F. Geraud-Pouey & G. Romay
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Kausel, 1956 y nalmente, C. luma Kondo & Gullan, 2016,
de Neuquén en el borde norcentral de la Patagonia Argen-
tina (clima templado), sobre Luma apiculata (DC.) Burret,
1941. La especie neozelandesa, C. orbiculata Hoy, 1958, ha
sido recolectada sobre Metrosideros robusta A. Cunn., 1839
y M. umbellata Car., 1795 (García et al. 2016).
Además de C. linarosae, dentro de la familia Eriococci-
dae existen otras tres especies, en dos géneros diferentes:
Acanthococcus jorgenseni (Morrison, 1919), A. maximusy
(Foldi & Kpzar, 2007) y Tectococcus ovatus Hempel, 1900,
asociadas con Psidium, además de algunas otras mirtáceas;
la segunda especie fue encontrada sobre P. guajava en La-
gunillas, estado Mérida, Venezuela (García et al. 2016).
Hasta el presente, a estas tres últimas especies no se les co-
noce mayor relevancia como problemas tosanitarios.
Dentro del género Capulinia, C. linarosae es la especie
que ha causado los mayores problemas tosanitarios y es la
más documentada (Cermeli & Geraud-Pouey 1997; Chi-
rinos et al. 2017). Aún más, hasta donde conocemos, ha
sido el Coccoidea causante de los mayores problemas en la
fruticultura venezolana.
El artículo de Chirinos et al. (2017) es una detallada
revisión de los avances alcanzados en la documentación
de este importante problema entomológico, en gran par-
te producto de las investigaciones de laboratorio y cam-
po realizadas por del Programa de Manejo Integrado de
Plagas en Frutales y Hortalizas, de la Unidad Técnica Fi-
tosanitaria, Facultad de Agronomía, la Universidad del
Zulia (MIPFH-UTF, Agronomía, LUZ), en Maracaibo,
estado Zulia, durante el periodo 1993-2011. No obstante,
a la par que repasamos someramente los aspectos bioeco-
lógicos de este insecto, estimamos pertinente aportar a la
aproximación de su posible origen geográco, relaciones
trócas [hospederas y enemigos naturales (EN) con los
cuales evolucionó, además de algunos generalistas], dis-
persión biogeográca, así como su participación en los
problemas tosanitarios del guayabo, para llegar al estado
actual del mismo, con sus implicaciones para el sistema
de producción de este importante frutal, en lo que reere
al manejo de sus biocomunidades (Chirinos & Geraud-
Pouey 2011).
Es relevante que en el caso de las otras especies de Ca-
pulinia, no existen menciones de EN (García et al. 2016,
Kondo et al. 2016), lo que particulariza la importancia de
la MBG, así como ubicar su lugar de origen y hospederas,
en vista de su manejo a futuro. De igual manera, hay que
considerar los potenciales riesgos que C. linarosae plantea
como plaga cuarentenaria para las principales zonas pro-
ductoras de América (México y Brasil) y otros continentes
(India, Pakistán, Sudán, Egipto, Indonesia, Bangladesh,
entre otros) referidas por Pereira et al. (2016).
CÓMO CAPULINIA LINAROSAE
SE VOLVIÓ “PLAGA”
Este insecto, entonces inédito, fue detectado por pri-
mera vez en Venezuela, a principios de 1993, en dos loca-
lidades, la más relevante desde el punto de vista agrícola,
la Planicie de Maracaibo, zona de bosque muy seco tropi-
cal (Ewel & Madriz 1968), al noroeste del estado Zulia,
para entonces con unas cuatro mil hectáreas de huertos
de guayabo de reciente desarrollo, principalmente de la
selección local conocida como “criolla roja” (Araujo et al.
1997). Casi simultáneamente, fue detectado en el huerto
de colección de frutales del actual Centro Nacional de
Investigaciones Agrícolas y Pecuarias, Instituto Nacional
de Investigaciones Agrícolas (CENIAP-INIA), El Limón,
Maracay, estado Aragua (Cermeli & Geraud-Pouey 1997).
Sin embargo, desde mediados de 1992, algunos agri-
cultores de la Planicie de Maracaibo mencionaban la “re-
aparición de la escama blanca”, tal como habían denomi-
nado a Pulvinaria urbicula Cockerell, 1893 (Hemiptera:
Coccoidea: Coccidae). Esta especie común en guayaba de
esa región (Güerere 1984), a mediados de 1985 había de-
sarrollado altas infestaciones pasajeras, formando un com-
plejo junto con otras especies de escamas principalmente
Coccidae y Diaspididae, en varios huertos de guayaba de
la Planicie de Maracaibo, a consecuencia de desbalances
en el Control Biológico natural (CBn = el que ocurre sin
intervención humana) por uso inadecuado de insectici-
das intentando controlar al trips de la guayaba, Liothrips
similis Bagnall, 1910 (ysanoptera: Phlaeothripidae)
(especie mencionada en: Camacho et al. 2002), el cual no
lo ameritaba por el poco daño que causa. En esa oportu-
nidad, inspeccionamos dos huertos afectados durante va-
rios meses, donde recién habían suspendido las continuas
aspersiones de insecticidas por ya considerarlas inecaces.
Durante esas inspecciones, observamos una apreciable di-
versidad y abundancia de EN atacando a ese complejo de
escamas, incluyendo signos de parasitismo y presencia de
adultos de varias especies de pequeñas avispas parasitoides
(Hymenoptera: Chalcidoidea) y depredadores (Coleopte-
ra: Coccinellidae, Neuroptera: Chrysopidae y otros). Re-
comendamos solo recuperar el buen estado de las plantas
mediante riego y fertilización adecuada. A partir de enton-
ces, las infestaciones disminuyeron, manteniéndose luego
a niveles casi imperceptibles (F. Geraud-Pouey, informa-
ción no publicada).
En vista de la persistencia y aumento del nuevo pro-
blema entomológico, a mediados de 1993 obtuvimos
muestras de ramas de guayabo infestadas, provenientes
de algunas ncas y nos percatamos que se trataba de una
especie de Coccoidea para nosotros desconocida. Por in-