Encuentro Educacional
e-ISSN 2731-2429 ~
Depósito legal ZU2021000152
Vol. 29 (1) enero
- junio 2022: 153 - 172
Neuroeducación y el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Hacia una
mejora de la calidad educativa
Yenibetz
Carolina Salas Estrada
Doctorado en
Ciencias Gerenciales. Universidad Rafael Belloso Chacín.
Maracaibo-Venezuela
https://orcid.org/0000-0002-6965-1501
Resumen
El mundo moderno presenta cambios y
trasformaciones donde se requiere la integración de los conocimientos de
diversas ciencias, frente a una realidad que, en el contexto educativo, convoca
a la consideración de nuevas estrategias para desarrollar las prácticas
docentes que respondan a las exigencias de la sociedad actual. El
objetivo del artículo fue analizar la neuroeducación y su influencia en el
proceso de enseñanza y aprendizaje, orientado a producir mejoras en la calidad
educativa. Se consideraron los supuestos teóricos de Mansilla (2020), Gómez
(2018), Mora (2017), Bisquerra (2016), Álvaro (2015), entre otros. La
metodología aplicada tuvo un enfoque cualitativo con diseño documental y
alcance descriptivo. A través del análisis reflexivo de contenido sobre la
neuroeducación y la posible implementación en las aulas, se evidencian acciones
desde esta ciencia frente a las necesidades y requerimientos de los estudiantes
en la búsqueda de la calidad de las instituciones escolares. Se destacan tres categorías
acerca de la neuroeducación en el desarrollo formativo: a) factores clave, b)
actores del proceso y c) elementos inherentes. Cada categoría tiene ciertos
aspectos que la caracterizan, la describen y reflejan su
influencia en la enseñanza y el aprendizaje; reconociendo la importancia de
esta ciencia transdisciplinar en la construcción de nuevos saberes. Es un
compromiso de los educadores involucrarse en su formación académica para la
adecuada integración de los conocimientos de las neurociencias en su labor
diaria.
Palabras clave: Neuroeducación; neurociencias, enseñanza
y aprendizaje; calidad educativa.
Neuroeducation and the teaching and learning process.
Towards an
improvement in educational quality
Abstract
The modern world presents
changes and transformations where the integration of knowledge from various
sciences is required, in the face of a reality that, in the educational
context, calls for the consideration of new strategies to develop teaching
practices that respond to the demands of society. current. The objective of the
article was to analyze neuroeducation and its influence on the teaching and
learning process, aimed at producing improvements in educational quality. The
theoretical assumptions of Mansilla (2020), Gómez
(2018), Mora (2017), Bisquerra (2016), Álvaro (2015), among others, were
considered. The applied methodology had a qualitative approach with documentary
design and descriptive scope. Through the reflective analysis of content on
neuroeducation and the possible implementation in the classroom, actions from
this science are evidenced against the needs and requirements of students in
the search for quality in school institutions. Three categories stand out about
neuroeducation in formative development: a) key factors, b) actors in the
process and c) inherent elements. Each category has certain aspects that
characterize it, describe it and reflect its influence on teaching and
learning; recognizing the importance of this transdisciplinary science in the
construction of new knowledge. It is a commitment of educators to get involved
in their academic training for the proper integration of neuroscience knowledge
in their daily work.
Keywords: Neuroeducation; neurosciences, teaching and learning;
educational quality.
Introducción
El mundo globalizado cada
día presenta cambios y trasformaciones donde se requiere la integración de los
conocimientos diversas, frente a una realidad que, en el caso del contexto
educativo, convoca a la consideración de nuevas rutas o alternativas para
desarrollar las prácticas docentes, de manera que respondan a la calidad requerida
por los futuros profesionales y exigida por la sociedad actual, para la
construcción de nuevos saberes.
La preocupación por la
calidad educativa ha sido una constante a partir de la institucionalización de
la educación pública desde hace más de dos siglos. Su vinculación con el
aprendizaje y el logro de la equidad, la búsqueda de la igualdad social y el
fortalecimiento de la educación como derecho han sido temas de interés mundial.
Sin embargo, la problemática de la calidad en los contextos escolares tiene una
serie de características particulares que la hacen compleja y donde convergen
aspectos económicos, políticos, filosóficos, curriculares y pedagógicos (Barba,
2018; Orozco, Olaya y Villate, 2009).
La educación
debe formar ciudadanos con conocimientos que los capaciten para razonar, interpretar
y evaluar críticamente la información proveniente de su entorno, y así poder dar
argumentos bien fundamentados en diversos contextos; por lo tanto, es necesario
integrar diferentes disciplinas que coadyuven a optimizar el proceso de
enseñanza y aprendizaje, haciendo énfasis en el individuo y sus potencialidades.
Una respuesta posible
para esa situación está en las neurociencias, integradas por distintos campos
científicos que relacionan cada vez más sus teorías específicas con la
educación para aprovechar las concepciones sobre el funcionamiento del cerebro
humano como el órgano que da origen a la conducta y el aprendizaje; aportan a
la pedagogía aspectos fundamentales acerca de las bases neurales de la memoria,
las emociones y otras
funciones cerebrales que son
estimuladas y fortalecidas en el aula, influyendo en gran manera en la forma de
enseñar. Además, permite al alumno pensar antes de actuar, evitar reacciones
impulsivas, concentrarse, razonar, resolver problemas, adaptarse con
flexibilidad y analizar las situaciones desde diferentes perspectivas (Pherez,
Vargas y Jerez, 2018; Diamond y Ling, 2016; Falco y Kuz,
2016).
Derivada de las Neurociencias se presenta
la Neuroeducación, la cual es valorada como una
disciplina que establece una integración entre la neurología, las ciencias de
la educación y la psicología educativa; y ayuda al docente a estudiar cómo es y
cómo aprende el cerebro para ofrecer estrategias novedosas con el fin de
mejorar la atención, la memoria, el lenguaje, la percepción, las funciones
motrices, las emociones, así como las funciones ejecutivas y cognitivas. Se
trata de una transdisciplina que promueve una mayor integración de diferentes ciencias,
encargada de analizar el cerebro y su relación en el aprendizaje, y cuanto más
conozcan los educadores sobre su funcionamiento y los principios
neurobiológicos, más adecuado será el trabajo en las aulas; al mismo tiempo
podrán plantear estrategias pedagógicas que coadyuven a una educación más
eficaz (Mora, 2017; Ramón, 2015; Carew y Magsamen, 2010).
Ante lo planteado, se
hace relevante y necesario que los docentes se preparen en el conocimiento de
la neuroeducación como una herramienta que proporciona diversos factores que
pueden influir en el rendimiento de los estudiantes y en su desarrollo integral.
En tal sentido, el objetivo
del presente artículo fue analizar la neuroeducación y su influencia en el
proceso de enseñanza y aprendizaje, orientado a producir mejoras en la calidad
educativa.
Fundamentación
teórica
Neurociencias y Neuroeducación
Se entiende
por neurociencias al conjunto de ciencias, como las humanas, sociales y exactas
que estudian el sistema nervioso, centrando su atención en la estructura y el
funcionamiento del cerebro y su relación con el comportamiento y el
aprendizaje. Su integración con la educación comenzó a revelarse con la
propuesta de preceptos vinculados a los principios, mecanismos y teorías de la
educación. La Neuroeducación, llamada Neurociencia Educativa, se ocupa de
estudiar la optimización del proceso de enseñanza y aprendizaje con base a la
actividad cerebral y los fundamentos neurobiológicos que lo sustentan. Algunos
resultados de investigaciones neurocientíficas muestran su posibilidad para contribuir
al mejoramiento de métodos educativos y a la solución de problemas de aprendizaje
(Gago y Elgier, 2018; Barrios-Tao, 2016).
De acuerdo
con Guillén (2017) y Ramón
(2015), la neuroeducación constituye una disciplina cuyo objetivo es optimizar
la acción formativa basándose en los conocimientos
existentes sobre el funcionamiento del cerebro humano. Integra las
neurociencias, a través del estudio del desarrollo, estructura y función
cerebral; la psicología, mediante el análisis de los procesos mentales; y la pedagogía,
como el arte y la ciencia de la enseñanza: todas orientadas a mejorar el
aprendizaje de los alumnos.
En la neuroeducación
confluyen disciplinas con una diversidad de métodos, procedimientos y
vocabularios; implica ayudar a detectar los procesos psicológicos y cerebrales
que puedan interferir en el aprendizaje y en la memoria y, por ende, en la educación, lo cual
destaca en la necesidad de formar y actualizar a los profesores. Ellos deben
aprender y convertirse en neuroeducadores para detectar posibles trastornos o
dificultades que dificulten la adquisición de conocimientos, lo cual a su vez
promoverá a mejorar la calidad educativa (Mora, 2017).
Mansilla (2020), manifiesta
que, en los diálogos de los neurocientíficos e investigadores de otras áreas
afines con la comunidad de educadores, se han identificado propiedades y
factores internos y externos para la construcción de variables educativas importantes
las cuales deberían tomarse en cuenta en la práctica educativa como la
plasticidad cerebral, la neurogénesis, el papel de las emociones en la
cognición, así como la identificación de períodos sensibles a ciertos
aprendizajes. Todas estas habilidades y capacidades son fruto de un cerebro en
constante desarrollo. En este sentido, la neuroeducación estudia las vías para personalizar el acto
educativo y despertar la curiosidad del estudiante, incrementar su nivel de
atención e intensificar su desarrollo creativo, ejecutivo y emocional.
Atendiendo la posición de Pherez,
Vargas y Jerez (2018), para vincular el cerebro y el aprendizaje se deben
conocer algunas características fundamentales de este órgano humano, ya que al
aprender se activa un proceso que involucra el cuerpo y el cerebro, siendo este
el que actúa como un receptor de estímulos y se encarga de seleccionar,
priorizar, procesar información, registrar, evocar, emitir respuestas motoras,
consolidar capacidades, entre otras funciones. De este modo, el desarrollo
cerebral se considera gradual y por ende las propuestas de aprendizaje deben ir
desde lo más simple y concreto hasta lo más abstracto y complejo, entendiendo
que las acciones cerebrales implicadas cuando se observa, lee,
escucha o se mira, son la percepción, la atención, el pensamiento, la memoria y
el lenguaje.
De allí que se conciba al
neuroeducador como aquel que debe comprender el desarrollo del cerebro y el
aprendizaje como una unidad, ya que este órgano hace posible la adquisición de
saberes a través de la conectividad neuronal (Pherez, Vargas y Jerez, 2018). Ante
esto, García
(2015) destaca que los docentes se han
convertido en instructores y dictadores de cátedras cuya misión se resume a
impartir temas que en muchos casos ya no son vigentes, por lo que las
organizaciones educativas deben asumir e implementar nuevos modelos pedagógicos
y curriculares, nuevas teorías y estrategias didácticas, exigiendo al educador
concebir las neurociencias como una forma de conocer con mayor amplitud el
cerebro para que a partir de este conocimiento puedan mejorar las prácticas que
se dan en el aula.
Factores clave
de la Neuroeducación
De acuerdo con Silva, Mendoza
y Girado (2018), el cerebro humano se considera una máquina compleja
caracterizada por su plasticidad, pues tiene la capacidad de transformarse con la experiencia o establecer nuevas sinapsis para orientar
la vida. Es así como la plasticidad cerebral se considera un factor
clave de la neuroeducación, porque posibilita lograr en los estudiantes mejoras
significativas, tomando en cuenta que las creencias previas y los aspectos
emocionales son críticos en el aprendizaje, por lo cual las expectativas del
docente deben ser siempre positivas.
Según Gómez (2018), la plasticidad
cerebral o neuronal hace referencia al modo en que el Sistema Nervioso Central
(SNC) cambia tras su interacción con el entorno, lo
que activa la capacidad del cerebro de modificarse como respuesta a los
estímulos del medio ambiente, creando y ampliando las conexiones neuronales y
eliminando las conexiones poco activas o inactivas. De este modo, la capacidad
plástica que posee el SNC se considera distinta en
cada persona y se transforma durante la vida; de hecho, actualmente se conoce
que el cerebro es plástico, comparte la neurogénesis y una inteligencia
dinámica. Al recibir los estudiantes una nueva información, se proporciona un
conocimiento cuyo elemento motivacional permite desarrollar en ellos la
potencialidad para asumir y enfrentar sus propios retos (Pascual-Leone, 2014).
Así, lo que se piensa, se hace y se siente son expresiones de los circuitos
cerebrales que se encuentran formados por células diversas y conectadas.
En
concordancia con diferentes investigaciones psicológicas, neurológicas y
filosóficas acerca de las emociones, como otro factor clave, resalta la
necesidad de implementar una educación emocional que conlleve al desarrollo de
actividades escolares que favorezcan la adquisición de nuevos saberes de forma
activa. La emoción es una experiencia que se destaca de forma viva, veraz,
transitoria, capaz de impregnar la conciencia de una persona; durante su
vivencia puede sumergirla y a quienes están a su alrededor, en una realidad
nueva y transformada; por ello se hace evidente que sin emoción no puede haber
curiosidad, atención, aprendizaje, ni memoria (Mora, 2017).
La implementación de programas
socioemocionales en la escuela puede producir mejoras en el alumnado, tanto a
nivel conductual como académico; en este entramado, el autocontrol, la
resiliencia o la metacognición son esenciales en el desarrollo personal y
académico del aprendiz porque promueven entornos seguros y confiables, por lo
cual la introducción de técnicas de relajación también está avalada por los
estudios en neurociencias dada su relación con el componente de las emociones
(Modzelewski, 2016; Bisquerra; 2016).
Se concibe también la
atención como un factor clave dentro de la neuroeducación. Según Guillén
(2017), existen varias redes atencionales que activan diferentes regiones
cerebrales: de alerta, orientativa y ejecutiva, siendo esta última la señalada
para orientar al individuo en concentrarse dentro de las tareas académicas, así
como resolver problemas o seguir la explicación del docente. La forma directa
de captar esta atención es a través de la novedad, debido a ello la curiosidad
activa los circuitos emocionales del cerebro que permiten estar atentos y se
facilita el aprendizaje. En la práctica de aula, esto se puede hacer planteando
preguntas abiertas, retos, tareas activas, utilizando metáforas, incongruencias
o contando historias.
Otro elemento clave relativo
a la neuroeducación lo constituye la
memoria; esta puede ser explícita en su accionar e influye con la verbalización
y conocer datos; o implícita que es inconsciente y permite aprender a través de
la adquisición de hábitos. Las dos memorias (explícita e implícita) estructuran
el proceso formativo. Así, por ejemplo, la información que se quiere recordar
de manera consciente se hace desde la memoria explícita (respuestas para un examen)
y la información que se recuerda de forma inconsciente, involuntaria y sin
esfuerzo es la implícita (conducir o montar en bicicleta) (Aptus, 2018). En la
figura 1 se ilustra la relación de las memorias en el cerebro.
Figura 1. Relación de las
memorias explícita e implícita
Fuente: Elaboración
propia 2022
Bueno y Forés (2018)
expresan que la
memoria reside en las redes neurales y en los patrones de conexiones sinápticas
que se distribuyen por todo el cerebro, siendo el hipocampo (área de la corteza
cerebral) lo equivalente a una lista de preferidos en un buscador de internet,
con las direcciones de las redes donde se almacena la información para poder
recuperarla cuando sea necesario.
Elementos inherentes a la
Neuroeducación
Junto a los factores clave destacados se
precisan otros elementos inherentes a la neuroeducación. Para Guillén (2017) el
ejercicio físico, especialmente el aeróbico, no solo beneficia la salud
o el estado emocional, sino que también lo hace a nivel cognitivo. Esta acción
promueve la neurogénesis en el hipocampo, genera neurotransmisores importantes
para la atención y el aprendizaje como la dopamina o la noradrenalina y reduce
el estrés. Unos minutos de actividad aeróbica moderada previa a unas pruebas de
comprensión lectora, de ortografía y de aritmética mejoran los resultados de
los alumnos.
EFE (2021),
informa que en un estudio realizado se comprobó que aquellos practicantes del
ejercicio físico continuado obtenían mejores resultados en pruebas cognitivas y
años después seguían mostrando mejores habilidades mentales acompañadas por
mayores logros académicos y profesionales. Esto sugiere la necesidad de un
aprendizaje activo en el cual se ha de dedicar más tiempo al deporte; en las
escuelas, la educación física debe colocarse antes de las asignaturas que
requieren mayor concentración y atención, como matemáticas, física o química.
Además, el ejercicio moderado potencia las funciones cognitivas, de acuerdo con
un estudio científico en adolescentes, de 13 a 17 años, del Centro de
Investigación del Deporte (CID) de la Universidad Miguel Hernández de Elche, Alicante.
Junto al
ejercicio físico también se plantea la necesidad del descanso en
beneficio del ser humano; el cerebro necesita el sueño porque este actúa como
un regenerador neuronal de la actividad diurna y es imprescindible para aprender.
El descanso marca el desempeño en el trabajo, los estudios, humor, rendimiento
deportivo. El ser humano debe basar su actividad respetando el ritmo circadiano
(activo en el día y dormido en la noche). Todos los animales y plantas muestran
una variación fisiológica con relación a la luz del sol, pero las personas son
las únicas que utilizan la luz artificial para aumentar su actividad diaria. Al
incrementar las horas de trabajo y disminuir las de sueño se deteriora la salud
cerebral (Tardón, 2019).
Los hábitos
alimenticios son otro elemento inherente a considerar para el
funcionamiento correcto del cerebro, siendo este un órgano que necesita cierta
cantidad de proteínas y la ingesta adecuada en hidratos de carbono para disponer
del recurso energético necesario. Según Castells (2019), la composición de la comida
tiene efectos directos en la producción de las señales químicas cerebrales,
interviniendo en los neurotransmisores o en las sustancias
responsables de transmitir la información a lo largo del sistema nervioso que
pueden modificarse en parte por la alimentación. Así como el cuerpo necesita de
alimentos sanos y nutritivos, las funciones que realiza el cerebro también dependen
de lo que se coma, manifestándose en las acciones que ejecutan los sujetos.
Por otro lado, se
encuentra el juego que, a decir de Guillén (2017), aporta diversión,
alegría, imaginación, innovación, conocimientos, lo cual ayuda a generar
motivación y el deseo de seguir aprendiendo; se considera un mecanismo natural
arraigado genéticamente donde confluyen emociones, placer y recompensa,
permitiéndonos descubrir desde el nacimiento el mundo circundante. Se ha
determinado que se puede aprender jugando porque se libera dopamina, sustancia
esencial que actúa como agente promotor de la felicidad; además, se adquieren
competencias imprescindibles relacionadas con el pensamiento estratégico, la
concentración o la toma de decisiones. Asimismo, se han evidenciado efectos
positivos en la atención al jugar en entornos naturales.
También es importante destacar que, la creatividad
es una capacidad enorme que tienen los seres humanos, y al desarrollarla
apropiadamente les permite encender la chispa del aprendizaje, introduciendo ideas
y transformaciones útiles en una gran variedad de disciplinas afines a la
ciencia, la tecnología, la economía o el arte. Guillén (2015), plantea que
algunos resultados en neurociencia suministran información relevante sobre cómo
se genera el pensamiento creativo y qué factores pueden ayudar a facilitarlo,
lo cual tiene grandes repercusiones en la formación de niños y jóvenes,
resultando una auténtica necesidad para la innovación. El pensamiento creativo está
asociado a las relaciones cooperativas entre redes cerebrales, control
cognitivo y mecanismos de recuperación de información a través de la
memoria.
A continuación, en la figura 2, se sintetiza la interrelación de los elementos inherentes a la neuroeducación descritos (ejercicio físico, descanso, hábitos alimenticios, juego), que tienen relación directa con la salud y fortaleza del cerebro, y del cuerpo en general.
Figura
2. Elementos inherentes a la
neuroeducación y mantienen un cerebro saludable
Fuente: Elaboración
propia 2022
Aspectos
asociados a la intervención neuroeducativa
A razón de lo expuesto por Pardos y
González (2018), es preciso conocer los aspectos básicos del funcionamiento del
cerebro humano a fin de extrapolarlos a la metodología didáctica y de
evaluación dentro de los contextos educativos, entre los cuales mencionan la
necesidad de aprender a potenciar la atención; tomar en cuenta la motivación y
valorar los procesos al igual que los resultados; desarrollar aprendizajes
significativos y duraderos, más fáciles y eficaces que los asociativos o
memorísticos; ser flexibles con los tiempos para fijar, practicar y adaptarse
al ritmo de aprendizaje individual de cada niño; valorar la importancia del
entorno socio-emocional, del juego y del deporte; reconocer las dificultades
del aprendizaje de forma temprana y potenciar el autocontrol en el aula.
Por otro lado, se contempla la creatividad,
definida por Kounios y Beeman (2015), como la capacidad para reinterpretar algo
descomponiéndolo en sus elementos y recombinando estos de forma sorprendente
para alcanzar algún objetivo. Las neurociencias han demostrado que la aparición
repentina de soluciones ingeniosas a problemas que habían provocado bloqueo
mental, genera inicialmente muchas ideas, para luego en una fase de síntesis, asociarlas
y evaluarlas. Estas suelen aparecer tras un estado de relajación mental luego
de un sueño reparador.
Para fomentar entornos creativos en el
aula, los docentes deben estimular la curiosidad de los alumnos, plantear
preguntas abiertas, dar libertad para preguntar, admitir soluciones diferentes
a las académicas, promover el pensamiento crítico y la actitud proactiva, desarrollar
competencias digitales, generar espacios donde se acepta y se analiza el error
para mejorar e incrementar los saberes (Universidad Internacional de la Rioja,
UNIR, 2019).
Para lograr esos ambientes creativos son
muy útiles los organizadores gráficos de analogías y diferencias, conocidos
como rutinas del pensamiento, como la KWL, del
inglés, Know, Want, Learned; lo que sé, lo que quiero saber y lo que
aprendí (Rodríguez, 2016).
Según Rodríguez (2016:1):
En
2008, investigadores del Proyecto Zero de Harvard desarrollaron
las Rutinas del Pensamiento, que ellos definen como estrategias cognitivas
que fomentan que los alumnos desarrollen su pensamiento a través de la
formulación de preguntas o afirmaciones abiertas… Una de estas rutinas de
pensamiento es KWL, un acrónimo inglés que significa:
what I know (lo que sé), what I want to
know (lo que quiero saber), what
I have learned (lo que he
aprendido). Se utiliza al empezar un tema, una investigación o un proyecto para
activar los conocimientos previos que tienen los alumnos sobre un tema en
concreto, para despertar su curiosidad y, finalmente, para reflexionar sobre lo
que han aprendido.
A decir de la
socialización, Álvaro (2015), destaca que el ser humano se caracteriza por su
capacidad para socializar; según diversos estudios se ha demostrado la
existencia de comportamientos altruistas en bebés con pocos meses de edad. El
descubrimiento de las neuronas espejo constituyó la justificación fisiológica
del aprendizaje por imitación tan importante en la transmisión de la cultura:
42 minutos son suficientes para que recién nacidos imiten gestos de sus padres.
Otros estudios con adultos han demostrado como al cooperar se activa el sistema
de gratificación existente en la dopamina, generándose así más altruismo. Cooperar
es algo más que colaborar porque conlleva
una implicación mayor a nivel emocional entre los integrantes del grupo; por lo
cual los docentes deben enseñar a los estudiantes toda una serie de
competencias interpersonales básicas relacionadas con el respeto, la
solidaridad, la comunicación, la toma de decisiones o la resolución de
conflictos.
Al cooperar los alumnos
ponen en práctica estas competencias, interactúan y trabajan
responsabilizándose a nivel individual y grupal para alcanzar los objetivos
propuestos. Además, son capaces de evaluar su propio proceso de aprendizaje. La
escuela debe fomentar la cooperación entre educandos de distintas edades
promoviendo la realización de actividades interdisciplinares enfocadas al logro
de la calidad educativa.
Calidad educativa
Este término está
asociado al propósito fundamental de toda escuela, centrado en que todos sus
estudiantes aprendan. Una escuela de calidad, permite de manera positiva, que
sus educandos alcancen altos niveles de aprendizaje. La efectividad de la
institución estará dada por la adecuada ejecución de un conjunto de métodos de
trabajo que contribuyan al logro del rendimiento académico. Por otro lado, el
significado de la calidad de la educación se expone como una cualidad de la
formación humana que se alcanza en la relación del aprendizaje y la equidad; la
equidad adquiere la labor de valorar desde fuera la adquisición de
conocimientos, por las condiciones sociales, económicas y políticas de la
función educativa (Barba, 2018; Radic, 2017).
En palabras de Bracho
(2018), el concepto de calidad suele emplearse en el campo educativo de manera
espontánea, acrítica, ambigua e imprecisa, trayendo confusión en su contenido; se
trata de un término que reúne diversos significados e interpretación
y las diferentes versiones que existen no siempre son compatibles entre sí. Las
definiciones legales vigentes incluyen afirmaciones sobre algunos aspectos que
pueden influir en la calidad educativa y que merecen ser
consideradas al hablar de neuroeducación; entre ellos se encuentran: a) la administración del sistema (eficiencia y eficacia);
b) la calidad del currículo (pertinencia y relevancia); c) la forma como se
distribuyen los recursos (suficiencia y equidad).
En el cuadro 1, se
muestran algunos principios básicos que deben regular la calidad educativa y
algunos aspectos que los caracterizan; estos deben ser considerados por los
entes gubernamentales, las instituciones escolares y la comunidad en general.
Cuadro
1. Principios básicos de la calidad educativa
Principio |
Características |
Universalidad |
Derecho a
recibir educación. Accesibilidad y permanencia en la institución hasta concluir
la educación obligatoria. |
Equidad |
Mejor
convivencia humana. Mismas oportunidades de acceso, permanencia y logro sin
importar el género, grupo étnico, cultura, nivel socioeconómico, nacionalidad,
etc. |
Logro |
Aprendizaje efectivo
y significativo. Oportunidad de desarrollar las mismas competencias en los
mismos niveles del sistema educativo, cualesquiera que sean los contenidos,
conocimientos y valores. |
Suficiencia de la oferta |
Calidad en la
educación obligatoria. El Estado debe generar una oferta educativa con
suficientes recursos humanos capacitados y materiales apropiados y
actualizados. |
Fuente: Elaboración
propia (2022), adaptado de Bracho (2018)
Metodología
El presente trabajo se
desarrolló desde un enfoque cualitativo, con un diseño documental y alcance
descriptivo, basado en la búsqueda selectiva, análisis, interpretación crítica de
documentos impresos y electrónicos, sobre el tema de estudio. Se especificaron las propiedades y características
describiendo las tendencias más relevantes de la información útil, relevante y necesaria para los propósitos de la investigación
(Arias, 2016; Hernández, Fernández y
Baptista, 2014).
Se recurrió al análisis reflexivo de
contenido para la contrastación de teorías e
investigaciones sobre neurociencias, neuroeducación, proceso de enseñanza y
aprendizaje y calidad educativa, obtenidas de la selección de
documentos disponibles en internet o impresos, principalmente del año 2015 en
adelante, que permitieran dar respuesta al objetivo del presente estudio.
Resultados
y discusión
Entre los aportes principales que
surgieron de la revisión teórica y posterior análisis, vinculados con las investigaciones
acerca de la neuroeducación, se destacan tres categorías, resultantes de los
aspectos más significativos expuestos en la fundamentación teórica: a) Factores
clave, b) Actores del proceso y c) Elementos inherentes; un enfoque
transdisciplinar en cual se habla de medios adaptados para la innovación
alcanzando cambios esenciales para la enseñanza y el aprendizaje, siempre
orientados a producir mejoras en la calidad educativa (cuadro 2).
Cuadro 2. Aportes de la neuroeducación y su influencia
en la enseñanza y el aprendizaje, orientados a la calidad educativa
Categorías |
Características |
Descripción |
Influencia |
Factores clave |
Plasticidad
del cerebro |
Se refiere a la capacidad del
cerebro de transformarse con
la experiencia estableciendo nuevas conexiones neuronales para orientar la
vida. Hace posible aprender permanentemente. |
Incremento de las potencialidades
del cerebro y las habilidades cognitivas: emocionales, sociales, morales,
físicas y espirituales. Diseño e
implementación de estrategias didácticas novedosas, creativas y llamativas. Construcción de aprendizajes
significativos, reflexivos y críticos. Mejora la atención, el
rendimiento y la excelencia académica. |
Emociones |
Tratan de reacciones
psicofisiológicas de experiencias que se destacan de forma viva, veraz,
transitoria, capaz de impregnar la conciencia de los individuos. Resalta la
necesidad de implementar una educación emocional con el desarrollo de
actividades en el aula que favorezcan y fomenten la participación y el
aprendizaje. |
||
Atención |
Existen varias redes atencionales
que activan diferentes regiones cerebrales: de alerta, orientación y
ejecutiva, viabilizando la concentración en las tareas académicas, resolver
problemas o seguir las instrucciones del profesor. |
||
Memoria |
Es una función cerebral que
faculta al ser humano para codificar, almacenar y recuperar la información en
algún momento. En el aprendizaje influye la memoria; puede ser explicita
(hace posible verbalizar y conocer datos o situaciones) e implícita (es inconsciente,
permite aprender a través de la adquisición de hábitos). |
||
Actores del proceso |
Investigadores
en neurociencias |
Las
neurociencias refieren a la integración con la educación (neuroeducación)
para organizar la generación de nuevos programas educativos en función de las
necesidades de los discípulos y sus maestros. |
Neuroeducación en las
aulas, con el apoyo de los neurocientíficos. Profesores formados y
actualizados permanentemente en los avances de esta ciencia. Implementación de nuevos
modelos pedagógicos, didácticos y curriculares. Formación de estudiantes
exitosos, con altas competencias profesionales. |
Educadores
bien formados |
Los docentes deben tener una
adecuada formación en los términos esenciales de la neuroeducación que los
capacite para diseñar e implementar estrategias, técnicas y recursos necesarios
en sus aulas de clase que garanticen una enseñanza eficaz y aprendizajes
significativos en sus alumnos. |
||
Estudiantes
con altas competencias |
Se refiere a la educación de
individuos con elevados niveles cognitivos para la comprensión de nuevos saberes
y la manifestación de desempeño académico y profesional con idoneidad. |
||
Elementos inherentes |
Ejercicio
físico |
El ejercicio físico,
especialmente el aeróbico beneficia los procesos cognitivos al promover el
desarrollo de funciones cerebrales importantes para la atención y el
aprendizaje. |
Fortalecimiento del
cuerpo y del cerebro para lograr estados físicos y mentales saludables. Un cerebro sano contribuye
a realizar sus funciones cognitivas de modo pertinente, acondicionándolo para
construir aprendizajes creativos y significativos. Aplicación en el aula
de estrategias, métodos, técnicas y recursos de enseñanza y aprendizaje retadoras,
para aprovechar el máximo potencial cognitivo de los educandos, desde las
nociones de neuroeducación y funcionamiento cerebral. Durante el
aprendizaje, entran en acción elementos que contribuyen al desarrollo físico,
mental, emocional, lúdico y social del alumno; lo integran en ambientes
físicos y experiencias cooperativas, armoniosas, que respondan a las
necesidades individuales, de la comunidad y de la sociedad en general,
orientadas a la calidad educativa. |
Descanso |
El descanso y el dormir beneficia
al ser humano pues sirve de regenerador neuronal necesario para actividad diaria
e imprescindible para el aprendizaje. |
||
Hábitos alimenticios |
Los buenos hábitos alimenticios contribuyen
al funcionamiento correcto del cerebro, siendo este un órgano que requiere
cierta cantidad de proteínas e hidratos de carbono para disponer de la
energía necesaria. |
||
Juego |
Aporta diversión, alegría,
imaginación, creatividad, control de emociones, conocimientos, lo que genera
motivación y deseo de seguir aprendiendo. |
||
Creatividad |
Es la capacidad que tienen las
personas para generar ideas nuevas y de impacto, que de manera consciente o
inconsciente ayudan a resolver situaciones y alcanzar metas en algún momento
determinado. El pensamiento creativo está asociado a las redes cerebrales. |
||
Socialización |
Es inherente al ser humano desde
que nace, lo que implica la acción de cooperación mutua, convivencia
generosidad, comunicación, relaciones constructivas. |
Fuente: Elaboración propia (2022)
Se muestra en el cuadro 2 como los
factores clave de la neuroeducación están caracterizados por la plasticidad del
cerebro, las emociones, la atención y la memoria.
El conocimiento de las potencialidades del
cerebro y de las habilidades integrales, brindan al docente la oportunidad de
diseñar estrategias didácticas novedosas, creativas y llamativas; que valore
los conocimientos y creencias previas, las fuentes emocionales de los alumnos y
desarrolle la memoria explícita e implícita; esto favorece la construcción de
aprendizajes significativos, reflexivos y críticos y mejora el rendimiento y la
excelencia académica. Estos aspectos serán posible si se cumplen con los
principios que rigen la calidad educativa de universalidad, equidad, logro, suficiencia;
además permiten de manera efectiva, que sus educandos alcancen altos
niveles de formación, tal como lo exponen Bracho (2018), Barba (2018) y Radic (2017).
Los actores del proceso neuroeducativo
están representados por los investigadores de las neurociencias, los docentes y
los alumnos. Las neurociencias pueden ser adaptadas y aplicadas en las aulas,
de manera que los profesores asuman e implementen nuevos modelos pedagógicos,
didácticos y curriculares. Estas nuevas acciones coadyuvarán a formar
estudiantes y futuros profesionales exitosos, con altos conocimientos, valores
y actitudes para resolver problemas personales y de la comunidad donde se
desenvuelven. Por ser la neuroeducación una ciencia transdisciplinar, las
estrategias pedagógicas deben ser formuladas con el apoyo y la orientación de
los neurocientíficos e investigadores de otras disciplinas afines en conjunto
con la comunidad de educadores, identificando propiedades y factores que
influyen en el aprendizaje y en las dificultades que se presentan para
alcanzarlo, en concordancia con lo planteado por Pherez,
Vargas y Jerez (2018); Gago y Elgier (2018); Mora (2017) y Barrios-Tao (2016).
Los elementos inherentes a la
neuroeducación resaltados en el presente trabajo son: ejercicio físico, descanso,
hábitos alimenticios, juego, creatividad, socialización; están relacionados directamente
con el aprendizaje ya que involucran un estado saludable en todo el cuerpo y el
cerebro, siendo este último el receptor de estímulos, encargado de seleccionar,
priorizar, procesar información, evocar, emitir respuestas motoras, consolidar
capacidades cognitivas, entre otras tantas funciones; la consideración de estos
elementos en quehacer educativo contribuyen al desarrollo físico, mental,
emocional, cognitivo, lúdico y social de los alumnos en correspondencia con los
aportes teóricos de Tardón (2019), Castells
(2019), Guillén
(2017) y Guillén (2015).
Consideraciones
finales
En respuesta al propósito de la investigación,
luego del análisis realizado a los documentos consultados, se destacan tres
categorías que tienen relación directa con la neuroeducación y su influencia en
la enseñanza y aprendizaje,
con miras a producir mejoras en la calidad educativa:
factores clave, actores del proceso y elementos inherentes.
La neuroeducación aprovecha los
conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro, integrada por distintos
campos científicos y ciencias clínicas, en un intento de mejorar y potenciar
tanto los procesos de aprendizaje y memoria de los alumnos, como los de
enseñanza por parte de los maestros, tomando en cuenta diversas características
como la plasticidad cerebral, las emociones, la atención y la memoria. El
conocimiento de las potencialidades del cerebro y de las habilidades integrales
(cognitivas, emocionales, sociales, morales,
físicas y espirituales), asociadas a las funciones cerebrales, le permitirán al
docente realizar aportes y transformaciones innovadoras al momento de ejercer
su rol, implementando modelos pedagógicos y estrategias didácticas más
dinámicas y creativas.
Los investigadores en neurociencias y los
educadores deben organizarse e integrarse para aplicar en las aulas nuevos
programas educativos que garanticen una enseñanza acorde a los requerimientos y
necesidades de los estudiantes; desarrollando competencias y aprendizajes
significativos imprescindibles para desempeñarse con idoneidad en la sociedad actual.
Es un compromiso de los
docentes involucrarse activamente en su formación académica para la adecuada
integración de los principios de esta ciencia en su labor diaria.
Otra consideración relevante se refiere
los elementos inherentes a la neuroeducación y el aprendizaje que favorecen el
desarrollo de las funciones cerebrales y, por ende, los procesos cognitivos de
los niños y jóvenes, tales como el ejercicio físico, el descanso, los buenos
hábitos alimenticios, el juego, la creatividad y la socialización, todos
íntimamente relacionados y si se incorporan adecuadamente en los contextos y
experiencias estudiantiles contribuirán a fomentar relaciones comprometidas,
cooperativas, de convivencia armoniosa, que respondan al ser individual y al
colectivo, en beneficio de la calidad educativa, sustentada en los principios
de universalidad, equidad, logro y suficiencia.
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