Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 32, N° 57, enero-junio, 2020, págs: 161-164.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176 161
J. M. Keynes: entre lo paradigmático y el apego al orden.
A 80 años de La Teoría General *
Rodrigo Cabezas Morales **
La historia del pensamiento económico universal en relación a la relevancia del
conocimiento cientíco registra en las obras: La Riqueza de las Naciones de Adam Smith
(1723-1790), la superación rigurosa del mercantilismo y la siocracia, así como el nacimiento
de la economía política como ciencia; en El Capital de Carlos Marx (1818-1883), la develación
histórica y crítica impugnadora del funcionamiento del capitalismo y; en La teoría general de
la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes (1883-1946), una confrontación
paradigmática con los fundamentos del Laissez Faire y una asertiva política económica
de intervención estatal para corregir desequilibrios macroeconómicos de corto plazo del
capitalismo. Son tres explicaciones del modo de funcionamiento del sistema capitalista en
diferentes fases de su evolución histórica con indiscutido rigor cientíco.
Sin declararme keynesiano digo que es imposible negar el impacto del pensamiento de este
economista británico en el siglo XX y en lo que va del XXI. Sus aportes, sus construcciones
teóricas, sus debates, el papel jugado luego de la Primera Guerra Mundial y al término de la
segunda, fueron trascendentes.
Su obra la Teoría General es un libro complejo, difícil e intrincado, así lo encontré cuando
joven estudiante de economía, igual cada vez que vuelvo sobre él en décadas. En el mismo
prefacio lo advertía con alguna arrogancia intelectual: “Dirijo este libro especialmente a mis
colegas economistas, (…). Su principal objeto es ocuparse de las difíciles cuestiones de la
teoría, y sólo secundariamente de sus aplicaciones prácticas (…)”.
A tal efecto, uno de los mejores economistas contemporáneos, Premio Nobel de economía
en 1970, Paul Samuelson (1915-2009), dijo del libro y del autor: “Un libro mal escrito (…)
organizado insucientemente, arrogante, de mal talante y polémico. En resumen: la obra de
un genio”.
Las ideas principales de la obra de Keynes no fueron bien recibidas por la comunidad
académica, política e intelectual de la Inglaterra de 1936. El liberalismo dominante no lo
aceptaba, pero, en este texto y en otros, Keynes no dio ni pidió cuartel. Adelantó una crítica
feroz al libre mercado, “si la economía ortodoxa está en desgracia, la razón debe buscarse
no en la superestructura, que ha sido elaborada con gran cuidado por lo que respecta a
su consecuencia lógica, sino en la falta de claridad y generalmente de sus premisas (…).
Supongo que quienes se aferran demasiado a lo que llamaré la teoría clásica vacilarán entre
la creencia de que estoy completamente equivocado y la de que no estoy diciendo nada
nuevo”. Keynes no guardaba palabras para dejar sentado que su libro abría la polémica con
sus colegas de época para aclarar según él “las diferencias profundas de criterio” con los
* Ponencia presentada en el Foro “La Teoría General de Keynes en sus 80° aniversario”, auspiciado por la Escuela de Economía,
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad del Zulia. 19 de mayo de 2016. Maracaibo, Venezuela.
** Economista (LUZ, 1982). Profesor Agregado, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad del Zulia. Actualmente dicta
las Cátedras de Economía Venezolana y Economía Contemporánea de China en la Escuela de Economía de LUZ. Profesor Invitado
en el Doctorado en Ciencias Sociales de LUZ, en el Seminario Doctoral “Balance de la crisis mundial y cambios técnicos en la
globalización del siglo XXI”. Ministro de Finanzas 2007. Parlamentario Nacional durante 22 años en la bancada de izquierda socialista.
Correo: rodrigo1cabeza@yahoo.com.
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que en su opinión “(…), por ahora, han destruido casi toda la inuencia práctica de la teoría
económica (…)”.
La Teoría General tuvo el contexto histórico de la época del capitalismo monopólico
privado con una fuerte acumulación de capital y el estallido de la Gran Depresión económica
más profunda y prolongada que registre en su historia el capitalismo planetario. Los
instrumentos clásicos del equilibrio sin paro forzoso, del dominio de las fuerzas del mercado
y sus automatismos, la enajenación del Estado respecto de lo económico, entró en crisis, y
desencadenará la teoría de Keynes quien la deende frente a la ortodoxia de la economía
clásica y liberal, aferrada al autocontrol de la economía por el libre mercado.
John Maynard Keynes critica abiertamente el caos reinante, ya advertido, en parte
por él, en su obra previa Las Consecuencias Económicas de la Paz, en la que fustigó las
reparaciones de guerra humillante e imposible de cumplir impuestas al pueblo alemán en el
Tratado de Versalles de 1919 y, que en su análisis traería graves consecuencias económicas
en el futuro. Acá su intelecto fue premonitorio.
Si bien es cierto, la categoría económica fundamental de su obra es la Demanda Efectiva,
en el centro de su crítica está la ausencia del Estado en la regulación de la economía: “Los
errores más destacados de la sociedad económica en que vivimos son su fracaso para
tomar medidas precautorias a favor del pleno empleo y la forma arbitraria e inequitativa en
que distribuye la riqueza y el ingreso”.
Éste era el punto de partida para el nacimiento de la macroeconomía moderna y de la
política económica de corto plazo que buscaba restablecer los equilibrios para salir de la
depresión y el paro, al unísono, Keynes se confrontaba y superaba teóricamente con los dos
mecanismos de ajuste utilizados por la economía clásica, estos eran, los tipos de interés y
los salarios. Ambos, en dinámica económica, responsables de procesos de desaceleración
del crédito y en consecuencia de la inversión, el primero, y de contracción del consumo, el
segundo. El dogma dominante entre los economistas se refería a que las fuerzas del mercado
garantizaban por si solas el equilibrio y la plena ocupación de los factores productivos.
Keynes al Laissez Faire le antepone la participación activa del Estado para lograr equilibrios
y garantizar el bienestar de la sociedad y la reproducción del orden.
Ante el dilema de ¿gastar o ahorrar en crisis?, el economista John M. Keynes argumentaba:
“La mejor estimación que yo pueda conjeturar es que todas las veces que se economizan
cinco shillings (antigua moneda inglesa) se priva a un hombre de trabajo durante una jornada
(…). Por el contrario todas las veces que se compran mercancías se contribuye a multiplicar
los empleos ofrecidos a los trabajadores, con la reserva de que las mercancías compradas
deben ser británicas y fabricadas aquí, si se quiere una mejora de la situación de empleo en
el país (…). Pues lo que nos falta ahora no es cerrarnos la cintura (…) es actuar, comprar
cosas, crear cosas (…)”.
La Teoría General se plantea que en una economía en recesión por insuciencia de
la demanda para determinar la ocupación total de los recursos, el sector público puede
incrementar el gasto público, aun incurriendo en décit, para impactar favorablemente la
demanda agregada, consumo e inversión, con manejo de tasas de interés a la baja en el
largo plazo, esto último propende a activos menos líquidos, particularmente, inversiones
reales productivas. Para el keynesianismo, la cantidad de dinero que se quiere conservar
depende de la relación de la tasa actual de interés y la tasa esperada, si esta última es más
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alta, se incrementará la preferencia por la liquidez y se afecta negativamente la inversión,
somero fue Keynes en esta materia: “(…) el incentivo para invertir depende en parte de la
curva de demanda de inversión y en parte de la tasa de interés”.
En el proceso de reajuste deben nivelarse la propensión a ahorrar con la inversión,
jugando rol vital la eciencia marginal del capital, las expectativas y el estado de conanza
a largo plazo. Se encontrarían así las condiciones para regresar a la senda del crecimiento
con reducción del paro. Recuérdese que en el sistema keynesiano la desaceleración de la
inversión se remite a uctuaciones económicas temporales, no hay colapso denitivo, a lo
máximo colapso temporal de los incentivos para invertir.
La historia de la postguerra agrega que el pensamiento de Keynes contribuye
sustantivamente con un largo ciclo de crecimiento económico del capitalismo desarrollado,
1945-1973, que responde por la creación del llamado “Estado del Bienestar” en Europa y
el surgimiento de los Estados Unidos de Norteamérica como potencia económica, política
y militar.
Quisiera hacer un aparte acá al encontrarnos con el Keynes con vena de intelectual
esperanzado en el crecimiento incesante de la economía. En su tercera visita a España,
junio de 1930, invitado por el comité hispano-inglés dictó una conferencia en Madrid, en la
residencia de estudiantes, que tituló: “Las posibilidades económicas de nuestros nietos”.
Es éste un optimista ensayo en el que pronostica que en el largo plazo, por efecto del
crecimiento continuo del producto, la humanidad podrá disfrutar de más tiempo para el ocio
y dedicarse a los placeres de la vida. El PIB crecería entre 1,4% y 2.1%.
En el estudio se plantea un horizonte de 100 años que terminarían en 2030, en el
cual además predijo una reducción del trabajo semanal a 15 horas una vez resueltas las
necesidades materiales, así como que, sustentado en un acelerado desarrollo de lo cientíco-
técnico, “(…) En unos pocos años seremos capaces de realizar todas las operaciones de
agricultura, minería y manufactura con la cuarta parte del esfuerzo humano a que estamos
acostumbrados”. Sin duda era un economista original, agudo, aun cuando en este caso sus
predicciones fueron erróneas.
El keynesianismo convertido en paradigma que revolucionó la economía política al
comenzar el siglo XX no cuestiona el orden capitalista, le encuentra su remedio anti-cíclico.
De hecho, Keynes ejerció una honestidad intelectual en este terreno a toda prueba, no
engaño a nadie, en un ensayo suyo titulado ¿Soy un liberal? expresó: “Puedo estar inuido
por lo que me parece de sentido de justicia, pero la lucha de clases me encontrará del lado
de la burguesía educada” y, al referirse a las potencialidades del sistema capitalista llego
a armar: “Por mi parte soy de la opinión de que, probablemente, un capitalismo manejado
de forma inteligente pueda cumplir con sus tareas económicas mejor que cualquier otro
sistema que tengamos a la vista por el momento, pero también creo que se pueden hacer
muchas objeciones al capitalismo en sí”.
La crisis nanciera global que irrumpe en 2008-2009 regresa a Keynes al debate
económico en el siglo XXI. El neoliberalismo hegemónico desde la stanación se resiente para
explicar y solucionar la ya prolongada desaceleración del capitalismo mundial. La política
de austeridad feroz que le han aplicado los gobiernos, el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y los bancos al pueblo europeo es cuestionada desde la ciencia económica por los
neo-keynesianos, Premios Nobel de economía en 2001 y 2008, de la calidad cientíca de
Joseph Stiglitz y Paul Krugman, respectivamente.
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Ochenta años después de su irreverencia inteligente y cientíca frente al liberalismo clásico,
creo que es bueno que batalle junto a los pueblos con su añeja frase de: “la expansión, no la
recesión, es el momento idóneo para la austeridad scal” y, es justo que los economistas le
recordemos por valorar su aporte a nuestra ciencia de una ruptura que construyó paradigma
histórico aceptado universalmente, independientemente que compartas o no con Keynes su
visión. Hemos hablado pues de un pensador riguroso que escribió su nombre en la historia
de las doctrinas económicas.
¡¡¡Muchas Gracias!!!
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Esta revista fue editada en formato digital y publicada
en junio de 2020, por el Fondo Editorial Serbiluz,
Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela
Vol.32 Nº57
57
CUADERNOS LATINOAMERICANOS
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