Encuentro Educacional

e-ISSN 2731-2429 ~ Depósito legal ZU2021000152

Vol. 29 (1) enero - junio 2022: 9 - 27

 

 

La función pedagógica del currículo en la enseñanza de la geografía

 

José Armando Santiago Rivera

Núcleo Universitario Dr. Pedro Rincón Gutiérrez. Universidad de Los Andes.

San Cristóbal-Venezuela

jasantia@ula.ve; jasantiar@yahoo.com; jasantiar@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-2355-0238

 

Resumen

 

La reflexión sobre este tema es hoy día motivo de la diligencia de docentes investigadores en el ámbito Iberoamericano. Su atención está relacionada con la exigencia de una formación educativa coherente con el suceder de complicadas condiciones ambientales y geográficas que inciden en solicitar el replanteamiento de la misión curricular de la enseñanza hacia el fomento de una formación activa y protagónica de los ciudadanos, con en el tratamiento pedagógico de la geografía para comprender las condiciones de la complejidad globalizada. El propósito del trabajo fue explicar la función pedagógica del currículo en la enseñanza de la geografía, ante la persistencia didáctica de la tradicional transmisión de contenidos. En efecto, implica considerar fundamentos teóricos con capacidad de innovar la calidad formativa de la geografía escolar, con acento humano y crítico, entre los cuales se consideran: Cataño, Monsalve y Vásquez (2020); Alves do Santos (2019); González (2018); Ortiz (2015); Busch (2013). Metodológicamente, se realizó una investigación documental para obtener planteamientos teóricos sobre la función pedagógica del currículo en el siglo XX y la enseñanza de la geografía en una perspectiva curricular innovadora. El estudio concluye: 1) Destaca la exigencia de modernizar la función formativa de la geografía escolar, ante los retos de la presente época y 2) Aporta conocimientos con capacidad de renovar la acción formativa de la enseñanza geográfica coherente con las reflexiones planteadas por expertos en la actualidad. 

 

Palabras clave: Función pedagógica; currículo; enseñanza geográfica.  

 

The pedagogical function of the curriculum in the teaching of geography

 

Abstract

 

The reflection on this topic is today a reason for the diligence of research teachers in the Ibero-American sphere. His attention is related to the requirement of an educational formation consistent with the occurrence of complicated environmental and geographical conditions that affect requesting the rethinking of the curricular mission of teaching towards the promotion of an active and leading formation of citizens, with in the pedagogical treatment of geography to understand the conditions of globalized complexity. The purpose of the work was to explain the pedagogical function of the curriculum in the teaching of geography, given the didactic persistence of the traditional transmission of content. Indeed, it implies considering theoretical foundations with the capacity to innovate the educational quality of school geography, with a human and critical accent, among which are considered: Cataño, Monsalve and Vásquez (2020); Alves do Santos (2019); Gonzalez (2018); Ortiz (2015); Bush (2013). Methodologically, a documentary research was carried out to obtain theoretical approaches on the pedagogical function of the curriculum in the 20th century and the teaching of geography in an innovative curricular perspective. The study concludes: 1) It highlights the need to modernize the training function of school geography, given the challenges of the present time and 2) It provides knowledge with the ability to renew the training action of geographical teaching consistent with the reflections raised by experts in the present.

 

Keywords: Pedagogical function; curriculum; geographical teaching.

 

Introducción

En las circunstancias en el inicio del nuevo milenio, es posible apreciar comportamientos de acento complejo, donde son notablemente visibles los adelantos de la ciencia y la tecnología, el progreso de la economía y la proyección globalizadora de la acción mediática, como rasgos del ámbito histórico contemporáneo, desenvueltos con una mutación de acentuada dinámica vertiginosidad.

Contradictoriamente, también se visibilizan las debilidades y las amenazas ecológicas, ambientales y geográficas, cuyo suceder ocurre cotidianamente en las diversas regiones del planeta, con la calificación de desastres naturales, como acontecimientos de signo adverso, trágico y catastrófico. Lo destacable es el deterioro acentuado de las condiciones geográficas en los territorios y sus nefastas consecuencias en la calidad de vida de los ciudadanos.

Esta panorámica globalizada ha sido objeto de la investigación geográfica en procura de alternativas de cambio direccionadas con la formulación de preguntas orientadas a obtener explicaciones críticas y constructivas sobre la presencia imprevista de eventos aciagos, hostiles e infortunados. En respuesta, reiteradamente se ha planteado la educación, como la opción apropiada para animar la comprensión del sentido enrevesado, peligroso y delicado de los frecuentes sucesos perturbadores revelados en la habitual acción mediática.

El interés por el estudio de esta situación, ha sido motivo para los diseñadores de currículos renovados, en las propuestas educativas elaboradas en la gestión por actualizar la enseñanza de la geografía, con fundamentos transformadores en lo paradigmático, epistemológico, disciplinar y pedagógico. Sin embargo, en la práctica escolar cotidiana, quienes investigan esta realidad educativa, han apreciado la persistencia en la enseñanza geográfica, de la transmisión de contenidos y la memorización para aprender, entre otros aspectos.

Esta problemática representa una trascendental debilidad educativa que amerita renovar la función desempeñada por el currículo y la actualización del proceso formativo en procura de una mejor la calidad formativa en las instituciones escolares. En el caso de la enseñanza geográfica, por resultar afectar al tradicionalismo pedagógico, resulta inadecuada para ejercitar la construcción del conocimiento con el incentivo de la investigación estudiar con la reflexión crítica la interrelación dialéctica entre la sociedad y la naturaleza, como también examinar las dificultades ambientales, geográficas y sociales que de allí derivan. 

Finalmente, en esa dirección, es imprescindible aportar conocimientos y prácticas concebidas como contribuciones formativas sobre la función pedagógica a desarrollar por el currículo, ante el reto de animar el mejoramiento de la calidad formativa del acto educante, distinta a la reproducción promovida por la transmisión pedagógica tradicional. Por eso, se pretende contribuir a la modernización de la labor pedagógica de la geografía escolar, con un planteamiento académico que sirva para echar las bases de una explicación hermenéutica crítica de la realidad geográfica, forjadora de la conciencia ambiental tan necesaria en la actualidad.

El propósito del trabajo fue explicar la función pedagógica del currículo en la enseñanza de la geografía, ante la persistencia didáctica de la tradicional transmisión de contenidos.

Fundamentación teórica

La reflexión sobre la labor pedagógica del currículo en la enseñanza de la geografía, representa para sus explicaciones ser realizadas en el marco de las condiciones del mundo globalizado. Es involucrar el análisis inscrito en el contexto contemporáneo y considerar la importancia asignada a la formación educativa ante la tarea de entender las circunstancias que le caracterizan. Se trata de facilitar la enseñanza y el aprendizaje geográfico, en forma apropiada al momento histórico y acorde con las necesidades de la sociedad (Santiago, 2017a).   

Por tanto, la función pedagógica del currículo en la enseñanza de la geografía, debe prestar atención a la exigencia de explicar las repercusiones sociales del calentamiento global, el cambio climático y el efecto invernadero. Ante este requerimiento, la geografía debe ejercitar el desciframiento de los sucesos relacionados sobre la forma cómo la sociedad se articula con las condiciones del territorio habitado. Pero igualmente inquieta que el tratamiento pedagógico de estas situaciones, tenga tan escasa explicación en el aula de clase (Hollman, 2008).

Indiscutiblemente, la respuesta debe considerar la justificación de la vigencia de la versión tradicional de la enseñanza y del aprendizaje; en especial, concebir cuáles son los conocimientos utilizados para realizar la labor pedagógica diaria, como también comprender las razones de su costumbre incólume en las circunstancias del mundo globalizado y su cumplimiento como tarea pedagógica de acento educativo tradicional (Santiago, 2017a).   

Un punto de partida es entender las razones del retraso y la obsolescencia que definen la vigencia pretérita de la versión curricular formulada en el siglo XIX, para evitar la explicación de las repercusiones en la sociedad actual del calentamiento global, el cambio climático y el efecto invernadero. Esta solicitud obedece a que la pedagogía geográfica se comporta ajena, por ejemplo, ante el incremento agresivo del aprovechamiento de las potencialidades naturales de los territorios y lo inocultable de la deshumanización social.

Esta contradicción traduce para la función pedagógica del currículo en la enseñanza de la geografía, el apremio de innovar la práctica pedagógica asumida para explicar la realidad geográfica durante el siglo XX. Vale destacar que la labor transmisiva de nociones y conceptos geográficos, permanece dominante en el desarrollo de la globalización cultural, en el inicio del nuevo milenio. En este hecho resaltan dos aspectos que deben ser advertidos; por un lado, el desfase de las condiciones geográficas del momento y, la influencia de la tradicionalidad en la labor desempeñada por la educación en la formación de los ciudadanos, a pesar de lo siguiente:   

El siglo XX ha sido una centuria de cambios, de conflictos, de avances, de progreso científico, tecnológico, social y educativo. En el plano educativo se realizaron importantes reformas y se universalizó la educación pública. Las políticas educativas, el desarrollo institucional de la educación, las reformas de enseñanza, los movimientos pedagógicos y culturales aportaron otros enfoques educativos. Algunos analistas han señalado la importancia de la regulación necesaria para conseguir los avances y progresos en el sistema educativo (González, 2018:15).

 

Esta situación es una ineludible referencia cuando se trata de comprender los reclamos del cambio educativo ante la vigencia del modelo pedagógico tradicional, centrado en el fomento de la transmisión de conocimientos y la pretensión de la reproducción conceptual en los procesos de enseñar y de aprender. En el caso de la geografía en la escuela preocupa que su labor se limite al tratamiento pedagógico de la descripción de las características físico-naturales del territorio

Durante fines del siglo XX, la orientación curricular de la geografía escolar como asignatura escolar, tuvo la tarea formativa tuvo como propósito enfatizar en la describir los rasgos propios del territorio; en especial, lo referido al relieve, la vegetación, los suelos y la hidrografía. Se trata de los caracteres de la fisonomía natural definidores de su identidad como situación particular e individual y son referencias para resaltar lo específico de cada lugar geográfico (Capel, 1988). 

Esa orientación curricular se apoyó en la observación del paisaje. Así, se ha ejercitado su aplicación en el aula de clase, al contar con el apoyo del uso didáctico del libro texto. Esta versión ha vigorizado la eficacia de la tradicional descripción geográfica y obviar la formación integral del ciudadano culto, sano y crítico (Santiago, 2016). Por tanto, la persistencia de los fundamentos tradicionales se ha enaltecido, pues se advierte su presencia en los cambios curriculares planteados desde mediados del siglo XX.

En efecto, en los intentos por superar la enseñanza geográfica tradicional, en la reforma curricular planteada a fines de los años sesenta del siglo XX, con los fundamentos del conductismo, se propuso indagar las situaciones geográficas, con la pretensión de visibilizar su causalidad y sus repercusiones sociales (Erazo, 2001). Lo enunciado representó para la acción pedagógica ser planificada por expertos, el docente es sustituido por el planificador, el desarrollo curricular se debe centrar en el programa escolar, la didáctica se debe apoyar en las ayudas audiovisuales y la evaluación, debe emplear los test de origen psicológico, entre otros aspectos.

Esta acción pedagógica, curricularmente aportó fundamentos y prácticas para motivar el cambio en el aula de clase, ahora concebida como laboratorio para ejercitar las experiencias de la enseñanza y del aprendizaje (Calvo, 2010). Una contribución para evitar la improvisación pedagógica lo representó el hecho de modernizar la acción didáctica, al proponer que el aprender debería derivar en una labor planificada en forma estricta y rigurosa por el docente.

Otro aspecto significativo fue proponer la programación de actividades gradualmente y asegurar la validez y la confiablidad de la práctica escolar con calidad científica y pedagógica (Segura, 2005). Este cambio facilitó introducir en el currículo, la actividad del aprender como tarea del aula de clase, con el propósito de sistematizar la formación de los estudiantes, para garantizar el cumplimiento de las acciones didácticas estructuradas en el programa escolar y apropiado al nivel biopsicosocial de los estudiantes. Desde esta perspectiva:  

En la acción del profesor es posible encontrar una de las claves para comprender cómo se vuelve factible el plan de estudios. Los maestros generalmente lo llevan a cabo frente a diversas influencias y lidiando con varios componentes, para hacer viable su proyecto de enseñanza. El maestro hace posible el plan de estudios desde la relativa autonomía que tiene, al cuestionar su práctica desde la propia concepción de la geografía y la enseñanza de este componente educativo. Así, el proyecto de acción del maestro resulta en una amalgama, donde están equilibradas las imposiciones externas y la propuesta propia que él defiende (Alves do Santos, 2019:9).

 

Si bien es cierto que con el conductismo se motivó el cambio a la tarea formativa, su aplicación fue cuestionada por el acento cientificista y psicologista, también por no lograrse los resultados previstos en el cambio pronosticado. Un aspecto resaltable fue el rechazo de los docentes a la propuesta tecnológica conductista para renovar la transmisión del conocimiento. En respuesta, los docentes privilegiaron la tradición con la aplicación didáctica de la clase magistral, le dictado, el dibujo, la copia y el calcado.

A pesar de la innovación conductista, la permanencia del tradicionalismo pedagógico fue notablemente visible y eso motivó otro cambio curricular en los años ochenta del siglo XX, con el desarrollo de la actividad didáctica aplicada con los principios formulados por Alejandro de Humboldt. Se trata de 1) Localizar el objeto de estudio, realizar la explicación de su causalidad y 2) Visibilizar el esquema sistémico que le caracteriza y comparar su suceder con casos similares (Capel, 1988).

 Esta propuesta innovadora en la enseñanza geográfica, lamentablemente no tuvo el eco en la mentalidad de los educadores, porque el rechazo fue indiscutible e inocultable. Esta conducta docente perennizó la obsolescencia epistémica en la práctica pedagógica, para descartar el valor científico aspirado, con la aplicación de los principios de Humboldt. Eso se tradujo en una labor curricular con escasa contribución en la formación de personas conscientes, críticas, analíticas, sensibles, solidarias, es decir, humanizadas (Cepeda, 2014).

La persistencia del tradicionalismo pedagógico estimuló innovar la calidad formativa de la enseñanza de la geografía con el planteamiento pedagógico constructivista, argumentado en los fundamentos epistémicos de Jean Piaget. El motivo de la atención curricular se centró en la construcción del conocimiento. En consecuencia, el currículo se orientó a replantear la orientación pedagógica de los estudiantes al asumir sus ideas previas, su experiencia y sus saberes factibles de conocer constructivamente.

Esta perspectiva derivó en la factibilidad curricular para contribuir con una opción científica y pedagógica en la enseñanza geográfica. Al respecto, “Podría decirse entonces que el currículo es la manera práctica de aplicar una teoría pedagógica en el aula, a la enseñanza e incluye a la vez un plan de acción específico que desarrolla el profesor con sus estudiantes” (Cataño, Monsalve y Vásquez, 2020:61).

De esta forma se hizo importante priorizar en la explicación de la realidad geográfica, la problematización de los procesos de enseñanza y de aprendizaje; es decir, colocar al razonamiento explicativo para repensar los escenarios reales, la relación entre la sociedad y la naturaleza, la artificialización del territorio y el desciframiento de la situación de la dificultad geográfica como objeto de estudio. Eso significó asumir lo siguiente:

El conocimiento es una construcción del ser humano: cada persona percibe la realidad, la organiza y le da sentido en forma de constructos, gracias a la actividad de su sistema nervioso central, lo que contribuye a la edificación de un todo coherente que da sentido y unicidad a la realidad (Ortiz, 2015:96).

 

En efecto, el aprendizaje obedece al desarrollo de un proceso vinculante entre el individuo con su entorno inmediato dada la posibilidad de realizar la lectura analítica e interpretativa de la realidad vivida y construir el conocimiento con sentido significativo, a la vez elaborar un punto de vista personal forjado en la subjetividad, como resultado de procesos psicológicos activados en la interacción, la asimilación, la reestructuración, la acomodación y la reconstrucción.  

De allí, que la reorientación de la enseñanza geográfica para superar la transmisividad pedagógica demandó el fomento de la lectura de lo real que ameritó inmiscuirse en la realidad vivida y facilitar el desciframiento del objeto a conocer. En esta dirección curricular, se reivindicó el saber elaborado en la práctica habitual del ciudadano, porque se impuso considerar las versiones personales construidas sobre la realidad habitada y exteriorizada en los puntos de vista formulado por cada vecino.

En este momento, la intención educativa apuntó a visibilizar lo real comunitario y obtener en la manifestación de los comentarios personales, la expresión de la conciencia geográfica y, con eso, el logro satisfactorio mostrado con la revelación de lo aprendido en la vivencia cotidiana (De La Calle, 2012). En tal sentido, ante el reto del cambio curricular en la enseñanza geográfica tradicional, se propusieron los fundamentos teóricos y metodológicos de la teoría crítica.

Con la versión crítica se mostró en el currículo, el planteamiento ideológico y político, como base para orientar la formación de la conciencia liberadora en los ciudadanos, ante la maniobra implícita de la macdonalizacion cultural hegemónica. La experiencia adquirió un sentido constructivo y emancipador, dada la capacidad para plantear el cambio político requerido.

Desde el enfoque curricular emancipatorio, una experiencia significativa es aquella en la cual la praxis toma lugar, entendiendo por praxis no solamente la realización de una acción sobre la cual se ha reflexionado críticamente, sino también en la cual se involucra una escogencia libre para actuar; escogencia que ha sido orientada por reconstrucciones del mundo social. Desde este punto de vista, la praxis no es una acción que mantiene una situación tal como es en el presente, sino una acción que cambia tanto el mundo como la propia comprensión de él (Agray, 2010:422).

 

Ahora, con la teoría crítica se impuso en el currículo, concebir la explicación de la realidad geográfica con la aplicación de la investigación como la opción pedagógica y la intervención directa de quien indaga el objeto de estudio. Es explicar su acontecer desde la perspectiva hermenéutica, sostenida en el bagaje empírico de los actores de los hechos sociales. Igualmente, responder con un acto educativo fundado en el ejercicio permanente de la reflexión dialéctica cuestionadora de los sucesos vividos como personas, como del contacto directo con lo real. Sin embargo, el cambio curricular previsto desde la teoría crítica, también fue objeto del rechazo docente, dado el afecto a la práctica tradicional transmisiva.

En concreto, el hecho de distinguir los cambios curriculares planteados en la enseñanza de la geografía, en procura de su innovación, han representado propuestas sostenidas en fundamentos teóricos y metodológicos con capacidad para motivar la explicación de los acontecimientos geográficos, desde diversas perspectivas epistémicas. Por eso la práctica pedagógica debería asumir la firmeza analítica de sentido crítico y constructivo, el tratamiento didáctico de los temas y las problemáticas geográficas, con el apoyo pedagógico de la investigación. 

Con las explicaciones enunciadas para renovar la persistencia de la versión geográfica y pedagógica tradicional en las condiciones del mundo globalizado, se impone reconocer la existencia de una complicada situación educativa. La inquietud obedece a que se han planteado propuestas curriculares coherentes, con capacidad de aportar al mejoramiento de su calidad formativa, pero preocupa la estabilidad formativa de la pretérita transmisividad del conocimiento.

Eso ha tenido como respuesta desde la labor investigativa de los estudios de este campo del conocimiento, promover otras reflexiones de acento reformador, cuestionador y transformador. En consecuencia, las propuestas curriculares deben estar orientadas a descifrar los problemas ambientales, geográficos y sociales, con la aplicación de la investigación reveladora de las internalidades y las externalidades de la realidad objeto de estudio en el ámbito escolar, con la participación activa y protagónica de quien enseña y quienes aprenden.     

Metodología

El tratamiento de la transformación curricular y pedagógica en la enseñanza de la geografía, facilitada desde la transmisión de contenidos programáticos, debe apoyarse en la reflexión que devele las razones que avalan su necesaria modernización ante la permanencia de la pedagogía y la didáctica tradicional en el aula de clase. Por tanto, la situación objeto de la atención del investigador se orientó responder la siguiente pregunta: ¿Qué función pedagógica cumple el currículo en la enseñanza de la geografía?

La contestación de esta interrogante determinó realizar una investigación documental. Esta labor científica significó revisar fuentes bibliográficas que tuviesen relación con el presente tratamiento indagador (Arias, 2016). Eso incidió en revisar revistas y libros para obtener datos de docentes estudiosos de la enseñanza geográfica. En efecto, la consulta de referencias facilitó explicar argumentadamente la necesidad de reformar la práctica escolar cotidiana de la geografía.

Esta labor indagadora permitió obtener los datos bibliográficos en citas que se administraron en forma coherente para justificar el desarrollo del discurso explicativo sobre la función pedagógica del currículo en la enseñanza de la geografía. En esta actividad privó en la explicación analítica de esta temática, la perspectiva interpretativa del investigador para enunciar un aporte sobre la importancia de innovar la enseñanza geográfica tradicional vigente.

Resultados y discusión

En la revisión de las referencias bibliográficas, para los investigadores, enseñar geografía pasa por la necesidad de asumir una orientación epistémica que permita contextualizar la explicación de la realidad geográfica para remozar la vigencia de los fundamentos tradicionales del currículo para enseñar el estudio de las complicadas condiciones del mundo contemporáneo. Esto implica entender las enrevesadas situaciones geográficas actuales desde otras explicaciones sustentadas en la interdisciplina, lo sistémico, lo holístico, lo holográmico y lo integral (Mejía, 2011). Supone no solamente contemplar los sucesos, como ha sido tradicional, con el apoyo de la perspectiva positivista reduccionista, sino además inmiscuirse en el contexto de la época. Por tanto, el apremio del tratamiento ecológico, ambiental, geográfico y social como objeto de la enseñanza de la geografía, amerita de versiones epistémicas factibles de advertir lo real en su vivencialidad, a partir de la subjetividad revelada en los testimonios de sus actores protagonistas (Ander-Egg, 2004).

En este sentido, las explicaciones deben ser dirigidas a comprender el sentido adverso, hostil y contraproducente de su ocurrencia, debido a los notables efectos en la colectividad del mundo globalizado. Por cierto, la magnitud de las catástrofes y las calamidades se han estudiado con perspectivas hermenéuticas, con el propósito de contribuir con la formación de la conciencia ambiental en los ciudadanos, a partir de examinar las formas cómo la sociedad interviene el territorio en procura de los recursos naturales (Santiago, 2017b). 

Ante la frecuencia del suceder de los preocupantes acontecimientos ambientales y geográficos, la geografía como disciplina científica ha fomentado su influencia mediadora para reorientar ecológicamente la intervención de los territorios por los grupos humanos. Eso se corresponde con la exigencia de controlar la ruptura del equilibrio ecológico del territorio, ejercer la vigilancia para evitar el deterioro ambiental y reorientar la intervención territorial anárquica, desordenada y agresiva. Esta pretensión se ha sostenido con el siguiente fundamento:  

El espacio, unido indisociablemente con el tiempo, expresa y exhibe a cada momento las relaciones políticas, económicas y sociales que han forjado su heterogéneo origen, la diferenciación funcional y jerárquica que distintos actores sociales, instituciones gubernamentales y no gubernamentales impulsan, promueven o imponen la estructura y refleja las relaciones de poder. Se trata de un concepto político porque entraña en su origen un proyecto ideológico de desarrollo social, económico y cultural, en el cual se mezclan permanentemente técnicas, tecnologías, recursos financieros, política, cultura y economía con objetos ‘naturales(Talledos, 2014:18).

 

Desde esta perspectiva, el desciframiento de la realidad se erige como una labor integral que debe relacionar diferentes aspectos de la dinámica social. Una componente imprescindible de citar es la influencia del capital como pieza clave en la tarea de construir e interpretar los sucesos geográficos contemporáneos. Necesariamente, los razonamientos deben apuntar hacia resaltar la presencia ideológica neoliberal, como referente esencial de la organización de los territorios, en cuanto la obtención del beneficio adquirido con el procedimiento rentable.

Al reflexionar sobre lo económico y lo financiero, en relación con lo político, fácilmente emergen las versiones sobre la utilización del escenario geográfico factible de mostrar la concepción dominante en la causalidad de las complicadas circunstancias sociales. Eso posibilita la tarea de explicar críticamente las formas de concebir las situaciones ecológicas y ambientales, como las posturas políticas de indiferencia y apatía, invisibilizadoras del origen economicista y financiero de las dificultades geográficas en los territorios.

Recientemente en los foros internacionales, se ha fomentado el debate sobre los problemas ecológicos, ambientales y geográficos. En estos eventos se ha asignado relevante importancia al neoliberalismo, como función fundamental en la causalidad del deterioro del equilibrio natural. Eso ha traducido para la enseñanza de la geografía, motivar la reflexión sobre los problemas geográficos, con la aplicabilidad epistémica de la reflexión crítica, conveniente y acertada para realizar el estudio interpretativo de las dificultades identificadas (Cepeda, 2014).

La comprensión de esta labor, representa para la enseñanza geográfica, reflexionar sobre la tarea cumplida históricamente por el pensamiento liberal, desde el siglo XVIII. Se trata del aprovechamiento irracional del territorio en la gestión determinada por la revolución industrial y, con eso, la prosperidad de la actividad empresarial y la innovación de la transformación fabril. Desde ese momento, la búsqueda de los recursos sostenibles del proceso industrializador, ha sido incesante ante la obtención de materias primas. Por tanto:

Si bien el desarrollo industrial de un territorio puede inducir una fuerte reactivación socioeconómica y mejoras en la calidad de vida de la población, también es capaz de ocasionar importantes modificaciones del entorno y diversas formas de contaminación del aire, las aguas y los suelos, agotamiento de recursos naturales y su degradación. Todo ello influirá negativamente, de forma directa o indirecta sobre el bienestar, la calidad de vida y la salud de la población (Suárez y Molina, 2012:358).

 

Lo citado trae como consecuencia plantear la intromisión en lo natural, pues es ineludible recurrir a estudios previos que revelen los contratiempos causantes de la ruptura del equilibrio natural. En efecto, igualmente una acción planificada factible de identificar los recursos potencialmente industriales y concebir la reorientación de la intervención de la naturaleza e impedir la destrucción de la armonía ecológica hacia la protección del equilibrio ecológico.

En ese contexto, explicar la función pedagógica de la enseñanza geográfica supone apreciar los niveles de la contaminación ambiental urbana, concebido como un problema notoriamente visible de la vida cotidiana de las ciudades. A la par, la merma de las condiciones de los territorios rurales que se han acentuado con el impulso de la minería ilegal y legal, además del uso indiscriminado de los agroquímicos, para citar ejemplos (Martija y Salinas, 2013).

Llama poderosamente la atención a la ruptura de la armonía atmosférica, porque ha originado lluvias copiosas e intensas, el incremento de los huracanes y tifones con efectos devastadores, inundaciones destructivas de comunidades y plantaciones, el deshielo en los polos y en los glaciares alpinos, andinos y en los Himalaya, el aumento de las temperaturas y el nivel de los océanos, como casos demostrativos de la crisis ecológica y ambiental. 

Esto influye en la tarea pedagógica pues debe explicar el incremento del comportamiento de la naturaleza y sus derivaciones apreciadas en la diversidad territorial planetaria. Estas problemáticas deben ser razonadas en la enseñanza geográfica, ante la necesidad de fomentar la conciencia ecológica. Entonces la acción educativa escolar debe asumir las situaciones ambientales comunitarias y educar para entender la realidad vivida. Eso obedece a lo siguiente: 

El actual modelo de desarrollo dominante da prioridad a una economía insustentable e injusta socialmente, que nos lleva a una crisis de vida en la ecoesfera. El deterioro socio-ambiental debe replantear la vinculación de la sociedad con su entorno natural, mediante un desarrollo sustentable, y reconocer la existencia de límites al desarrollo social, al crecimiento económico (productivo) y a la explotación (abuso) de los ecosistemas, dado el estado actual de la tecnología, la organización social y la capacidad de la biosfera para absorber los efectos de las actividades humanas (Martínez, 2010:98).

 

En base a lo expresado, en la iniciativa por ir más allá de la transmisión conceptual, es razonable promover en la educación geográfica propuestas formativas concebidas para contrarrestar el deterioro de los territorios, con una labor pedagógica y didáctica centrada en la reflexión interpretativa del tratamiento ecológico y ambiental. Al respecto, una de las críticas más pronunciadas, ha sido el acento excesivamente teórico facilitado por los expertos, con la escasa aplicabilidad en la práctica explicativa.

Ante el incremento de las dificultades originadas por la intervención irracional y perversa de los territorios, los currículos todavía se aferran a proponer la educación escasamente informativa y la acción pedagógica reproductiva. Aunque también es frecuente que los investigadores propongan la estricta revisión de la acción formativa planteada en las reformas curriculares y lo desenvuelto en la práctica escolar cotidiana.

El hecho de plantear que la orientación curricular a promover en el inicio del nuevo milenio, ante la complejidad ambiental, es ineludible proyectar el incentivo del protagonismo analítico y crítico de los ciudadanos, el fomento del pensamiento crítico y la preparación epistémica renovada, en cuanto el ejercicio de la construcción del conocimiento e indiscutiblemente, la aplicación de la investigación para obtener el saber capaz de explicar lo real.

A escala planetaria, el ser humano está poniendo en peligro su vida a causa del modo en que se desarrollan sus relaciones con el medio ambiente. La sociedad es un mundo de grandes desequilibrios e injusticias, en la que riqueza y lujo (de minorías) se codean con la pobreza y miseria más cruda (de mayorías), el proceso de apropiación, producción y consumo, y el crecimiento explosivo poblacional agravan la situación de la propia biosfera que está siendo degradada. La globalización neoliberal estimula la polarización entre países y sectores ricos y pobres, y acentúa, aún más, la brecha (económica, tecnológica, comercial, productiva) en los ámbitos nacional e internacional (Martínez, 2010:98).

 

Lo expuesto implica para la educación geográfica ejercitar el estudio de la problemática geográfica y replantear la labor formativa de la enseñanza en la escuela, con fines de motivar en los estudiantes el cuestionamiento sobre los eventos cotidianos en las comunidades; en lo referido al suceder de los temas geográficos y sus repercusiones en la vida diaria de la localidad. En esa dirección, una labor reiteradamente planteada, ha sido la aplicación de la investigación como la tarea fundamental para enseñar y aprender; es decir, indagar en el escenario de lo inmediato, la realidad geográfica y visibilizar los motivos de la formación educativa exigentes de la optimización de las condiciones del territorio habitado.

La tarea de la función pedagógica del currículo, en la enseñanza de la geografía, debe apuntar hacia el apoyo de renovadas teorías ambientales, geográficas y educativas. Eso supone para las reformas curriculares gestionar la innovación de esta formación educativa. Por ejemplo, la teoría critica, la teoría sustentable y la teoría humanística, respectivamente. Estos fundamentos sustentan el planteamiento curricular acorde a la época y ajustado a la novedad epistémica, al educar con la hermenéutica geográfica (Cepeda, 2014).

Superar la transmisividad tradicional implica en el inicio del nuevo milenio, asumir las contribuciones epistémicas que recientemente se aplican en las ciencias sociales, pues facilitan otras explicaciones a los sucesos derivados de la integración entre la sociedad y la naturaleza. Eso permitido la formulación de nuevas preguntas para direccionar las reflexiones geográficas y modernizar la contemplación de los hechos, desde la intervención acuciosa de lo acontecido, tanto en lo visto, como en lo oculto a lo percibido.

Esta propuesta plantea ciertas distancias con el currículum heredado en la enseñanza de la geografía: la crítica al determinismo, a la exclusión del conflicto y de la diferencia social, y a la función mitológica de infundir una identidad nacional naturalizada, que habría generado un “nacionalismo exacerbado”… la geografía entre las ciencias sociales y otorga gran relevancia a la organización social, a los conceptos de proceso y escala y a la dimensión teórica, aspectos que permiten vincular esta propuesta con la tradición crítica en geografía y con el enfoque de la “nueva  geografía regional y que resultan complementarios al enfoque de los reformadores; aunque desde esta perspectiva, la inscripción de la disciplina entre las ciencias sociales no supone la exclusión de las temáticas naturales (Busch, 2013:105).

 

Una respuesta a lo expuestos implica recurrir a las versiones integrales, interdisciplinarias, holográmicas y holísticas. Al considerar estas orientaciones epistémicas, se facilita apreciar los eventos reveladores de lo vivencial geográfico y abre la posibilidad para construir una nueva verdad sobre lo ocurrido. Se trata de las posibilidades conducentes a reivindicar la perspectiva personal de los actores de los objetos de estudio, como los argumentos necesarios en la tarea de entender críticamente el desenvolvimiento del acontecimiento analizado.

Es la ocasión para concebir lo geográfico desde otras versiones interpretativas sustentadas en los saberes expuestos ante la interrogación realizada a los actores de lo real vivido. Este es un planteamiento geográfico orientado a descifrar la realidad derivada de la relación entre la sociedad y la utilización técnica-económica del territorio. Esta versión vincula a los ciudadanos con su localidad, en cuanto su experiencia cotidiana y lo relacionado con su vida habitual.

En la superación del tradicionalismo transmisivo, es conveniente intervenir la realidad a partir de los testimonios manifestados por los habitantes de la comunidad seleccionados en forma intencional, al ser interrogados con la entrevista acuciosa y en la exposición de la experiencia adquirida en el tratamiento de determinadas dificultades geográficas, exponer razonamientos para entender las situaciones geográficas como objetos de estudio. Eso supone lo siguiente;

La enseñanza de la Geografía, al igual que la de la mayoría de las disciplinas decimonónicas, se encuentra en resistencia con la realidad inmediata de los estudiantes. Es por ello que paulatinamente el trabajo desde el sector de las ciencias sociales ha sufrido una notable transformación, por cuanto se ha dejado atrás la concepción decimonónica de “entrega” de conocimientos, centrada en memorizar hechos y fechas, para dar paso a una concepción que responde a la realidad actual, que tiende más al constructivismo, a la interacción del saber culto y el saber vulgar (Cepeda, 2014:2).

 

Desde esta perspectiva, es imprescindible que las iniciativas curriculares estimulen la comprensión de las situaciones geográficas, desde la posibilidad de acceder a las concepciones personales expresadas sobre los escenarios ambientales de lo inmediato. Eso responde al fomento de la orientación paradigmática y epistemológica de la investigación cualitativa.

Se trata de superar el apego a la geografía descriptiva y la pedagogía reproductora con la propuesta de enseñar esta disciplina con el desciframiento de la habitualidad geográfico. Una razón de este hecho es la construir una verdad científica relativa, debido a la reivindicación de lo vulgar. En efecto, ante la oportunidad de consultar los puntos de vista de los habitantes de una localidad desde su experiencia cotidiana, se pueden asegurar datos confiables y acertar la visualización de la dinámica de la realidad vivida (Romero, 2018).

Precisamente esta propuesta curricular cualitativa requiere del valor epistémico de los saberes cotidianos, adquiridos en el desempeño de la habitualidad del ciudadano, por el hecho de habitar un lugar. Esta es una excelente oportunidad para motivar el repensar de los procesos de enseñanza y de aprendizaje, desde la opción investigativa de acento cualitativo, repetidamente planteada por los expertos como una alternativa factible de mejorar la calidad formativa de la enseñanza geográfica debido a sus interesantes hallazgos.

Esta iniciativa representa proponer la posibilidad factible de facilitar a los estudiantes, una opción para mejorar la transmisividad de los conocimientos, concebido como la oportunidad de dar el salto de actores ingenuos e inexpertos, ahora convertidos en los protagonistas de los procesos de enseñar y de aprender, al examinar los problemas ambientales y geográficos identificados en la localidad habitada. Significa curricularmente favorecer el salto epistémico, al animar las experiencias pedagógicas y didácticas sustentadas en la investigación de temáticas y problemáticas de su propia comunidad.        

Consideraciones finales

Indiscutiblemente la permanencia de los fundamentos y prácticas tradicionales constituyen un impedimento para fomentar la comprensión de las complicaciones reveladas en la realidad geográfica contemporánea. Es imprescindible reivindicar la importancia de la función pedagógica del currículo en la enseñanza de la geografía, ante la exigencia de explicar los objetos de estudio propios del momento histórico.

Por tanto, eso implica agitar la reflexión vinculada con el desarrollo paradigmático y epistemológico y también relacionar la episteme con el debate político sobre los lineamientos educativos, pedagógicos y didácticos, factibles de optimizar la calidad de la educación para humanizar el tratamiento de los territorios por el liberalismo, como también del neoliberalismo.

Allí, un suceso en atender la ruptura del equilibrio ecológico y sus consecuentes problemáticas, como son los casos del calentamiento global, el cambio climático, el efecto invernadero, la contaminación ambiental, los desastres naturales y el hacinamiento urbano. Estos hechos requieren de una orientación curricular de formar los ciudadanos para entender su realidad vivida.

Un propósito ineludible es contrarrestar lo perverso del uso indiscriminado de las condiciones naturales, debido a la intervención agresiva y anárquica. Esa ofensiva revela la debilidad de la tarea educativa que sensibilice la concepción finita de la naturaleza. Por eso la exigencia de la propuesta curricular más centrada en la investigación de los contratiempos comunitarios.

Por esto, el interés de superar la transmisión de contenidos escolares absolutos y ejercitar cambios y transformaciones significativas con la aplicación de conocimientos derivados del ejercicio de procesos indagadores, conducentes a proponer iniciativas curriculares sustentadas en la aplicabilidad epistémica desde otras experiencias, saberes y constructos empíricos. 

Una opción en esa dirección, implica para la labor desarrollada en el aula de clase,  motivar la participación y el protagonismo de los actores fundamentales del acto formativo. Es menguar la apatía, el desgano y la indiferencia, como referencias comunes de una labor centrada en la reproducción de contenidos, por una actividad inquieta por desarrollar con la investigación, la inventiva, la creatividad y el incentivo de la construcción del conocimiento.

El resultado fundamental de esta labor pedagógica en el trabajo escolar cotidiano, debe reivindicar curricularmente la explicación de la realidad geográfica hacia el redescubrimiento o el descubrimiento de lo real, gracias a la investigación. Enseñar geografía será entonces una labor rica en experiencias para comprender analítica, interpretativa y críticamente la realidad vivida.

Por eso la función pedagógica del currículo en la enseñanza de la geografía supone dar respuesta a la finalidad de educar los ciudadanos con la capacidad de conocer sus circunstancias inmediatas, como las realidades de la época. En efecto, urge concebir las propuestas curriculares para sensibilizar los valores ambientales y geográficos, como facilitar la convivencia sana y conservacionista del territorio habitado. 

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