno de ellos, por participar también en la mala vida, lo mataran mal. Este acontecimiento es otra oportunidad para demostrar lo que C menciona varias veces a lo largo de la entrevista: en la vida buena que construye en el mundo de la historia se posiciona como un hombre trabajador, responsable de sí mismo y de su familia; pero en la mala vida -que comienza cuando conoce a su pareja- la identidad que logra construir como padre competente es reemplazada posteriormente por la de un padre negligente e irresponsable.

Otra cosa importante: la indexación y categorización que logra C al describir o caracterizar a la mayoría de los personajes de esta historia -y de todas las anteriores- refuerza aún más el posicionamiento que pretende en el mundo de los eventos narrados: las personas como el C comerciante y padre responsable, su esposa y algunos de sus hijos (encarrilados por un buen camino) son de la vida buena. El C irresponsable, negligente, desenfrenado, descarriado, vicioso y agresor, su moza y el hijo que murió mal son de la mala vida. Al parecer, esta y otras formas de posicionamiento definen a, y son definidas por, los dominios morales o vidas que C va construyendo y transitando en el mundo de los acontecimientos narrados o de la historia. En síntesis, se observa como C describe a muchas personas de su vida pasada como pertenecientes a la vida buena (p. ej., esposa y alguno de sus hijos) y a otros a la mala vida (p. ej., pareja e hijo), todo depende de cómo actúan moralmente frente a las normas. Al dar voz a estas personas, estas historias le ofrecen a C la oportunidad de darse también voz y sentido a sí mismo y a su propio pasado. Un pasado donde ha presentado un yo tanto convencional (trabajó y era padre de familia) como desviado (incursionó en el uso de alcohol y drogas, incumplió en el trabajo, descuidó a sus hijos e intentó matar a su pareja) y donde hasta este momento, al menos en el mundo de la historia, el primero ha cambiado hacia el segundo.

Si el análisis se aleja un poco de los acontecimientos narrados (primer nivel de posicionamiento) y se interpreta esta narrativa desde el tercer nivel, se observa que parte del discurso de C se alinea con el discurso sociocultural de la paternidad responsable o, si se quiere, con la narrativa de lo que significa ser un buen padre. Es decir, con el estereotipo sociocultural de un hombre comprometido y trabajador que atiende y se implica en los asuntos de su hogar, en particular, en la adecuada crianza de sus hijos. Aunque en este artículo se estudia solo el caso de C, es importante comentar que algunos de los hombres que formaron también parte de este proyecto general de investigación sobre homicidio, insistieron en describirse a sí mismos y posicionarse como padres responsables y competentes, lo que puede significar que es un discurso socio-cultural frecuente en el contexto venezolano. De tal forma que cuando hablan sobre el homicidio y sus consecuencias, estos entrevistados parecen recurrir al discurso de la paternidad para alinear algunas acciones con ciertas retóricas y expectativas culturales que define el rol de buen padre. En el caso de C, su versión de haber sido buen padre en algún momento de su vida pasada sirve para demostrar un determinado posicionamiento respecto a importantes aspectos de la vida convencional.

2. De regreso a una mejor vida (o del cambio de una identidad desviada a una identidad convencional)

Hasta este momento se puede observar cómo estas narrativas (todas con forma de historia), reflejan el trabajo de identidad de C mediante el posicionamiento, lo que le permite manifestar diferentes yoes que dan cuenta sobre quién ha sido en el pasado. A continuación, se analizará mediante este tipo de enfoque la naturaleza de otras narrativas que muestran -además de quién ha sido C- quién es en el aquí y el ahora de la entrevista y quién aspira ser en un futuro.

2.1. Me he arrepentido mucho

El segmento 4 es en realidad parte del mismo cuento inicial narrado por C al comienzo de la entrevista sin interrupciones. En este trozo de texto se observa una historia que, sin llegar a ser tan extensa como las contenidas en los segmentos anteriores, proporciona información sobre el posicionamiento y la identidad por el modo en que el yo presente en la entrevista (yo narrador) y el yo construido en la historia (yo narrado) pueden estar interactuando.

Línea

Segmento 4:

1

Claro había alcohol, había droga, en ese momento que cometí ese error del cual me

2

he arrepentido mucho, y el cual me ha pegado mucho, porque mi vida cambió

3

mucho, a decisión de ahorita que ya, gracias a Dios, he vuelto a recuperarme,

4

volver a la vida

En lo que pudiera considerarse como la orientación de esta historia (línea 1) el narrador-protagonista vuelve a posicionarse en el mundo de la historia (primer nivel de posicionamiento) como una persona que, en medio del alcohol y las drogas, cometió un error (tentativa de homicidio) que le complicó las cosas y cuyo resultado más sobresaliente fue que le produjo un cambio significativo en su vida (línea 2). Además, evalúa este error como algo que le ha afectado mucho y del cual está arrepentido (líneas 1 y 2). Esta nueva y corta narrativa agrega elementos adicionales a las acciones desviadas que definían al C de la historia contenida en el segmento 1. Además de la manifestación de aflicción y arrepentimiento que forman parte de la evaluación de este hecho C, que en alguna ocasión formó parte de la mala vida, dice haber cambiado, es decir, haberse recuperado y retornado a una vida de la cual, hasta los momentos, no da mayor detalle (líneas 3 y 4).

Este corto extracto proporciona pequeñas pistas sobre la posible identidad que define a C en la situación de entrevista (segundo nivel de posicionamiento). En este sentido, luego de estar inmerso en un proceso de cambio en el que ha experimentado tanto el arrepentimiento como la aflicción (es decir, se posiciona como alguien arrepentido), C se presenta ante G como una persona que ha reconquistado su vida. Es en virtud de esto que parece auto-posicionarse ante su audiencia (G) como un ser cambiado cuya historia da forma a una identidad situada de redención que lo ayuda a apartarse de la identidad desviada del pasado. En compañía de G, C posiblemente está experimentando un proceso de reparación narrativa de su identidad estigmatizada en el que redefine las experiencias negativas de su mala vida por una suerte de vida restablecida.

Ahora bien, el anterior segmento de entrevista no es la única vez en la que C utiliza el mundo de la historia para aportar algo sobre la identidad que parece construir en el segundo nivel identitario de posicionamiento. En el segmento 5 se observa cómo el yo del evento narrativo vuelve a manifestar un cambio en su vida con respecto al yo narrado de su historia.

2.2. Seguir con una mejor vida

Al igual que los segmentos anteriores, la historia presentada en el quinto (que es narrada por el entrevistado justamente al terminar el segmento 4) contiene algunos de los elementos estructurales del esquema laboviano. Es nuevamente en la orientación de esta historia (líneas 1 y 2) donde C se presenta en función de los dos mundos en los que transita en algunos momentos de la entrevista. Similar al segmento 1, C construye un yo narrado incrustado en una vida convencional (vida estable o vida buena). Al parecer todo se complica al desviarse para gozar de la vida (haciendo seguro referencia a un aspecto de la mala vida que, como se ha visto en otros momentos de la conversación, le generó una serie de resultados desfavorables). En este sentido, vuelve a presentarse como alguien cuyo comportamiento se desvió de la vida convencional de la que hace referencia a lo largo de la entrevista.

Línea

Segmento 5:

1

yo era una persona que trabajaba en xx Xxxxxxx Xxxxxx, trabajé en Xxxxxx por

2

muchos años, pero bueno, me desvié en ese momento por gozar de la vida, diría yo

3

y ahorita estamos volviendo, aunque estamos en una situación muy crítica,

4

casualmente estuve leyendo a un tipo que está muy difícil todo, doctor, y

5

bueno, estamos luchando, ahorita estoy logrando a ver si saco el bachillerato ahí

6

en destacamento, en las noches, voy los lunes y los martes, en octubre, si Dios

7

quiere, debo tener el quinto año ya, graduarme de bachillerato para ver si entro al

8

Ministerio de Educación, que exige quinto año, y seguir con una mejor vida, y

9

ayudar a todo aquél que se pueda, porque de verdad que estar preso es fuerte, se

10

viven muchas cosas fuertes, solamente Dios y uno que está allá es el que sabe

Es a partir de la línea 3 donde el narrador-protagonista vuelve a enfatizar el discurso de cambio que define una nueva faceta de su vida con base a la concepción de vuelta (regreso). Al dirigirse a G (refiriéndose a él de nuevo como doctor), el narrador se posiciona -en el aquí y el ahora- como alguien que, a pasar de las adversidades que se vivían para ese momento en Venezuela (línea 3 y 4), es una persona motivada y luchadora (línea 5) que, principalmente a través de la formación académica (líneas 5-8), buscará seguir con lo que él establece como una mejor vida (línea 8). Este discurso presentado en el evento narrativo sitúa a C como alguien que experimenta un presente de lucha y un futuro con propósitos. Al posicionarse de ese modo, C nuevamente estaría construyendo ante los ojos de G, una imagen de sí mismo como alguien redimido (o, al menos, la imagen de un sujeto que se halla en un proceso de cambio que lo llevará a la redención).

Este discurso de C también refleja que, para el momento de la entrevista, es un sujeto que tiene nuevamente el control personal de su vida y luce responsable -al menos- de su situación futura lo que, en definitiva, lo posiciona como una persona cuya identidad está determinada por un fuerte sentido de agencia. Es interesante observar la manera cómo el sentido de agencia que presenta el yo narrado construido por C en el ámbito convencional del mundo de sus historias (primer nivel de posicionamiento), se presenta con fuerza también en el auto-posicionamiento del mundo interaccional de la entrevista. En definitiva, C ofrece a G una imagen de sí mismo renovada (que bien puede entenderse como un trabajo de reparación de imagen) que lo posiciona como un hombre luchador, motivado, orientado hacia proyectos convencionales y con un alto sentido de agencia puesto que, aparentemente, vuelve a dirigir y tener control sobre su propia vida. Desde una perspectiva de la identidad narrativa, todo el discurso de C, no solamente posicionan el yo narrado en el primer nivel, sino también el yo actual del aquí y ahora de la narrativa (segundo nivel) que, como se ha podido ver, encarna los cambios en su vida y aspectos de sí mismo en el presente.

2.3. Esto me ha ayudado mucho

Siguiendo la categorización de Labov, no hay muchos de los elementos que definen una estructura narrativa clara en el segmento 6, en otras palabras, parece que no se trata de una historia canónica. Pero, aunque este breve segmento no contiene realmente una historia completamente formada -a primera vista carece de algún evento complicado que conlleve a una resolución-, se incluye en este análisis como una pequeña historia (Bamberg y Georgakopoulou, 2008), es decir, un breve fragmento de historia sobre un evento pasado: C sufrió mucho cuando estuvo preso por las cosas difíciles que tuvo que experimentar.

Línea

Segmento 6:

1

G: ¿Usted cree que haría de nuevo… de nuevo eso, si viviera una situación

2

parecida?

3

C: No, ni Dios me lo permita

4

G: ¿Por qué no?

5

C: Esto me ha ayudado mucho, yo le temo tanto ahora a las cosas que no creo,

6

primeramente Dios no lo permite, al menos que el enemigo se apodere, no, no, esto

7

ya sería mucho, yo sufrí mucho en la cárcel, mucho en el sentido de que hubieron

8

muchas cosas que no es fácil, entonces muy arrepentido, y no quiera Dios, no creo

9

que lo vuelva hacer, de hecho gracias a Dios he sido una persona que con todo el

10

mundo me la llevo, vuelvo y te repito, sería que tenía que pagar algo, que caí en

11

esa mala vida

Al observar más de cerca cómo construye su identidad, tanto en el evento narrado como en el evento de narrar historias, se obtiene una visión más clara del propósito de esta narrativa. En un primer nivel de análisis, C se describe como alguien que experimentó momentos difíciles que lo hicieron sufrir, en este caso podría estar posicionándose como una persona que expió y pagó su delito en la cárcel. Es decir, cumplió con el propósito del castigo: purgar por su tentativa de delito. En ese sentido, esta pequeña historia puede servir de marco para tener en cuenta tres cosas: 1) C es una persona arrepentida (cosa que ha manifestado anteriormente); 2) el castigo lo ha ayudado a controlarse y ser más precavido con sus actos (línea 5); y gracias a esto (y a Dios) es una persona sociable que no tiene problemas con los demás. Estas características que describen al C que interactúa con G en ese momento, le permiten posicionarlo en el aquí y el ahora como un sujeto cuya identidad convencional indica una ruptura con el yo desviado de la mala vida. En sí, esta narrativa puede representar un trabajo de reparación de imagen y yo estigmatizado que marca un cambio respecto a su antigua identidad desviada. Este trabajo lo lleva a construir para su audiencia una identidad de redención que se ajusta bien a su mejor vida. Sin embargo, debido a que para el momento de la entrevista gozaba de un beneficio judicial (destacamento de trabajo), el trabajo de identidad pudo estar afectado por esta circunstancia. Es muy seguro que las historias que C le narró a G sean diferentes a las que probablemente les contaría a sus amigos o compañeros de prisión sin temor a tener consecuencias sociales -o, incluso, judiciales- por lo que se dice, en particular si se parte del supuesto de que G, en principio, es percibido por C como un representante de la sociedad mayoritaria que actúa conforme a un sistema de leyes y normas determinadas. Aunque eso no significa que nos sean historias válidas. De hecho, cada historia puede interpretarse como construida especialmente para una audiencia concreta en un contexto y momento específico. Hay que recordar que el posicionamiento es dinámico y el contenido de las posiciones es local y puede ser incluso momentáneo y efímero (Harré, 2010, p. 53)

Conclusión

Este trabajo se ha enfocado en la narrativa de un hombre condenado por intento de homicidio. Este sujeto que alegó ser una persona moralmente convencional, pero que en algún momento incurrió en un delito, se enfrentó al reto de gestionar su imagen e identidad estigmatizada en un contexto social muy particular: una entrevista con fines de investigación. Así, este artículo presentó sus historias sobre el hecho delictivo y sus consecuencias judiciales, familiares, laborales e, incluso, existenciales. De manera general, el evento central de este estudio forma parte de una narrativa relacionada con la exposición femenina a la violencia de género y de cómo un varón violento, por diversos motivos individuales, sociales y situacionales (p. ej., los celos y un conflicto), arremete contra su pareja. En otras palabras, es una narrativa que sigue una trama -culturalmente conocida- asociada a un hecho que los medios y la policía (p. ej., El Nacional, 2017) e, incluso, algunos científicos (p.ej., Ragatz y Russell, 2010; Weir, 1992) llaman habitualmente crimen pasional, pero que en este caso no llegó a la muerte.

En este contexto, y posicionado inevitablemente por su evidente situación judicial (un sujeto condenado por intento de homicidio de su pareja), el narrador decide desarrollar toda una línea argumental en la que se (re) posiciona a sí mismo y a otras personas intencionalmente, de forma deliberada, con el propósito de contrarrestar el yo estropeado o estigmatizado que forma parte de la conversación con G. El narrador utiliza una serie de estrategias de posicionamiento: en un primer nivel construye personajes morales en función de categorías e indexicalidades, juega con el bajo y alto sentido de agencia (p. ej., el éxito en su vida profesional es reivindicado con un alto sentido de agencia y los fracasos asociados a la mala vida con fuerzas externas que se escapan de su control), se alinea con discursos socio-culturales (tercer nivel de posicionamiento) que le dan respaldo tanto a los personajes de sus historias como al yo presente en el evento de narración y, además, apela al discurso institucional del arrepentimiento y del cambio para presentarle a G una identidad redimida.

Es en el desarrollo de esta línea argumental donde un análisis de posicionamiento de los personajes dentro de los eventos o acontecimientos narrados (primer nivel de posicionamiento) ha resultado muy valioso, especialmente porque permitió desentrañar el proceso de creación y atribución, explícita o implícita, de identidades (p. ej., esposo, esposa, comerciante, profesional, amante, desviado, etc.) que, como se ha visto en los diferentes segmentos, pueden ser muy variadas. Por lo visto, cualquiera de estas identidades está sujeta a la base y al significado moral de los mundos que el entrevistado ha creado y compartido a lo largo de sus historias (donde la tensión entre diferentes dominios parece jugar un papel clave dentro de este proceso) y, más importante aún, sujeta también a los roles, características, evaluaciones, acciones morales y normativas, etc. que les atribuye (tácita o manifiestamente) a cada uno de los personajes citados. De forma general, este estudio ha interpretado cómo C tiene que luchar contra las contradicciones que resultan de la coexistencia de un yo convencional y un yo desviado y en función de esta tensión organiza los eventos y personajes del mundo de las historias, se alinea con ciertos discursos socioculturales (paternidad, ética del trabajo, etc.) y se posiciona como una determinada persona moral en el encuentro con el entrevistador.

Sin duda que contar estas historias tiene un objetivo en un contexto interactivo muy concreto. Como se ha dicho antes, se narran en un escenario de investigación ante un científico que estudia el homicidio. Un interlocutor que, aunque se esforzó en todo momento por conservar una posición neutral (y para nada provocativa) durante la entrevista, determinó desde luego todo el trabajo de identidad hecho por C. Incluso, debido a que la conversación se desarrolla en torno a un investigador científico y a un penado, no es errado pensar que le entrevista transcurre para establecer y negociar no solo las identidades de este último, sino también para reafirmar la identidad del propio investigador (un individuo que encarna al mundo convencional y que para C se debería guiar por expectativas morales ajustadas a las normas). Es por ello que G, en tanto que audiencia, puede ser considerado per se una entidad de control informal a la que debe ir dirigido un determinado discurso, bien por la cualidad moral asociada al hecho de presentar una identidad como la de profesor e investigador universitario o bien por el poder, crédito o posible capacidad de influencia sobre los agentes del sistema penitenciario que le brinda esta misma identidad. De tal forma que esta entrevista, además de ser un acontecimiento social (Presser, 2004) donde se co-construyen los resultados narrativos vinculados al significado de la identidad, puede ser vista también como un hecho que acoge un ejercicio de regulación informal de la conducta en la medida en que el entrevistado se vea impelido a ajustarse o conformarse a las expectativas normativas del entrevistador. En este sentido, es muy apropiada la opinión de Breheny y Stephens (2015) de que los entrevistadores no son espectadores neutrales y su contribución directa a la formación de la narrativa, así como su representación de un mundo social más amplio al que se orienta la narración, no puede minimizarse o ignorarse (p. 279).

Lo dicho hasta el momento se puede resumir en que C buscaba restablecer su identidad convencional dañada por sus experiencias con el delito y la justicia en el contexto de la entrevista con G. Las historias construidas para esta ocasión tienen un significado especial: pretenden demostrar que este infractor fue un individuo perfectamente acoplado a un mundo convencional que, por circunstancias que en gran medida escapaban de su control, se desvió de una vida convencional a una vida maligna e inmoral, que esta mala vida lo condujo al delito, y que a pesar de todo esto y de las adversidades se presenta como un hombre cambiado. En pocas palabras: C ofrece un discurso de regreso, es decir, del cambio moral de retorno a la persona buena que era antes de entrar a la mala vida. Todo esto necesitó que C en su rol de narrador presentara una serie de eventos, de personajes, a él mismo y a otros de determinada manera. Tuvo que posicionar a los personajes de sus historias (incluido él) en función de una serie de discursos morales. Pero, además, se posicionó de una forma particular frente a su entrevistador y con respecto a ciertos discursos socioculturales. En este sentido, este artículo trató de explorar las estrategias que usó C para llevar a cabo todo este trabajo de identidad.

¿Por qué C cuenta este tipo de historias? Los sujetos que han cumplido su condena o están a punto de hacerlo, o aquellos que, como en el caso de C, gozan de un beneficio y deben interactuar cada vez más con personas en contextos sociales convencionales, se ven en la necesidad de reparar su imagen estropeada y alinear sus identidades a las expectativas de este tipo de interlocutores. En estos espacios interactivos dichos sujetos deben, entre otras cosas, rendir cuentas de su comportamiento y ofrecer explicaciones sobre lo sucedido. Por medio de sus narrativas e historias quizás deben ofrecer buenos argumentos con el propósito de alinearse con las expectativas de sus oyentes (convencionales). Como resulta lógico, en el proceso de contar historias dentro de esto tipo de contextos surgen identidades que los alejan o acercan de tales expectativas.

De tal forma que los objetivos de los transgresores pueden ser similares en este tipo de contextos interactivos: buscan reparar sus identidades estropeadas en dinámicas conversaciones con personas convencionales condicionando lo que narran y cómo lo hacen. En el caso de C, él comienza una historia definida en cierta forma por un posicionamiento que arrastra consigo: es un hombre castigado por un intento de homicidio. Por lo tanto, se vio en la necesidad de desarrollar una determinada historia dentro de los límites de una trama específica, en los que mostró un nuevo tipo de posiciones e identidades. En esta entrevista, C posiciona a los personajes de sus historias (incluido a él mismo) y se presenta de una forma apropiada ante su oyente para forzar una impresión distinta sobre su identidad: él ya no se identifica con su mala vida, él es una persona que está en el momento de la conversación de regreso a una mejor vida.

Finalmente, por medio del análisis de este estudio de caso, se espera haber contribuido a comprender las complejidades que entrañan el trabajo de identidad de un desviado y, especialmente, haber presentado a una audiencia hispanoparlante algunos de los beneficios de acoger la noción de posicionamiento narrativo. Un enfoque que, entre muchas otras cosas, permite observar que el trabajo de identidad es un proceso que entraña una compleja estructura de actividades y procesos interactivos intrincadamente articulados.

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1 Los datos que se presentan en este artículo fueron recogidos para el proyecto Significado y propiedades situacionales de la violencia interpersonal juvenil, financiado por la Open Society Foundations con la subvención OR2015-22505. El autor desea agradecer a los directores del Circuito Judicial Penal de Mérida y de Polimérida, así como a los señores Jesús Suárez y Argenis Quintero (Unidad de Supervisión y Orientación del Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario) por su inestimable apoyo en la identificación y localización de los entrevistados de este proyecto. Además, debo agradecer a Juan Antonio Rodríguez Linares por compartir amablemente conmigo sus vastos conocimientos en narratología y cine, junto a su profundo nivel de abstracción.

2 Las narrativas maestras llamadas también en algunos estudios como discursos-D (para diferenciarlos de los discursos-d), meta-narrativas, discursos dominantes, macro-discursos, narrativas canónicas (Bamberg, 1997; Breheny y Stephens, 2015; Somers 1994), se entienden en este trabajo como aquellos discursos, guiones o esquemas socio-culturales a partir de los cuales las personas se sienten empujadas o inducidas a posicionar sus propias experiencias. Dichos discursos constituyen en sí narrativas e historias socialmente favorecidas, que están tan fuertemente arraigadas en la conciencia colectiva de una sociedad que terminan transformándose en el principal marco referencial por medio del cual se interpreta, racionaliza y comprender cualquier acción social (Somers 1995). Entonces, dichos discursos son valoraciones de lo que la sociedad considera como normal y esperado y definen lo que significa ser, por ejemplo, padre, madre, trabajador, mujer, hombre, esposa, esposo, adolescente, etc.

3 Para el enfoque del construccionismo social la identidad no es ni un hecho ni un producto. Al contrario, la identidad es un proceso que se da en situaciones de interacción, crea un conjunto de identidades y no una entidad unitaria, deriva de un proceso de negociación y entextualización de naturaleza social e involucra un trabajo discursivo (De Fina, 2013).

4 Aunque las historias pequeñas (ver Bamberg y Georgakopoulou, 2008 o Toth, 2014, para una visión más amplia sobre este concepto) son el tipo de narrativas adecuadas para el análisis del posicionamiento de Bamberg (1997) dado que, por ejemplo, permiten apreciar mejor el sentido de agencia del entrevistado, en la siguiente investigación se asume que la narrativa debe verse como un continuo de géneros (en el que se incluyen narrativas e historias con una estructura más o menos formal, pequeñas o grandes historias, etc.) que deben utilizar los investigadores estratégicamente para una variedad de objetivos de investigación. En este sentido, cualquiera de las historias examinadas en este artículo, independientemente de sus características, son concebidas como dispositivos que ocupan un lugar y desempeñan un rol particular en la interacción narrativa.

5 La indexicalidad es un proceso semiótico mediante el cual una amplia variedad de construcciones lingüísticas y no lingüísticas (p. ej., sonidos, palabras, frases, estilos de habla, etc.) guardan relación con identidades concretas y las aluden de forma indirecta mediante atribuciones de valores y significados que se identifican socialmente como propios de esas identidades. La indexicalidad señala el modo cómo ciertos elementos y construcciones lingüísticas hacen referencia a aspectos del contexto social sin mencionarlos de forma expresa. Este proceso se materializa, por ejemplo, mediante la asociación de palabras, tipos de discursos y características o identidades sociales (De Fina, 2013).