La crisis del 2008 y el boom de las energías renovables: El “Marketing verde” y el “Oro blanco” como parte del discurso del desarrollo y progreso para los países emergentes

Isabel Salazar Bravo
Universidad de Buenos Aires. Argentina.
E-mail: isasalazarb@gmail.com

Paula Michelle Sepliarsky
Universidad de Buenos Aires. Argentina.
E-mail:
paulamisepliarsky@gmail.com

Resumen

Tras la crisis financiera global del 2008, los discursos en torno a las energías limpias y renovables, han ganado terreno dentro de la agenda de los organismos y organizaciones internacionales. Desde el año 2012, hasta la actualidad, el discurso global en torno a la “economía verde” enfatiza en la necesidad de la implementación y expansión de fuentes energéticas sustentables, en detrimento de la energía proveniente del carbono. Con el propósito de desentrañar las características e implicancias de estas narrativas en torno a la necesidad de reconversión energética de los países latinoamericanos, y su vínculo con la extracción de recursos claves para esta, como es el caso del litio y el shale gas, hemos analizado documentos del Foro Económico Mundial (en adelante, FEM), publicados desde el año 2012 al 2018, que se refieren a este pasaje hacia las energías renovables. Como hallazgo de nuestra investigación, se vislumbra la emergencia de un nuevo marketing empresarial en torno a un ethos verde. Esta narrativa tiene como principales ejes el desarrollo y el progreso, auspiciando nuevos horizontes para los “países emergentes” poseedores del mineral tan cotizado dentro de esta nueva matriz energética, el litio, sin poner en cuestión en manos de quien quedan estas rentas en innovación, lo que deviene finalmente en una nueva estrategia de gobernanza ambiental.

Palabras clave: Economía verde; Transición Energética; Extractivismo; Litio; Latinoamérica; Desarrollo

Recibido: 03/09/2020 Aceptado: 05/11/2020

The 2008 crisis and the boom in renewable energies: “Green marketing” and “White gold” as part of the discourse of development and progress for emerging countries

Abstract

After the global financial crisis of 2008, the speeches around clean and renewable energies have gained ground within the agenda of international organizations and agencies. Since 2012, to the present, the global discourse around the “green economy” emphasizes the need for the implementation and expansion of sustainable energy sources, to the detriment of energy from carbon. With the purpose of unraveling the characteristics and implications of these narratives regarding the need for energy reconversion in Latin American countries, and its link with the extraction of key resources for this, such as lithium and shale gas, we have analyzed documents of the World Economic Forum (hereinafter, WEF), published from 2012 to 2018, which refer to this passage towards renewable energies. As a finding of our research, the emergence of a new business marketing around a green ethos is foreseen. This narrative has development and progress as its main axes, sponsoring new horizons for the “emerging countries” possessing the mineral so highly valued within this new energy matrix, lithium, without questioning who is left with these rents in innovation, which finally becomes a new environmental governance strategy.

Keywords: Green economy; Energy Transition; Extractivism; Lithium; Latin America; Development

Introducción

Los discursos en torno a las energías “Limpias y Renovables” han ganado terreno dentro de la agenda de los organismos y organizaciones internacionales luego de la crisis financiera global del 2008. A partir de ese año, las problemáticas del cambio climático y del desarrollo sostenible se han intensificado, articulándose al análisis de riesgos de inversión, la descarbonización y la necesidad de crecimiento de las economías emergentes, temas centrales en las reuniones de cada año que nuclean a empresas, ONG´s y gobernantes de diversos países del mundo.

El impulso a los negocios verdes promocionado en estos años da cuenta del carácter “creativo” que acompaña a la crisis, en tanto sienta las bases de una nueva fase de acumulación. En este sentido, se puede caracterizar, como lo expone Harvey (2008), al neoliberalismo como “Destrucción Creativa”, destrucción que renueva el ascenso de la tasa de ganancia, “creación” como posibilidad de dinamizar el desarrollo capitalista a través de “nuevas formas de capital”, por medio de la mayor capitalización de la naturaleza. Lo mencionado, denota la relación entre la crisis financiera global, la crisis ambiental y la necesidad de reproducción ampliada del capital (Altvater, 2011).

Desde esta perspectiva, nos preguntamos ¿Es ésta descarbonización de la matriz energética una posibilidad para paliar la crisis ambiental y combatir la pobreza en los denominados países emergentes, como estos organismos internacionales anuncian, o más bien, es una nueva estrategia de gobernanza ambiental?

En función de este interrogante hemos analizado documentos del Foro Económico Mundial (en adelante, FEM), publicados desde el año 2012 al 2018, que se refieren a este pasaje hacia las energías renovables. El propósito de dicho trabajo es desentrañar las características e implicancias de estas narrativas en torno a la necesidad de reconversión energética de los países latinoamericanos, y su vínculo con la extracción de recursos claves para esta, como es el caso del litio y el shale gas.

Crisis financiera, crisis ambiental y reproducción ampliada del capital

En 1992, el concepto de “Desarrollo Sostenible” fue el baluarte de la Cumbre de la Tierra realizada en Río de Janeiro, presentado como un diálogo necesario entre el mercado y la naturaleza, afirmado en la idea de que una salida a la crisis ambiental sólo sería posible con más crecimiento. Desde estos años, la ligazón entre crisis climática y acumulación de capital, ha tomado la forma de una relación más estrecha con el sector financiero, afirmada en la idea de que “todos ganan al capitalizar la naturaleza”.

El concepto de “Economía Verde” promovido en un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, 2011), posteriormente a la crisis financiera global del 2008, fue el eje articulador de la reunión Río+20, celebrada en el año 2012 en Río de Janeiro, en un contexto de agudización de las problemáticas ambientales abordadas en la misma ciudad hace veinte años atrás.

Siguiendo a Lander (2011), este informe argumenta las posibilidades que brinda el enverdecimiento de la economía al incremento de la tasa de ganancia, al tiempo de, contar con la “moralidad” de combatir la devastación ambiental. Esto sería posible mediante la incorporación de la innovación tecnológica y la reorientación de las inversiones, ya que la principal causa del deterioro ambiental radicaría en la abismal cantidad de capital que se invirtió en combustibles fósiles, en contraste a la pobre asignación de capital en energías renovables, eficiencia y seguridad energética, y biodiversidad.

Lo paradójico es que frente a este diagnóstico, que este organismo conceptualiza como “fallas del mercado”, en ningún momento es cuestionado el eje central que articula esta “falla”, nos referimos a la frenética necesidad de reproducción ampliada del capital. La histórica necesidad del capitalismo de someter la tierra al capital, ha sido denominada desde una vertiente ecológica del marxismo, como la segunda contradicción del capital (O`Connor, 2001), para referirse a la degradación por parte de éste de sus propias condiciones de producción, al tratar a la naturaleza como una mercancía (Sabbatella, 2009).

Sin ningún miramiento a esta contradicción fundamental, se promueven activos financieros en “capital natural”, estrategia impulsada por el protocolo de Kyoto, en sintonía a los acuerdos de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, para incentivar medidas de mitigación de emisiones a través del mercado de carbono.

Desde esta perspectiva, la relación entre crisis climática y las estrategias implementadas para mitigarla, se dan en el marco de lo que se podría denominar como Capitalismo Verde, que siguiendo a Rodríguez Panqueva (2011), hace referencia a una etapa del capital en la que el mercado se posiciona como el principal medio para responder a la crisis ambiental global.

Lo controversial de este capitalismo enverdecido es la evidente relación entre crecimiento y aumento del consumo de energía, que repercute, inevitablemente, en el incremento de las emisiones de GEI. ¿Cuál sería entonces la forma de hacer converger crecimiento y menores emisiones? La respuesta residiría en la descarbonización de la matriz energética.

En esta sinergia entre crecimiento, energía y emisiones, se configura una rentable economía del cambio climático, que encuentra en los negocios del clima una ampliación del campo de acción del capital, arraigados a rentas en innovación tecno-verde, junto a la captura de activos financieros “verdes y limpios”.

El concepto de “Economía Verde” es clave para comprender la reestructuración discursiva y los nuevos lineamientos geopolíticos en torno al patrón energético de la gran mayoría de los organismos multilaterales, como es el caso del Foro Económico Mundial.

El llamado a la “Transición Energética” que promueve esta organización, pone en estrecha relación a los mecanismos del mercado con la imperiosa necesidad del pasaje hacia energías renovables, y el incremento en la eficacia y seguridad energética emanada de las innovaciones tecnológicas de la denominada Cuarta Revolución Industrial.

En los documentos del FEM se señala la centralidad de las características locales en el aprovechamiento de las diversas fuentes energéticas que posee cada región y país, junto a la importancia de marcos regulatorios globales, que incentiven el movimiento de las inversiones hacia el sector verde. Esto implica la liberalización de los mercados energéticos, que repercute en la pérdida de soberanía energética de los países de la región, junto a la disminución de los costos en insumos energéticos para las grandes corporaciones multinacionales, que en definitiva, son las que tienen las patentes sobre el uso de tecnologías estrechamente vinculadas a las energías renovables.

En palabras de Schwab:

“(…) los países que promueven sus propias normas y reglas para dar ventajas a sus productores nacionales, al tiempo que bloquean a competidores extranjeros y reducen las regalías que las empresas nacionales pagan por las tecnologías extranjeras, se arriesgan a quedar aislados de las normas mundiales, lo cual deja a estas naciones en riesgo de quedar rezagadas respecto de la nueva economía digital.” (2017: 100).

Desde esta perspectiva, el FEM plantea la necesidad de crear incentivos, subsidios y reglamentaciones, lo suficientemente atractivas para los inversionistas, que logren mitigar los riesgos de inversión en tecnologías verdes mediante el incremento de su competitividad.

Algunos de los tipos de incentivos más frecuentemente aplicados, detalla el Foro, son las tarifas de alimentación (FITS). Estas tarifas son implementadas para impulsar las energías renovables mediante un precio subvencionado que asegure la recuperación de la inversión inicial. Según detalla, se trataría de una parcial re-regulación del mercado que facilita la entrada de un nuevo jugador. Lo que comprendemos como la conformación de un modelo de acumulación alrededor de los mercados energéticos verdes, que promueve la colaboración público-privada, en beneficio y resguardo del sector privado, ya que los costos son socializados y absorbidos por el sector público, mientras que los beneficios de las rentas en innovación son capturadas por el sector privado.

Como se menciona en los documentos:

“La voluntad política es un facilitador clave para transformar el paisaje energético. Sin el financiamiento e incentivos regulatorios adecuados, no será posible desarrollar grandes soluciones rentables de almacenamiento de energía y construir un caso de negocios confiable para ellos. El mercado en sí no es capaz de proporcionar el necesario incentivo para que las empresas inviertan en el desarrollo de estas tecnologías.” (Energy Harnessing. FEM, 2013: 33).

Otro de los incentivos que se detallan es el “Estándar de Cartera Renovable” (RPS- Renewable Portfolio Standard). Estas normas estatales son establecidas para acordar determinada obtención de energía por parte de los proveedores de electricidad a partir de energías renovables. Se advierte que esta política pone el peso de la implementación por completo en el sector privado, y esta carga tendrá que ser absorbida finalmente por el consumidor.

Como se menciona en los documentos:

“Los consumidores deben recordar constantemente que su aceptación de precios más altos de la energía es un doloroso aunque temporal precio a pagar por una atmósfera más limpia” (Futuro Availity Nature Resources Report. FEM, 2014:40).

También, se menciona el rol de los “Certificados de Energía Renovable” (CER), estos sistemas de certificación voluntarios dirigidos por la industria, permiten la compra de los derechos de los beneficios ambientales de la electricidad generada a partir de estas fuentes energéticas, no la compra de energía en sí. Este mecanismo CER permite su venta de forma separada a la electricidad generada. La energía ya no es simplemente utilizada como fuerza productiva, sino capitalizada para moverse con libertad en el mercado financiero, es decir, cuenta con la flexibilización geográfica de cualquier activo financiero.

Siguiendo esta lógica, un país del Norte Global, puede invertir en una planta eólica en los “países emergentes” y vender los beneficios asociados a estas en cualquier parte del mundo.

La creación de estos activos financieros posibilita la especulación financiera y el control oligopólico de recursos naturales claves en esta “Transición Energética”, en el marco de lo que podríamos denominar como un ecocapitalismo. Como es el caso del litio, mineral clave para el almacenamiento de energías renovables.

En el 2018, en Chile, se despertó una creciente preocupación sobre el control de la explotación de este mineral, tras la autorización del Tribunal Constitucional de dicho país, de la compra por parte de la minera china Tianqi- -una de las principales proveedoras de litio en el mundo- del 24% de las acciones de la empresa SQM. Este tipo de acciones convierte a los mayores compradores de litio en accionistas.

La necesidad de aumento de la tasa de ganancia de estos enormes negocios verdes, por medio de la disminución de costos, y el aseguro de obtención de la materia prima en cuestión, promueve el incremento de las cuotas de extracción de litio. Esto podría impulsar una oferta del mineral por sobre la demanda requerida, que generaría finalmente, una reducción de los costos del mismo.

Lo problemático es que la abundancia de ciertos recursos minerales, causa la escasez de bienes comunes imprescindibles para la vida humana. Nos referimos al agua, lo que profundiza los procesos acumulación por desposesión en la región, y la resistencia de las comunidades que habitan estos territorios.

A través de estos mecanismos se refuerza la legitimación del mercado como principal arma para combatir el cambio climático, mediante el vínculo entre la reconversión energética, el funcionamiento de los “Mercados de Carbono” y los “mecanismos de desarrollo limpio”. En palabras de Rodríguez Panqueva (2011), esto implica un lavado verde del extractivismo, que intensifica la penetración del capital transnacional en los territorios que poseen gran diversidad de bienes comunes y biodiversidad.

De este modo, la articulación entre patrón energético, modelo extractivo-exportador y especulación financiera de la naturaleza en torno a los commodities asociados a esta descarbonización, conlleva la instauración de un modelo de acumulación en el que la destrucción y devastación ambiental crea un rentable mercado financiero global y verde.

Relaciones Norte-Sur

¿Cómo se suscita ésta transición energética en el marco de las relaciones asimétricas norte-sur?

Para responder a este interrogante construimos algunas dimensiones de análisis: 1) discursividad verde, 2) energética, 3) social y 4) económica-usos de bienes naturales.

La discursividad verde remite al concepto de “Transición Energética”, utilizado para englobar aquellas narrativas sobre el pasaje a una sociedad sustentada por fuentes renovables, la disminución de las emisiones de CO2 y el supuesto detenimiento del cambio climático.

Este nueva discursividad hace al mainstream del ideario de desarrollo sostenible (Fornillo, 2018). Las enunciaciones sobre la necesidad de disminuir las emisiones de gases para el cuidado del ambiente, constituyen un acervo de palabras ideales sobre el desarrollo sostenible; sin proponer la modificación de las condiciones estructurales que provocaron el estado actual del ambiente.

Un claro ejemplo de esta discursividad son los distintos apartados de los documentos, donde se menciona a la transición energética como una “oportunidad” para los países emergentes, cuando en realidad lo que subyace es un nuevo mercado para las corporaciones y los países del norte global. Dicho cambio de paradigma tiene la misma estructura oligopólica de negocios que rige en la actualidad, en la que las corporaciones globales y países dominantes son poseedores del “know how”, la capacidad tecnológica y financiera, mientras que los países “emergentes” son los mercados fértiles para las inversiones de capital bajo la forma de “energías renovables” en los territorios de esta latitud. Esta lógica fue previamente descripta en el apartado sobre Crisis financiera, crisis ambiental y reproducción ampliada del capital.

Otra dimensión es energética, y se refiere a la constitución de un nuevo paradigma, que incluye la modificación de ciudades, transportes, redes inteligentes, etc.

Si pensamos esta transición socio-energética como el pasaje hacia una sociedad comunitaria, autónoma y autoorganizada, cada unidad podría producir su propia energía y volcar el sobrante al sistema. El riesgo es la existencia de mega redes inteligentes, que busquen jerarquizar la energía, fomentando su gestión unidireccional.

En este sentido, el FEM se refiere a que

“(...) Las redes inteligentes involucran redes de computadoras y nuevas tecnologías como medidores inteligentes, precios dinámicos, termostatos y electrodomésticos inteligentes, y paneles de consumo para el consumidor.” (Energy Harnessin. FEM, 2013: 61).

El interrogante que surge de este apartado es ¿Quién controlará esa red y el suministro de energía? ¿Qué se hará con esa cantidad de datos y con qué fines se utilizarán?

La articulación entre red eléctrica y red de información tecnológica busca lograr un manejo más fino de la coordinación del suministro, que ayude a combatir un problema central de las energías renovables, la intermitencia, por medio del incremento de la eficiencia energética. Asimismo, está relacionada con un profundo cambio sociotécnico que implica una transformación en el “habitus” del consumo de energía, que pasaría de ser centralizado a distribuido.

En este sentido, los documentos del FEM incentivan la figura del “prosumidor”, quien produce y consume a la vez. Si bien esta idea se presenta como inclusiva, en función de que permite mayor participación ciudadana en la producción y consumo de electricidad, ¿quiénes serán estos emprendedores energéticos?

Pensando en una dimensión social, es interesante la reflexión en torno a las “Comunidades Energéticas” que expone Gudynas. Estas transiciones plantean un conjunto de medidas y acciones que permitirían pasar del desarrollo convencional al desarrollo deseado, el buen vivir o el imaginario que construyamos (En Vertinat, 2016). En este sentido, el buen vivir no pasa por la eficiencia, sino por la colectivización de la energía. De cumplirse este ideal de la soberanía energética, con capacidad para desligarse y desconectarse del mercado mundial energético, ¿sería posible transformar las relaciones norte-sur?

En este sentido, entendemos a la transición energética como el pasaje hacia una sociedad más desmaterializada, donde la energía debería ser tomada por su valor de uso, como un bien social estratégico. Empero, podemos ver que la transición energética impulsada por el FEM dista mucho de esta idea.

Como vemos en los siguientes documentos:

“Países desarrollados ya han tenido éxito en la nivelación demanda, principalmente al convertirse en más energía eficiente; el mundo en desarrollo tiene la oportunidad de saltar varias etapas para comenzar en un punto más energéticamente eficiente. (…).” (Energy Harnessing. FEM, 2013:4).

En cuanto a la dimensión económica.- uso de bienes naturales, en los documentos se soslayan las causas por las cuales se llegó a la actual situación energética y ambiental, la falta de legislación, de controles y la renta extraordinaria percibida por los grandes capitales petroleros. Si no se revisan dichas causas estructurales, por más cambios en la matriz energética global que se lleven adelante, seguirán subsistiendo las desigualdades entre países del norte y del sur, y la contaminación de ríos, suelos y poblaciones.

De hecho, con este nuevo paradigma energético se evidencia la centralidad de los bienes comunes de América Latina. En términos de Maristella Svampa (2013), la región se encuentra bajo el “Consenso de los Commodities”, compartido por los distintos gobiernos progresistas a partir del año 2000, debido a los altos precios internacionales de los productos primarios, que resultaban muy convenientes para ser exportados. El concepto además remite a la reprimarización de las economías de la región, que se vio agravado por el ingreso de China como socio comercial. Por otro lado, el término “Neoextractivismo” hace alusión a una sobreexplotacion de bienes naturales no renovables y la explotación de territorios considerados antes como no productivos. En este sentido, se instala una dinámica vertical, con la exportación de bienes primarios a gran escala de gas, petróleo, metales, minerales y productos agrícolas, para cubrir las necesidades del capitalismo avanzado.

Una de las actividades que forma parte de esta lógica es la explotación de shale gas, necesario en la combinación energética asociada a la descarbonización, dado el carácter intermitente del suministro proveniente de energías renovables. Sin embargo, los documentos no mencionan los peligros de contaminación del agua que trae aparejado el método del “fracking” o fractura hidráulica asociado a la extracción de este recurso.

Cabe mencionar que pese a la preocupación por la escasez del agua presente en los documentos del FEM, puede vislumbrarse su carácter contradictorio, ya que si bien hay problemas a nivel mundial para acceder a este bien común, la explotación de gas no convencional trae aparejada como consecuencia la contaminación, llevándonos a pensar que las intenciones subyacentes son más bien económicas que tendientes a frenar los problemas ambientales actuales y futuros.

En consonancia, la búsqueda de minerales para el almacenamiento de energías renovables es otro tema clave que aparece en los documentos del FEM. Esto plantea el siguiente interrogante: ¿cuáles son los países que van a impulsar la investigación y el desarrollo de este tipo de baterías necesarias para el almacenamiento energético? ¿Qué países facilitarán los minerales para que esas baterías funcionen?

En los documentos del FEM se menciona la importancia de la tecnología de almacenamiento eléctrico, como lo son los iones de litio. ¿Con qué idea intenta el FEM seducir a los países del sur de América respecto a la extracción del litio?

En los documentos se incorpora el concepto de “Innovación Colaborativa”, que hace referencia a la necesaria cooperatividad entre sectores y tecnologías:

“ (...). Todos los colaboradores deberían ser participantes activos (...). Se necesitan con urgencia la producción de shale gas de difícil formaciones geográficas (…) y almacenamiento avanzado de energía, (...). La innovación colaborativa es una solución alternativa en la que dos o más entidades cooperan para investigar y desarrollar productos, y compartir costos, riesgos y recompensas (...).” (Energy Harnessing. FEM, 2013:23).

Lo cierto es que la idea enmascara una profundización de la asimetría de poder entre el norte y el sur, sobre todo en el contexto de la nueva oleada neoliberal latinoamericana.

Conclusiones

¿Cuál es la reorganización geopolítica alrededor del cambio climático y la solución que se plantea en la descarbonización? ¿Cuáles son los nuevos “jugadores” que entran en este modelo de acumulación? ¿Quiénes son los perdedores y los ganadores? ¿Por qué la problemática del cambio climático y la necesidad de descarbonización de la matriz energética es hoy un tema primordial en la agenda de los organismos multilaterales y de las instituciones financieras internacionales? ¿Cuáles son los nuevos lobbys empresariales en torno a esta cuestión?

Estos cuestionamientos ponen en evidencia que las respuestas no están en las innovaciones tecnológicas, la eficiencia y la seguridad energética, como nos plantea continuamente el discurso corporativo. Desde esta visión tecnicista y economicista, la “transición energética”, por muy verde que parezca, profundiza los procesos extractivistas y la devastación ambiental en nuestra región.

El boom de las energías limpias y renovables, junto a los negocios verdes, vienen a refrescar y cargar de un “Ethos Verde” a estos emprendimientos extractivos, que devienen generalmente en extractivismos, dado que no son acompañados con una política energética que ponga en el centro del debate la descentralización del suministro, la democratización del acceso y la distribución de energía. Así, esta narrativa de la “Modernización Ecológica” se plantea desde los organismos internacionales a través de la histórica y originaria grilla categorial del colonialismo del poder, que se pone los abrigos fotovoltáicos y eólicos en nombre del cuidado del ambiente. Al tiempo, paradójicamente, de la mayor capitalización de la naturaleza, anunciando el crecimiento de las denominadas economías emergentes y la lucha contra la pobreza, sin poner en cuestión en manos de quien quedan estas rentas en innovación.

Cabe preguntarse si esta “transición” brindará oportunidades para poner en cuestión el modelo de desarrollo hegemónico, o más bien, será una nueva ecofalacia del mito del desarrollo, que incansablemente logra capitalizar bienes comunes de la naturaleza no “aprovechados” con anterioridad, para avanzar en la reproducción ampliada del capital.

Bibliografía

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Documentos

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–Energy Harnessing: New Solutions for Sustainability and Growing Demand (2013) documento consultado en internet el 15/05/2018 en: https://www.weforum.org/

-Energy Vision 2013 Energy transitions: Past and Future (2013) documento consultado en internet el 15/05/2018 en: https://www.weforum.org/

-Fostering Effective Energy Transition. A Fact-Based Framework to Support Decision-Making (2018) documento consultado en internet el 15/05/2018 en: https://www.weforum.org/

-Global Risks 2014. Ninth Edition (2014) documento consultado en internet el 15/05/2018 en: https://www.weforum.org/

-Scoping Paper: Mining and Metals in a Sustainable World (2014) documento consultado en internet el 15/05/2018 en: https://www.weforum.org/

-Scaling Technologies to Decarbonize Energy (2015) documento consultado en internet el 15/05/2018 en: https://www.weforum.org/

-The Future of Electricity. Attracting investment to build tomorrow’s electricity sector (2015) documento consultado en internet el 15/05/2018 en: https://www.weforum.org/

-The Future Availability of Natural Resources A New Paradigm for Global Resource Availability (2014) documento consultado en internet el 15/05/2018 en: https://www.weforum.org/

-PNUMA. Hacia una economía verde: Guía para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza - Síntesis para los encargados de la formulación de políticas (2011) . Documento consultado en internet el 15/05/2018 en: www.unep.org/greeneconomy