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Revista Cuadernos Latinoamericanos. Universidad del Zulia. Vol 31, N° 56, julio-diciembre, 2019, págs: 137-159.
Maracaibo-Venezuela. ISSN 1315-4176
Los procesos de integración y cooperación ALBA-TCP, UNASUR y CELAC... / 137-159
Nebis Acosta K., Genyelbert Acosta O. y Denniza Coello
ideología y poder, se realizan tanto a nivel interno de cada país, como a nivel del marco
geopolítico global y regional del momento, donde se privilegian el Estado o el mercado o
una combinación de ambos.
Dentro de este contexto complejo, es importante señalar, que las negociaciones más obvias
en todo proceso de integración y cooperación, se acuerdan en el ámbito geoestratégico y
geopolítico-ideológico. Para que el proceso sea exitoso, es necesario que las motivaciones
de los países miembros, expresadas en la naturaleza de los objetivos, sean convergentes
oanes.Portanto,vanaestarsustentadasporelenfoquepolítico-ideológico,quetengan
los gobiernos acerca del paradigma de integración a seguir, la estrategia de desarrollo y la
coyuntura –favorable o desfavorable-, de la geopolítica global y regional del momento.
Atendiendoaesto,enlospaísessuramericanosycaribeños,sereejanunaproliferación
deacuerdosregionales,dandolugaraloarmadopor“AltmannyRojasaunasuperposición
de iniciativas, débiles en su mayoría” (citado por Ahcar, Galofre y González, 2013; p. 23),
provocandounafragmentaciónideológicaestructural.Estoesasí,porquelaunicaciónen
temas de alta política, es un punto determinante para el logro exitoso de la integración y en el
caso de los países suramericanos y caribeños, no es así, dado que los objetivos e intereses
de los Estados, tienden a estar supeditados a los intereses de los gobiernos de turno y no a
políticas estatales de largo alcance. De allí, que la incompatibilidad de ideologías políticas,
hacen a estos procesos, pragmáticos, frágiles y propensos a revertirse. Esto ha sido, un
fuerte obstáculo, para consolidar una auténtica integración (Ahcar et al., 2013).
En efecto, Acosta y Rincón (2016), señalan que Suramérica y el Caribe durante su
historia integracionista han transitado por una serie de modelos de desarrollo, así como
de integración y cooperación, tales como: Asociación Latinoamericana de Libre Comercio
(ALALC) o Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el Pacto Subregional
Andino o ComunidadAndina de Naciones (CAN), el Mercado Común Centroamericano
(MCCA),laAsociaciónCaribeñadeLibreComercio(CARIFTA),elMercadoComúndelSur
(MERCOSUR),laAlianzadelPacíco,entreotros.Asimismo,sehanrmadounavariedad
de acuerdos bilaterales de integración. Unos sustentados en el paradigma desarrollista e
integracionista de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y otros, en la década
de los noventa del siglo XX, basados en el paradigma neoliberal del regionalismo abierto.
Esta década, fue un período de reformas neoliberales, caracterizado por el detrimento
de la desigualdad del ingreso, crisis económicas, sociales y políticas, debilitamiento de los
partidos políticos, aumento de movimientos sociales que refutan conceptos como Estado de
Bienestar, democracia representativa y promueven otros, como organizaciones comunales,
democraciaparticipativaysocialismo(Mata,2016).
Bajo este escenario regional, se comienza a impulsar un proceso de cambios políticos e
ideológicos, iniciando el año 2000, con un nuevo período político y económico, con gobiernos
de izquierda, que “apoyándose en políticas económicas heterodoxas, se proponen articular
demandas promovidas «desde abajo», al tiempo que valorizaron la construcción de un
espacio regional latinoamericano” (Svampa, 2017; p. 50).
En esa dirección, se promueve una discusión sobre la necesidad de un nuevo modelo
de desarrollo e integración, que trace como objetivo central a lo interno, un desarrollo
humano integral de su población; a lo externo, un bloque regional suramericano-caribeño,
geopolítico y geoestratégico, cimentado en la cooperación y solidaridad, con gran poder de